Introducción
¿Cuándo debería considerarse a un pueblo como “independiente”? ¿Cuando expresa su voluntad inequívoca de querer regirse por sí mismo? ¿Cuando ejerce su soberanía efectivamente, imponiendo su voluntad? ¿Cuando se organiza bajo un pacto constitucional? ¿Cuándo es reconocido como tal por la comunidad internacional? El lector tendrá al respecto su propia respuesta. En el caso del Uruguay, ríos de tinta se han escrito sobre cuándo debería conmemorarse nuestra Independencia: si debería considerarse el 25 de agosto de 1825 (cuando este suelo se declaró “de hecho y de derecho libre é independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del universo y con amplio y pleno poder para darse las formas que en uso y ejercicio de su soberanía estime conveniente”), el 4 de octubre de 1828 (cuando se canjearon entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y el Imperio del Brasil los documentos de ratificación de la Convención Preliminar de Paz del 27 de agosto de 1828 -firmada bajo la mediación de Gran Bretaña-), o el 18 de julio de 1830 (fecha de la Jura de nuestra Constitución nacional) (1).
Sin embargo, nos atrevemos a proponer que nuestro país se declaró independiente hace 200 años, el 29 de octubre de 1823. Podríamos considerar a esta data como la de nuestra primera Declaración de Independencia.
Intentaremos argumentarlo valiéndonos básicamente de las investigaciones que expusimos en un libro publicado bajo el seudónimo de Jean-Marie Mondine (2), sin perjuicio de otros instrumentos de archivo y de apoyo.
Esta primera Declaración independentista fue gestada por la Sociedad u Orden de los Caballeros Orientales. Importa entonces relacionar ésta cómo se constituyó, qué organización poseía, quiénes la integraron y cuáles fueron sus actividades.
Debemos ubicarnos en la época de la ocupación lusobrasileña, cuyo período que se inicia a partir de 1816 inicia el declive del artiguismo y de la Patria Vieja. Fueron tiempos de sociedades secretas, a través de las cuales discurrió la verdadera pero oculta trama de la política durante los albores de nuestro proceso de emancipación.
Durante la época de la invasión y de la dominación portuguesa, luego brasileña, aparecen en la Provincia Oriental, desde 1821 denominada “Provincia Cisplatina” o “Estado Cisplatino (alias Oriental)” (3), ciertos grupos que operaban caracterizados por su proceder o actuación reservada, y definidos por sus posiciones políticas. Éstos se encontraban en referencia afín u opositora (según su tendencia) a los portugueses y luego brasileños, como el llamado “Orden o Sociedad de Caballeros Orientales”, el “Club del Barón”, la “Logia de los Aristócratas”, “Aristócratas” o “Logia de los Imperiales”, y el “Club o Logia de los 19” o “Logia de la Constitución”. En otros casos, estaban formados por grupos de exiliados de otras tierras que intentaron hacer su propaganda desde Montevideo, caso de los Caballeros Racionales (en una eventual segunda época) o “Tercera Lautaro”, que luego se transformaron en los “Caballeros Orientales”.
En realidad, todos ellos eran partidos embrionarios de élite que se reunían por sus afinidades políticas (pro-portugueses, pro-brasileños, pro-independentismo, o “anti-Directorio” de Buenos Aires). Se trataba de facciones o de círculos de poder e influencias organizados en forma discreta, llamados en su tiempo “clubes”, “sociedades” o “Logias”. No está demostrado que hubieren formado parte de la Masonería, a pesar de que la leyenda vernácula y ciertos historiadores los caracterizaran como “Logias”, “Logias masónicas” o “masonerías políticas”. Entendemos que resulta sobrevaluada (por no decir errónea) la idea de que “En las luchas por la independencia [oriental], la Masonería sin duda estuvo omnipresente en el proceso” (4).
Los nuevos “Caballeros Racionales”, también llamados la “Tercera Lautaro”
Al arribar Carlos María de Alvear por mayo de 1818 desde Río de Janeiro a Montevideo tras su exilio luego de su caída y renuncia como Director Supremo de Buenos Aires entre los días 15 y 18 de abril de 1815, éste formaría en la última ciudad y en ese año, con algunos partidarios suyos y opositores al Directorio de Juan Martín de Pueyrredón, una sociedad de “Caballeros Racionales” (5). Nos cuenta Santiago Vázquez que ya existía en Montevideo esta “sociedad secreta de patriotas que trabajaban desde el año 16 en conservar el fuego sagrado y preparar la epoca de la restauración librandole de todo dominio extranjero” (6).
