Terminó la batalla. La perdimos. No
obstante vale la pena señalar que una cosa es perder y otra cosa es
ser derrotado sin honor. El Partido Blanco perdió muchas batallas y
ganó otras. Pero siempre manteniendo una línea de conducta e ideas
de patria que tienen permanencia eterna. Se perdió sí, pero en
ningún momento se claudicaron ideas o se fue a pedir ayuda ajena, ya
sea extranjera como interna, “los blancos con los blancos” dijo
Wilson. Ideas de honradez, sentido nacional e integridad ciudadana,
se han mantenido. Por supuesto, muchos han caído pero los hombres
pasan y el Partido queda. Otros vendrán que recogerán nuestras
banderas, al igual que cuando cae Saravia en Masoller y el ejército
se dispersa, al poco tiempo surge Herrera, Duvimioso Terra, Basilio
Muñoz y tantos otros. O sea, en buen romance los que piensen que
mataron al Partido, no tengan duda que volveremos. Por supuesto habrá
que recomponer filas, tal vez tanto ideología como empuje. Esta
vuelta se actuó con dignidad y nada sobre nuestras conciencias pesa
como carga, las denuncias que se hicieron no tuvieron la
intencionalidad adversa e impía. Se hizo con todas las reglas y
amparados en la justicia. Jamás hubo un insulto ni un agravio, todo
fue a cara descubierta. No nos avaló ninguna logia, ni
intencionalidad menor de grupos económicos interesados en hacer
algún negocio a costas del país. Por el contrario cuando tuvimos la
convicción, en el acierto o en el error, de alguien que quiso medrar
con el poder se hicieron las denuncias pertinentes, justicia
mediante. Nuestro agradecimiento a la fórmula, nuestro joven
candidato sufrió en primera instancia una derrota, van a ser muchas
las que en el transcurso de la vida política puede llegar a tener.
No olvidar aquel gran viejo, su ancestro, que lo derrotaron en
diversas ocasiones y siempre volvió con más renovado esfuerzo, pudo
triunfar en la última y llevar al Partido al triunfo mayor, con el
drama de no poder verlo porque lo sorprendió la muerte. Pero la
gloria hasta hoy nunca lo abandonó. También la mano tendida y el
abrazo leal al senador Larrañaga. Nadie le puede discutir que en
diversas ocasiones dio la cara por el Partido y lo salvó de varios
desastres. Siempre dispuesto, en las buenas y en las malas, a exponer
su prestigio, sus comodidades y sus afectos morales al mejor servicio
del Partido. Se podrán cuestionar muchas cosas, pero nadie puede
negar ni discutir que es un gran blanco. Fue una muy buena fórmula,
que parte de la ciudadanía no los haya votado no quiere decir que el
cerno del Partido y su militancia no comparta, ni deje de
identificarse con ellos. Mi agradecimiento por hacerme sentir una vez
más, blanco. O sea, habrá que reconstruir en cinco años más, las
tribunas y trincheras del Partido, manteniendo sí la sempiterna
dignidad mencionada. En noviembre y en mayo volverán los caudillos,
armados a guerra cívica a enfrentar los rivales. Otra vez, como
cuando cayó Saravia, tiene que sonar el clarín del negro Camundá y
desde el más allá, debe levantarse el Partido para luchar por la
patria y nuestras ideas. Se gane o se pierda. Con la misma fe que
siempre se tuvo. No es hora de lamentos ni de explicaciones
intelectualizadas. Es la hora de los viejos caudillos que desde Oribe
hasta la fecha han sido la base y cimiento de una colectividad que
nos legó el libertador. Que nos esperen, porque volveremos.
Leopoldo
Amondarain
C.I.
950.556-0
Tel:
099 626 573
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