Periodista en formación continua, hábil
entrevistador, tuitero destacado y amante de Tacuarembó, se alegró de
que Canal 4 le pusiera fin al exceso de crónica roja.
LEONEL GARCÍA
El País
El periodismo y la paternidad le llegaron a Daniel
Castro (48) casi al mismo tiempo. Fue en Tacuarembó, su patria por
adopción desde muy pequeño, cuando llegó con su familia desde su
Tranqueras natal. Estaba por nacer su hija Ana, hoy de 27 años, y no
parecía traer un pan debajo del brazo.
"Cuando la madre de mis hijos mayores quedó embarazada,
yo sentí la angustia de no poder resolver la situación económicamente y
le golpeé la puerta al dueño de radio Zorrilla de San Martín". Cosas de
pueblo chico, ese empresario sabía bien que Daniel estaba enfrentado a
él por temas políticos; pero también conocía a su familia y a la de la
futura madre. "Sin ningún reproche, con gran generosidad, me dijo:
'Comenzás mañana'". Al otro día, a las cinco de la madrugada, comenzó
como operador. Solidaridad de pueblo chico.
El hoy conductor de Telebuendía, Teledía y la edición dominical de Telenoche por Canal 4, pronto pasó a hacer móviles en Adelante,
el periodístico matinal que aún hoy existe en esa emisora. Autodidacta,
no recuerda su primera nota, sí cuál era su impronta y su misión. "La
vida en el interior pasaba por el informativo de la radio": nacimientos,
muertes, precios de hacienda, encomiendas, todo. "Era un periodismo de
servicio, bien comunitario".
-Y hoy, en un medio tan masivo, ¿no extraña esa sensación de cercanía?
-Totalmente. Mi definición del periodismo tiene que
ver con lo social. Así lo percibí y practiqué en Tacuarembó: el
periodismo debe ser una contribución a la gente. Y cuando se masifica el
trabajo, sentís que atenta contra la posibilidad de servir más
directamente. Aunque este canal y este noticiero tienen un sello que se
sintetiza en la frase "Telenoche de su lado". Hay un anclaje fundamental
en la gente.
Pasaron casi 30 años de ese inicio en Tacuarembó,
ciudad que ama y que le duele, por una extraña convicción de que allá
hay gente que no cree en ese afecto.Tras un pasaje por Canal 5 y radio
Sarandí, ya en Montevideo, llegó al 4 hace 17 años para hacer móviles en
el naciente informativo matinal. Heredó de Jorge Mederos la conducción
del noticiero y la entrevista, tan característica del ciclo, en el que
mostraría -y muestra- mucha solvencia. Haría clásico su saludo de inicio
"Hoy puede ser un gran día"y se destacaría como un tuitero -con más de
34 mil seguidores- hábil para mezclar actualidad, humor e ironía en 140
caracteres. Llegarían más hijos, nietos y parejas. Este último tema le
toca varias fibras íntimas, sobre todo por la admiración que siente por
sus padres, quienes están por cumplir sus bodas de oro (ver aparte).
Sellos
Daniel llega al canal a las 4.30 de la mañana. El
madrugón hace años que no molesta. "Además, tengo la costumbre
pueblerina de dormir veinte minutos de siesta". Trabajar la noche del
domingo ya es otro cantar. "Me queda la sensación de que podría
aprovechar más ese día con la familia". Vive en Malvín con Jenny
Orellana, su esposa desde 2012, y Clara, la hija de ambos. Jenny es de
Lima, Perú, cuya cultura y hospitalidad lo conmovió. "Esas cuestiones
que ves en crisis... el vínculo humano, la mano estrechada, el mirarse a
los ojos... Eso lo noté ahí. Es una sociedad que mantiene cosas que a
mí me gustaría que aquí estuvieran más vigentes". Para distenderse,
ambos se cuelgan con series televisivas como House of cards y Breaking bad, y películas como la animación Río 2.En realidad, esta última también es para la pareja: Clara tiene solo ocho meses.
El saludo de las siete, "Hoy puede ser un gran día",
tomado de la canción de Serrat, primero fue circunstancial y luego
constante. "Me pareció necesario para tener un espíritu envalentonado
para afrontar el día. Luego me di cuenta que tenía un efecto más fuerte
en los demás". Eso lo comprobó un día de 2002, uno de las tantos
nefastos en el peor momento de la crisis financiera. Entendía que no
había ánimo para una frase tan optimista y no la dijo. "Me llamó gente a
reprocharme y eso fue un click. Aún en la adversidad es
necesario mantener la esperanza. Aún si tenés que dar la peor noticia,
tenés que decir que vale la pena seguir adelante". Esa es una de sus
marcas de fábrica.
Otra son las entrevistas, uno de los puntos altos de Telebuendía.
En un país donde no suele pasar nada entre las cero y las siete de la
mañana, esa fue una apuesta "para tener un golpe de actualidad y no
quedarse solo con la lectura de los diarios o el noticiero de la última
hora". Muy recordada fue una nota tensa con el vicepresidente Danilo Astori,
en 2012, por la crisis de Pluna. Pese a que su actuación fue muy
destacada por colegas y público, Daniel no oculta su molestia porque ese
choque generó más atención que otros diálogos que consideró más
valiosos para la gente.
"En mi condición de entrevistador, tengo que
delimitar claramente, y me cuesta bastante, la frontera entre el
periodista y el ciudadano. Ese es un examen que rindo a diario. En el
calor del debate, esos caminos pueden llegar a confundirse. Ahora, yo me
pregunto: ¿qué razones hay hoy para decir que un periodista no puede
opinar? Es una opinión responsable, no desembozada. La gente sabe que no
hay un robot detrás del traje de periodista, sino una persona que
también sufre las consecuencias de una mala decisión gubernamental. La
gente espera que uno pregunte con lealtad y corrección, pero también con
firmeza. Pero mi sensación, mi retrogusto amargo, es que he hecho
entrevistas con mucho más aporte que una discusión circunstancial".