Este grupo, conocido hoy como “Tercera Lautaro” para diferenciarla como opositora del eje formado por las Logias Lautaro de Buenos Aires y Mendoza (Primera y Segunda Lautaro), articuladas por Juan Martín de Pueyrredón y José de San Martín respectivamente, nucleó originalmente a antiguos partidarios de Alvear, argentinos y chilenos exiliados en Montevideo contrarios a Juan Martín de Pueyrredón, a José de San Martín y a Bernardo O’Higgins, aunque con el tiempo fue incorporando a orientales.
Tomás de Iriarte nos da cuenta de cómo operaba a 1818 esta sociedad alvearista de Caballeros Racionales o Tercera Lautaro:
“Mi relación con Alvear [en 1818] se estrechaba más cada día y estábamos perfectamente de acuerdo en trabajar para derribar el gobierno de Pueyrredón; como yo tenía que regresar a Buenos Aires, él debió calcular y no se equivocaba, que allí sería yo un buen agente para trabajar en este sentido y así se franqueó conmigo y me propuso introducirme en una sociedad secreta compuesta de patriotas enemigos todos de la administración de Pueyrredón: yo acepté con gusto y fui recibido por Alvear, don Juan Larrea y don Santiago Vázquez, otros cuatro individuos que también pertenecían a la asociación, a saber, don Manuel Álvarez, don Francisco Martínez Nieto, don Juan Zufriategui y don Ventura Vázquez, no concurrieron, pero después se me dieron a conocer” (7).
La sociedad de “Caballeros Racionales” o “Tercera Lautaro” de Montevideo era, en otro plano, también contraria a José Artigas. Nuestro máximo Prócer conocía las actividades de estos “Caballeros” que para 1819 comenzaban ya a conocerse como “Caballeros Orientales”, a quienes despectivamente denominaba “Caballeros Andantes” o “la Gavilla de Albear en Montevideo” (8). Los temores de Artigas eran fundados porque aparentemente, la sociedad “Caballeros Orientales” en sus inicios “...trabajó en el sentido de la pacificación del país, para evitar su desolación en una pequeña guerra inútil y ruinosa que sostenían las partidas de Artigas. La tolerancia de Lecor, al permitir que Alvear fundara una Logia en Montevideo, radicaba en la existencia de un enemigo común al que había que eliminar: José Artigas” (9).
No eran artiguistas pero en realidad, tampoco eran colaboracionistas; consideraban al dominio portugués una suerte de mal coyuntural necesario, al menos por las circunstancias del momento. Algunos de sus miembros integraron el Cabildo montevideano de 1819, aquel que el 30 de enero de 1819 celebró con los portugueses el controvertido “Tratado de la Farola” (10), caso de Juan Benito Blanco, Juan Francisco Giró, Lorenzo Justiniano Pérez, Francisco Joaquín Muñoz y Manuel Vidal (Juan José Durán se mantuvo fiel a los portugueses y luego a los brasileños).
De la Sociedad u “Orden de Caballeros Orientales”
Como manifestamos, a los “Caballeros Racionales”, “Tercera Lautaro” o “rectius”, “la Anti-Lautaro de Buenos Aires y Mendoza”, se fueron incorporando algunos orientales quienes con el devenir pasaron a formar mayoría en la sociedad, al punto que con el tiempo el círculo, cada vez más numeroso, pasaría a conocerse informalmente como los “Caballeros Orientales”. Constituiría para 1819 un grupo con otra estructura y envergadura, algo ya diferente. Arcos Ferrand, siguiendo a Juan Manuel De la Sota, nos informa que habría sido:
“…fundada en Montevideo por el año 1819, según todas las probabilidades; y si nos atenemos a la palabra autorizada del historiador de la Sota…, la iniciativa de su establecimiento correspondió a don Juan Zufriategui.
Don Lorenzo Justiniano Pérez… expresa sobre este particular: ‘Como los orientales no gustaban de la dominación portuguesa (alude al período comprendido entre los años 1817 y 1819), se formó una sociedad secreta cuyo voto era trabajar con todo su saber y su fortuna para expulsar a los portugueses del país; esta sociedad trabajó mucho, y mucho ha contribuido para la expulsión de los extranjeros. En ella estaban todos los patriotas de viso que residían en Montevideo; la sociedad tenía su archivo, que encierra documentos muy importantes para la historia de nuestro país; todo estaba en una caja de lata depositada en poder del finado don Manuel Vidal; temo que se haya extraviado.’” (11).
