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domingo, 30 de junio de 2013

Lula : ola de protestas "es saludable"

Lula : ola de protestas "es saludable"

Infobae


El ex presidente brasileño, favorito en las encuestas para los comicios del próximo año, calificó así los reclamos de mejores servicios y en contra de los gastos del Mundial 2014

Crédito foto: Reuters


"Las personas quieren más en Brasil. Más transporte, más salud, más salario, cuestionar el costo del Mundial. Creo que eso es saludable para un país que vive apenas poco más de 20 años de democracia continua", dijo en Etiopía, según divulgó el Instituto Lula.

El jefe político de la presidenta Dilma Rousseff y líder del Partido de los Trabajadores está en Adis Abeba participando de un seminario de la Unión Africana, la FAO y el Instituto Lula sobre seguridad alimentaria.

A la platea, el ex sindicalista afirmó: "En los últimos 15 días vieron por televisión que existe en Brasil mucho movimiento, marchas y protestas. Quería decirles que feliz el país que tiene un pueblo que tiene libertad para manifestarse".

"Y más aún es feliz el país que tiene un pueblo y que se manifiesta en las calles queriendo más", dijo Lula al elogiar la posición que mantuvo Dilma Rousseff frente a las protestas.

Una encuesta de Datafolha indica que la intención de voto de Rousseff para las elecciones de octubre de 2014 cayó del 51% al 30%.

En un escenario con Lula como candidato, el fundador del PT obtendría entre 45 y 46%, según publicó hoy el diario Folha de Sao Paulo.

 Fuente: ANSA

Brasil: comienzan marchas hacia un Maracaná blindado por la Policía

Brasil: comienzan marchas hacia un Maracaná blindado por la Policía


Los manifestantes se concentraron a unos dos kilómetros del estadio en Río, e iniciaron su marcha pacífica en medio de aplausos ciudadanos. Otro grupo ocupó un terreno donde se ultima la construcción de la futura sede de la Confederación Brasileña de Fútbol

Crédito foto: AFP


Miles de personas que protestan contra la Copa Confederaciones de fútbol iniciaron este domingo una marcha hacia el estadio Maracaná, de Río de Janeiro, donde más tarde las selecciones de Brasil y España jugarán la final del torneo.
Los manifestantes se concentraron en la Plaza Saens Peña, en el barrio de Tijuca, a unos dos kilómetros del estadio, e iniciaron su marcha en medio de los aplausos ciudadanos, según constató la Agencia EFE.

La protesta, hasta ahora sin incidentes, fue contenida por un grueso cordón policial desplegado un kilómetro antes del Maracaná, que además espera hoy un público de unas 70.000 personas para el partido. 

Esa manifestación está convocada por el Comité Popular de la Copa del Mundo y de los Juegos Olímpicos.

Las principales reivindicaciones de esa organización son cancelar la privatización del Maracaná, protestar por la retirada de un grupo de indígenas que ocuparon durante años el Museo del Indio, contiguo al estadio, y parar con los desalojos de inmuebles para la celebración de grandes eventos en Río de Janeiro.

Según han informado las autoridades, las calles estarán protegidas hoy por 10.600 policías y 7.400 militares, un contingente que duplica el número de agentes que habitualmente patrullan Río de Janeiro y la vecina Niterói.

Dentro del Maracaná la seguridad también fue reforzada con 1.300 guardias privados, que entre otras cosas intentarán evitar que las manifestaciones del malestar social se trasladen al interior del estadio.



Mientras tanto un grupo de unas 40 personas ocupó este domingo un terreno donde se ultima la construcción de la futura sede de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF).

Varios portales atribuyeron la acción al llamado Frente Nacional de Hinchas, que ocupó los patios externos de un edificio en reforma de la CBF que será la próxima sede nacional de la entidad y que actualmente está vacío.

Algunos de los manifestantes, que según las mismas fuentes son entre treinta y cuarenta, usaban máscaras y pañuelos para ocultar sus rostros y portaban carteles en los que se leía "Fuera FIFA" y "Fuera Marín", por el actual presidente de la CBF, José María Marín.

Los manifestantes salieron del terreno tras la llegada de la policía.

Un portavoz de la CBF dijo a EFE que no contaba con información sobre el caso, mientras que los representantes del Frente no respondieron a varias llamadas.

El edificio en cuestión está siendo remodelado para acoger la sede nacional de la CBF de cara a la Copa Mundial de Fútbol de 2014, que tendrá lugar en Brasil.



