A
26 años de la guerra del Atlántico sur aun subsisten sus enseñanzas
en todos los campos imaginables pues aquel conflicto entre el Reino
Unido y la República Argentina significo un evento que no debe caer
en el olvido. Y esto último debería no existir dado que hoy surgen
en el horizonte continental quienes con gran locuacidad parecen
inscribirse en un camino belicista. Por ello, salvado lo sucinto de
este espacio debemos señalar al inteligente lector una suerte de
cronología cuya dirección intelectual nos vaya indicando la gruesa
cadena de errores que los mandos políticos de cualquier país pueden
cometer cayendo en una escalada hacia el flagelo de la guerra. Y vaya
que el ejemplo de Malvinas sirve en este norte.
1982
es el final del camino diplomático para los argentinos en su intento
de recuperación del archipiélago malvinense, ocupado ilegalmente
por los británicos desde 1833, pues la misión de lord Shackleton en
1975 demostró claramente que los anglosajones nunca discutirían la
soberanía de estas islas y que la resolución 2065 (diciembre de
1965) de la ONU que invitaba al dialogo nunca sería tenida en cuenta
por Londres. Una vieja historia.
A
su vez este mismo año nos muestra que en el poder de ambos
contendientes se ubicaban por un lado la ultraconservadora Margaret
Thachter, y a su frente el general Galtieri y el almirante Anaya;
mientras el presidente estadounidense Reagan se halla en el comienzo
de un mandato triunfal que va a cambiar la faz del mundo. Por ello es
de notar que la característica de estas personalidades suponen una
posición política de no retroceso en cualquier circunstancia y mas
bien capaces del aprovechamiento y de la irreflexión. Además como
sazonador tenemos que tanto los gobiernos de Londres como el de
Buenos Aires se hallaban inmersos en problemas económicos y sociales
bastante similares por lo que de alguna forma necesitaban obtener
algún hecho que los hiciera recobrar una esperanza para seguir
detentando el poder.
Esto
se dio con el extraño “incidente Davidoff” en las lejanas
Georgias del Sur que hizo relanzar los viejos planes argentinos de
estado mayor de invasión de las Malvinas. En 1956 el almirante Rojas
había estructurado esa idea y su colega Massera la había sopesado
en 1978. A su vez el almirante Anaya había estudiado un plan similar
en 1975 cuando era agregado naval en Londres que fue el documento
finalmente aprobado por la Junta Militar. La premisa fundamental de
tal movimiento se basaba en que la Gran Bretaña no solo no se
hallaba en condiciones militares como para intervenir en el Atlántico
austral sino que no había disposición política alguna en el
gobierno ni en el pueblo inglés como para lanzarse a una guerra en
un teatro que “no les interesaba”.
Ambas
apreciaciones fueron severamente erróneas. No solo los británicos
se hallaban en posición de enviar una considerable fuerza de las
tres armas hacia el sur, pues iban a movilizar tras suyo a la misma
OTAN, sino que asimismo la Junta Militar creyó con inconcebible
ingenuidad que los EEUU no iban a apoyar a sus primos hermanos de la
brumosa Albión en razón del apoyo que medios militares argentinos
había dado a los “contras” nicaragüenses.
Sucedió
exactamente a la inversa dado que al final serían medios tácticos
de confección estadounidense los que volcarían la balanza a favor
de la Task Force, todo sumado al veto estadounidense a no aceptar los
términos del TIAR circunstancia que dejó marcado para siempre
dentro de la vision iberoamrricana aquel sofisma llamado “doctrina
Monroe”.
Sorprenden
muchas situaciones de la escalada hacia la guerra y una de ellas
señala como los británicos movilizan parte de sus fuerzas navales
hacia el teatro austral, ya dos días antes de la invasión argentina
del 2 de Abril. Así lo hace el almirante Sandy Woodward desde
Gibraltar con el envió de dos sumergibles nucleares (luego se
enviarían tres mas) circunstancias que van datando el sostenido
esfuerzo británico en aras de obtener una superioridad material
sumado todo a la entidad de un movimiento logístico y orgánico que
da clara muestra de cómo una potencia de primer orden esta preparada
a dar una respuesta tan lejana, en solo horas.
En
este aspecto la entidad de los números es apabullante: cerca de
750.000 toneladas de buques fue lo que puso en franquía la Gran
Bretaña, teniendo la Royal Navy 42 buques en este dispositivo, los
que sumados al resto (buques auxiliares de la flota mas barcos
requisados) se acercan a una centena de barcos. Casi 28.000 hombres,
entre efectivos militares y civiles movilizados son los que se vienen
al sur. Y la colaboración de los EEUU es crucial- mientras el
general Haigh desarrolla su publicitada “mediación”- con el
préstamo de su base en la isla de Ascensión, mas cuatro millones y
medio de litros de combustible para aviación, apoyo de inteligencia
satelital y los mas importante, nada menos que el arma que ganaría
la guerra: el misil A/ A Sidewinder AIM- 45B, que montado de apuro en
los caza Harrier (VSTOL ) fueron una letal combinación que daría a
la Gran Bretaña una superioridad neta en el aire.
Y
esto último fue definitivo y ecuación que nunca podría eludir la
aguerrida aviación argentina en los 44 días que duró el combate.
Así lo dicen los fríos números.
Antes
de pasar a un breve desarrollo del combate es de notar el panorama
que enfrentó Iberoamérica en aquellas jornadas, destacando la
posición de Chile movilizando su flota al austro, cosa que pone en
ascuas al continente por las suspicacias de una posible colaboración
con los británicos. Perú moviliza y concentra su Fuerza Aérea en
su frontera sur y vende parte de sus cazas Mirage a la Argentina,
mientras el Brasil arrienda varios aviones “Bandeirantes” a los
argentinos y cierra su espacio aéreo a los británicos.
