Cuando se van a cumplir 50 años del golpe de Estado militar, varias grabaciones revelan que Estados Unidos pensaba en invadir Brasil para deponer al presidente João Goulart
Felipe Vanini / Marina Rossi São Paulo 7 ENE 2014
El País de Madrid
Casi 46 días antes de ser asesinado en Dallas (Texas), John F.
Kennedy contempló durante varias reuniones celebradas en la Casa Blanca
una posible intervención militar de Estados Unidos en Brasil para
deponer al presidente João Goulart, más conocido como Jango.
El autor de la revelación es el periodista y columnista de los periódicos Folha de S. Paulo y O Globo, Elio Gaspari, que localizó un archivo de audio de una reunión de dos días celebrada en la residencia presidencial – del 7 al 8 de octubre de 1963 - en el que el entonces presidente demócrata debate la situación de Brasil y de Vietnam y pregunta al ex embajador norteamericano en Brasilia, Lincoln Gordon, sobre una posible intervención. “¿Cómo ve la situación? ¿Sería aconsejable una intervención militar?”, cuestiona Kennedy.
Según Marcos Vinícius de Freitas, profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad Armando Álvares Penteado (Faap), Washington consideraba que la influencia comunista crecía de manera desproporcionada en la región y recuerda una conversación que mantuvo con Gordon quien, tras dejar el servicio diplomático, fue rector de la Universidad John Hopkins.
“Gordon reveló que los estadounidenses consideraban que, una vez bajo la esfera comunista, el proceso de retorno al capitalismo era irreversible”, asegura Vinícius de Freitas. “Las empresas estadounidenses también habían apostado por la inversión en Brasil después de la Segunda Guerra Mundial y la propuesta de Jango de gravar con un 10% las remesas de las multinacionales en el exterior era una afrenta para esos intereses.”
En opinión de Luiz Antonio Dias, profesor de Historia de Brasil en la Universidad Católica de São Paulo, Estados Unidos estaba en un compás de espera, esperando el desenlace de los acontecimientos en el país. Recuerda que la Administración de Kennedy, después de fracasar en la desestabilización del régimen cubano, no podía permitir el surgimiento de un nuevo foco comunista y menos en el país más grande de Suramérica. “Enseguida, lo que sucedió fue que la realidad interna coincidió con los intereses estadounidenses. Solo hubo apoyo logístico y envío de material bélico, como ya se sabe por la amplia documentación disponible, no una intervención militar directa, como en Chile”, dice.
El encuentro en la Casa Blanca respondía a las inquietudes que suscitaba la situación brasileña. João Goulart era el vicepresidente de Jânio Quadros que, el 25 de agosto de 1961, renunció al cargo. Como Jango estaba en una misión diplomática en China por esas fechas, los ministros militares intentaron impedir que tomara posesión como presidente ya que lo veían como una amenaza por sus vínculos con el Partido Comunista Brasileño (PCB) y con el Partido Socialista Brasileño (PSB).
Liderada por el gobernador de Rio Grande do Sul, Leonel Brizolla, comenzó la Campaña de Legalidad, movilizando al Estado en defensa de Jango. Con la condición de que el Congreso aprobase el establecimiento de un régimen parlamentario, Jango tomó posesión el día 8 de septiembre de 1961, teniendo como primer ministro a Tancredo Neves.
Los estadounidenses temían que Jango ampliara la plataforma gubernamental con la presencia de la izquierda y siguiera los pasos de Fidel Castro. La situación era complicada. Además, la economía estaba debilitada por una serie de factores, entre ellos, una alta inflación. La oposición creciente de los militares al Gobierno culminó, entre la noche del 31 de marzo de 1964 y el primero de abril, en un golpe militar que llevó Jango a exiliarse en Uruguay y ser privado de sus derechos durante 10 años.
Poco tiempo después, Jango huyó a Argentina, donde murió, según la historia oficial, víctima de un ataque cardíaco, el 6 de diciembre de 1976, aunque siempre se sospechó que fue envenenado dentro del marco de la Operación Cóndor. Por eso, en noviembre del año pasado, el cuerpo del ex presidente fue exhumado por orden de la Comisión Nacional de la Verdad para investigar las causas de su muerte. En diciembre, sus restos mortales fueron enterrados por segunda vez en su ciudad natal, São Borja, en Rio Grande do Sul, y se le rindieron honras de jefe de Estado.
