viernes, 15 de agosto de 2014

EL FESTEJO DE LOS ANTI SINDICALISTAS por JOSÉ ARIEL CARDOSO

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Los promocionados  y bien difundidos actos de corrupción por parte de  algunos gremialistas, no tienen perdón. Primero y antes que nada por los hechos en sí,  ya que cada acto de corrupción es una agresión a la sociedad en su conjunto; pero tan grave o más aún, es  el desprestigio natural que estos actos traen sobre el movimiento sindical, sumado al desprestigio publicitado, y amplificado por los medios que pertenecen y/o responden a las  patronales, en connivencia perpetua con los sectores  políticos conservadores. 

No es novedad que la participación de los trabajadores molesta a los sectores que  monopolizan el poder  desde siempre. La visión que estos sectores  tienen de los trabajadores no ha evolucionado nunca, y si no estamos en la situación que padecía la clase obrera en  el siglo XIX, es por la lucha y la conquista permanente de los sindicatos doblando voluntades políticas, enfrentando a los  gobiernos de patrones, dictaduras, y a los  adulones traidores de clase, que son los peores.

Muchas veces he discrepado con medidas o posiciones del movimiento sindical. Hace  casi diez años que abandoné las filas del sindicato de la Educación Secundaria, por discrepancias y por mi cada vez más fuerte deseo de no estar embretado en ningún corral, para poder pensar y actuar con la libertad que en el acierto o en el error, considere  oportuno.

Sin embargo esto no evita que me sienta hermanado con el movimiento obrero, y comparta el sentimiento de clase que adquirí en mi adolescencia cuando en los salones y talleres de UTU empecé a modelar mi cabeza, mi espíritu y mis manos. El país mucho le debe al movimiento sindical, y aún aquellos que lo atacan, se  han visto históricamente beneficiados por la lucha de los sindicatos, y gozan de beneficios que son el resultado de una larga lucha por derechos que nunca han sido dados sino que han sido conquistados.

Lamentablemente el sentimiento antisindical ha recibido un espaldarazo de parte de algunos que no han sabido honrar la larga tradición de lucha de tantos trabajadores, que  sacrificaron incluso hasta la vida. Recordemos que mientras algunos líderes partidarios y polítios huían de la dictadura, fue el movimiento sindical quien enfrentó al régimen con la admirable Huelga General, y que muchos pagaron con cárcel, torturas, muerte, secuestro y desaparición.

Pero por supuesto a los dueños de todo les molesta la organización de los trabajadores, y se han servido de sus funcionarios y  políticos, para cercenar cada vez que pudieron los derechos a agremiarse. La flexibilización laboral de los 90 fue resistida y no caló como en otros países, gracias a la consecuente  posición y oposición de  los trabajadores. 

La participación de los trabajadores en la administración pública molestó desde el vamos, de una forma que  jamás molestó la participación de gremialistas del sector de las patronales rurales, empresariales o industriales. Quienes acusaron al movimiento sindical de “doblarle la mano al gobierno” nunca se  molestaron cuando los sectores mencionados compraban el voto de legisladores o las voluntades de ministros para favorecer sus intereses sectoriales.

Porque por supuesto el derecho es escrito por quienes mandan, y ejércitos bien pagos de abogados, escribanos, contadores y demás técnicos, han diseñado históricamente  el corset del que no debería salirse nadie. Pero el movimiento sindical obrero no sabe de pituquerías, y con su lucha empecinada ha seguido y seguirá trabajando por  el conjunto de los trabajadores, porque, repito, que aun los que defenestran a los sindicatos, se ven beneficiados, y por supuesto no renuncian, a los logros de la  lucha.
 
Hoy leemos, escuchamos y sufrimos  el festejo de los anti sindicalistas, pero la lucha continúa, y aunque  los cipayos del poder pretendan, no podrán nunca frenar  la lucha que surge de la conciencia de clase, que  muchos  han pretendido ver  muerta en la niebla consumista del posmodernismo. El mundo lo construyen los trabajadores, y allí donde haya manos, brazos, cerebros y conciencias se hará necesaria la organización para enfrentar a los mezquinos. 

Hay que  depurar y fortalecer el movimiento de los trabajadores, que  los indignos sean expulsados, que los corruptos sean castigados  y que  se redoblen los  esfuerzos y que lo conquistado no se pierda, porque si los trabajadores pierden, pierde el país y  pierde el mundo.

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