jueves, 30 de octubre de 2014

"Fin de los comicios ,Los que piensen que mataron al Partido, no tengan duda que volveremos". Leopoldo Amondarain







Terminó la batalla. La perdimos. No obstante vale la pena señalar que una cosa es perder y otra cosa es ser derrotado sin honor. El Partido Blanco perdió muchas batallas y ganó otras. Pero siempre manteniendo una línea de conducta e ideas de patria que tienen permanencia eterna. Se perdió sí, pero en ningún momento se claudicaron ideas o se fue a pedir ayuda ajena, ya sea extranjera como interna, “los blancos con los blancos” dijo Wilson. Ideas de honradez, sentido nacional e integridad ciudadana, se han mantenido. Por supuesto, muchos han caído pero los hombres pasan y el Partido queda. Otros vendrán que recogerán nuestras banderas, al igual que cuando cae Saravia en Masoller y el ejército se dispersa, al poco tiempo surge Herrera, Duvimioso Terra, Basilio Muñoz y tantos otros. O sea, en buen romance los que piensen que mataron al Partido, no tengan duda que volveremos. Por supuesto habrá que recomponer filas, tal vez tanto ideología como empuje. Esta vuelta se actuó con dignidad y nada sobre nuestras conciencias pesa como carga, las denuncias que se hicieron no tuvieron la intencionalidad adversa e impía. Se hizo con todas las reglas y amparados en la justicia. Jamás hubo un insulto ni un agravio, todo fue a cara descubierta. No nos avaló ninguna logia, ni intencionalidad menor de grupos económicos interesados en hacer algún negocio a costas del país. Por el contrario cuando tuvimos la convicción, en el acierto o en el error, de alguien que quiso medrar con el poder se hicieron las denuncias pertinentes, justicia mediante. Nuestro agradecimiento a la fórmula, nuestro joven candidato sufrió en primera instancia una derrota, van a ser muchas las que en el transcurso de la vida política puede llegar a tener. No olvidar aquel gran viejo, su ancestro, que lo derrotaron en diversas ocasiones y siempre volvió con más renovado esfuerzo, pudo triunfar en la última y llevar al Partido al triunfo mayor, con el drama de no poder verlo porque lo sorprendió la muerte. Pero la gloria hasta hoy nunca lo abandonó. También la mano tendida y el abrazo leal al senador Larrañaga. Nadie le puede discutir que en diversas ocasiones dio la cara por el Partido y lo salvó de varios desastres. Siempre dispuesto, en las buenas y en las malas, a exponer su prestigio, sus comodidades y sus afectos morales al mejor servicio del Partido. Se podrán cuestionar muchas cosas, pero nadie puede negar ni discutir que es un gran blanco. Fue una muy buena fórmula, que parte de la ciudadanía no los haya votado no quiere decir que el cerno del Partido y su militancia no comparta, ni deje de identificarse con ellos. Mi agradecimiento por hacerme sentir una vez más, blanco. O sea, habrá que reconstruir en cinco años más, las tribunas y trincheras del Partido, manteniendo sí la sempiterna dignidad mencionada. En noviembre y en mayo volverán los caudillos, armados a guerra cívica a enfrentar los rivales. Otra vez, como cuando cayó Saravia, tiene que sonar el clarín del negro Camundá y desde el más allá, debe levantarse el Partido para luchar por la patria y nuestras ideas. Se gane o se pierda. Con la misma fe que siempre se tuvo. No es hora de lamentos ni de explicaciones intelectualizadas. Es la hora de los viejos caudillos que desde Oribe hasta la fecha han sido la base y cimiento de una colectividad que nos legó el libertador. Que nos esperen, porque volveremos.



Leopoldo Amondarain
C.I. 950.556-0
Tel: 099 626 573


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