AGONIZA LA NOCHE FRONTERIZA.
Publicado en El Este
Por Julio Dornel.
Al margen de la variada oferta de algunas casas de “mala
reputación”, en esas noches de lentos amaneceres, también abundaban los
cultores del canto popular, donde se destacaban algunas figuras
prestigiosas que mantuvieron su vigencia durante muchos años.
En este “racconto” debemos comenzar por los reductos donde se
daban cita los artistas locales y algún forastero que terminaba
aquerenciado. En apretada reseña queremos recordar el “OPEL” en la
clásica esquina de la Avenida Internacional y Laguna de los Patos, “El
Palenque” frente al estadio SAMUEL PRILIAC, parrillada “PAMPAS” frente
al BARATILLO, los salones del Club Social, el Cine de Lasa, MI CASA y
algunos boliches donde solían recalar los artistas. Estas peñas
representaban un culto muy especial para quienes se reunían a disfrutar
del canto sin tener en cuenta el idioma o la nacionalidad del “vecino”
de mesa.
Eran simplemente los puntos de encuentro y lugares obligados que
se transformaban en el palco de grandes actuaciones para que la
sociedad fronteriza pudiera disfrutar por algunas horas de este
esparcimiento. En la actualidad va quedando solamente el Club Social
como escenario natural y hasta obligatorio para estos eventos.
Han desaparecido para siempre aquellos locales con vida nocturna
donde se daban cita todas las manifestaciones artísticas, con la
participación de los más talentosos exponentes de la música popular.
Cuántos recuerdos y episodios inolvidables en aquella época (1950 al
70) se perdieron en el tiempo para dar paso a otras manifestaciones.
Años de tertulias con temas musicales y poemas cargados de sensibilidad
y romanticismo, que en la gran mayoría ni siquiera eran ensayados
porque obedecían a los pedidos del público asistente.
Era común que los sábados estuvieran destinados al trasnoche,
con ruedas de “tiro larg”. Sin embargo, los tiempos fueron cambiando y
las peñas semanales comenzaron a espaciarse ante la ausencia que por
razones particulares, le iban quitando la presencia de algunos
parroquianos. La agonía fue lenta pero inexorable, quitándole a la
ciudad la presencia de los artistas, pero fundamentalmente la
oportunidad de que su gente pudiera dialogar. Eran reuniones informales
y encuentros fortuitos que marcaron una época de bonanza y felicidad
que parecía eterna. Fue también una época rica y fecunda en materia
cultural, con exposiciones artísticas, festivales folclóricos y eventos
de otra naturaleza que ponían de manifiesto el apoyo masivo de la
población.
Existía un ambiente fermental impulsado entre muchos por Jesús
Perdomo, Wilkins Machado, Rondán Martínez, Jorge Calvette, el “Pocho”
Techera y algunos jóvenes que buscaban su espacio como el “Pico”
Decuadra, Alcides Romero, Rul Antúnez, Duverlí Rodríguez, Dany Acosta y
el “Bico” Decuadra. Es justo señalar además el apoyo que brindaba la
población, los centros de enseñanza y algunos organismos estatales.
Noches inolvidables y mucha gente que se anticipaba al
espectáculo para asegurar espacio. Rumor de multitudes que se
transformaba en respetuoso silencio cuando los artistas subían al
escenario Era música popular en vivo, una manifestación cultural que
todos apoyaban. Grandes intérpretes que también cantaban a “pedido”
algunos temas que se escuchaban desde la calle. Entre muchos de estos
cultores; Edison Serrón, Núbel Pintos, Bolívar Rodríguez, Roberto Rosas,
Los Orejanos, Nelsi Ventura, Pedro Díaz “El Cordobés” Rafael
Rodríguez, Dante Fernández y Edison Almada. Hoy todo ha pasado. Nadie
sale ni siquiera a conversar con los amigos o disfrutar de una copa
estirando la noche. Todo se pide por teléfono. Todo es a domicilio. El
súper nos acerca el pedido de la misma forma que nos llega la garrafa
de gas, la pizza calabresa o los chivitos al plato y en algunas
oportunidades conversamos con una contestadora electrónica que comienza
por amenazarnos diciéndonos que “disponemos de 30 segundos para dejar
el mensaje”.
Han quedado en el mejor recuerdo de aquellos años las tertulias
culturales donde terminaba participando el público, cantando,
recitando o simplemente escuchando sus temas preferidos, por no decir
obligatorios. Alguna pausa de los artistas para “reponer energías” y
dar paso a los disco LP, con Los Panchos, Javier Solís, Julio
Jaramillo, Leonardo Fabio, Cacho Castaña, Armando Manzanero, Lucho
Gatica, o Los Visconti. Esta nota evocativa está dedicada a Fernando
Correa y su familia, auténticos representantes de todas las
manifestaciones artísticas que se realizaban por aquellos años en la
frontera.
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