sábado, 25 de julio de 2015

La meditación ya es parte de la terapia con el médico


Cada vez más profesionales la utilizan y la recetan como complemento. Y se tratan desde pacientes con enfermedades neurológicas hasta casos de Mal de Parkinson y cáncer.

 
Concentrarse en el presente, sin “colgarse”en los momentos del pasado, ni preocuparse por el futuro. En ese estado de meditación, la mente se aquieta, y la práctica constante tiene múltiples beneficios para la salud: reduce el estrés, la ansiedad y la soledad. Baja la presión arterial, y el deseo de fumar tabaco. Permite controlar el dolor crónico. Contribuye a controlar la ansiedad y la depresión en pacientes con cáncer. A partir de las evidencias de esos beneficios en estudios científicos, ahora los médicos están recetando también la práctica diaria de meditación. No es una cuestión “alternativa” sino un complemento a los tratamientos convencionales.
Uno de los pioneros fue Alberto Lóizaga, médico clínico y psicoanalista, que ya usaba la meditación trascendental cuando estaba en el Hospital de Clínicas de la UBA, y más adelante fundó el Centro Actitudes que sanan. “Se habla primero con el paciente, y se usa la meditación para que se dé cuenta que los pensamientos que tiene puede perjudicarlo tanto en su salud física como psíquica. A veces hay cargas del pasado, no resueltas, porque no se perdonaron heridas o se tienen expectativas demasiados ansiosas sobre el futuro. Con la meditación, se consigue disolver esas cargas, y concentrarse en la presencia continua”, explicó Lóizaga a Clarín. El médico dará pronto una charla gratuita (en Fundación Columbia, Borges 2020, Capital, el 14 de agosto a las 19 horas).
Otra forma de meditación es “mindfulness” o atención plena, una meditación desarrollada por el biólogo Jon Kabat-Zinn en los Estados Unidos, que es la más despojada de la religiosidad que acompañaba a las prácticas en Oriente. “Se amplió el número de profesionales de la medicina y la psicología que aplican mindfulness”, contó Martín Reynoso, coordinador del mindfulness en Ineco, que recibe a pacientes derivados de psiquiatras y neurólogos. Al hacer una práctica diaria, se consigue una mayor aceptación del sufrimiento humano como parte de nuestra existencia, se desarrolla una atención ecuánime, sin reaccionar, y se le da más importancia al presente”, agregó Reynoso.
También en el Instituto Alexander Fleming ofrecen meditación para los pacientes con cáncer en el Instituto Fleming. “La meditación se aprende como herramienta en la psicoterapia individual o en talleres grupales que organizamos. A los pacientes con cáncer, -junto con ejercicios de visualización y relajación- les aporta volver a tener la sensación de tener la vida bajo control. Generalmente el paciente con cáncer siente que todo se descontrola al recibir el diagnóstico. Además, se les enseña la práctica a los familiares de los pacientes para que puedan sentirse mejor frente al hecho de sentir que cargan también con la enfermedad”, contó Nancy Ferro, jefa de pisco-oncología del Insituto.
En tanto, en el servicio de medicina del estrés, del Hospital Municipal de San Isidro, ofrecen la meditación con el monitoreo de las funciones cerebrales. “Llegan pacientes con problemas del corazón, gastrointestinales, cáncer, alergias, entre otros, y trabajamos sobre el manejo del estrés. Se los atiende individualmente, pero también participan de talleres en las que aprenden técnicas de relajación psicofísica y meditación”, dijo Daniel López Rosetti, médico cardiólogo a cargo del servicio del hospital público. “Observamos muchos beneficios: la meditación reduce el nivel de estrés, ansiedad, depresión, hay una mejora clínica en las distintas patologías que traen a los pacientes a las consultas”, añadió.
La meditación en un buen recurso frente al sufrimiento por las enfermedades, especialmente las crónicas. “Cuando tienen una crisis de pánico o de angustia, les enseño la práctica de meditación que le permite concentrarse en la respiración”, contó Estefanía Lafogiannis, médica psiquiatra de ADINEU. “A partir de la meditación, los pacientes pueden buscar las causa de las crisis y conectarse consigo mismo. Después, pueden usar la práctica en cualquier momento fuera del consultorio en que no la estén pasando bien”.

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