Twitter, otro sello suyo,
nació como un juego y hoy lo sabe una poderosa herramienta. Para él es
tanto el acceso a miles de fuentes como un necesario "ejercicio de
libertad". Los ha escrito políticos ("Le dirán a la crespa candidata que debe laciar su discurso. Se lo van a pedir con onda"), existenciales ("El tiempo pasa, el odio no"), costumbristas ("Uruguay: país del asado, el mate, el dulce de leche y los palos en la rueda") y deportivos ("El que no llega a sacar la credencial es Bizera").
Estos últimos -de fútbol- son los que generan más crispación. "Me
asusta". Lo del humor y la ironía aquí también "son un tránsito diario
por una delgada línea del equilibrio". Como las entrevistas.
Estos tiempos
Periodista de raza y muy hincha de Canal 4, Daniel
no esconde estar más cómodo con "estos tiempos" del noticiero. Los
"otros tiempos", no tan lejanos, eran de sobredosis y repetición de
noticias policiales, con la irritante musiquita incidental. "Esto
parecía un servicio de hemoterapia", ironiza, aunque el recuerdo no le
causa gracia.
"Yo tuve la oportunidad de criticar frontalmente a Adrián Vallarino (entonces gerente del noticiero),
que encabezó esa corriente. Él estaba convencido de lo suyo para
generar audiencia, facturación, pero me permití confrontarlo por algo
que creía que no estaba bueno. Y los periodistas estábamos en esa misma
sintonía: no queríamos agregarle drama al drama, aderezar con lo peor
una tragedia". La repercusión, dice, fue esperable: "Era difícil
sostener una discusión, en tu casa, en el supermercado... por definición
nos pegaban a todos (los periodistas)". El famoso eslogan -"de
su lado"- y el anclaje en la gente se estaban desdibujando. "El canal se
estaba desconectando de la gente y era un capital enorme que no se
podía perder". Así, en octubre de 2011 se fue Vallarino y entró en su
lugar Claudio Romanoff. "Él es un periodista, con esa frase todo se
sintetiza. ¿Qué sucedió? La vuelta al rigor y a la responsabilidad,
trabajar con otras agendas más allá de la policial".
Daniel tiene una "correcta relación" con Fernando
Vilar -"un compañero con mucho oficio al que respeto por su
trayectoria"-, conductor de Telenoche, producto estrella de esa "usina informativa" que es el Centro Montecarlo de Noticias. Ambos conducirán nuevamente Uruguay decide, la propuesta del canal con miras a las elecciones. Mientras, aún en la masividad, él busca las cercanías.
-¿Cómo vuelve a esa sensación primaria, en la masividad? ¿Se puede?
-En el caso que más me involucra, la entrevista,
si yo hago las preguntas que considero íntimamente que se está haciendo
la gente, estoy aportando y contribuyendo a que la gente sepa más. Si
uno tiene un anclaje en la gente, está haciendo una contribución.
PERIPLOS COMPLEJOS
Daniel
Castro conoció a su esposa Jenny un 30 de diciembre. "Fue fortuito,
cinematográfico. Ambos veníamos de periplos complejos...". Se
encontraron en la calle, cerca del canal. "A ella se le cayeron unas
carpetas, yo se las recogí y acerqué. Quedé flasheado... Luego le pedí a
un cuidacoches que me dijera dónde trabajaba. Le dejé mi correo
electrónico en un papel en el parabrisas del auto". Ella, peruana,
trabajaba en una multinacional cercana. El matrimonio tiene una hija,
Clara, de ocho meses.
El
periodista tiene otros tres hijos: Ana (27), Daniel (22) y Maite (7).
También tiene dos nietos: María Pía (10) y Tomás (5). Fue padre y abuelo
joven. Sus hijos son fruto de tres parejas distintas. La suya es un
contraste de la vida de sus padres, que están por cumplir, "y muy bien",
50 años de casados. Esto es un tema que le ha generado al periodista
sensaciones cruzadas. Varias y constantes.
"Yo
veo a mis padres como la situación ideal... La aspiración de alguien
que es tan familiero es pasar por ese mismo camino... A mí me salió así.
No me salió como hubiera querido, esta es mi realidad. Pero yo me
propongo a diario no entrar en la revisión de qué cosas hice mal. Es
como me salió. Y ahora soy feliz".
SUS COSAS
La tierra del corazón
Nacido en Rivera, él se siente 100% de Tacuarembó.
Allá están sus padres, nacieron sus hijos mayores, el inicio en el
oficio y un sinsabor: "Hay gente que cree que no siento tanto afecto o
que estoy muy ocupado. Tal vez por eso no me han convocado a eventos en
los que me hubiera encantado participar o apoyar. ¡Esto es un llamado
público!"
Un Objeto material
Más que eso, el mate es una necesaria costumbre para
arrancar los madrugones que obliga la profesión. "Pocos, necesarios y
en la mañana". Esos no son los únicos requisitos. "Ninguna yerba rara,
tiene que ser común, sin yuyos, algo que mantenga el sabor de la
tradición". O sea, nada de yerbas "para nerviosos" ni de esas que ayudan
a modelar la figura.
Entrevista anhelada
Le gustaría entrevistar al relator y periodista
uruguayo -radicado en Argentina- Víctor Hugo Morales. "Es posible que la
haga", desliza. Hay un motivo personal en ese deseo: "En algún momento
lo vi como el ideal del periodismo y hoy esa imagen, ese ideal, está
siendo interpelado. Me gustaría hacer esa nota para poder aclararme
algunos puntos".
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