domingo, 27 de abril de 2014

DANIEL CASTRO "Cuesta delimitar la frontera entre el ciudadano y el periodista"



Periodista en formación continua, hábil entrevistador, tuitero destacado y amante de Tacuarembó, se alegró de que Canal 4 le pusiera fin al exceso de crónica roja.


LEONEL GARCÍA
El País
 
El periodismo y la paternidad le llegaron a Daniel Castro (48) casi al mismo tiempo. Fue en Tacuarembó, su patria por adopción desde muy pequeño, cuando llegó con su familia desde su Tranqueras natal. Estaba por nacer su hija Ana, hoy de 27 años, y no parecía traer un pan debajo del brazo.
"Cuando la madre de mis hijos mayores quedó embarazada, yo sentí la angustia de no poder resolver la situación económicamente y le golpeé la puerta al dueño de radio Zorrilla de San Martín". Cosas de pueblo chico, ese empresario sabía bien que Daniel estaba enfrentado a él por temas políticos; pero también conocía a su familia y a la de la futura madre. "Sin ningún reproche, con gran generosidad, me dijo: 'Comenzás mañana'". Al otro día, a las cinco de la madrugada, comenzó como operador. Solidaridad de pueblo chico.
El hoy conductor de Telebuendía, Teledía y la edición dominical de Telenoche por Canal 4, pronto pasó a hacer móviles en Adelante, el periodístico matinal que aún hoy existe en esa emisora. Autodidacta, no recuerda su primera nota, sí cuál era su impronta y su misión. "La vida en el interior pasaba por el informativo de la radio": nacimientos, muertes, precios de hacienda, encomiendas, todo. "Era un periodismo de servicio, bien comunitario".
-Y hoy, en un medio tan masivo, ¿no extraña esa sensación de cercanía?
-Totalmente. Mi definición del periodismo tiene que ver con lo social. Así lo percibí y practiqué en Tacuarembó: el periodismo debe ser una contribución a la gente. Y cuando se masifica el trabajo, sentís que atenta contra la posibilidad de servir más directamente. Aunque este canal y este noticiero tienen un sello que se sintetiza en la frase "Telenoche de su lado". Hay un anclaje fundamental en la gente.
Pasaron casi 30 años de ese inicio en Tacuarembó, ciudad que ama y que le duele, por una extraña convicción de que allá hay gente que no cree en ese afecto.Tras un pasaje por Canal 5 y radio Sarandí, ya en Montevideo, llegó al 4 hace 17 años para hacer móviles en el naciente informativo matinal. Heredó de Jorge Mederos la conducción del noticiero y la entrevista, tan característica del ciclo, en el que mostraría -y muestra- mucha solvencia. Haría clásico su saludo de inicio "Hoy puede ser un gran día"y se destacaría como un tuitero -con más de 34 mil seguidores- hábil para mezclar actualidad, humor e ironía en 140 caracteres. Llegarían más hijos, nietos y parejas. Este último tema le toca varias fibras íntimas, sobre todo por la admiración que siente por sus padres, quienes están por cumplir sus bodas de oro (ver aparte).

Sellos

Daniel llega al canal a las 4.30 de la mañana. El madrugón hace años que no molesta. "Además, tengo la costumbre pueblerina de dormir veinte minutos de siesta". Trabajar la noche del domingo ya es otro cantar. "Me queda la sensación de que podría aprovechar más ese día con la familia". Vive en Malvín con Jenny Orellana, su esposa desde 2012, y Clara, la hija de ambos. Jenny es de Lima, Perú, cuya cultura y hospitalidad lo conmovió. "Esas cuestiones que ves en crisis... el vínculo humano, la mano estrechada, el mirarse a los ojos... Eso lo noté ahí. Es una sociedad que mantiene cosas que a mí me gustaría que aquí estuvieran más vigentes". Para distenderse, ambos se cuelgan con series televisivas como House of cards y Breaking bad, y películas como la animación Río 2.En realidad, esta última también es para la pareja: Clara tiene solo ocho meses.
El saludo de las siete, "Hoy puede ser un gran día", tomado de la canción de Serrat, primero fue circunstancial y luego constante. "Me pareció necesario para tener un espíritu envalentonado para afrontar el día. Luego me di cuenta que tenía un efecto más fuerte en los demás". Eso lo comprobó un día de 2002, uno de las tantos nefastos en el peor momento de la crisis financiera. Entendía que no había ánimo para una frase tan optimista y no la dijo. "Me llamó gente a reprocharme y eso fue un click. Aún en la adversidad es necesario mantener la esperanza. Aún si tenés que dar la peor noticia, tenés que decir que vale la pena seguir adelante". Esa es una de sus marcas de fábrica.
Otra son las entrevistas, uno de los puntos altos de Telebuendía. En un país donde no suele pasar nada entre las cero y las siete de la mañana, esa fue una apuesta "para tener un golpe de actualidad y no quedarse solo con la lectura de los diarios o el noticiero de la última hora". Muy recordada fue una nota tensa con el vicepresidente Danilo Astori, en 2012, por la crisis de Pluna. Pese a que su actuación fue muy destacada por colegas y público, Daniel no oculta su molestia porque ese choque generó más atención que otros diálogos que consideró más valiosos para la gente.
"En mi condición de entrevistador, tengo que delimitar claramente, y me cuesta bastante, la frontera entre el periodista y el ciudadano. Ese es un examen que rindo a diario. En el calor del debate, esos caminos pueden llegar a confundirse. Ahora, yo me pregunto: ¿qué razones hay hoy para decir que un periodista no puede opinar? Es una opinión responsable, no desembozada. La gente sabe que no hay un robot detrás del traje de periodista, sino una persona que también sufre las consecuencias de una mala decisión gubernamental. La gente espera que uno pregunte con lealtad y corrección, pero también con firmeza. Pero mi sensación, mi retrogusto amargo, es que he hecho entrevistas con mucho más aporte que una discusión circunstancial".
Twitter, otro sello suyo, nació como un juego y hoy lo sabe una poderosa herramienta. Para él es tanto el acceso a miles de fuentes como un necesario "ejercicio de libertad". Los ha escrito políticos ("Le dirán a la crespa candidata que debe laciar su discurso. Se lo van a pedir con onda"), existenciales ("El tiempo pasa, el odio no"), costumbristas ("Uruguay: país del asado, el mate, el dulce de leche y los palos en la rueda") y deportivos ("El que no llega a sacar la credencial es Bizera"). Estos últimos -de fútbol- son los que generan más crispación. "Me asusta". Lo del humor y la ironía aquí también "son un tránsito diario por una delgada línea del equilibrio". Como las entrevistas.