Un valioso manuscrito anónimo, cuya autoría sería atribuible a Santiago Vázquez, nos historia brevemente sobre los orígenes, propósitos y actividades de la Sociedad u Orden de los Caballeros Orientales en 1819 y 1822, planteando que Vázquez habría sido su fundador e inclusive el redactor de su Reglamento. Transcribimos un fragmento:
“/1819/
El club patriótico de Montev.o denominado de caballeros Orientales surgio de la gran L. de los Lautaros establecida en Montev.o, y en disidencia con la que existía en B.nos-Ayres. D.n Santiago Vasquez era uno de sus antiguos miembros: y suyo fue el pensam.to dela ereccion de una sociedad patriótica con la denominacion ya indicada: el confecciono el reglamento que debía regirla. La sociedad no conocía la existencia de la L. Lautaro, á que debía su origen: estaba clasificada en tres grados 1.º el de Ancianos, 2.º Consejeros, 3.º caballeros orientales; p.o en los grados inferiores se ignoraba la existencia de las gerarquias superiores. De modo que bajo una tal estructura, se deja bien comprender que en todas las deliberaciones prevalecía la resolución impulsiva y secreta de los grados mas altos;
y que eran, por lo tanto, los lautaros los miembros directivos.= La ocacion por la instalación de la sociedad de caballeros orientales, fue el anuncio de una espedicion de tropas españolas que se preparaba en Cadiz con destino al Rio de la Plata; y el alegato exclusivamente patriótico, -el de organizar el país y prepararlo á la resistencia contra los invasores: pues se tenia por cierto que las tropas portuguesas lo evacuarian cuando la espedicion se presentase, mediante un convenio entre los gabinetes de Madrid y Rio Janeyro.- Los lautaros reducidos a ocho en numero, eran, en la mayor parte, emigrados Argentinos que no podían por entonces restituirse á su país natal, y todos opuestos al Gobierno directorial. El pensamiento de la creación de la nueva sociedad oriental, era eminentemente patriótico, y como se ha dicho, exclusivamente original de Dn Santiago Vasquez. Este presidia la sociedad, y daba dirección á sus trabajos con su consumada habilidad en este genero. De modo que si la espedicion Española se hubiera presentado en estas playas, habría encontradose con un gobierno patrio organizado en la campaña, y el país todo preparado pa. oponerle la mas recia y tenaz resistencia.-
Algunos delos miembros mas influyentes del cabildo estaban afiliados en la sociedad de caballeros Orientales; y como el Genl. Lecor contemporizaba y dejaría á muchos delos actos de aquella corporacion Municipal, la sociedad trabaja con gran ventaja, tomando medidas preparatorias cuando llegase la epoca de las hostilidades. Una de ellas fue la deportación de considerable numero de españoles desexiliados, y militares fugados del deposito de prisioneros delas Bruxas, quetodos trabajaban de consuno pa. auxiliar la espedicion con su influjo y conocimiento practico de la tierra.
La sociedad trabajó en el sentido de lapacificacion del país, pa. evitar su desolación mediante una pequeña guerra inutil yruinosa que sostenían las partidas de Artigas. En esto estaba perfectamente de acuerdo el Baron dela Laguna que segundaba aquellos trabajos. (12)
Tomás de Iriarte nos cuenta cómo evolucionaría este grupo:
“Nuestra sociedad secreta de Montevideo incrementó [en 1819] de un modo considerable, e hizo adquisiciones entre los hijos del país de más nota, adictos a la causa de la independencia. Esta reunión tomó una nueva denominación, la de Caballeros Orientales; la mayor parte de los individuos del Cabildo fueron iniciados: Giró, Muñoz, Blanco (Don Juan Benito y don Silvestre), Lecocq (don Gregorio y don Francisco), Vidal (don Daniel y don Manuel), don Francisco Aguilar, Visillaga, Cullen, don Lorenzo Pérez, don Manuel Oribe y otros muchos orientales fueron introducidos; esta sociedad se componía de tres clases o grados, el iniciado era instalado en clase de Caballero Oriental, seguía el grado superior inmediato de Consejero y por último el de Anciano, pero la estructura de la sociedad era tal que los del grado inferior ignoraban la existencia de una clase superior, y de este modo los miembros de la antigua gran Logia, porque nos reuníamos en privado y nuestra sanción daba después la ley, porque nos era fácil conquistar el voto de algunos miembros de los Ancianos, y por consiguiente sucedía que reunidos con éstos, obteníamos la mayoría, de modo que cuando nos incorporábamos con los Consejeros para deliberar ya llevábamos la votación ganada, y así, sucesivamente para la reunión con el grado inmediato inferior, así: los orientales que no conocían el secreto de la gran Logia: seguían su impulso sin poderlo evitar ni sospecharlo. Los miembros de la gran Logia éramos Alvear, Vázquez, (don Santiago y don Ventura), Zufriategui (don Juan), Larrea y yo. Como no se dudaba de la venida de la expedición española, teníamos formado nuestro plan para salir a la campaña en cuanto desembarcaren, y establecer un gobierno patrio para administrar el país y dirigir la guerra contra los invasores. El general portugués Lecor contemporizaba mucho con el Cabildo de Montevideo, porque este cuerpo en cierto modo representaba los intereses de la provincia…” (13).
