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jueves, 14 de mayo de 2015

MARY URSE: “LA TOPADORA”. LA IMPORTANCIA DEL NOMBRE. Por Julio Dornel.




                          Escritor y periodista Julio Dornel


Hace algunos años, el Profesor Rosalío Pereyra, publicaba en EL ESTE, una columna memorable sobre la importancia del nombre que llevan las personas, señalando con una frase de Carlyle que “el nombre es el primer vestido que se le pone al visitante de la tierra”. Una frase ingeniosa que nos permite imaginar la única vestimenta que protege al recién nacido y que deberá llevar durante su existencia, sin consulta previa tras las palmadas de rigor. Señala luego el profesor Pereyra que “apenas ha lanzado su primer vagido, inaugurando su pasaje por la tierra, los parientes y los amigos que llegan a conocerlo, después de asignarle los correspondientes y aún riesgosos parecidos, inquieren, irremediablemente por su nombre”. Debemos coincidir con el ilustre profesor de que el nombre viene a ser como la etiqueta del frasco que nos indica el contenido del mismo.  Sin embargo no basta con el nombre del medicamento, hay que seguir las indicaciones del médico y tomarlo las veces que sean necesarias. Claro, no todos resultan agradables. Puede que no gusten al “paladar” de muchos que prefieren otros sabores, otros discursos, otras promesas que endulzan los oídos. Algo similar sucedió con Mary, si Mary Urse la alcaldesa, que un día abandonó los pagos de San Cono, en busca de nuevos horizontes, para recalar sobre esta línea divisoria tan hospitalaria y generosa como su gente. Le puso el cuerpo y el alma a las dificultades en una lucha titánica por la sobrevivencia familiar, atendiendo sin titubear una “casa de mala reputación” en la década del 80, donde la conocimos   y tuvimos la oportunidad de realizar nuestro primer reportaje para Canal 4 Televisora Color de CHUY. Allí nos enteramos que había nacido en Florida, allá por el 54 y que recién a los 15 años había conocido a su padre. “Fuimos al Colegio San José, que ya no existe, culminando secundaria en Nuestra Señora del Huerto y el liceo público. Las circunstancias económicas truncaron nuestros estudios y apuntamos de inmediato al trabajo en una panadería, cuidar niños, vender libros y realizar limpiezas domiciliarias. Con mis primeros ahorros pude comprarme unas botas último “modelo” y ayudar un poco al sustento familiar. Soportamos desde la adolescencia la violencia domestica y la carencia de cosas elementales, teniendo en cuenta que éramos 7 hermanas y 2 varones. Desde temprana edad comenzamos a vivir los avatares de la política en un comité del Partido Nacional que dirigía mi mamá, observando de cerca las dificultades del pobrerío para ir tirando, y en el mejor de los casos llegar hasta  fin de mes. De esta manera fuimos formando nuestra personalidad junto a los más necesitados, admirando al dirigente blanco Wilson Ferreira Aldunate.  Formábamos equipos juveniles que recorrían los barrios de Florida recaudando fondos para comprar leche y túnicas para los hogares más carenciados. Entre los recuerdos imborrables de aquella época llena de dificultades, recordamos con mucho cariño el “festejo pobre” de mis 15 años, cargados de sueños juveniles. Cumplidos los 18 años, y por compartir las ideas pregonadas por  el líder nacionalista sobre las igualdades sociales nos fueron relegando por reclamar derechos de la sociedad marginada. Vino luego la represión, fui detenida y confinada varios meses en un cuartel y en la cárcel departamental, debido a los problemas que suelen generar las ideas políticas. Antes de llegar a Chuy, compartimos algunos años entre las ciudades de Rocha y Castillos, teniendo la oportunidad de ir conociendo gente de todos los niveles. Ya en la frontera, no podemos olvidar al dirigente local Ademar Muñoz de la lista 504 que nos tentaba con la posibilidad de integrarnos a su sector político. Tampoco podemos olvidar nuestra actividad de vendedora ambulante sobre la avenida Internacional, taxi pirata, comidas al paso y sobre todo nuestro trabajo nocturno en algunos boliches y propietaria de una whiskería. Por haberlo vivido en carne propia, sabemos que la política tiene sus avatares, que solo pueden sobrellevar quienes sienten y ven las dificultades que sufren las clases más necesitadas”. Han pasado 27 años de aquel reportaje y Mary ha llegado nuevamente  a la alcaldía del municipio fronterizo. Sabe donde están sus amigos y sus adversarios. Conoce los límites que separa la gratitud de la envidia. “Poco importan en estos momentos los comentarios adversos y los “palos” que recibimos diariamente por sostener nuestras ideas. Tenemos otras metas más elevadas que van más allá del egoísmo de nuestros adversarios. Nos gusta ayudar y tender la mano a los más necesitados, con la seguridad de que vamos a dormir con la conciencia tranquila”. Así es Mary Urse, “LA TOPADORA” municipal, que se quebró en el festejo con su gente, pero recordando de paso que “nuestros votos hicieron posible el triunfo de nuestro Intendente (Anibal Pereyra). Somos conscientes de que deberemos duplicar nuestro trabajo para cumplir con lo prometido durante la campaña electoral. Si es necesario volveremos a la calle para escuchar nuevamente a la gente y tomar sus reclamos como lo hiciéramos cuando golpeamos sus puertas para pedirles el voto. Estamos muy felices con el triunfo, ha sido el mejor regalo que hemos recibido en el Día de la Madre”.

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