Fuente: EFE

Ecuador renuncia a acuerdos aranceralios con EE UU debido al ‘caso Snowden’

Ecuador renuncia a acuerdos aranceralios con EE UU debido al ‘caso Snowden’

El Congreso no parecía dispuesto a renovar unos acuerdos que expiraban el 31 de julio, más allá de las complicaciones añadidas por la petición de asilo de filtrador

 

Ecuador ha anunciado este jueves que ha renunciado a renovar los acuerdos comerciales con el Congreso de Estados Unidos que le otorgaban beneficios y preferencias arancelarias sobre la exportación de determinados productos a este país. La decisión, anunciada por el ministro de Comunicación ecuatoriano, Fernando Alvarado, se produce un día después de que el presidente del comité de Asuntos Exteriores del Senado, el influyente demócrata Bob Menéndez, advirtiera por escrito al Gobierno de Rafael Correa de que, si consentía en dar asilo a Edward Snowden, se encargaría de no reautorizar esos pactos.
La ruptura de estos acuerdos comerciales se produce en medio de una escalada de tensión entre ambos países a cuenta del caso Snowden. “El Gobierno de Ecuador no va a aceptar amenazas de nadie. Nosotros no nos supeditamos a los intereses económicos”, ha asegurado Alvarado. Aunque el gobierno de Ecuador sostiene que EE UU está utilizando la baza de los tratados con este país para influir en la decisión de otorgar asilo al exanalista estadounidense, el hecho es que el Congreso de este país parecía decidido a no renovar unos acuerdos que expiran el próximo 31 de julio mucho antes de que saltara el escándalo de las filtraciones. Ecuador era consciente y ha aprovechado una situación casi inevitable para sumarla a sus gestos beligerantes hacia EE UU.
El Congreso estadounidense mantiene con Ecuador dos acuerdos comerciales, el del Sistema Generalizado de Preferencias, (GSP en sus siglas en inglés) y el de Erradicación de las Drogas y Promoción del Comercio Andino (TPA). Ambos son tratados de carácter global que abarcan a muchos más Estados, a través de los que el Gobierno estadounidense potencia el crecimiento económico de países en desarrollo. En el caso concreto del TPA, en un primer momento, incluía también a Perú, Bolivia y Colombia, pero la firma de convenios de libre comercio con los tres ha dejado a Ecuador como el único miembro de ese pacto comercial. En 2012, gracias al GSP, Ecuador se benefició de 107 millones de dólares y las exportaciones de flores, atún y frutas y hortalizas le reportaron 318 millones de dólares debido a las rebajas arancelarias del TPA, de acuerdo con los datos de la oficina del Representante Comercial de EE UU.
Ecuador ha renunciado a unos importantes beneficios económicos que EE UU tampoco parecía tener mayor interés por renovar y su decisión en ningún modo perjudica a los intereses de este país ya que el único beneficiario de esos programas es el Estado sudamericano. La no renovación del acuerdo puede suponer para la industria floral ecuatoriana, que ha experimentado un crecimiento importante bajo el amparo del TPA, la pérdida de 100.000 puestos de trabajo.
“Nuestro Gobierno no recompensa a los países por su mal comportamiento. Los beneficios comerciales son un privilegio para las naciones, no un derecho. Urjo al presidente Correa a que haga lo correcto para EE UU y Ecuador y deniegue la petición de asilo a Snowden”, decía el comunicado del senador Menéndez. La decisión de renovar esos privilegios con otros países la adopta el Congreso de EE UU por razones eminentemente económicas y no políticas, advierten desde la Administración, y esa decisión, insisten, ya parecía que no iba a ser favorable para Euador en todo caso.
El caso Snowden ha provocado, sin embrago, un aumento de la retórica beligerante por parte de ambos países. El miércoles, la Embajada de Ecuador en EE UU emitía un comunicado en el que informaba de que su Gobierno había solicitado a EE UU que le remitiera por escrito las razones por las que no debía otorgar asilo a Snowden. “Mientras el Ejecutivo de Ecuador cumple con sus obligaciones, la Embajada rechaza las declaraciones de los miembros del Gobierno estadounidense con contenido dañino, falso e improductivo sobre Ecuador”.

