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lunes, 13 de mayo de 2024

RELATOS IMAGINADOS Por Antonio Pippo ALEJANDRA PIZARNIK

 
 
«A la espera de la oscuridad» es el título de uno de los poemas de Alejandra Pizarnik, nacida en Buenos Aires en 1939 y muerta en la misma ciudad en 1972, de padres rusos, quien más allá de la brevedad de su vida y obra, tal vez ignorada en su tiempo, generó una impresionante influencia en las generaciones siguientes de la literatura en nuestro idioma. Fue poetisa y traductora, tuvo una infancia difícil, desarrolló un carácter caótico, dando una imagen perturbadora.
Su poesía es difícil de clasificar: ecléctica, intensa, cercana al existencialismo, obsesionada por la idea de la muerte, pura indagación. Sus principales obras son La tierra más ajena, Los pequeños cantos, La última inocencia y El infierno musical. Se suicidó con una dosis excesiva de barbitúricos.
A la espera de la oscuridad
Mi mente y mi emoción han sido envueltas por una música triste. Estoy ensoñado y se me introduce, imprevista, física como una caricia áspera, la idea de la muerte. Pero no pienso en Alfonsina, ni en las aguas frías que la engulleron. Pienso en ti, Alejandra, y ese pensamiento es como una centella inesperada que me humedece los ojos y me desespera.
«Ese instante que no se olvida/ Tan vacío devuelto por las sombras/ Tan vacío rechazado por los relojes/ Ese pobre instante adoptado por mi ternura/ Desnudo, desnudo de sangre de alas/ Sin ojos para recordar angustias de antaño/ Sin labios para recoger el zumo de las violencias/ perdidas en el canto de los helados campanarios.»
Solo en este primer verso de uno solo de tus poemas se descubre, andando contigo y con tus sentimientos y deseos de aniquilación cual espasmos, toda una vida ensombrecida desde la niñez infeliz, a la adolescencia confundida y a la juventud, esa de la creación soberbia de tu arte, esa también que te condujo a una madrugada de suicidio. Tu padre, al que amaste, fue distante. Tu madre, que te llamaba Buma, sobrenombre que odiaste, y que prefería a tu hermana Miryam, ayudó, ¿sin saberlo?, a tus depresiones y alejamientos. Entonces, ya adolescente, tu refugio fue la lectura y, luego, el primer enamoramiento, el surrealismo y la influencia de Antonin Artaud, Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé y Rainer Maria Rilke, cuna de tu desprecio por el modelo social de la época.
—Ah, fue mi tiempo de obsesiones en que me introduje a través de la poesía: la búsqueda de mi identidad, la construcción de la subjetividad, la infancia perdida y la muerte. Todo eso ya está en mi primer libro, La tierra más ajena. Quizás una paradoja. Lo ignoro.
Pero me hace feliz que tu voz regrese de quién sabe qué cosmos perdido y resuene en mis oídos. ¿Milagro? No, no. Todo eso también lo has dejado escrito, como tu desesperación por el cuerpo imperfecto, por el asma, al fin por las anfetaminas como pretendido manotón de quien se ahoga. Y la confundida búsqueda del amor.
«Ampáralo niña ciega de alma/ Ponle tus cabellos escarchados por el fuego/ Abrázalo pequeña estatua de terror./ Señálale el mundo convulsionado a tus pies/ A tus pies donde mueren las golondrinas/ Tiritantes de pavor frente al futuro/ Dile que los suspiros del mar/ Humedecen las únicas palabras/ Por las que vale vivir.»
Viajaste a París, poetisa ya llamada extraña, maldita, que habías publicado Un signo en tu sombra, La última inocencia y Las aventuras perdidas, ansiando una imposible relación perfecta entre soledad y compañía, impulsada por el ansia de vivir y la certeza de que solo aguardaba una muerte pronta. Volviste más rebelde, atrevida, contradictoria, poetisa cabal que conoció a Julio Cortázar y a Octavio Paz, quien te ayudó a obtener más reconocimiento promoviendo tus nuevos libros: Árbol de Diana —Diana, tu compañera hasta el fin—, Los trabajos y las noches, Extracción de la piedra de locura y La condesa sangrienta, entre otros reconocibles, profundos desgarramientos internos. Pero aun así persistió en tu espíritu la idea del suicidio, del dulce árbol que por imperio de la ignorancia debe secarse demasiado temprano, de tu incomodidad ante la vida y los demás.
—Sí. Muerte interminable, olvido del lenguaje y pérdida de imágenes. Cómo me gustaría estar lejos de la locura y la muerte…
Pero no pudiste. La angustia fue más fuerte incluso que tus llamadas de socorro a la madrugada, despertando a Diana o a algún amigo; más que tu frustrada terapia con León Orlov, psiquiatra a quien quisiste y al que dedicaste un conmovedor poema. Qué hondo dolor, Alejandra. El 25 de setiembre de 1972, a los 36 años, te mataste ingiriendo un frasco de barbitúricos, a las pocas horas de salir de un hospital adonde te habían internado por tu depresión. ¡Qué hondura tiene todavía esa herida en el corazón de cualquiera!
«Pero ese instante sudoroso de nada/ Acurrucado en la cueva del destino/ Sin manos para decir nunca/ Sin manos para regalar mariposas/ A los niños muertos.»