El profesor Luiz Antonio Dias recuerda que, aunque aún no haya sido encontrada ninguna evidencia material irrefutable, la historiografía nacional reconoce que había planes para asesinar a Jango y que su muerte podría haber sido obra de la Junta Militar brasileña. Uno de los testimonios en ese sentido es del ex-agente del servicio secreto uruguayo Mario Neira Barreto, como se asegura en el documental Dossier Jango.
Grabaciones clandestinas
La Biblioteca Kennedy hizo públicas las grabaciones de esos encuentros de 1963 en su página web hace casi un año como parte del conjunto de registros clandestinos hechos por el propio Kennedy de todas sus reuniones desde 1962 y fue precisamente su reunión con Gordon la que dio comienzo a la serie.
Después de que el embajador hablase sobre eventuales colaboraciones culturales entre Brasilia y Washington, Kennedy lo interrumpe con la pregunta: “¿Vamos a tomar pronto alguna decisión para presionarlo?”, refiriéndose a João Goulart. “¿O qué debemos hacer, nada?”. Gordon, entonces, avanza dos planes: “O Goulart abandona su imagen [de izquierdista] y se resuelve pacíficamente. O tal vez no de forma tan pacífica y lo sacamos del poder contra su voluntad”.
Jango no tenía motivos para desconfiar de Kennedy. A comienzos de 1963, Brasil acordaba con Estados Unidos un préstamo de cerca de 400 millones de dólares, de los cuales el Gobierno brasileño solo recibiría una quinta parte. Además, como prueba de la buena relación entre ambos gobiernos, Jango y su mujer, Maria Thereza, habían sido recibidos por John y Jacqueline Kennedy en la Casa Blanca.
En el golpe militar de 1964, la intervención militar estadounidense acabó siendo innecesaria. La pérdida de apoyo del Gobierno, su indecisión y la traición de algunos hombres de su confianza, además del afianzamiento de los militares, contribuyeron a la destitución de Jango.
Las revelaciones de Gaspari figurarán en la versión ampliada de su libro A Ditadura Envergonhada (Una dictadura avergonzada), que narra el régimen dictatorial vivido en Brasil entre 1964 y 1985 y que será relanzado en febrero.
El autor de la revelación es el periodista y columnista de los periódicos Folha de S. Paulo y O Globo, Elio Gaspari, que localizó un archivo de audio de una reunión de dos días celebrada en la residencia presidencial – del 7 al 8 de octubre de 1963 - en el que el entonces presidente demócrata debate la situación de Brasil y de Vietnam y pregunta al ex embajador norteamericano en Brasilia, Lincoln Gordon, sobre una posible intervención. “¿Cómo ve la situación? ¿Sería aconsejable una intervención militar?”, cuestiona Kennedy.
Según Marcos Vinícius de Freitas, profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad Armando Álvares Penteado (Faap), Washington consideraba que la influencia comunista crecía de manera desproporcionada en la región y recuerda una conversación que mantuvo con Gordon quien, tras dejar el servicio diplomático, fue rector de la Universidad John Hopkins.
“Gordon reveló que los estadounidenses consideraban que, una vez bajo la esfera comunista, el proceso de retorno al capitalismo era irreversible”, asegura Vinícius de Freitas. “Las empresas estadounidenses también habían apostado por la inversión en Brasil después de la Segunda Guerra Mundial y la propuesta de Jango de gravar con un 10% las remesas de las multinacionales en el exterior era una afrenta para esos intereses.”
En opinión de Luiz Antonio Dias, profesor de Historia de Brasil en la Universidad Católica de São Paulo, Estados Unidos estaba en un compás de espera, esperando el desenlace de los acontecimientos en el país. Recuerda que la Administración de Kennedy, después de fracasar en la desestabilización del régimen cubano, no podía permitir el surgimiento de un nuevo foco comunista y menos en el país más grande de Suramérica. “Enseguida, lo que sucedió fue que la realidad interna coincidió con los intereses estadounidenses. Solo hubo apoyo logístico y envío de material bélico, como ya se sabe por la amplia documentación disponible, no una intervención militar directa, como en Chile”, dice.