"Soplones y seguridad; gracias, Snowden"

Soplones y seguridad; gracias, Snowden

Jesús A. Núñez Villaverde
El País de Madrid

Tanto si pasa a la historia como traidor, héroe o soplón —y al margen de sus motivaciones personales— Edward Snowden ha prestado un servicio muy valioso con su decisión de arrojar algo de luz sobre los recovecos de un intrusivo sistema gubernamental capaz de captar, registrar y, sobre todo, tratar ingentes volúmenes de información privada. En nombre de la sacrosanta seguridad, a la que todo se ha subordinado aún más desde el aciago 11-S, sabemos ahora que sistemas como el estadounidense Prisma llevan tiempo hurgando diariamente en nuestra (la de todos) más celosa intimidad a la búsqueda de datos que supuestamente nos blindan frente a las amenazas. Gracias a él sabemos también que los periodistas (sirvan los de la agencia AP como ejemplo) son objetivo prioritario de ese afán husmeador, sin detenerse en considerar el peligro que eso supone para la salud democrática. No menor es el descubrimiento de que nueve servidores de Internet han aceptado la intromisión securitaria de la Foreign Intelligence Survelillance Court en sus sistemas —¿puede sorprender eso tras conocerse que quien fue hasta 2010 responsable de la seguridad privada de datos de los usuarios de Facebook trabaja ahora para la NSA?—. En paralelo nos enteramos de que los británicos han espiado a sus propios aliados en el marco de las reuniones del G-20 y que imitan a su hermano mayor, fisgoneando en toda la información pública y privada que se transmite a través de la fibra óptica que toca su territorio.
Lo que parece la simple punta de un iceberg del que seguimos desconociéndolo prácticamente todo —apenas cabe reseñar la existencia de la red Echelon, ya desde la guerra fría, y del reciente software Riot (de Raytheon), junto a las noticias sobre el creciente activismo chino y ruso en la materia— es suficiente para entender que, como tantas veces en el pasado, se ha perdido el rumbo de algo que en su origen puede resultar justificable. La seguridad es un valor altamente deseado y a ella subordinamos diariamente otros valores. Conscientes de los riesgos que plantea caminar sin resbalones por la delicada senda de la seguridad libertad, los Estados de derecho nos hemos dotado de mecanismos de control que pretenden evitar el abuso sobre la ciudadanía. Sin embargo, es evidente que ese resbalón se ha producido hace tiempo (Guantánamo y los vuelos de la CIA son solo muestras), con numerosos Gobiernos dejándose llevar a favor de corriente. Parece haberse olvidado que los sistemas de seguridad deben servir a la libertad, en lugar de servirse de ella.
Aunque nunca lo admita públicamente, quien más agradecido tiene que estar a Snowden es el presidente estadounidense, Barack Obama. Ha sido inteligente al dar la bienvenida al debate que ha generado la filtración de Snowden, pero eso no oculta que no estaba en su agenda replantearse la existencia de unos sistemas que, por puro pragmatismo, considera útiles. También debemos estarlo los ciudadanos celosos de nuestra libertad e intimidad porque, aunque la tendencia hacia el Gran Hermano ya es imparable, al menos podemos momentáneamente imaginarnos que en algo hemos retrasado su avance.
Con información de Rodrigo Fernández (Moscú), Eva Saiz (Washington) y Soraya Constante (Quito).

El agente que sacude al espionaje mundial

El agente que sacude al espionaje mundial

Los servicios secretos más poderosos del mundo cercan al filtrador que desafió a la inteligencia estadounidense


La historia de Edward Joseph Snowden es la de un joven analista de inteligencia que decidió arriesgarlo todo para denunciar los abusos del espionaje masivo que realizan los servicios secretos de su país. La de un exempleado de la CIA que se asomó a las prácticas irregulares de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y decidió que el mundo debía conocerlas. La de un friki de la informática amante de la cultura japonesa que dejó atrás a su novia y una cómoda vida en Hawai para emprender un viaje peligroso e incierto.
Snowden ha desatado una tormenta mundial exponiendo la fragilidad de la privacidad de nuestras comunicaciones en la era digital, dejando al descubierto a los gigantes de Internet —Google, Facebook, Microsoft—, sacando los colores al presidente Obama, al premier británico Cameron, generando una crisis diplomática entre Ecuador y EE UU, y poniendo en guardia a los más potentes servicios secretos del mundo. Todo, con cuatro ordenadores portátiles, una llave USB y, en la mano, un cubo de Rubik.
Esta es la reconstrucción de la huida del hombre más buscado durante las últimas tres semanas.
Su periplo arranca en Hawai, en mayo, el día en que comunica a su superior en la compañía Booz Allen Hamilton, una de las más potentes organizaciones privadas de espionaje del mundo —muchas de ellas trabajan subcontratadas para los servicios de inteligencia nacionales de los países— que se tiene que ir durante dos semanas para tratar sus problemas de epilepsia.