A DORMIR... A DORMIR por Ignacio Sallaberry

 

"En mi país qué tristeza la pobreza y el rencor" esta frase de la canción Adagio a mi país, de Alfredo Zitarrosa, al igual que el tango Cambalache. Tiene vigencia pero también, algo más inquietante aún, que es el poder adivinatorio. Porque supongo yo que no eran los autores, dados a las artes esotéricas y estaban dejando en sus textos, al estilo Nostradamus, pistas de su futuro y nuestro presente. 


"Dice mi padre que un sólo traidor, puede con mil valientes. El siente que el pueblo en su inmenso dolor, hoy se niega a beber en la fuente clara del honor"


Somos testigos de que todos, estamos en el mismo lodo, ya no hay diferencias. Incluso tú, que en estos momentos lees y yo, que en estos momentos escribo. El sistema que nos engloba y nos da de comer, ha hecho que el más valiente, el más valorado, el más admirado, sea el que más tiene, el exitoso que todo lo puede comprar, el lindo que puede comprar su juventud eterna con operaciones que terminan afirmando lo contrario, pero que la sociedad sigue aplaudiendo. La única regla social ha pasado a ser esa. Entonces, se abrieron puertas que golpean, de la que salen seres que asustan, seres dispuestos a todo, porque en definitiva, eso hemos creado. ¿Qué méritos tenían para estar en televisión hace unos veinte años (cuando estas generaciones de hoy en día nacieron y crecieron) personas que no podían hablar de más nada, que no fuera su cambio de sexo, o que se acostaba con tal o cual famoso? Eso, entre varios personajes más, como aquél que se reía del que no entendía el español, o el periodista que para captar gente, puteaba al entrevistado, o se dejaba putear para simular una amistad, que le otorgaba en el pensamiento del público, una cercanía al poder que a fin de cuentas, es lo único que valía, valió o vale aún.


Hay muchos ejemplos del hombre buscando, lo que el hombre le ha enseñado es lo único, para ser admirado. Plata, dinero, números, como quieran llamarlo.


Nos hemos sacado los ojos entre familiares por cien pesos, no hemos puesto la moral ante nada.


Hoy, la clase política se asombra cuando apenas, la salpicó un poco de todo lo que crearon en estos años. Se han roto familias por acusaciones a las que no se exigía ninguna prueba. Y si la familia no bastara, habrá que ver en algunos años qué ha pasado con esa sociedad que se crió entre juzgados actuando sin mirar cada caso y emparejando rápido para atender más y más casos, porque tampoco a la ley le ha importado la moral y necesita, para mantener sus altos costos, producir más y más a cada rato y de cada cosa.


Los deportes por hacer ídolos han perdido el valor de su esencia, que es la salud, pero tampoco importa.


