miércoles, 2 de mayo de 2018

Desde Buenos Aires Diario de Feria: sábado 28. Escribe Rodrigo Tisnés



El día viernes falté sin aviso. Pero compensé el día sábado con una panzada de actividades, comenzando por la presentación del nuevo libro de Vargas Llosa: “El llamado de la tribu”. Acompañado por Jorge Lanata, el notable escritor peruano se refirió a este libro autobiográfico, en el que hace un repaso de su deriva intelectual e ideológica que lo llevó del marxismo al liberalismo radical que esgrime hace ya varias décadas. Con habilidad discursiva y mucha inteligencia, Vargas Llosa lleva (o intenta) llevar agua para su molino. Rescata a pensadores liberales de la talla de Karl Popper y Raymond Aaron, la figura política de Margaret Tatcher, contraponiéndola a la situación en el Reino Unido antes de su gobierno, y en general presenta al liberalismo como una doctrina abierta, sin promesas de sociedades perfectas ni utopías… que no es perfecta, pero que con sus imperfecciones, es mejor que cualquier promesa de Paraíso que se haya hecho; mientras que por el otro lado critica a los totalitarismos, a los populismos, a los nacionalismos.
Claro que ni él está libre de entrar en contradicciones. Niega, por ejemplo, la vinculación entre liberalismo económico y las dictaduras militares de América Latina en los 60’s y 70’s… aunque por otro reconoce que Somoza se hacía elegir presidente como candidato de un Partido Liberal. Y borra de un plumazo la Guerra Fría, como si no hubiese existido, conflicto en el que, mal que le pese, muchos liberales contemporáneos suyos veían como “el mal menor” a las dictaduras militares, frente a una posible “cubanización”. Como tampoco dice una sola palabra respecto a que, antes de la II Guerra Mundial, los gobiernos liberales de Europa Occidental veían a Hitler y Mussolini como “frenos” ante la Unión Soviética.
Aún más evidente es su contradicción cuando se refiere a Singapur. Muy tibiamente se refiere a la falta de libertades políticas y civiles en la isla-Estado, pero pondera muy enfáticamente su nivel de ingresos y el nivel de riqueza de su población. Me hizo acordar a aquellas personas que decían (aun dicen) que Pinochet había sido un dictador, “pero que había hecho que la economía chilena prosperara”.
Y, como buen liberal, peca de ingenuidad ideológica al creer que el “libre mercado” efectivamente lo es, y no cuenta con mecanismos autoritarios hacia su interna: la ausencia y/o falta de información, siempre menor de parte del consumidor; la concentración cada vez mayor de la economía en menos capitales, la capacidad de hacer campañas y publicidad para crear “necesidades”, la compra de estudios y voluntades, etc. En definitiva, le falta reconocer que el “libre mercado” de hoy en día es radicalmente distinto al libre mercado que describía Adam Smith hace 200 y pico de años, en una comunidad pequeña, donde ningún comerciante ni empresario tenía la posibilidad de imponer sus condiciones al resto del mercado.
Más allá de las diferencias que uno pueda tener, Vargas Llosa sigue siendo un formidable escritor, y una persona de extrema cultura, con la que contraponer ideas y visiones obliga a que uno tenga que buscar sus mejores argumentos. En estos tiempos de 140 caracteres de Twitter y catarsis por Facebook, falta más de este tipo de debates conceptuales y argumentativos profundos.
Luego era el turno de la inauguración del stand de Montevideo –que simula la rambla-, aunque lamentablemente quedó un poco deslucida, debido a que por el fuerte temporal, no pudo estar presente el Intendente de Montevideo, Daniel Martínez.
A las 20:00 fue el turno de la presentación de Arturo Pérez Reverte y su nuevo libro “Eva”, dentro de la saga del detective Falcó. Si la charla de Vargas Llosa fue, básicamente política; la del autor de “El Club Dumas”, “La tabla de Flandes”, “El maestro de esgrima”, y toda la saga del Capitán Alatriste, fue una charla magistral de literatura y sobre la pasión de escribir, que quema por dentro con una intensidad que nos consumiría si no la plasmásemos en papel o en un archivo de Word. Se nota su oficio de cronista, y resultó especialmente hilarante su recuerdo de la investigación llevada a cabo en México para escribir “La Reina del Sur” y su relación con los narcos, a la vez que trágica en relación a la situación actual cuando viaja a dicho país.
Para todos quienes pretendemos seguir en este oficio/arte de la escritura, quedó claro que aun en el caso de uh consumado profesional como Pérez Reverte, uno siempre escribe en base a lo que leyó y le gustó de chico, de joven, en base a anécdotas que conoce, y/o ideas que surgen en el entorno de cercanía que se mueve.
Más tarde, y mientras Ana Prada deleitaba al nutrido público que se había instalado en El Ruedo con sus canciones y su música; en el stand de Montevideo, la poeta Ida Vitale deleitaba a una veintena de presentes con la alegre lucidez y la asombrosa energía de sus 94 años (para 95) y con la lectura de algunas de sus poesías. Última representante viva de la Generación del 45’ (que integraban, entre otros, Mario Benedetti, Carlos Maggi, Ángel Rama e Idea Vilariño) es un lujo que Montevideo pueda contar con su presencia en esta edición.
No podía haber mejor final para “La Noche de Montevideo” que cerrar con la actuación de una murga uruguaya. En este caso la que cruzó el río fue Cayó la Cabra, murga joven e irreverente (que obtuviera el segundo premio en el pasado concurso oficial) que hizo reír y disfrutar por igual a argentinos y uruguayos, y se fue ovacionada.

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