Escritor y periodista Julio Dornel
Onesio
Rocha, Wagner Priliac, Olivera, Gonzales y Samuel Priliac (h).
Mientras
se fueron multiplicando las tarjetas, los saludos, las felicitaciones
y los regalos con motivo del nuevo año, surgen las reiteradas
interrogantes sobre lo que podrá depararnos este 2014 tan
globalizado como nunca en la historia de la humanidad y donde resulta
muy difícil elegir el camino que deberemos tomar en los próximos
días. Quiérase o no, nadie quedará al margen de los grandes
cambios que con velocidad supersónica se producirán en el
transcurso del nuevo año.
Culmina
el 2013 y como suele suceder nos detenemos ante el teclado con la
intención de realizar un breve balance de estos 365 días. Sin
embargo rechazamos la idea que nos llevaría mucho espacio para
analizar temas que ustedes conocen de primera mano. Alegrías,
amarguras y sufrimientos que forman parte de la propia esencia de
toda comunidad y quienes hacen EL ESTE diariamente van acumulando
esos acontecimientos palpitando en cada noticia sin tener en cuenta
los triunfos ni las derrotas porque ese es el papel que nos reserva
la sociedad como medio de comunicación. EL ESTE ha sido testigo y
protagonista de muchos acontecimientos que jalonaron la vida
fronteriza y quedarán como páginas sueltas que servirán algún día
para conocer mejor nuestra identidad popular.
Un
año significa muy poco para evaluar el desarrollo de una población.
Por ese motivo retrocedemos una década para ver cuáles eran las
aspiraciones populares que preocupaban a la sociedad fronteriza. Es
curioso que algunos temas que preocupaban a los habitantes en 1997
(hace 16 años) se mantengan en la agenda de las autoridades y de la
población en general. El 27 de diciembre de 1997 recogimos la
opinión de algunas mujeres que incursionaban en distintas áreas
para conocer su visión de la realidad fronteriza y las perspectivas
para el nuevo año.
La
educacionista Susana Rocha señaló en aquella oportunidad que “Chuy
tiene muchísimas carencias en lo cultural, en la infraestructura, en
lo urbanístico y en lo social. No tenemos centros de enseñanza
técnica, faltan escuelas, no tenemos parques ni espacios verdes, no
hay teatro ni pileta de natación. La plaza de deportes es chica y
carente. El gimnasio está en camino. Las calles dejan mucho que
desear, el alumbrado público ni que hablar, la limpieza es
insuficiente, hay basura por doquier, no hemos encontrado soluciones
para la avenida Internacional, no tenemos casa cuna, no hay control
sobre los niños de la calle, ni autoridades del INAME radicadas, ni
locales donde los atiendan. Estas son algunas de nuestras carencias,
sin tocar otros temas como la droga, la violencia familiar y la
desocupación fuera de temporada. Sería necesario –dijo Susana
Rocha- que toda la comunidad a través de sus representantes
naturales y fuerzas vivas se unieran para analizar estos problemas y
sus posibles soluciones”. Por supuesto que algunos de estos
problemas se han ido solucionando con el paso de los años, pero es
evidente que otros se mantienen intactos por distintas
circunstancias. Debemos reconocer que Chuy ha logrado cosas
importantes en los últimos años, pero también ha perdido otras
cuyo valor es incalculable cuando ponemos en la balanza los afectos,
los recuerdos, las reuniones informales y los encuentros fortuitos
que hoy a la distancia van alimentando la nostalgia.
Un
lector de estas páginas radicado en Noruega nos señalaba que
prefería quedarse por aquellos pagos, ante la seguridad de que en su
regreso no encontraría el Chuy que dejó en la década del 70. Con
el efecto de una avanzada Noche Buena se dejaba llevar por la
nostalgia para mencionar lugares, situaciones y personajes
desaparecidos. Cuántos
recuerdos y episodios de aquella “década de oro” con el OPEL en
la tradicional esquina de la Avenida Internacional y Laguna de Los
Patos, EL PALENQUE frente al Estadio Samuel Priliac, PARRILLADA
PAMPAS frente al Baratillo, el Cine de Lasa, MI CASA y algunos
boliches donde recalaban los pocos habitantes de la “aldea”. Sin
embargo los tiempos fueron cambiando y también las peñas semanales
empezaron a espaciarse ante la ausencia de los parroquianos. Se vivía
una época de bonanza y felicidad que parecía eterna, con un
ambiente fermental en lo cultural impulsado por Jesús Perdomo,
Wilkins Machado, Rondan Martínez, Jorge Calvette, el Pocho Techera y
varios jóvenes que buscaban su espacio como el Pico Decuadra,
Alcides Romero, Rul Antúnez, Duverlí Rodríguez, Dany Acosta y el
Bico Decuadra. Claro, ese Chuy no tenía duplicado y se perdió
definitivamente. Ahora son otras las prioridades. Ni mejor ni peor,
simplemente distintas, mientras en otro terreno se pretende cambiar
para que todo siga igual, es lo que hay valor... (Nota ya publicada
en El Este)
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