Mangana: "A Mursi no le dieron tiempo de gobernar"
05.07.2013 | 11.24
Espectador.com
La experta en Asuntos Árabes e Islámicos,
Susana Mangana, visitó En Perspectiva para analizar el final abrupto de
la primera experiencia democrática en Egipto, lo que denominó como "un
golpe de Estado cívico militar contra el presidente Mohamed Mursi".
En Egipto, el Ejército, sobre el cual ha girado la historia moderna del país, recobró su protagonismo y encabezó un “golpe de Estado cívico militar” que derrocó “al primer presidente civil elegido en las urnas” además de descabezar a la Hermandad Musulmana.
El creciente giro islamista del Gobierno de Mursi había provocado una división brutal en la sociedad egipcia, situación que llevó a que millones de personas festejaran su caída, llenando una vez más la legendaria Plaza Tahrir en El Cairo y otras calles en varias ciudades del país.
Por ahora, las grandes potencias de Occidente siguen la evolución de los acontecimientos, sin condenar o apoyar el golpe de Estado.
Mangana comenzó comentando que hay tres grandes críticas que han caído sobre el presidente Mursi y que han desatado esta situación: “Los miembros de la oposición, que no son islamistas, tildan a Mursi de haber colocado a sus seguidores en puestos claves y de no haber abierto la cancha a otros grupos”.
Por otro lado “los liberales entienden que Mursi era una marioneta, una rueda de repuesto y que llegó a poder porque era la única opción que había y se optó por él a regañadientes por no querer al viejo régimen de Hosni Mubarak”, indicó.
“Estas personas entienden que Mursi fue un títere en manos del guía espiritual de los Hermanos Musulmanes, heredero de un paradigma muy antiguo y lo acusan de no haberse ocupado de mejorar la economía y volver a darle aliento para atraer inversiones y capitales”, agregó Mangana.
La tercer crítica al depuesto mandatario, señalada por la experta en Asuntos Árabes e Islámicos, es “la oposición de los islamistas que quisieran ver más y mejor Islam y que acusan a Mursi de ser demasiado blando. Dicen que este presidente se perdió la oportunidad histórica de apropiarse de la revolución y que tendría que haber organizado un comité coordinador revolucionario”.
A estos tres aspectos, explicó Mangana, hay que sumarle “el componente económico” porque “la gente no hubiera justificado su oposición si hubiera podido vivir más holgada en este año de Gobierno”.
“Egipto es un país que tiene casi 90 millones de habitantes en donde un 65% son jóvenes de hasta 21 años que ni estudian ni trabajan, la mayoría han hecho de esto una suerte de movimiento por la vida, estando en la calle, sacando a Mubarak y ahora a Mursi”, relató Mangana.
“Yo no digo que no lleven razón pero deben ir al fondo de la cuestión porque esa misma clase media joven que derrocó a Mubarak ahora le exige a los militares que intervengan para sacar a un presidente que dicen que no es un buen demócrata”, señaló.
“Los jóvenes no quieren seguir viviendo de recuerdos quieren tomar las riendas de su presente y su futuro. Lo malo es que cuando se está en estado de agite y efervescencia eso no permite que las cosas se tranquilicen y se termina en cosas como estas. A Mursi no le dieron tiempo de gobernar”, explicó.
Interrogada sobre cómo definir los hechos que ocurrieron en Egipto, Mangana no dudo en definirlos como “un golpe de Estado cívico militar”.
“Se sabía de que extracción político-religiosa venía el presidente Mursi se. Aquellos que lo votaron, más de 13,5 millones de personas, sabían quién era. Los egipcios conocen bien a los Hermanos Musulmanes como organización”, dijo Mangana.
“Si se quieren buscar quiebres lingüísticas para no llamar a las cosas por su nombre, eso es una cosa, pero si se sacan tanques a la calle, se cierra la televisión estatal, el comandante en jefe de las FFAA dice que a partir de ahora Mursi ya no es más el presidente, detienen a la cúpula de los Hermanos Musulmanes, tienen bajo arresto domiciliario al depuesto presidente, disuelven el senado y derogan la Constitución es un golpe de Estado”, indicó la experta en Asuntos Árabes e Islámicos.
Este golpe “tiene características muy especiales y por eso es interesante de ver. Buena parte de la sociedad festeja que se sacó de encima a un presidente que no era inclusivo, según ellos, no muy democrático, etcétera. Acto seguido llama al Ejército para solucionar la situación, convoca a una institución que no está entrenada para pensar de manera democrática”, sentenció.
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