La zona forma parte de un espacio ocupado tempranamente, antes de la fundación de la Villa de Rocha.
La existencia de buenas pasturas abundantemente regadas por numerosos cursos de agua que descendían de las sierras influyeron para ello.
Reivindicadas por el viejo poblador Martin Soroa, la propiedad pasó luego a manos de Miguel Antonio Zelayeta, con la aquiescencia de las autoridades coloniales.
Con la fundación de Rocha, el citado Zelayeta pasa a convertirse en su primer Alcalde, y ubicado en la zona con su familia, establece allí la oficina de la Alcaldía. Le sucede a este su nutrida familia, repartiedose entre susu distintos integrantes esta gran extensión.
Superada la primera mitad del siglo xix y restablecido el orden dominial de la campaña, dichas tierras pasan en parte a propiedad de Doña María Bia (Vía) Correa Techera, de familia del norte del Departamento y heredera de considerable fortuna.
Era casada con su primo, el Cnel Julio Jacinto Martínez, quien a partir de los años 1870, comienza a tener un protagonismo político y militar, con clara ambición de lograr posiciones de liderazgo en la Villa.
Con la creación del Departamento se proyecta como el primer Jefe Político y de Policía, situación que resulta frustrada, en un primer momento, por diversos motivos; no obstante mantiene posiciones de privilegio al punto de constituirse más tarde en el 2do Jefe Político, y luego obtener el grado militar de Coronel.
El citado matrimonio establece su residencia en la zona, en una gran casa - quinta conocida desde siempre como “La Cabaña”.
Pronto dicha residencia se convierte en un punto obligado de reuniones, y diversos acontecimientos sociales de la Villa.
Sus dueños tratan de darle un marcado relieve con aportes exóticos en su forestación y jardines. Habitaban allí también animales desconocidos como ser avestruces africanas.
Desde los primeros tiempos, (fines del siglo XIX) se desarrollaban en ese entorno competencias de caballos, y, novedosamente, de vehículos de dos ruedas, como sulkis, tilburys, etc.
Ellos daban lugar a reuniones numerosas , promovidas por el matrimonio Martínez-Correa.
Paralelamente, se va creando allí un espacio productivo con plantaciones como la vid, actividades netamente granjeras como las aves de corral, la leche, etc. Se comienza a habla entonces de la “Granja Miní”.
Fue en ese lugar donde los rochenses vieron por primera vez un Globo Aerostático y un avión, y adonde llegaron los primeros intentos de Correo Aéreo.
A los efectos de vadear el arroyo en lo que se conoce como el Paso de la Estiba, se levantó un primer puente de madera que por años se conoció como “el Puente de Martínez”.
A principios del siglo xx, a la muerte del Cnel. Julio J. Martinez, su viuda e hijas se trasladaron a Montevideo, comenzando el lento proceso de abandono y deterioro de la zona.
No obstante un familiar de la citada familia, esposo de una de las hijas (Doña Tulia Martinez Correa) el Ing Agrim. Facundo Machado Saraiva, reside en la zona en su conocida casa quinta y chacra “La Foresta” en la zona alta del presente fraccionamiento.-
Importante extensión fue tempranamente forestada de eucaliptos, y explotada por primera vez en la década del 40. Constituyó una verdadera novedad el traslado de la madera que de allí se extrajo hacia la estación de ferrocarril y de allí en tren a Montevideo.
Poco a poco se llega a la instancia de la creación del Hipódromo de Rocha pasando de una simple senda recta a una pista ovoide tal como la conocemos hoy.
Este emprendimiento se desarrolla en la vieja pista de los Martínez-Correa, gestionado por una Sociedad Hípica de aficionados rochenses que organiza carreras y otros espectáculos afines.
En 1957 dichos predios fueron comprados por Enrique Buero Thevenet, heredando a su muerte, sus hijos y viuda.
En 1977, se establece la primera expresión de voluntad de la Municipalidad referida a la expropiación del bien para destinarlo a un Hipódromo.
Sucesivos trámites, culminan con un acuerdo entre el Gobierno Municipal y los propietarios.
A través de la Resolución 497/987 del 20 de julio de 1987, el citado bien (Parte del Padrón 720) pasa a dominio municipal.
La concreción de dicha iniciativa, hizo que nuevos bríos sacudieran el “Barrio del Hipódromo”.acentuándose su poblamiento.
Los años anteriores vieron a usuarios y personas relacionadas con el Turf adquirir parcelas en el flamante fraccionamiento.-
El núcleo central del mismo, lo frecuentan compositores, cuidadores, jockeys y vecinos del Centro propietarios de caballos (los Studs).
Era el viejo hipódromo, que ahora “municipalizado”, ofrecía la promesa de un nuevo impulso.
Yendo un poco hacia atrás, alrededor del año 1957, otro punto de atracción se relaciona con el barrio:
La construcción de la “Canchita Champagnat”, Parque de Deportes del Colegio D.A. Larrañaga, lo que arrimó a la zona mucha niñez y juventud de otras partes de la ciudad.
Por la misma época, un inversor y emprendedor argentino instala en las viejas y semi abandonadas instalaciones del Molino Larrañaga, sobre el arroyo, una mínima planta para el procesamiento mediante cocción, de las algas marinas de La Paloma, y la obtención del agar-agar.
De todos modos hay que concluir que el barrio tuvo sus momentos de desarrollo y estancamiento siempre en base al mayor o menor esplendor del Hipódromo.
Entrado el siglo XX comienzan a afincarse en el barrio familias relacionadas con la agricultura, desarrollando emprendimientos con el objeto de suministrar verduras y hortalizas a la población. Afincan población a la tierra, dinamizan la barriada y aportan una singularidad hasta ahora desconocida.
Néstor Sabattino es un investigador de la historia cotidiana de los rochenses,
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