En 1820 este grupo se articuló bajo una “Sociedad Secreta de Amigos del País” (aunque ya comenzaban a ser conocidos como “Caballeros Orientales”), con un límite estatutario de “cuarenta miembros escogidos entre los patriotas que hayan dado pruebas inequívocas de su adhesión al sistema representativo que reúnan las calidades de luces y una firmeza conocida por hechos públicos y privados”, y con un sistema de tres Grados: “Ciudadanos Libres” (primer Grado), “Patriotas Distinguidos” (segundo Grado) y “Altos Elegidos” (tercer Grado). Se proponía “Remover todos los obstáculos que puedan oponerse a la reinstalación de las instituciones liberales de la Provincia de Buenos Aires [aunque operaban organizados en Montevideo], promoviendo, aunque por medios indirectos, los de las provincias hermanas. Propagar la buena doctrina de modo que se sientan sus efectos en las últimas clases del Pueblo. Sofocar el germen de la anarquía; infundir amor al orden y respeto a las leyes; fomentar la ilustración pública; perseguir el régimen arbitrario: impedir la reaparición de la dictadura; proscribir el proselitismo religioso, y proteger la religión del Estado: propender a afianzar las garantías sociales haciéndolas efectivas; recompensar el mérito; amparar la virtud desvalida. En fin, esforzarse en cuanto penda de su influjo y poder moral, para mejorar la condición de los compatriotas en particular y de los hombres en general”. Entre los papeles archivados de Tomás de Iriarte se conserva su Reglamento, donde constaba su organización, ritual de iniciación, juramentos, signos de reconocimiento, catecismo y penalidades, como también su alfabeto y vocabulario crípticos (14).
En sus “Memorias” y en sus “Glorias Argentinas”, el General Tomás de Iriarte nos brinda mayores referencias sobre cómo actuaba en 1821 esta sociedad a quien denomina como “la sociedad secreta de Caballeros Orientales”, “la sociedad de Caballeros Orientales”, “sociedad secreta” o “Club patriótico”. Especialmente en sus “Memorias” nos da cuenta que funcionaba como un típico Club selecto en donde se fueron profundizando las conversaciones y conspiraciones independentistas:
“Al aproximarse el invierno para hacer más soportables sus largas noches, nos reunimos varios amigos, pertenecientes todos a la sociedad secreta de Caballeros Orientales… Adquirimos una casa, se estableció en ella una mesa de billar, mesas, sillas, y en fin todos los utensilios necesarios. Todos los socios contribuimos con nuestros libros para formar una biblioteca, y nos subscribimos a un crecido número de periódicos americanos y europeos. Allí pasábamos noches muy divertidas jugando al billar, a la malilla, mediator, etc., y leyendo el que era más aficionado que a los juegos carteados porque otros no se permitían. No tenían entrada más que los subscriptores, que como he dicho pertenecían a la sociedad secreta. Ésta celebraba allí sus sesiones algunos días; y cuando no trabajábamos en cuerpo, podían ser introducidos algunos amigos, pero éstos necesitaban una expresa invitación, y ser acompañados por uno de los socios. La cantidad que mensualmente pagábamos era muy módica, dos o tres pesos. Expresaré los nombres de que puedo acordarme: don Santiago Vázquez, su hermano el coronel don Ventura, don Juan Zufriategui, el general [Carlos María de] Alvear, don Juan [Francisco] Giró, don Francisco Muñoz, don José Aguilar, don Juan Benito Blanco, don Lorenzo Pérez, don Manuel Vidal, don Manuel Oribe, y otros muchos que no recuerdo.” (15).