Y así, cada lugar donde se ponga la vista, se logrará discernir que el triunfo de la sociedad consumista ha ganado ante el aplauso de todos, de todos.


El último ejemplo nace de los últimos días, mientras el sistema político es golpeado por dos trans que a diestra y siniestra, al mejor estilo Tinelli, desbarrancan cada dos segundos pero se paran nuevamente apoyados en las miserias que ellos mismos critican y fortalecen. Mientras esto pasa los políticos, ajenos a todo lo que sucede a su alrededor y en firme carrera a seguir aumentando sus ingresos a costa de un pueblo cada vez más hundido y aplaudidor, se ponen de acuerdo públicamente en hacer las elecciones internas obligatorias.


¿Que son las elecciones obligatorias sino una linda excusa legal para que los políticos cobren por cada uno de los habitantes habilitados a votar? ¿Por qué cree usted que no se ponen de acuerdo en la educación, en la salud, en la seguridad, en el estado de las calles, de las rutas, de los mercados, del precio de los combustibles y todos, sin excepciones, apoyan que hasta las internas de los partidos, sean obligatorias? Todo vale, la idea de sumar plata a pesar de todo, sólo para agraciarse con el objetivo primario de esta sociedad de consumo, que pone el éxito económico muy por encima y casi en exclusiva, de cualquier otro, no lo llamemos éxito, pero si de cualquier otro bien andar en la vida que es, antes de cerrar los ojos, lo que nos hace dormir tranquilos.




I.S.S.



Ignacio "Nacho" Sallaberry, diseñador gráfico, escritor, poeta, pintor. Ha participado de eventos artísticos como la intervención artística en Casablanca Paysandú, edición del libro de poesía "Sólo diré que no estás" editado por Abrace y el libro de cuentos "El error de la justicia y otros errores" editado por ARA.

En la pintura, ha ganado un premio por su exposición llamada Zita de Zitas, homenajeando la figura de Alfredo Zitarrosa (zitadezitas.blogspot.com) entre otras actividades artísticas que incluyen la música.

Hace un año y medio lleva adelante una emisora online llamada Tente en el aire, se escucha a través de tenteenelaire.com

Algunos de sus trabajos se comparten en este blog y otros los encontrarán en su blog letrasdetras1.blogspot.com






lunes, 22 de abril de 2024

PERO SOLO ERA UNA TINTA Escribe Ignacio Sallaberry

 

El ser humano en su devenir por el mundo, ha acentuado en sus últimos tiempos (los más desnorteados quizás) una batalla contra el natural paso del tiempo en su cuerpo.

 

Y digo que ha acentuado porque todos conoceremos por ejemplo la supuesta historia de Cleopatra que se bañaba en leche por las propiedades para la piel, y alguna historia más.


En los tiempos modernos, nos hemos acostumbrado a retoques de cara, cejas fijas inertes marcando un constante asombro, labios gruesos casi salidos de unas caras arañando la petrificación, injertos de pelos, pelo por pelo que suplanta las antiguas y siempre usadas pelucas (lo dicho antes, esta batalla viene de hace mucho). Pero también retoques sobre rostros que quieren parecerse a Michael Jackson, a Barbie, y la lista sigue. La lucha contra la naturaleza es larga, se ha corrido hasta los órganos internos del cuerpo, llegando hasta el rejuvenecimiento vaginal, para volver a virginidades olvidadas y carentes de sentido, de importancia a determinada edad y a determinada madurez, en fin, para todos los gustos y disgustos.


La lucha contra la naturaleza ya es irrisoria, nos ha llevado a no querer envejecer y también a otra anti naturaleza, el género humano. Se sabe que el ser humano, al igual que los demás seres vivos del planeta, nacen en un mínimo porcentaje con cromosomas cambiados, es decir, hombre que es mujer y viceversa. Ese porcentaje es mínimo repito, o al menos, no en el porcentaje que busca hoy el ser humano para equilibrar los destratos sufridos por los anteriores gays de la historia.


