lunes, 30 de marzo de 2015

Los hombres del presidente Ricardo Scagliola

 
Juan Salgado, en la presentación del gabinete de Tabaré Vázquez. Foto: Nicolás Celaya (archivo,diciembre de 2014)

Cambios en el entorno más próximo del presidente; Juan Salgado y Álvaro Vázquez en ascenso.
Tabaré Vázquez es poco afecto a llamar a sus más allegados “círculo íntimo”. No pocas veces, en las reuniones que se realizaban en el hotel Four Points durante la campaña electoral del año pasado, algunos de ellos bromeaban con la denominación. A veces trazaban un paralelismo con la Divina Comedia y sus tres eslabones fundamentales -infierno, paraíso y purgatorio-, distribuyendo roles y espiritualidades. Otras veces, entre risas, elaboraban teorías sobre los llamados “entornos”. Lo cierto es que si se sigue con detenimiento el proceso de elaboración de algunas de sus principales decisiones, surge que el presidente reserva para sí el momento de la definición. Pero, antes, suele discurrir con un grupo de contados allegados, personas de su íntima confianza. Ahora, cuando transcurre su segunda presidencia, a la hora del armado institucional Vázquez optó por la continuidad de algunos de sus hombres y mujeres de mayor confianza política y personal. Esa cercanía fue determinante a la hora de nombrar a su gabinete de ministros y volvió a serlo cuando designó a quienes lo acompañarán en el piso 11 de la Torre Ejecutiva y la residencia presidencial de Suárez, que utiliza como despacho presidencial.
Nancy Rey, una mujer de muy bajo perfil a la que quienes conocen definen como “muy metódica” sigue al frente de la secretaría privada de Vázquez, ahora acompañada por la psicóloga María Elena Servian, hija de la fallecida senadora Susana Dalmás. Para esta elección, fuentes de Torre Ejecutiva explicaron a la diaria que el presidente consultó directamente a Rey, quien sugirió el nombre de Servian, a quien conoce desde hace tiempo. A diferencia del primer período, en el que debió subsumirse en un sinfín de tareas administrativas, la labor de Rey comenzó a cobrar otro perfil en esta segunda presidencia de Vázquez: junto a Miguel Ángel Toma (nuevamente designado secretario de Presidencia), es la encargada de ejecutar las órdenes del presidente. En la Torre sostienen que esta fórmula ha sido exitosa: sólo durante este primer mes de gobierno -afirman- se ejecutaron 1.000 actuaciones entre decretos, resoluciones, proyectos de ley y actos administrativos. El número, claro, incluye las designaciones en todo el Poder Ejecutivo, pero, así y todo, es sensiblemente superior al de administraciones anteriores, dijeron las fuentes.
Eduardo Bandeira, que hasta hace poco se desempeñó como secretario privado de Vázquez y fue el encargado de los aspectos logísticos de la campaña, fue designado el 11 de marzo como número dos de la delegación uruguaya en la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, secundando al ingeniero Gabriel Rodríguez. Una vez concretada la salida de Bandeira -que trabaja con Vázquez desde su llegada a la Intendencia de Montevideo-, el presidente decidió engrosar su secretaría con jóvenes diplomáticos que cumplían tareas en la cancillería, según informó a mediados de enero el semanario Búsqueda.
Vazquismo unplugged
La última de las designaciones correspondió a un íntimo: el presidente de CUTCSA, Juan Salgado, a quien Vázquez conoce desde sus tiempos en la Asociación Española. El cargo que ocupará Salgado es el de asesor honorario de Presidencia. El empresario, que se proclamó “vazquista” en una entrevista con El Observador TV, había advertido en setiembre que no aceptaría cargos: “No siento que soy su asesor. No estoy dentro del plano político ni de la arena política”. Durante la campaña pasada, el presidente de CUTCSA desempeñó un rol similar al de un jefe de campaña. Puso a disposición de Vázquez buena parte del aparato logístico de CUTCSA (ómnibus, recursos, contactos) y hasta a su plantilla gerencial, que asistió a algunos actos e incluso al bautismo del gabinete ministerial en el primer piso del Four Points. Salgado no es sólo un hombre de consulta de Vázquez: es, también, un “amigo personal” de la familia. El empresario, que comparte el shopping Nuevocentro con Carlos Lecueder y Edgardo Novick, suele participar en los retiros del presidente al interior del país: a veces como invitado a Anchorena, y otras como anfitrión en su casa en el balneario La Paloma. Una “asesoría honoraria”, explicó un viejo funcionario de Presidencia, demarca y delimita un espacio de consulta política.
Junto a la de Salgado, otra figura en ascenso es la de Álvaro Vázquez, hijo del presidente. Su cada vez más frecuente asistencia a las reuniones orgánicas del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y su presencia en la cartelería de vía pública de la Alianza Progresista durante la última campaña evidenciaron una decisión que se había tomado poco tiempo antes de las elecciones: iniciar un giro del PDC desde el astorismo al vazquismo. Los demócrata-cristianos consideran que el corsé de la alianza con los blancos de Rodolfo Nin Novoa y los ex comunistas les ha quitado perfil. Su incorporación al Frente Liber Seregni, a caballo de la figura de Danilo Astori, no hizo sino contribuir a diluir esa impronta, razonan ahora. En ese contexto, la figura de Álvaro Vázquez permite una “mayor llegada” al presidente y “blinda” al PDC de cualquier tipo de conflictos en el tránsito hacia una mayor autonomía, explicaron dirigentes de ese sector a la diaria. Vázquez, que reemplazó a su padre al frente del Centro de Diagnóstico Mamario de la Asociación Española, fue determinante para el nombramiento de algunos cargos clave, como el de Juan Andrés Roballo en la prosecretaría de Presidencia o Antonio Carámbula como director ejecutivo de Uruguay XXI. Ambos integran la orgánica del PDC. En la primera presidencia de Vázquez había sido otro de sus hijos, Ignacio, quien había cristalizado intenciones de hacer carrera política.
En su primer mes de mandato, Vázquez innovó en varios aspectos respecto del presidente que lo precedió: minimizó sus apariciones públicas, asumió la necesidad de recortar el gasto en viajes, viáticos y publicidad en las empresas del Estado, puso en blanco sobre negro sus diferencias con el estilo de José Mujica. A esa voluntad expresa de desmarcarse del período pasado se suma otra distancia, vinculada con el armado de los equipos: la idea de un estrecho círculo al que sólo acceden contadas personas. Antes que nadie, María Auxiliadora Delgado, su esposa, y después cuatro escuderos en quienes el presidente deposita la confianza más alta: Juan Salgado, Nancy Rey, Miguel Ángel Toma, Jorge Vázquez y Álvaro Vázquez. A ellos se suma una nueva guardia, en la que levantan perfil el prosecretario Roballo y el subsecretario de Economía y Finanzas, Pablo Ferreri, que a impulsos de la lealtad tributada desde el comando de campaña montado en el Four Points se ganaron un lugar privilegiado dentro de la estructura vazquista. Pero hay una diferencia entre la “mesa chica” y los ministros y subsecretarios. “Como en la bicicleta, todos los rayos son importantes, pero si uno se quiebra, la rueda sigue andando”, grafica un hombre próximo al presidente el rol de los ministros según el manual vazquista. “Los ministros, como los fusibles, pueden saltar”, agrega, ilustrativo. En paralelo, un círculo íntimo, muy íntimo, ejerce como respaldo y sostén ante cualquier imprevisto.

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