problemas en salud pública
Una de dos embarazadas ingiere alcohol; 30% drogas
Una investigación del Hospital Pereira 
Rossell del 2014 reveló que la mitad de las madres del hospital consumió
 alcohol durante el embarazo. Además, un 9% consumió cocaína, un 20% 
marihuana, un 42% tabaco y un 78% cafeína. Los niveles de consumo se 
mantienen con respecto al 2011, año en que se realizó la investigación 
anterior.
FRANCISCO MARQUES25 ene 2015
El País
Mario Moraes —neonatólogo— Gabriel González 
—obstetra— Eleutelio Umpiérrez         —químico neuropediatra— y Claudio
 Sosa —neuropediatra— son los especialistas que participaron de la 
investigación que conversaron con El País sobre los resultados y los 
efectos de las sustancias de riesgo durante el embarazo.
El alcohol es uno de los puntos que más preocupa. Un 
26% de las embarazadas del Pereira Rossell declaró haber consumido 
alcohol en alguna ocasión. Pero al analizar las muestras de meconio 
—primeras deposiciones del recién nacido— se comprobó que el 50% de los 
bebés estuvieron expuestos al alcohol en el embarazo. Y el 13% a dosis 
elevadas.
Lo preocupante no es solo el porcentaje, sino la falta 
de conciencia. Según estos especialistas, hay gran desconocimiento de 
los efectos del síndrome de alcohol fetal, que se produce con el consumo
 durante el embarazo. Un desconocimiento que no se limita al Pereira 
Rossell sino a gran parte de la población.
"El alcohol es la sustancia más dura durante el 
embarazo, la más difícil de revertir, ya que provoca daños anatómicos, 
además de malformaciones en el cerebro y daños a las neuronas", dice 
Mario Moraes, neonatólogo. Aunque parezca mentira, para el feto es más 
peligroso el consumo de alcohol que el de cocaína.
Según Gabriel González, neuropediatra, el alcohol es la
 principal causa de retardo o discapacidad intelectual no heredable. "No
 solo puede provocar niños con retardo mental, con cabeza más pequeña 
sino que, aunque el consumo de la madre no sea intenso, puede provocar 
que el desarrollo intelectual y social no sea óptimo. Puede provocar que
 el niño sea hiperactivo, con problemas de aprendizaje, dificultad para 
controlar sus impulsos", dice. Algo 100% evitable.
Durante el embarazo, la tolerancia para el alcohol es cero, una indicación que no siempre se respeta.
González recuerda que, no hace mucho, vio un folleto 
de una institución médica con recomendaciones para el embarazo que 
decía: "consumo de café, mate y alcohol en cantidades razonables". La 
indicación, además de ser ambigua, es errónea. Y refleja la falta de 
conciencia sobre esta problemática.
El año pasado, los especialistas fueron consultados 
por el Parlamento para el proyecto de ley que regula el consumo, 
distribución y expendio de bebidas alcohólicas. Allí expresaron su 
preocupación a los legisladores. Una de las medidas básicas planteadas 
fue la obligación de colocar una advertencia sobre los efectos del 
síndrome de alcohol fetal en el embarazo. Tal como ocurre con el tabaco.
Además de alcohol, se detectó que un 9% de las 
madres consumió cocaína, un porcentaje que se mantiene estable desde 
2010. El análisis únicamente detecta metabolitos de cocaína, por lo que 
es difícil distinguir cuando se trata de consumo de cocaína u otros 
derivados como la pasta base, que se produce a partir de residuos de la 
primera.
Según Gabriel González, no está probado que la 
cocaína produzca malformaciones al feto, pero sí puede producir 
múltiples daños. Por ejemplo, aumenta el riesgo de enfermedades 
cerebrovasculares. Para Mario Moraes, el consumo de cocaína o pasta base
 preocupa, porque se ha observado que los casos de mortalidad infantil  
aumentaron en aquellas madres con mayor consumo.
Y el problema no es solo el consumo. 
Previsiblemente, el contexto en que son criados muchos de estos niños 
—pobreza, marginación, falta de educación— tiene consecuencias en el 
desarrollo.
"Por eso es importante conocer la situación de la 
madre, para poder intervenir. No es que porque la madre consumió cocaína
 o pasta base el niño quedó signado. Se puede revertir", dice Moraes.
Respecto a la marihuana, dos de cada diez fetos 
estuvieron expuestos a esta droga en algún momento del embarazo, la 
mayoría en forma leve. La marihuana preocupa porque su consumo aumentó 
en los últimos años, y se tiene poco conocimiento sobre sus efectos en 
el embarazo.