Contra la naturaleza, la lucha de sexo se ha vuelto increíble, y se ha tomado en una sociedad que tiene por si mucha prensa que es casualmente, la clienta de todos los retoques que antes mencionamos. Son muchísimos los actores holywoodianos que hasta han adoptados niños africanos para vestirlos con ropa del sexo opuesto. La energía, la plata, las ideas que el ser humano ha gastado en estos tiempos por una batalla perdida, que es contra la naturaleza, es increíble, inútil, errónea y hasta perversa. El paso del tiempo en el cuerpo, se va a mostrar tarde o temprano, el sexo natural de una persona va a seguir comandando toda la serie de movimientos internos naturales que se dan dentro de cada género y así una batalla innecesaria tendrá su fin en algunos años.


Aquello que en nuestros tiempos de chicos empezó con la tinta que se hacían las mujeres para evitar las canas, que eran la muestra más visible del paso del tiempo y que luego se pasó a los hombres (y ya era raro) es el inicio de una batalla perdida y extraña.


En el medio hemos desgastado energía que podríamos haber usado para reunirnos entre nosotros, para comentar justamente el paso del tiempo, asombrarnos de lo que aprendemos con él y de las cosas que no se valoraron, enorgullecernos justamente por las marcas del tiempo en nuestros cuerpos, encontrarles la particularidad y su belleza, comentarles a los que aún no han pasado por donde nosotros anduvimos, algunas propiedades del camino, en fin, en vez de pelear contra la naturaleza, honrarla, aprender a quererla y sobretodo como supuesta raza superior en esta tierra, reconocerla a ella como la verdadera guía de todas las vidas.


El ser humano buscando el poder total, quiere ubicarse por encima de la naturaleza sin haberse dado cuenta parece, que la naturaleza vive también dentro de él, por lo cual, está peleando consigo mismo y lo que es peor, a veces gana alguna batalla de una guerra, que ya tiene ganador desde el principio.

I.S.S.



Ignacio "Nacho" Sallaberry, diseñador gráfico, escritor, poeta, pintor. Ha participado de eventos artísticos como la intervención artística en Casablanca Paysandú, edición del libro de poesía "Sólo diré que no estás" editado por Abrace y el libro de cuentos "El error de la justicia y otros errores" editado por ARA.

En la pintura, ha ganado un premio por su exposición llamada Zita de Zitas, homenajeando la figura de Alfredo Zitarrosa (zitadezitas.blogspot.com) entre otras actividades artísticas que incluyen la música.

Hace un año y medio lleva adelante una emisora online llamada Tente en el aire, se escucha a través de tenteenelaire.com

Algunos de sus trabajos se comparten en este blog y otros los encontrarán en su blog letrasdetras1.blogspot.com


martes, 2 de abril de 2024

MOMENTO DE RESETEAR/ COLUMNA DE CARLOS CASTILLOS

 

Resetear” es una palabra que no está en el diccionario académico, pero la RAE (Real Academia Española) deja constancia de ella. Su uso se aprecia como sinónimo de reiniciar, en relación con el ámbito informático: computadoras, monitores… Mucha gente ya entiende perfectamente de qué se trata cuando se utiliza esa palabra. Pero ya, desde 2003, apareció en un texto de ficción, esta vez de Chile como sinónimo de reiniciar, restaurar o restablecer.