A su novia Lindsay, con la que lleva cuatro años, le dice que tiene que ausentarse por unas semanas. Lindsay, una chica que practica la acrobacia, ha podido comprobar que, en los últimos meses, Snowden ha estado como ausente, y así lo reflejará en su blog. Pero tampoco tiene por qué extrañarse. Su chico trabaja en el sector de inteligencia.
El lunes 20 de mayo Edward Snowden toma un vuelo que cambiará su vida para siempre. Atrás deja su casa de Waipahu, West Oahu, Hawai. Hace cuatro meses que ha entrado en contacto con la documentalista y periodista independiente norteamericana Laura Poitras. Hace menos de un mes que ha empezado a escribirse, mediante comunicaciones encriptadas, con el bloguero norteamericano del diario británico The Guardian Glenn Greenwald. Una de las filtraciones más importantes de la historia de Estados Unidos se está gestando.
El avión en el que se embarca Snowden se dirige a Hong Kong.
“Hace bien eligiendo este destino”, cuenta por teléfono desde Hong Kong Heriberto Araújo, experto en cuestiones de ciberespionaje y autor del libro La silenciosa conquista china. “Es un territorio controlado por China, que no es país amigo de Estados Unidos, pero en el que las leyes funcionan, y de donde no iba a ser fácil sacarle”.

Sarah Harrison, mano derecha de Assange, a las puertas de la embajada de Ecuador en Londres, en junio de 2012. / Carl Court (AFP)

Snowden aterriza en la excolonia británica con una maleta negra y cuatro ordenadores portátiles. Se aloja en el Hotel The Mira, en Nathan Road, una ruidosa calle conocida por sus tiendas, en el distrito de Kowloon.
Durante dos semanas, según contará The Guardian, apenas sale de su habitación, que tiene vistas sobre el parque que da nombre al distrito. Pide que le suban la comida a su cuarto, decorado con un falso cocodrilo, en ese hotel de 250 euros la noche. Lleva poco equipaje consigo. El libro de memorias del expresidente de EE UU Dick Cheney, los ordenadores, algo de ropa y el cubo de Rubik.
Snowden se atrinchera. Coloca almohadas en la rendija de la puerta de la habitación para evitar escuchas. Mayo llega a su fin y se cita por fin con el bloguero de The Guardian Glenn Greenwald.
Las indicaciones que da, según relatará The New York Times, son las siguientes. Greenwald y sus dos acompañantes, la documentalista Laura Poitras y otro redactor de The Guardian, deben acudir a un hotel de Hong Konk y pedir en voz muy alta indicaciones sobre otra zona del hotel. Si todo va bien, en ese momento aparecerá un hombre con un cubo Rubik en la mano.
Greenwald se queda sorprendido. Esperaba encontrarse a un veterano espía. No a un joven de 29 años.