Iriarte mencionó asimismo que integraban la Comisión Directiva de los “Caballeros Orientales” Santiago Vázquez (que la presidía), Juan (Francisco) Giró y Diego Benavente, y que cuando sus actividades comenzaron a trabajar por la independencia de la Provincia, el mismo Iriarte fue comisionado para hablar en Buenos Aires con Bernardino Rivadavia en búsqueda de apoyo (16).
De Gandía (quien llamó a los “Caballeros Orientales” como los “Caballeros de la Libertad”), Arcos Ferrand, Fernández Cabrelli, Dotta Ostria, Flavio García y Lagomarsino Pezzali proporcionan una lista más amplia de estos “Caballeros”. Resulta de ello una amplia lista de integrantes, a saber: Francisco Aguilar, Atanasio Aguirre, Agustín de Aldecoa, Julián Álvarez, Carlos de Alvear, Antonio Acuña, Francisco Solano Antuña, Francisco Araúcho, Rufino Bauzá, Diego Benavente, Silvestre Blanco, Prudencio Blanco, Juan Benito Blanco, Silvestre Blanco, Pedro Francisco Berro, Pedro Calatayud, Carlos Camusso, Ramón Castriz, Manuel Cifuentes, Domingo Costa, Domingo Cullen, Ramón Cullen, Antonio de Chopitea, Antonio Díaz, José Ellauri, León Ellauri, Rafael Ellauri, Román o Ramón de Acha, Cristóbal Echevarriarza, Manuel Errazquin, Baltasar Gayoso, Francisco Gil, Juan Francisco Giró, Pablo Giró, Roque Graseras, Tomás de Iriarte, Atanasio Lapido, Francisco Lecocq, Gregorio Lecocq, Pedro Lenguas, Ramón Masini o Massini, Agustín Murguiondo, Prudencio Murguiondo, Francisco Joaquín Muñoz, Pablo (o Pedro) A. Nieto, Francisco Oribe, Ignacio Oribe, Manuel Oribe, Gabriel Antonio Pereira, Gregorio Pérez, Lorenzo Justiniano Pérez, Luis Eduardo Pérez, José María Platero, Carlos de San Vicente, Rafael Sánchez Molina, Santiago Vázquez (o Vásquez), Ventura Vázquez (o Vásquez), Daniel Vidal, Manuel Vidal, Miguel Antonio Vilardebó, José Félix Zubillaga, Juan Zufriategui y Pablo Zufriategui (17). Nicolás Herrera (antiguo integrante de la Tercera Lautaro, pasado al bando de los portugueses y luego de los brasileños) afirmará que “Los que han permanecido a banderas desplegadas por la anarquía son los Vasquez, los Oribes, Juan Benito [Blanco], Aguilar, Gallego Diaz, Iriarte el hijo de la Somalo, Murguiondo, los bichos del Cavildo y varios Españoles del Cons.o que V. no lo creería. Ventura Vasquez e Iriarte son los emisarios q.e van y vienen de Bs Aires qe convinan sus planes con los corresponsales de ella…”; pero también identificó a “Lorencito Perez, Muñocito” o a “Juan Benito Blanco, Lorencito Perez, Juan Giró”, calificándolos como “…los hombres mas picaros del país, y dirijidos pr. nuestro Dn Carlos Alvear que desde allá embia sus decretos y emisarios” (18). Otro integrante de los “Caballeros Orientales” fue Bernardo Prudencio Berro, quien se inició en esa sociedad juvenilmente (19).
No todos estos Caballeros eran “Orientales”. Benavente y los Vidal eran chilenos. Otros, como Alvear, Julián Álvarez, Iriarte y Sntiago Vázquez (en realidad su apellido era “Vásquez”), eran argentinos. Aguilar, Camusso, Castriz, los Cullen, Díaz, Echevarriarza, Prudencio Murguiondo, Vilardebó, eran españoles (es menester precisar que había descontento en los pobladores españoles europeos de Montevideo con Lecor). Massini (o Masini) era de origen italiano.