Esta palabrita, y el concepto que encierra, se me presenta cada vez que miro alrededor con atención y ojo crítico. A todas las calamidades que usted también observa a diario, se sumó estos días un informe del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (Pnuma). Esa dependencia informó en marzo de este año 2024, que en el 2022 la humanidad desperdició unos 1.050 millones de toneladas de alimentos. Mil cincuenta millones de toneladas, una cifra que casi no se puede ni escribir. Tiene nueve ceros después del 1050. Pero aunque parezca algo lejano y que no nos afecta, no es un problema tan ajeno a nosotros. En Uruguay se desperdician 125 millones de frutas y verduras al año, según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y 2 millones 700 mil kilos de alimentos por día. Leyó bien, eh. Tuve que ir a revisar varias veces las cifras para convencerme que no había un error. Pero este pequeño país, de 180.000 kilómetros cuadrados y poco más de 3 millones de habitantes produce alimentos para 28 millones de personas, según datos del 2019. Pero tiene capacidad para producir para 40 millones de personas. Mirando esos números usted, yo, todos nosotros, deberíamos reflexionar. Algo no anda bien. Si el país produce alimentos para 28 millones de personas y somos poco más de 3 millones, cómo es posible que haya gente comiendo de los contenedores, revolviendo basura y durmiendo en la calle, a la intemperie. En Uruguay existe una Organización No Gubernamental (ONG), llamada REDALCO (Red de Alimentos Compartidos) que se encarga de la recolección y la recuperación de frutas y verduras descartadas por los comerciantes de la UAM (Unidad Agroalimentaria de Montevideo). (LA UAM es lo que antes era el Mercado Modelo, un espacio gigantesco donde los productores llevan su mercadería para vender directamente al público o a los comercios establecidos). El Director de REDALCO, Yamandú Plada, dijo hace unos días en una radio de Montevideo que mientras se descartan esos 125 millones de frutas y verduras al año “hay al menos 250.000 personas en situación de inseguridad alimentaria”, en el país, cifra que se incrementó a partir de la crisis provocada por la pandemia de Covid-19. Si toda esa fruta y esas verduras pudieran recogerse mediante algún mecanismo eficaz y no burocrático se podrían entregar tres platos por día a las personas que lo necesitan. Actualmente REDALCO recupera apenas el 1 por ciento de lo que se desperdicia y llega al 15 por ciento de las personas que lo precisan. Pero la alimentación es apenas un ejemplo de las cosas que andan mal en este planeta. El ser humano sigue demostrando, a cada rato, que está lejos de ser el animal superior de la escala zoológica. Sigue comportándose como un animal irracional, por más que invente cosas que nos resultan sorprendentes. Y a veces hasta nos maravillamos. Sino, miremos lejos o aquí cerquita nomás. Ya no nos sorprende que un grupo, numeroso o reducido de personas ingrese a un teatro, en Rusia, y mate a 140 personas que estaban disfrutando de un espectáculo musical. O que un gobernante ordene “arrasar” un territorio, masacrando a miles de personas, niños, jóvenes y adultos, solo como respuesta (desmedida) a otro ataque recibido antes en su territorio, también condenable. (Y ponga los nombres que quiera: Rusia, Ucrania, Israel, Hamas, Estados Unidos, Francia, por acción directa o complicidad). Pero en menor medida, pero igualmente condenable es que un grupo de hombres y mujeres, casi todos jóvenes, protagonicen una batalla campal a la salida de un estadio de fútbol, donde se jugaba un partido casi intrascendente, que no justificaba ninguna reacción violenta. Eso pasó en Montevideo este sábado 30 de marzo, de noche, en inmediaciones del Parque Rodó, donde jugaron Defensor Sporting y Danubio. Y en estadio Campeón del Siglo (CDS) de Peñarol también hubo una violenta represión policial que dejó a varias personas lesionadas, después del partido clásico con Nacional, el viernes 29 de marzo. Y sigue la lista. Todos los días. Un periodista confesaba estos días en una radio que cada día se levanta con la interrogante para saber “a ver a cuántos asesinaron hoy”, porque los homicidios ya no sorprenden. En Austria, una Universidad de la ciudad de Innsbruck, al oeste del país, realizó un estudio de las letras de las canciones en inglés de los últimos 50 años. Allí se reveló que todos los géneros musicales “muestran un aumento en el uso de palabras relacionadas con la ira”. Quizás haya un estado generalizado de intolerancia y rabia, pero no es un problema de estos tiempos. ¿Acaso la violencia no viene desde el fondo de la historia?. Insisto: es el ser humano quien está lejos de ser el animal superior. Siempre fue un animal feroz, implacable. Capaz de cometer las peores atrocidades. Y eso se refleja no solamente en tiempos de guerra. También en ausencia de conflictos armados. Por eso se hace necesario un “reseteo”, o sea borrar y empezar de nuevo. Pero no tengo mucha esperanza. Parece que a la humanidad se le cayó el sistema.