Senador José Carlos Cardoso
Los acontecimientos sucedidos en la educación en la última semana no
dejan de sorprendernos. La actitud del gobierno de llevar adelante una
decisión como la de la esencialidad aparece como absolutamente
desproporcionada. Es así más allá de los reclamos de la necesidad y del
interés colectivo de que los días de clase se cumplan, de que el Uruguay
pueda superar las setecientas horas de clases por año, de que marchemos
a un ritmo de trabajo adecuado a lo largo del año lectivo.
Más allá
de ese interés, avanzar en un proceso como el que puso en marcha el
gobierno es realmente sorprendente, por decir lo menos.
La
esencialidad en la educación es inaplicable más allá de la discusión
legal o jurídica de si el gobierno está o no habilitado a decretarla. En
los hechos es inaplicable y la política justamente resuelve hechos y lo
hace a partir de una actitud realista.
La naturaleza del
decreto de esencialidad es que el gobierno obliga al funcionario a
cumplir la función y si se negara a hacerlo puede resolver el problema
por otra vía.
Puede declarar esencial el servicio de bomberos y si
los bomberos no se presentan a trabajar puede enviar al ejército a
cumplir esa función.
Pero el gobierno no puede sustituir a los
docentes y los sindicatos, enterados de esta situación, tensaron la
piola y por lo tanto hicieron caer al gobierno en lo que no debió haber
caído, que es el que no se cumplan sus resoluciones.
El concepto de
la legalidad en el gobierno es muy relevante para nosotros. Podemos
discrepar con el presidente pero tenemos que cuidar que cuando tome
decisiones estas se puedan cumplir.
Pero en este caso es el
gobierno el que no cuidó, el que no advirtió que tenía que actuar con
mucho cuidado y con una mano firme y a la vez serena para avanzar en el
diálogo con los docentes que están discutiendo por salario.
Debe
hacerlo justamente cuando terminan las acciones que el Poder Ejecutivo
tiene en sus manos para presentar el presupuesto en el Parlamento.
Estamos en el momento de inflexión, el momento justo para la discusión.
La lucha y la discusión no son antojadizas, más allá de los contenidos ,
ese es otro asunto, todavía no quiero ir al fondo de la cuestión.
¿Es momento o no de que los docentes tensen el debate por sus salarios?
Por supuesto, este es el momento porque el gobierno está cerrando la
presentación presupuestal al Parlamento.
Después que lo haga se
abrirá otro debate a nivel de los legisladores pero todos sabemos que
allí los márgenes son menores. Había por lo tanto una lógica en la
reacción docente discutiendo el presupuesto y su salario.
No hubo
un sentido del equilibrio y la sensatez de parte del gobierno y no
sabemos cómo el Dr. Vázquez se asesoró. No sabemos por qué actuó así,
cuál fue la razón que lo llevó a plantear una decisión de esta
naturaleza que lo ataba de manos. Si los docentes desconocían la
esencialidad, como aconteció, el gobierno quedaba sin capacidad de
reacción.
¿O creemos acaso que el gobierno está en condiciones de
aplicar sanciones a seis, siete, ocho mil docentes? ¿O cree alguien
sensatamente que los docentes pueden ser sustituídos?
El panorama
es absolutamente desolador . Este enfrentamiento tiene obviamente una
matriz política porque es una pulseada entre los docentes, los
sindicatos y el gobierno. Acá vab a ganar los sindicatos, está
clarísimo, porque el gobierno no tiene margen de maniobra .Va a tener
que retroceder , darán una explicación ,encontrarán un punto para
explicarle a la opinión pública por qué lo hicieron pero van a tener que
ceder.
Hemos perdido tiempo , el gobierno ha perdido autoridad y
no es bueno que un gobierno pierda autoridad. Aunque no sean de mi
partido a mi me interesa que los gobiernos sean respetados.
Pero
para ser respetado hay que hacerse respetar y hacerse respetar no es
blandir una espada. Hacerse respetar es tomar decisiones sensatas que en
este caso el gobierno no adoptó.
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