De acuerdo a De la Sota y a Arcos Ferrand (transcribimos a este último), “De progreso en progreso, la sociedad fué tomando verdadero incremento, pues el número de sus afiliados, a estar a las indicaciones de De la Sota, llegó en poco tiempo a doscientos, ‘los más de ellos pudientes, gran parte de extranjeros, ingleses, españoles y franceses’” (20). En una carta del 13 de abril de 1823 dirigida a Lucas Obes, Thomas García de Zuñiga (“Syndico Procurador Geral do Estado Cisplatino”) caracterizó a estos como “aquellos mismos Españoles de Montevideo que estaban expatriados que volvieron a la plaza bajo la protección de las armas portuguesas, y que recibieron del Gobierno Portugues todos sus bienes que se hallaban confiscados por D.n Jose Artigas, son los mas entusiastas enemigos de la causa del Brasil que unidos á la faccion de los anarquistas ofrecen sus personas y bienes para hacer una guerra cruda á las Tropas Imperiales; y arrancar de la Confederación del Imperio esta Provincia, cuya ocupacion y conservacion ha costado tanta sangre y dinero á la Nacion Brasilica” (21).
Estos “Caballeros Orientales” también serían conocidos como “los Independentistas” (22) o “los Independientes”, porque así era su tendencia. Los “Caballeros Orientales” operaron desde la reserva mancomunando talentos de los más preclaros independentistas de la élite montevideana de entonces, resistiendo sordamente la ocupación portuguesa y luego la brasileña.
Muy activos pero solapados revolucionarios, en ese entonces muchos de ellos iban y venían a o desde Buenos Aires tendiendo nexos y haciendo preparativos, en pro de la causa oriental “patria”.
(Continuará)
1 Ya el 13 de abril de 1813, los representantes de la Banda Oriental habían proclamado en las Instrucciones del Año XIII su voluntad de que las colonias de la región declararan su independencia absoluta de España (artículo inicial), habiendo circulado inclusive un “Proyecto de constitución para la Provincia Oriental” ese año; y de hecho hasta las invasiones portuguesas, la Banda o Provincia Oriental bajo José Gervasio Artigas el territorio oriental se manejó en forma autónoma. No obstante, no se postula el año 1813 como data de la independencia del Uruguay.
2 MONDINE Jean-Marie, Bajo la Escuadra y el Compás. Mitos y verdades sobre la Masonería, Ediciones de la Plaza, Montevideo, 2016, 607 páginas.
3 “Estado Cisplatino (alias Oriental)”, como se proclamó en el Congreso Cisplatino de 1821 (DE LA SOTA Juan Manuel, “Cuadros Históricos escritos por Juan Manuel de la Sota”, año 1849, manuscrito inédito existente en el Museo Histórico Nacional, Cuadro VIII, pp. 376-394).
4 DOTTA OSTRIA Mario, “Caudillos, Doctores y Masones. Protagonistas de la Gran Comarca Rioplatense (1806-1865)” 3ra. Edición, Montevideo, Ediciones de la Plaza, 2008, p. 19.
5 Santiago Vázquez nos cuenta que su hermano Ventura “se vio forzado á dirijirse a Montevideo por abril de 1818, donde se hallaban sus hermanos [Santiago y Juan], siendo entonces jefe portugués el jeneral Lecor: vinieron tambien tambien en esa época á. Montevideo desde Janeiro, donde se habian conservado, el jeneral AIvear y muchos otros de los proscritos de su administracion, cuyas reiteradas solicitudes para regresar a sus hogares fueron siempre rechazadas” (VÁZQUEZ Santiago, “Apuntes biográficos sobre el coronel D. Ventura Vasquez, escrito por su hermano D. Santiago Vasquez”, en LAMAS Andrés, “Colección de memorias y documentos para la Historia y Jeografia de los Pueblos del Rio de la Plata” Tomo Primero, Imprenta del Comercio del Plata, Montevideo, 1849, p. 532). También Santiago Vázquez nos cuenta de su hermano Ventura: “…aunque desde 1812, se incorporó a la sociedad secreta denominada de Lautaros y por este medio se halló colocado en el partido dicho de Alvear, pasados los primeros momentos de las ilusiones y la época del entusiasmo, no gustó del carácter político de Alvear” (op. cit., p. 536).
6 VÁZQUEZ, “Apuntes biográficos sobre el coronel D. Ventura Vasquez…” cit., p. 533.
7 IRIARTE Tomás de, “Memorias” Tomo 1, “La Independencia y la Anarquía” Segunda edición, Ediciones Argentinas Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires, 1946, p. 161.
