Recientemente algunos análisis políticos que considero serios revelaban un dato interesante. Ante la clásica pregunta de qué se votaría si las elecciones fueran el domingo que viene, se observa un fuerte descenso en las respuestas que se inclinan por el Partido Nacional (PN, de aquí en más) y un amento de quienes se inclinan hacia el Frente Amplio (FA, de aquí en más). Sin embargo el aumento de apoyo al FA es de menor magnitud que el descenso del apoyo al PN. La explicación que se da es que hay quienes votaron al PN que hoy se declaran indecisos y también quienes ahora muestran preferencia por otros partidos de la coalición multicolor.
La coalición multicolor ha mostrado carecer de lazos de cohesión mínimos en sus posiciones, así como en su funcionamiento (sin instancias de coordinación), como en la toma de decisiones, que las toma sistemáticamente el herrerismo, de manera frecuentemente inconsulta o no contemplativa de otras opiniones No es ninguna exageración decir que el único punto en común entre todos los integrantes de la coalición de gobierno es no ser el FA y oponerse al FA.
Ante tal panorama, es de esperar que los partidos de la coalición intenten en la primera vuelta de las próximas elecciones nacionales sumar más votos que sus demás “socios”, para, en caso de haber segunda vuelta, convocar en ella a una nueva coalición, pero donde el eje puede ya no ser el PN, sino otro de los partidos involucrados. No decimos que eso vaya a pasar, sino que es un escenario que seguramente más de uno imagina en su fuero íntimo, y que ello probablemente incida en sus decisiones.
En particular, desde el surgimiento de Cabildo Abierto (CA), parecía evidente que Guido Manini Ríos intentaría ser quien encabezara la coalición en la próxima elección. Su actitud frente al gobierno, de apoyar pero con manifestaciones críticas y en alguna ocasión muy aislada llegando a marcar diferencias en el Parlamento, parece plenamente consistente con esa suposición. CA se ha presentado como una mezcla de votantes (y uno pocos dirigentes) de extracción popular, con votantes y dirigentes de ultraderecha (incluso con cercanías al neofazismo, en particular en su ambigua postura frente a los responsables del Terrorimo de Estado), con votantes y dirigentes de discurso populista de derecha (pero menos radicales que los anteriormente mencionados). Esa composición se ha visto desafiada por distintos problemas. Por ejemplo, las posturas más de derecha le han llevado a votar con las dos manos el ajuste fiscal profundamente regresivo del gobierno, pero sus componentes más populistas exponen luego la necesidad de medidas para atenuar las graves consecuencias de dicho ajuste ( pérdida de salario real, pérdidas de empleo, gran parte de la población endeudada, etc.). No es fácil congeniar esas posturas ante la lógica pregunta de si no sería más simple oponerse a una política económica tan regresiva, pero de alguna manera, CA ha intentado dar un paso en una dirección y en otra, en varias ocasiones.
CA nació además con un discurso de confrontación a los vicios del sistema político y en lo que va de este gobierno, ha reiteradamente incurrido en todos esos mismos vicios: clientelismo, colocación de seguidores en la administración pública, etc. El más reciente episodio que llevó a la destitución (aunque formalmente presentada como renuncia, es claro que fue una remoción decidida por Lacalle Pou) de Irene Moreira de su cargo de ministra, tras haber entregado viviendas de forma directa a allegados, es quizás uno de los ejemplos más claros y que pueden afectar más duramente a CA y a las aspiraciones de Manini. No sólo porque mancha a alguien obviamente cercana, no sólo porque pone en franca cuestión su discurso inicial, sino por cómo afecta su calendario electoral.
En efecto, es obvio que si Manini tiene aspiraciones a ser el nuevo líder de la coalición, tiene que cortar amarras con este gobierno durante el 2023. Sino, arrastrará consigo los descontentos que este gobierno genere, pero sobre todo, no le dará el tiempo para generar una imagen autónoma, creíble y seguirá siendo visualizado por la mayoria de la población como una oferta secundaria frente a la del PN.
Manini necesita “abrirse”. Pero obviamente, hacerlo a raíz de la destitución de su sra. esposa, como amenazó recientemente, es absolutamente inviable, pues es imposible hacer lucir elegante y de principios una salida motivada por la remoción de un familiar del líder.
Por la tanto, en una Coalición que luce muy abierta, con cada partido elaborando sus estrategias, CA luce encerrado. Tiene a lo más 6 meses para mostrase como una opción diferente y autónoma respecto a sus socios de la coalición y sobre todo del PN, saliendo del rincón de los nostálgicos de las botas, con una propuesta que luzca centrada en construir futuro y corregir las enormes desigualdades que las políticas económicas de este gobierno, que CA apoyó, han generado en el Uruguay.
Dr. Gonzalo Perera- Prof. Gr. 5
FORMADOR DE LICENCIADOS EN URUGUAY Y EL EXTERIOR
HA VIVIDO Y TRABAJADO EN FRANCIA Y VARIOS OTROS PAÍSES.
ANALISTA POLÍTICO. COLUMNISTA
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