-Fue aquí, en
Montevideo, donde se radicó un lustro, a los dieciocho años, donde
halló su sitio en el
mundo.
Aquí soltó el
talento musical acumulado desde la niñez, y al más alto nivel, para
convertirse en uno
de los grandes innovadores del tango. Aquí se inició como pianista de fantasía y
humorista, y hasta clown, bajo el apodo de Rock, en el cine Defensa y
en los cafés Victoria
y Au bon marché. Aquí compuso su primera obra, El apache oriental,al que siguieron, en
explosiva sucesión, entre otros, Bélgica, Sans Souci –con la colaboración de
Cobián-, Rancho viejo, Sauce llorón, Fantástico y el tango milonga
ReFa-Si,una de sus
creaciones más famosas. Aquí conoció a Gardel, quien al paso del tiempo le grabó
veintiséis temas. Aquí dio forma a su concepción del tango
canción,luego de conocer Mi
noche triste, de Contursi, del que tomó distancia pues no admitía incorporar letras a
músicas escritas mucho antes y en tres partes: impuso la composición en dos partes con
colaboración directa entre músico y poeta, creando, entonces sin saberlo, el que se
llamaría luego “tango romanza”, que dio prioridad a la melodía
y hasta influyó en el
baile, que se hizo más elegante, de salón.
Enrique Pedro
Delfino, Delfy para los amigos, pianista e instrumentista,
compositor,director de
orquesta, actor y humorista, nació en Buenos Aires el 15 de
noviembre de 1895. Sus padres
fueron dueños del teatro Politeama y allí, desde la niñez, se
enamoró de la música,
incluyendo la clásica, hasta admirar a Puccini, sobre todo, y a
Verdi y a Wagner. Sus padres
lo enviaron a estudiar esta disciplina a Italia, al Instituto de
Turín,cuando apenas tenía
doce años. Pero al regreso, quizás por el barrio, quizás por los amigos, sin dejar de
apreciar lo clásico, ingresó a una vida adolescente bohemia y comenzó a gustar
del tango. Es por este tiempo que inicia la aventura montevideana contada al comienzo.
De regreso de
Uruguay, sus convicciones estilísticas se habían afirmado. En su
ciudad,siguió breves meses
presentándose como “el humorista del piano”, mientras no dejaba de componer. Muy
pronto, junto a Osvaldo Fresedo, David Roccatagliatta y Agesilao Ferrazzano formó el
“Cuarteto de Maestros” y al inicio de la década de 1920, época esencial para la
evolución del tango, pasó algo inesperado: es contratado, junto a Fresedo y
Roccatagliatta para integrar la Orquesta Típica Select, organizada
por la RCA Víctor –muy
disminuida por la competencia de la Nacional Odeón- para ir a grabar
a Estados Unidos.
Completaron el grupo el violinista argentino radicado en Nueva York
Alberto Infante
Arancibia y el violoncelista alemán Hermann Mayer. Entre el 24 de agosto y el 2 de
setiembre de 1920 la orquesta grabó cincuenta y tres placas de partituras ya
registradas y una, Calle Corrientes, sobre un manuscrito escrito por Delfino.
Pero ese mismo año,
al retorno a Buenos Aires, ocurrió otro hecho singular: Samuel Linnig, letrista y
autor teatral, le propuso componer un tema en dos partes que pudiera pelear el rango de
primer tango canción –dejando atrás a Contursi- de acuerdo a las nuevas pautas del
tango romanza, para ser presentado en el sainete Delikatessen y cantado por la
actriz María Esther Podestá.
No se les ocurría
el nombre. Caminando una noche, tratando de hallarlo, Linnig vio a una linda morocha
que los miraba desde la vereda de enfrente.
-Mirá esa
milonguita… –le dijo a Delfino.
Y éste lo palmeó,
alegre: -¡Encontraste el nombre…!
Muchos dicen que
Milonguita fue, realmente, el primer tango canción. En fin, motivo de debates para otro
día. Pero lo cantó y grabó Gardel, ¡y de qué modo!,
convirtiéndolo en un éxito
internacional, superior a Mi noche triste.
Delfino no paró y
el éxito jamás lo abandonó. Escribió más de doscientos tangos,
entre los que no se puede
ignorar, además de los ya mencionados, Aquel tapado de armiño,Araca corazón,
Dicen que dicen, No le digas que la quiero, Otario que andás
penando,Padre Nuestro,
Talán, talán, Suburbio y Ventanita florida.
Escribió decenas de
obras para teatro y guiones de cine, colaboró con Gardel en Luces de Buenos Aires,
actuó en Ronda de estrellas, 1938, de Jack Davison y dirigió la
música de otros numerosos
filmes.
Se le considera un
continuador de la renovación iniciada por Arolas, Bardi y Cobián y un precursor de De
Caro.
Murió el 10 de
enero de 1967. Tristemente, unos años antes la vida, a veces tan
injusta,lo había castigado
de la peor manera: quedó ciego.