8 “Revista Histórica de la Universidad” Año II No. 4 - enero de 1909, Imprenta El Siglo Ilustrado, Montevideo, 1909, pp. 241-243, esp. p. 242. COMISIÓN NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS, “Archivo Artigas” Tomo Trigésimosexto, TARMA, Montevideo, MMVI, p. 47. COMISIÓN NACIONAL ARCHIVO ARTIGAS, Archivo Artigas Tomo Trigésimoctavo, Tradinco S.A., Montevideo, MMXVII, p. 223.
9 CAMPOS THÉVENIN DE GARABELLI Martha, “La Revolución Oriental de 1822-1823…” Tomo Primero cit., p. 415.
10 Por el “Tratado de la Farola”, Portugal aportaba los materiales necesarios para construir un faro en la Isla de Flores y a cambio, el Cabildo de Montevideo cedía a Portugal todo el territorio de las Misiones desde una línea que iba desde una legua al Sureste del Fuerte de Santa Teresa, en la margen occidental de la Laguna Merín y siguiendo en dirección Noroeste hasta la desembocadura del Arapey en el Río Uruguay. Satisfecho por tal liberalidad, el rey Juan VI de Portugal condecoró a todos los integrantes del Cabildo de Montevideo como Comendadores de la Orden de Cristo
11 DE LA SOTA, “Cuadros Históricos…” cit, Cuadro XII, p. 569. ARCOS FERRAND Luis, “La Cruzada de los Treinta y Tres”, Imprenta Nacional Colorada, Montevideo, 1925?, p. 67.
12 Archivo Histórico Museo Mitre (Buenos Aires), “Colección correspondencia hombres públicos argentinos. Noticias sobre la fundación patriótica de Caballeros Orientales y su fundador Santiago Vázquez”, AR MM COHPA / A1 C0 No. 1383 (antes A1 C23 C4 No. 1).
13 IRIARTE Tomás de, “Memorias” Tomo 1, “La Independencia y la Anarquía” Segunda edición, Ediciones Argentinas Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires, 1946., pp. 222-223. En 1819 se esperaba con cierto temor una expedición de reconquista española de sus colonias, por lo que los Caballeros Orientales y los portugueses mancomunaron esfuerzos para elaborar un plan de contingencias (v. las “Reflexões sobre a noticia da Expediçao Hespanhola no Rio da Prata”, provenientes de Rio de Janeiro, datadas el “14 de settembro de 1819”; en Archivo General de la Nación, “Colección de documentos diversos”, Caja 319, Carpeta 2. También v. “Observaciones sobre la defensa de la Provincia de Buenos Ayres amenazada de una invasión Española 1819, Por C.A.” -Carlos de Alvear-. Archivo General de la Nación -Buenos Aires-. Documentos Escritos, “Archivo y Colección Andrés Lamas”, Legajo 36).
14 ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO - Sección “Historia y Archivo”, “Boletín Histórico” No. 92-95, Montevideo, 1962, pp. 162-164 y 165-173.
15 IRIARTE Tomás de, “Memorias” Tomo 3, “Rivadavia, Monroe y la Guerra Argentino - Brasileña”, Ediciones Argentinas - Sociedad Impresora Americana, Buenos Aires, 1945, pp. 9-10.
16 IRIARTE, “Memorias” Tomo 3 cit., p. 47. IRIARTE Tomás de, “Glorias Argentinas y Recuerdos Históricos 1818-1825”, Buenos Aires, Librería de la Victoria, 1858, pp. 108-110 y 116.
17 DE GANDÍA Enrique, “Los 33 Orientales y la Independencia del Uruguay”, Buenos Aires, Espasa - Calpe Argentina S.A., 1939, p. 151. FERNÁNDEZ CABRELLI Alfonso, “Presencia masónica en la Cisplatina”, Montevideo, Editorial América Una, 1986, pp. 41-42. LAGOMARSINO PEZZALI Luis Alberto, “La Cruzada de los Caballeros Orientales. Participación Histórica en el Nacimiento y Consolidación de la Patria”, Montevideo, s/e, s/f, p. 64. DOTTA OSTRIA Mario, “La Masonería y el proceso histórico del Uruguay”, en “http://www.glrbv.org.ve/Obras%20Literarias%20y%20Otros%20trabajos%20de%20Interes%20Masonico/La%20 Masoneria%20y20el%20proceso%20historico%20del %20Uruguay.pdf”, p. 22; y DOTTA OSTRIA Mario, “Caudillos, Doctores y Masones. Protagonistas de la Gran Comarca Rioplatense (1806-1865)” 3ra. Edición, Montevideo, Ediciones de la Plaza, 2008, pp. 21-22 y 34. GARCIA Flavio, “Una Historia de los Orientales y de la Revolución Hispanoamericana” Octava Edición Tomo II, Montevideo, Editorial Medina, 1956, pp. 418-419. REYES ABADIE Washington - VÁZQUEZ ROMERO Andrés, “Crónica General del Uruguay” Volumen II Fascículo 34, “Los ‘Caballeros Orientales’”, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, s/f, pp. 479-504. ARCOS FERRAND Luis, “La Cruzada de los Treinta y Tres”, Imprenta Nacional Colorada, Montevideo, s/f (¿1925?), p. 68.
