domingo, 22 de junio de 2014

Expertos analizan mitos y verdades de la relación entre los perros y sus dueños



  

La historia de Capitán, el mestizo que hace ocho años duerme junto a la tumba de su amo, recorrió el mundo.

 Por Josefina Hagelstrom

Perfil.com

 

 
Capitán. Es una celebridad en Villa Carlos Paz. Vive en el cementerio donde está enterrado su dueño. El encargado del lugar señala la tumba de Miguel Guzmán (der.) donde duerme el can. | Foto: Cedoc Perfil



En Carlos Paz todos conocen a Capitán, el perro que vive en el cementerio donde está enterrado su dueño desde hace ocho años. El caso, que se conoció en 2012 y tuvo gran repercusión mundial, llegó a la televisión francesa, que este año estrenó un documental sobre su vida. Todo empezó en 2005, cuando Miguel Guzmán llevó a su casa a este perro mezcla de ovejero y de mestizo, como un regalo para su hijo. Pero fue con él con quien más se encariñó. Al año siguiente, cuando Miguel murió, Capitán se escapó de su casa, y pasaron meses hasta que la familia supo algo de él. Para sorpresa de todos lo encontraron en el cementerio.
Cómo llegó es un misterio, pero ahí vive desde entonces, junto a un grupo de perros, y bajo el cuidado de los trabajadores del lugar. Héctor Baccega, encargado del cementerio, cuenta que todos los días, después de dar vueltas con él y los otros perros, Capitán duerme pegado a  la tumba de Miguel.
Su historia remite a la de Hachiko, el perro japonés que vivió nueve años en la estación donde esperaba que su dueño volviera del trabajo. Para muchos, casos como éste son la máxima muestra de la fidelidad canina; para otros, un traslado excesivo de sentimientos de los hombres a los perros. ¿Cómo se explica que estos animales sigan cerca de sus dueños después de su muerte? ¿Es posible que el sentimiento de apego sea tan fuerte como para quedarse por años en un mismo lugar? Especialistas en comportamiento animal intentan explicarlo.
“Los perros después de dar vueltas todo el día, siempre vuelven a dormir a un mismo lugar. Esto es porque siempre marcan un territorio. Ellos forman mapas mentales con claves olfativas y visuales que les permiten armar un recorrido. En este caso, por alguna razón, el perro marcó la tumba de su dueño como su territorio”, explica Mariana Bentosela, investigadora del Conicet, experta en la comunicación entre perros y personas. Pero advierte que “no hay evidencia científica que demuestre que esté ahí por mucho tiempo esperando al dueño, aunque tampoco puedo negar que sea así”. Bentosela dice que una forma de comprobarlo sería ver si, sacándole a Capitán cosas como la comida y el cuidado, se queda o se va. “Si iba por el dueño va a seguir yendo, si lo hace porque el cementerio se volvió su lugar puede que deje de ir”, dice.
El reloj biológico que tienen los perros, que hace que puedan ubicarse en tiempo y espacio, explicaría el por qué a una misma hora regresan al mismo lugar. Sin embargo si tienen o no sentimientos es todavía tema de debate en la comunidad científica. Para quienes creen que sí, el apego que un can siente por su dueño puede provocar que, ante su pérdida, sufra un estrés tan fuerte que lo lleve a escapar en su búsqueda.
Claudio Gerzovich, veterinario especialista en comportamiento canino, explica que “los perros son animales sociales y territoriales, que viven en grupo y generan un apego importante con los otros. Si un perro ve que entierran a otro, puede olfatearlo y quedarse ahí tres días, por el apego. Lo mismo sucede con las personas. Ahora que se quede ocho años escapa a toda explicación”. Y agrega que “si el perro percibió que el dueño estaba ahí, puede quedarse un par de días, más si le dieron de comer. Pero tal vez ahora siga allí ya no por su dueño. Los perros viven en el presente, no piensan en pasado o futuro”
Una historia que llegó a Hollywood
La historia de Capitán remite a la de Hachiko, el perro japonés que acompañaba todos los días a su dueño, un profesor, a la estación de tren cuando se iba a trabajar. Cuando éste volvía, allí estaba su compañero esperándolo. Pero un día, el profesor no volvió. Murió de un infarto mientras daba clases. Y Hachiko, a quien todos conocían en la estación, se quedó esperándolo. Nueve años vivió en ese lugar, bajo el cuidado de los comerciantes de la zona, hasta que murió.
A modo de homenaje, le construyeron una estatua, y Hollywood llevó su historia al cine, en la película Siempre a tu lado, con Richard Gere. “El perro que acompaña al dueño todos los días establece una rutina. Ese lugar era parte de su territorio, y lo más probable es que por eso se quedó ahí. Puede buscarlo un par de días, pero si pasan tantos años vale preguntarse si lo sigue esperando porque tenía un vínculo fuerte, o si eligió quedarse ahí”, dice Gerzovich.

No hay comentarios:

Publicar un comentario