El encuentro en la Casa Blanca respondía a las inquietudes que suscitaba la situación brasileña. João Goulart era el vicepresidente de Jânio Quadros que, el 25 de agosto de 1961, renunció al cargo. Como Jango estaba en una misión diplomática en China por esas fechas, los ministros militares intentaron impedir que tomara posesión como presidente ya que lo veían como una amenaza por sus vínculos con el Partido Comunista Brasileño (PCB) y con el Partido Socialista Brasileño (PSB).
Liderada por el gobernador de Rio Grande do Sul, Leonel Brizolla, comenzó la Campaña de Legalidad, movilizando al Estado en defensa de Jango. Con la condición de que el Congreso aprobase el establecimiento de un régimen parlamentario, Jango tomó posesión el día 8 de septiembre de 1961, teniendo como primer ministro a Tancredo Neves.
Los estadounidenses temían que Jango ampliara la plataforma gubernamental con la presencia de la izquierda y siguiera los pasos de Fidel Castro. La situación era complicada. Además, la economía estaba debilitada por una serie de factores, entre ellos, una alta inflación. La oposición creciente de los militares al Gobierno culminó, entre la noche del 31 de marzo de 1964 y el primero de abril, en un golpe militar que llevó Jango a exiliarse en Uruguay y ser privado de sus derechos durante 10 años.
Poco tiempo después, Jango huyó a Argentina, donde murió, según la historia oficial, víctima de un ataque cardíaco, el 6 de diciembre de 1976, aunque siempre se sospechó que fue envenenado dentro del marco de la Operación Cóndor. Por eso, en noviembre del año pasado, el cuerpo del ex presidente fue exhumado por orden de la Comisión Nacional de la Verdad para investigar las causas de su muerte. En diciembre, sus restos mortales fueron enterrados por segunda vez en su ciudad natal, São Borja, en Rio Grande do Sul, y se le rindieron honras de jefe de Estado.
El profesor Luiz Antonio Dias recuerda que, aunque aún no haya sido encontrada ninguna evidencia material irrefutable, la historiografía nacional reconoce que había planes para asesinar a Jango y que su muerte podría haber sido obra de la Junta Militar brasileña. Uno de los testimonios en ese sentido es del ex-agente del servicio secreto uruguayo Mario Neira Barreto, como se asegura en el documental Dossier Jango.
Grabaciones clandestinas
La Biblioteca Kennedy hizo públicas las grabaciones de esos encuentros de 1963 en su página web hace casi un año como parte del conjunto de registros clandestinos hechos por el propio Kennedy de todas sus reuniones desde 1962 y fue precisamente su reunión con Gordon la que dio comienzo a la serie.
Después de que el embajador hablase sobre eventuales colaboraciones culturales entre Brasilia y Washington, Kennedy lo interrumpe con la pregunta: “¿Vamos a tomar pronto alguna decisión para presionarlo?”, refiriéndose a João Goulart. “¿O qué debemos hacer, nada?”. Gordon, entonces, avanza dos planes: “O Goulart abandona su imagen [de izquierdista] y se resuelve pacíficamente. O tal vez no de forma tan pacífica y lo sacamos del poder contra su voluntad”.
Jango no tenía motivos para desconfiar de Kennedy. A comienzos de 1963, Brasil acordaba con Estados Unidos un préstamo de cerca de 400 millones de dólares, de los cuales el Gobierno brasileño solo recibiría una quinta parte. Además, como prueba de la buena relación entre ambos gobiernos, Jango y su mujer, Maria Thereza, habían sido recibidos por John y Jacqueline Kennedy en la Casa Blanca.
En el golpe militar de 1964, la intervención militar estadounidense acabó siendo innecesaria. La pérdida de apoyo del Gobierno, su indecisión y la traición de algunos hombres de su confianza, además del afianzamiento de los militares, contribuyeron a la destitución de Jango.
Las revelaciones de Gaspari figurarán en la versión ampliada de su libro A Ditadura Envergonhada (Una dictadura avergonzada), que narra el régimen dictatorial vivido en Brasil entre 1964 y 1985 y que será relanzado en febrero.
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