Estos tiempos

Periodista de raza y muy hincha de Canal 4, Daniel no esconde estar más cómodo con "estos tiempos" del noticiero. Los "otros tiempos", no tan lejanos, eran de sobredosis y repetición de noticias policiales, con la irritante musiquita incidental. "Esto parecía un servicio de hemoterapia", ironiza, aunque el recuerdo no le causa gracia.
"Yo tuve la oportunidad de criticar frontalmente a Adrián Vallarino (entonces gerente del noticiero), que encabezó esa corriente. Él estaba convencido de lo suyo para generar audiencia, facturación, pero me permití confrontarlo por algo que creía que no estaba bueno. Y los periodistas estábamos en esa misma sintonía: no queríamos agregarle drama al drama, aderezar con lo peor una tragedia". La repercusión, dice, fue esperable: "Era difícil sostener una discusión, en tu casa, en el supermercado... por definición nos pegaban a todos (los periodistas)". El famoso eslogan -"de su lado"- y el anclaje en la gente se estaban desdibujando. "El canal se estaba desconectando de la gente y era un capital enorme que no se podía perder". Así, en octubre de 2011 se fue Vallarino y entró en su lugar Claudio Romanoff. "Él es un periodista, con esa frase todo se sintetiza. ¿Qué sucedió? La vuelta al rigor y a la responsabilidad, trabajar con otras agendas más allá de la policial".
Daniel tiene una "correcta relación" con Fernando Vilar -"un compañero con mucho oficio al que respeto por su trayectoria"-, conductor de Telenoche, producto estrella de esa "usina informativa" que es el Centro Montecarlo de Noticias. Ambos conducirán nuevamente Uruguay decide, la propuesta del canal con miras a las elecciones. Mientras, aún en la masividad, él busca las cercanías.
-¿Cómo vuelve a esa sensación primaria, en la masividad? ¿Se puede?
-En el caso que más me involucra, la entrevista, si yo hago las preguntas que considero íntimamente que se está haciendo la gente, estoy aportando y contribuyendo a que la gente sepa más. Si uno tiene un anclaje en la gente, está haciendo una contribución.

PERIPLOS COMPLEJOS

Daniel Castro conoció a su esposa Jenny un 30 de diciembre. "Fue fortuito, cinematográfico. Ambos veníamos de periplos complejos...". Se encontraron en la calle, cerca del canal. "A ella se le cayeron unas carpetas, yo se las recogí y acerqué. Quedé flasheado... Luego le pedí a un cuidacoches que me dijera dónde trabajaba. Le dejé mi correo electrónico en un papel en el parabrisas del auto". Ella, peruana, trabajaba en una multinacional cercana. El matrimonio tiene una hija, Clara, de ocho meses.
El periodista tiene otros tres hijos: Ana (27), Daniel (22) y Maite (7). También tiene dos nietos: María Pía (10) y Tomás (5). Fue padre y abuelo joven. Sus hijos son fruto de tres parejas distintas. La suya es un contraste de la vida de sus padres, que están por cumplir, "y muy bien", 50 años de casados. Esto es un tema que le ha generado al periodista sensaciones cruzadas. Varias y constantes.
"Yo veo a mis padres como la situación ideal... La aspiración de alguien que es tan familiero es pasar por ese mismo camino... A mí me salió así. No me salió como hubiera querido, esta es mi realidad. Pero yo me propongo a diario no entrar en la revisión de qué cosas hice mal. Es como me salió. Y ahora soy feliz".

SUS COSAS

La tierra del corazón

Nacido en Rivera, él se siente 100% de Tacuarembó. Allá están sus padres, nacieron sus hijos mayores, el inicio en el oficio y un sinsabor: "Hay gente que cree que no siento tanto afecto o que estoy muy ocupado. Tal vez por eso no me han convocado a eventos en los que me hubiera encantado participar o apoyar. ¡Esto es un llamado público!"

Un Objeto material

Más que eso, el mate es una necesaria costumbre para arrancar los madrugones que obliga la profesión. "Pocos, necesarios y en la mañana". Esos no son los únicos requisitos. "Ninguna yerba rara, tiene que ser común, sin yuyos, algo que mantenga el sabor de la tradición". O sea, nada de yerbas "para nerviosos" ni de esas que ayudan a modelar la figura.

Entrevista anhelada

Le gustaría entrevistar al relator y periodista uruguayo -radicado en Argentina- Víctor Hugo Morales. "Es posible que la haga", desliza. Hay un motivo personal en ese deseo: "En algún momento lo vi como el ideal del periodismo y hoy esa imagen, ese ideal, está siendo interpelado. Me gustaría hacer esa nota para poder aclararme algunos puntos".

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