Quizás
este breve pantallazo de al lector un marco acorde con lo que
señalamos en la introducción. Venezuela, México, Guatemala (1) y
Brasil lanzan su diplomacia al apoyo argentino situación que sofrena
a los EEUU aunque todo quede en los pasillos de las embajadas. Frente
a esto tan peligroso para su status americano Washington decide no
aceptar el pedido británico de aviones AWCS y de otros sofisticados
elementos de detección temprana, cosa que va a costar caro a los
ingleses dado, entre otros hechos, los ataques indetectados de los
magníficos EXOCET.
En
suma el 7 de Abril Londres decreta una zona de exclusión marítima
en torno al archipiélago, situación que hace apurar el esfuerzo
logístico argentino con las consecuencias ulteriores del caso. El 25
los británicos retoman Georgias del Sur y el 1 de Mayo a la
madrugada es bombardeado el aeródromo de Puerto Argentino, dando
comienzo las operaciones. En la noche del 2 se produce una situación
táctica (simular a Mydway) en la que la fuerza naval argentina a
pleno se halla a menos de 130 millas de la Task Force cuyos medios de
alerta aun no había detectado su presencia. El momento es crucial
pues el contralmirante Allara se halla en posición de lanzar a sus
únicos ocho caza bombarderos Skyhawk al ataque de los dos
portaviones británicos.
Empero,
en una decisión a la larga muy discutida, se decide no efectuar el
ataque por carencia de viento (solo 10 nudos) situación desventajosa
para el despegue de los aparatos, amén de que la autonomía de los
aviones argentinos se hallaban al limite de sus posibilidades lo que
hubiera echo arrimarse al portaviones 25 DE MAYO para el recobro de
sus aviones a una distancia de detección para los medios británicos,
cuya cortina exterior la integraba un submarino nuclear.
Más
al sur navegaba el crucero ARA BELGRANO con dos destructores, buques
que suponían una grave amenaza para la Task Force, aunque operaban
por fuera de la zona de exclusión declarada por Londres. En esas
mismas horas surge la iniciativa del presidente del Perú que logra
que Reagan tome en cuenta la posibilidad de que se acuerde una
evacuación argentina, mas un cese de hostilidades y un retiro de la
Task Force, quedando el archipiélago malvinense en una suerte de
condominio anglo- argentino.
Pero
mientras Belaunde Therry habla telefónicamente con Reagan y este
último se propone contactar a Londres, aceleradamente la primera
ministra británica ordena el hundimiento del BELGRANO para boicotear
cualquier posibilidad de solución diplomática al conflicto. Se
produce la muerte de 368 marinos argentinos.
El
4 de Mayo es impactado el destructor clase 42 SHEFFIELD por un
EXOCET. Se hunde el día 10. El 21 se produce el desembarco en el
estrecho de San Carlos, zona escasamente defendida por las fuerzas
del general Menéndez y se producen una serie de ataques de la Fuerza
Aérea argentina, que logran varios blancos aunque muchas bombas no
explotan por diversos problemas de preparación. Pero son hundidos
varios buques en un hecho que asombra al mundo. El combate en tierra
se hace muy reñido siendo Pradera del Ganso un momento importante de
una batalla ya considerada perdida a causa del notorio desfasaje
material y orgánico entre ambos contendientes (2).
El
25 es hundido el portacontenedores ATLANTIC CONVEYOR por otro Exocet.
Cinco días después le toca el turno al INVINCIBLE, dañado por otro
misil, mientras la batalla terrestre prosigue entre los montes camino
a Puerto Argentino pese a la resistencia que ofrecen los infantes
argentinos comandados por grados inferiores a tenientes. El 8 de
Junio se produce un extraordinario ataque aéreo que provoca mas de
cien bajas inglesas en bahía Agradable. El 14 culmina la “matanza”a
tenor de lo expresado por el general Jeremy Moore en el momento de
aceptar la capitulación de Menéndez.
Para
dar apenas un vistazo a los hechos simplemente señalamos que de 27
missiles Sicewinder lanzados por los Harriers durante la lucha, 24
dieron en el blanco. Pero la mayor evidencia que deja este conflicto
es la superioridad que posee el profesional voluntario ante el
conscripto, cosa probada en el frío terreno malvinero, donde se puso
en juego muchas cosas mas allá de este pequeño espacio. Sobradas
razones habrían entonces para tomar un camino de análisis mayor
aunque debamos simplemente decir que las bajas británicas fueron
cuantiosas, tanto en hombres como en medios y buques, quizás mucho
mas de lo previsible. Sin duda por alguna interesante razón los
archivos británicos estarán disponibles recién a fines de este
siglo XXI.
Por
ello tengamos siempre en el recuerdo a aquellos valerosos pilotos
argentinos que en inolvidable acción dieron con pleno convencimiento
y abnegación sus preciosas vidas a su patria, logrando el respeto y
admiración de sus mismos adversarios. Y esa debe ser la lección que
debemos tomar en el norte de entender que en la guerra no existen los
superdotados, simplemente los mayormente preparados. Aunque quizás
esta lectura también la deban hacer nuestros políticos de turno
para que sus egos no superen la prudencia.-
1)-
La presidencia guatemalteca ofreció a Buenos Aires el envío al
teatro Malvinas del bizarro “batallón Atlacatl”.
2)-
Una cuarta parte de la infantería británica prestaba servicio 6
meses al año en Noruega.