18 Archivo General de la Nación, “Archivo de Lucas José Obes. Correspondencia con Nicolás Herrera 1814-1822”, Caja 16 Carpeta 2, cartas de Herrera a Lucas Obes del 19.10.1822 y del 27.12.1822. Involucra también García de Zúñiga a Alvear como “gefe de la faccion de anarquistas de Montevideo” (GARCÍA DE ZÚÑIGA Tomás, “Circulares del Sindico Procurador a los Cabildos”, Montevideo, s/e, 1822).
19 BERRO Aureliano “Bernardo P. Berro. Vida pública y privada”, Talleres Gráficos de A. Barreiro y Ramos, Montevideo, 1920, pp. 12-13.
20 DE LA SOTA, “Cuadros Históricos…” cit., Cuadro XII, p. 570. ARCOS FERRAND, “La Cruzada de los Treinta y Tres” cit., p. 69. De la Sota da ese número de unos “dos cientos” para el año de 1823 (id. loc. cit.).
21 Archivo General de la Nación, “Archivo de Lucas José Obes. Documentos relativos a la gestión cumplida ante la Corte de Río de Janeiro 1822-1824”, Caja 15 Carpeta 9.
22 DE LA SOTA, “Cuadros Históricos…” cit., Cuadro XII, p. 570.
EDGARDO ETTLIN. Investigador en Derecho y en Historia. Publicó entre otros libros: “Zonas Francas” (Fundación de Cultura Universitaria, 1989), “Cómo dirigir y desempeñarse en Audiencias” (Amalio Fernández, 1999), “Procesos de Ejecución de Sentencias a pagar Dinero contra el Estado” (Amalio Fernández, 2008), “Violencia Doméstica. Régimen y abordaje jurídico de la mujer maltratada en ocasión de su vida afectiva” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2009), “Una Justicia Eficiente” (Forvm Orientalis, 2010), “Normativa sobre la Propiedad Intelectual en el Uruguay” (2012), “Ejecución de Sentencias Judiciales contra el Estado” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2014), y “Responsabilidad Patrimonial de los Funcionarios Públicos” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2017), “El Derecho de Resistencia en las Constituciones de las Américas” (Fundación de Cultura Universitaria, 2018), “Responsabilidad Civil por Daños en los Espectáculos Deportivos” (La Ley Uruguay, 2019), y “Estudios sobre Justicia y Propiedad Intelectual” (La Ley Uruguay - Thomson Reuters, 2021). Ha escrito más de doscientos artículos y estudios sobre temas de Derecho, principalmente en Derecho Público, Derecho Procesal y Derecho de la Propiedad Intelectual, publicados en Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú, Colombia y España, y a través de Internet. Es referencia de citas por numerosos autores uruguayos y extranjeros, y asiduo colaborador de diversas revistas y publicaciones jurídicas de Uruguay y América Latina. Conferencista en diversos eventos de Derecho en América Latina y Europa. Sentencias y contribuciones jurisprudenciales suyas han sido publicadas y comentadas en prestigiosas publicaciones jurídicas. Historiador y ensayista, ha publicado diversos libros y artículos sobre Cultura e Historia, destacándose: “Bajo la Escuadra y el Compás. Mitos y verdades sobre la Masonería” (bajo el seudónimo de Jean-Marie Mondine, Ediciones de la Plaza, 2016), “Judas Iscariote y otrasincursiones pseudoculturales” (Los Caminos, 2020), y “Qué solos se quedan los muertos. Crónicas sobre Juan Idiarte Borda, 13º Presidente constitucional de la República Oriental del Uruguay, y sobre su agresor criminal Avelino Arredondo” (Fundación de Cultura Universitaria, 2021). Ha participado y es usualmente invitado como ponente sobre diversos temas de Historia y Cultura. Ministro de Tribunal de Apelaciones Civil (Poder Judicial - Uruguay).
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