Zoom Politikon
 
Daniel Chasquetti
20.Ago.2014
Hace un tiempo me topé en Chile con el libro del sociólogo Eugenio Tironi, 
"Radiografía de una derrota" que
 analiza las causas de la derrota de la Concertación en Chile, en enero 
de 2010, tras dos décadas de gobierno exitoso. El rumbo que ha asumido 
la campaña electoral en Uruguay este año me ha hecho volver sobre ese 
texto con la intención de señalar que lo sucedido en Chile hace cuatro 
años muy bien puede repetirse en nuestro país dadas las semejanzas 
estructurales que presentan los acontecimientos en ambos países.
Así como en Chile, la Concertación 
contaba con una presidenta popular, Michele Bachelet, y resultados 
económicos positivos, en Uruguay ocurre más o menos lo mismo: el Frente 
Amplio tiene un presidente con gran aprobación y los resultados 
económicos y sociales de la administración son igualmente exitosos. 
Mientras en Chile, la Concertación designó como candidato a Eduardo 
Frei, que había ejercido la presidencia entre 1994 y 1998, y que para 
ese entonces contaba con 68 años; en Uruguay, el Frente Amplio eligió a 
Vázquez que ejerció la presidencia entre 2005 y 2010, y que cuenta con 
74 años de edad. En tanto el rival de Frei era el derechista Sebastián 
Piñera quien desarrolló una 
inusual campaña
 basada en las ideas de renovación y cambio; el rival de Vázquez es 
Lacalle Pou, que también lleva adelante una peculiar campaña basada en 
las mismas ideas. O sea, pese a las diferencias notables que tienen 
ambos sistemas políticos, las campañas electorales presentan algunos 
rasgos llamativamente similares. Vale destacar que el resultado final en
 Chile fue el que todos conocemos: Piñera ganó la elección en segunda 
vuelta generando así la primera alternancia en el gobierno desde la 
recuperación de la democracia en 1990. 
El texto de Tironi 
señala cinco razones de la derrota de la Concertación: i) la incapacidad
 de su dirigencia en reconocer que Bachelet introdujo un estilo de 
liderazgo nuevo y diferente, y que cualquier continuador debía partir de
 ese estándar; ii) la designación como candidato de un ex presidente, 
que lucía cansado y sin energía; iii) una campaña errática y pobre en el
 manejo de la agenda; iv) la irrupción de un tercer candidato en 
discordia, que dividió votos y que con su discurso renovador favoreció 
la destrucción mediática de Frei; y v) una presidenta que hizo poco por 
el candidato oficialista, pues su silencio permanente avaló las críticas
 de los restantes candidatos.
La explicación del 
resultado en Chile permite observar el proceso electoral uruguayo desde 
otro ángulo y preguntarnos si en la presente campaña del Frente Amplio 
no están ocurriendo fenómenos parecidos. A primera vista y por pura 
intuición, me inclino a señalar que hay dos factores muy similares, un 
tercero que podría asemejarse, y otros dos que no guardan ninguna 
relación con el caso uruguayo.
En primer lugar los 
factores casi idénticos. Como muchos analistas señalan, la campaña del 
Frente Amplio ha sido errática y sin capacidad de controlar la agenda. 
El discurso del candidato se ha ido modificando de acuerdo a lo que 
dicen sus rivales, los énfasis programáticos fueron variando, e incluso,
 el slogan principal de la campaña (vamos bien) debió ser sustituido por
 otro un poco menos condescendiente (Uruguay no se detiene) dados los 
magros resultados de las primarias de junio. Al mismo tiempo, algunos 
analistas sostienen que Tabaré Vázquez luce cansado, repetitivo y sin 
capacidad para despertar fervor entre sus seguidores. El candidato 
estaría utilizando un arsenal discursivo que fue muy útil hace una 
década para ganar la elección pero que en el presente carece de impacto y
 glamour.
El otro factor que 
podría asemejarse es el del “tercer candidato en discordia”. Si bien en 
Uruguay no existe un candidato disidente del oficialismo (la legislación
 electoral no lo permite) que contribuya a dividir votos, en las 
elecciones primarias surgió Constanza Moreira cuyo discurso cumplió el 
mismo rol que el desarrollado por Marcos Enriquez Ominami en Chile (1). 
La precandidata frentista formuló críticas durísimas al establishment de
 la izquierda y desarrolló algunos argumentos favorables a la renovación
 que, a mi juicio, calaron hondo en una parte del electorado frentista. 
Es probable que muchos de los juicios vertidos públicamente por Moreira 
hayan convencido al equipo de Lacalle Pou de que el rumbo escogido para 
su campaña era el correcto. Sin embargo, no podemos considerar que 
Moreira haya contribuido a destruir la imagen de Vázquez como parece 
haber acontecido en Chile, pues su prédica y su conducta han sido 
bastante menos beligerantes que las mostradas por Ominami respecto a 
Frei. No obstante, su prédica parece haber hecho mella en la campaña 
electoral, generando dudas entre los frentistas y certezas en los 
seguidores de los candidatos rivales.
Finalmente, no está 
claro si el cambio que introdujo Mujica en la forma de ejercer el 
liderazgo presidencial sea tan determinante para los uruguayos como 
ocurrió en Chile con la innovación que representó el Bachelet style.
 Es cierto que nuestro actual presidente barrió con muchos formalismos 
de ese alto cargo y que su estilo se alejó drásticamente del prototipo 
sobrio de anteriores presidentes. Sin embargo, como muestran algunas 
encuestas, esa forma de ejercer el cargo divide aguas entre los 
uruguayos y por ahora no sabemos cuánto puede influir en la evaluación 
que los ciudadanos realicen de los actuales candidatos. Está claro, que 
desde esa perspectiva, Lacalle se asemja más a Mujica, en cuanto al 
desenfado y desacartonamiento, que el propio Tabaré Vázquez. Tampoco 
encontramos coincidencia en la ausencia de apoyo del presidente al 
candidato del partido oficialista, pues a diferencia de lo ocurrido en 
Chile, Mujica se ha mostrado activo en la materia, respondiendo críticas
 y atacando frontalmente con su natural desparpajo.
Por tanto, si algo 
enseña la comparación entre los procesos electorales de Chile 2010 y 
Uruguay 2014, es la importancia y relevancia que tienen la campaña 
electoral de cada uno de los partidos y los atributos personales de cada
 candidato. Es cierto que esto funciona sobre una base electoral más o 
menos estable, tanto en Chile como en Uruguay, pero como demostraré en 
la próxima columna, estos aspectos pueden hacer una diferencia en un 
marco de paridad electoral.
Hoy en día, no sabemos
 si Vázquez será un futuro Frei. Sí sabemos que algunos de los puntos 
débiles que el Frente Amplio presenta en esta campaña son suficientes 
como para perder la elección. Hay decisiones que no se pueden revertir 
(la elección del candidato) pero hay aspectos vinculados a la 
comunicación y el manejo de la agenda, que pueden ser modificados si se 
logra combinar autocrítica con sensibilidad. Seguir o no la trayectoria 
de la Concertación sigue dependiendo del propio Frente Amplio y sobre 
todo, del candidato y su entorno.
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(1) La designación de Frei generó disidencias en la coalición de 
gobierno lo cual propició la candidatura independiente del joven 
diputado socialista, Marcos Enriquez Ominami.