Cada vez más personas viralizan sus reclamos on line y luego salen a la calle por afuera del partidismo tradicional. Así, logran hasta que se impulsen leyes y ordenanzas.
Por Gisele Sousa Dias
Clarín
21/07/13
El Partido de la Red es uno de ellos. Se trata de un grupo de jóvenes (sociólogos, politólogos, programadores) que se juntaron hace un año e hicieron un diagnóstico: “Veíamos una democracia estancada, que no atendía las nuevas demandas. Un sistema que nos consulta una vez cada dos años y nos encasilla el resto del tiempo”, cuenta Agustín Frizzera, sociólogo y uno de sus fundadores. Se refiere a un sistema que permite votar a X pero exige esperar a la siguiente elección para volver a votarlo o no. Lo que no permite es participar activamente del “mientras tanto”.
Así, formaron un partido político con la idea de mejorar la democracia aprovechando las virtudes de Internet: “Si nos votan y logramos tener un representante en la Legislatura porteña, cada jueves –cuando se sesiona– vamos a poner en nuestra web todas las leyes que se están discutiendo. Los usuarios registrados van a poder votar allí por “sí” o por “no”, como si estuvieran en la Legislatura. Nuestro compromiso es que a la hora de levantar la mano en el recinto vamos a votar de acuerdo a lo que decidamos en la Web entre todos”, explica.
Martes Rojos, en cambio , es un movimiento independiente que desde hace 7 meses organiza “despegatinas”: salen por la Ciudad con bolsas rojas –las que se usan para tirar residuos patológicos– a despegar los volantes de oferta sexual. Lo hacen para combatir la trata, sabiendo “que detrás de cada papelito puede haber una mujer que está siendo sometida, amenazada o explotada sexualmente”, explica Carolina Barone, politóloga y parte del movimiento. “Lo que veíamos –sigue Guadalupe Urriticoechea, otra de ellas– es que en Argentina somos todos opinólogos pero la queja sin acción queda ahí, en el bar o en el ascensor. Nos parecía muy terrible que sólo participáramos como ciudadanos al momento de votar, y ahora vemos que todos podemos hacer algo cotidiano y concreto frente a un problema tan complejo como es la trata”. La clave fue difundir sus convocatorias por las redes sociales y luego motivar a cada nuevo participante para que sea, a través de sus contactos, un nuevo multiplicador de la red.
“Nuestra política es de abajo hacia arriba. Y no desde la crítica tirada al aire sino desde la acción. Creo –dice Barone–que la política también tiene que celebrar este despertar de los ciudadanos”. Es que Martes Rojos no pretende ir en contra de la política formal sino generar una articulación entre políticos y ciudadanos: por un lado, nacieron para darle apoyo a un proyecto de ley de una diputada contra la publicidad sexual; por otro, a través de su web van a permitir que cualquiera que arranque un volante pueda denunciarlo. Las denuncias se articularán con la base de datos de la fiscalía que se ocupa de la Trata de Personas.
Change.org es otro ejemplo de activismo online con resultados concretos. Cualquiera puede subir a la plataforma una petición sobre un tema que le preocupa y aportar el mail de quien debería resolverlo. Cada vez que alguien adhiere a la petición, la persona responsable recibe una carta pidiendo una solución. Una mujer de Mar del Plata, por ejemplo, inició una petición para que los baños de los Burger King de la Ciudad fueran accesibles. “La empezó a viralizar entre sus contactos y adhirieron 4.500 personas en nuestra web. A las autoridades, entonces, les llegaron 4.500 cartas pidiendo que solucionaran el tema. La empresa contestó y ya empezó las obras”, cuenta Gastón Wright, su director. “Es un nuevo paradigma de relacionamiento con el poder. Los usuarios son ciudadanos comunes, como nosotros, que tienen una relación distante con el poder político y empresarial. Esto les permite evitar los canales burocráticos y ayudarse entre sí: ya no es uno solo frente al poder tratando de lograr algo. Es uno más todos los que moviliza. Ahora David tiene una herramienta para exigirle un cambio a Goliat”.
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