Según Moraes, estudios recientes han detectado 
efectos en el tamaño del bebé. "Que un bebé sea chico es importante. Hay
 algo que se llama reprogramación genética, y cuando un bebé nace con 
bajo peso está predispuesto en la vida adulta a desarrollar 
enfermedades, hipertensión, colesterol alto, infarto de miocardio, 
diabetes, obesidad. No es solo nacer chico sino que no quede 
predispuesto a tener alteraciones en la vida futura", dice.
En el caso de la cafeína        —importante en un 
país que tiene como bebida nacional el mate— no hay evidencia de que 
provoque una discapacidad intelectual o social, pero su consumo en 
exceso puede     aumentar los riesgos de aborto o parto prematuro, e 
incidir en el peso del niño. El 78% de las mujeres del Pereira Rossell 
consumieron cafeína en el embarazo, y el 30% del total en un valor mayor
 a 300 mg por día, lo que se considera tiene efectos negativos sobre el 
embarazo y el recién nacido.
Respecto al tabaco, el hábito de fumar en el 
embarazo descendió en los últimos años con la implementación de la nueva
 legislación, pero el 42% de las mujeres dijeron haber fumado en el 
embarazo.
Pero las sustancias de riesgo no son lo único que 
influye en el futuro del niño. Por eso, el estudio también tomó en 
cuenta otras variables. El 20% de las madres consultadas declararon 
sufrir depresión. En algunos casos, se realizó un seguimiento de los 
niños por más de cuatro años, y se confirmó que los hijos de madres 
deprimidas tienen menor desarrollo que aquellos de madres saludables.
La depresión en la madre, el nivel de educación, la 
situación económica y el contexto familiar son todas variables que 
influyen en el desarrollo del niño, y que de estar equilibradas, pueden 
revertir las secuelas del consumo. "Tan importante como la droga es el 
entorno", dice González.
Estadísticamente, alrededor de un 0,5% de la 
población mundial tiene retardo mental leve por causas genéricas. Pero 
el porcentaje de discapacidad intelectual aumenta con el consumo de 
sustancias y otros factores inciden en el embarazo y posterior 
desarrollo del niño. La diferencia en la atención es lo que determina el
 porcentaje. En países como Finlandia, donde a la madre se las atiende 
correctamente y se les inculca no consumir sustancias de riesgo durante 
el embarazo, el porcentaje de retardo se reduce al mínimo. En el otro 
extremo, los países más pobres pueden llegar a tener un 10%.
¿Qué se puede hacer para prevenir riesgos? Según los
 especialistas es necesario promover programas de seguimiento que 
acompañan al niño en situación de riesgo desde el nacimiento hasta los 
tres primeros años de vida, el período más fundamental en el desarrollo.
 Y actuar temprano es la mejor solución.
El Estudio demandó inversión de US$ 200.000
El estudio de meconio requiere una tecnología 
avanzada, que hace unos años ni siquiera se encontraba en el país. Y por
 eso el estudio requirió una inversión importante. La Agencia Nacional 
de Investigación e Innovación brindó los recursos iniciales para el 
proyecto, a los que se sumó el apoyo del plan Uruguay Crece Contigo y la
 Universidad de la República. El proyecto demandó unos 200.000 dólares. A
 eso se le suman los equipos utilizados y los recursos humanos.
El estudio
El Hospital Pereira Rossell, el principal centro 
pediátrico del sector público en Uruguay, atiende unos 7.500 partos por 
año, y para asegurarse que la muestra fuera representativa, fue tomada 
al azar mediante un método computarizado. El año pasado, 319 madres 
participaron del       estudio.
El primer estudio se realizó en 2005, el segundo en 
2011 y el último fue en 2014, cuyos resultados se dieron a conocer a 
fines de año.
Los análisis comienzan con el nacimiento del niño, y
 en el caso de los nacidos en 2010, ya van cuatro años de investigación.
 El objetivo de la investigación es controlar a estos niños por 15 años.
Al ingresar al Hospital Pereira Rossell, cada madre 
completó un cuestionario, pero a veces la declaración no es fiel. "Como 
existe una idea previa de que eso está prohibido o puede hacer mal al 
bebé, muchas madres son reticentes a decir que consumieron", dice 
Claudio Sosa, neuropediatra que participó del estudio.
Esta falta de coincidencia se corrige mediante 
exámenes biológicos. Luego del parto, se realiza un examen del meconio 
que permite obtener información sobre la segunda mitad del embarazo. 
Esta prueba es imprescindible para saber con precisión qué consumió la 
madre durante esos meses. "A veces no es negación, sino que la persona 
realmente puede no recordar", dice Mario Moraes, neonatólogo.
 