En Ginebra, con la CIA

Eva Saiz

Si hay un punto de inflexión en la carrera de Snowden en los servicios de inteligencia, un momento que lo lleve a cuestionarse la legitimidad de las prácticas de espionaje de Estados Unidos, este se produce en su periodo como agente encubierto de la CIA en Ginebra, en 2007. “Me desilusionó mucho de lo que vi allí acerca del impacto de las acciones de mi gobierno en el mundo, haciendo más mal que bien”, relatará a The Guardian. Mavanee Anderson, que compartió destino con Snowden en esa época, cuenta en un artículo publicado por The Chattanooga Timesque Snowden sufrió “varias crisis de conciencia”.
Durante su estancia en Ginebra, su puesto le permite un acceso casi ilimitado a documentación privilegiada. La tentación de desvelar los secretos a los que tenía acceso le viene de entonces. Su pericia informática, la que le permitió asomarse a las oquedades más profundas de la inteligencia y los secretos de EE UU, arranca en su más tierna infancia.
Snowden pasaba más tiempo delante del ordenador que haciendo los deberes, según cuenta su vecina Joyce Kinsey. Junto con sus amigos de instituto se dedicaba a construir sus propios PC a partir de piezas adquiridas por Internet. En esa época, además del gusto por la red desarrolló su pasión por el manga y la cultura japonesa.
Se crió en Ellicot City, Maryland, a escasos kilómetros del cuartel general de la NSA en Fort Meade. Hasta allí se trasladaron sus padres tras residir brevemente en Wilmington, Carolina del Norte, donde Snowden nació el 21 de junio de 1983. Su padre, Lonnie, era guardacostas. Su madre, Elizabeth, trabaja en los juzgados de Maryland.
Vivía hipnotizado por los ordenadores. No acabó el instituto pero trató de sacarse el título realizando un curso de informática en la Universidad de Anne Arundel, en Maryland, donde tampoco logró terminar la carrera, pero sí obtuvo el título de bachillerato.
En 2003, Snowden escribe en la web de Ars Technica que va a alistare en un cuerpo de élite del Ejército para “liberar a la gente de la opresión” en Irak.
Durante su periodo de formación, Snowden, un joven de ideales firmes, experimenta uno de sus primeros contratiempos: “Todos parecían más interesados en matar a árabes que en ayudar a los demás”, confesará a The Guardian. El joven no tuvo tiempo de ahondar en su desengaño. La fractura de sus dos piernas le impide licenciarse y completar la instrucción.
Ese mismo año, Snowden hace su incursión en los servicios de inteligencia estadounidenses. Como si de una carambola del destino se tratara, él, que se había criado tan cerca de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), consigue un trabajo de vigilante en una de sus instalaciones encubiertas en la universidad de Maryland.
En 2006, se incorpora a la CIA y, de acuerdo con otra de sus entradas en Ars Technica, donde escribía con seudónimo, sopesa la idea de trabajar para el Gobierno en China —sin duda, sus conocimientos de mandarín le ayudan—.
Pero no le destinan a Asia sino a Ginebra, adonde viaja en el año 2007 bajo la tapadera de un puesto de funcionario del Departamento de Estado, como encargado de la seguridad de la red informática.
Ahí, el introspectivo y poco sociable Snowden, amante del ajedrez y la filosofía, empieza a barruntar la idea de exponer lo que ve. Pero la perspectiva de una victoria de Barack Obama en las elecciones le hace posponer sus planes.
En 2009 vuelve a la NSA, que lo traslada a Japón, donde su frustración por la trayectoria en materia de libertades del Gobierno de Obama crece.
“Me desengañé por completo”, confesará al diario británico.
El viernes 7 de junio, los dos diarios con los que ha entrado en contacto, presentándose bajo el seudónimo de Verax, el estadounidense The Washington Post y el británico The Guardian, sueltan la bomba informativa: Estados Unidos ejerce un espionaje masivo recolectando información a través de Google, Facebook, Apple y Skype. La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) tiene acceso, mediante el programa Prisma, a los correos electrónicos, búsquedas de internet, archivos enviados y conversaciones online de cualquier ciudadano no estadounidense fuera de las fronteras de EE UU. El programa genera unos 2.000 informes al mes. Cerca de 77.000 expedientes se han nutrido de información personal de ciudadanos conectados a la red. Todo ello gracias a una ley aprobada por el expresidente George Bush Jr. y refrendada por Barack Obama.
Según saltan las primeras noticias, el presidente de EE UU decide comparecer para justificar estas prácticas. Se escuda en la lucha contra el terrorismo internacional. Pero la bomba informativa genera repercusiones en todo el mundo. Daniel Ellsberg, el protagonista de la célebre filtración de los Papeles del Pentágono, del año 1971, en que se ponía al descubierto la política del Pentágono en la guerra de Vietnam, califica la filtración de Snowden como la más importante en la historia de su país, al que renombra como United Stasi of America, en alusión al temido servicio secreto de la República Democrática Alemana. El domingo 9 de junio la imagen de Edward Joseph Snowden, grabada en video por la documentalista Laura Poitras, inunda las pantallas informativas de medio planeta. The Guardian cuelga en su web la entrevista que le hace el bloguero Glenn Greenwald en la habitación del hotel de Hong Kong.
“En buena conciencia”, declara Snowden en la entrevista, “no puedo permitir que el gobierno de EE UU destruya la intimidad, la libertad de Internet y las libertades fundamentales de las personas con esta máquina de vigilancia que está construyendo en secreto”.
Obama está contra las cuerdas. Snowden le ha puesto frente a la peor crisis de su presidencia. En Londres también empiezan a sonar las campanas. David Cameron se niega a confirmar o desmentir que el GCHQ, centro neurálgico de las escuchas de la inteligencia británica, haya utilizado el programa Prisma.
El lunes 10 de junio, en torno al mediodía, Snowden abandona la habitación de su hotel.
El Gobierno de los Estados Unidos anuncia que le perseguirá mientras 25.000 personas firman en Internet una petición a Obama para que le perdone. Y la reacción europea no tarda. Tres días más tarde, Vivianne Redding, vicepresidenta de la Comisión Europea, declara: “El concepto de seguridad nacional no significa que todo vale. Los Estados no tienen un derecho ilimitado de vigilancia secreta”. Quedan cuatro días para la cumbre del G-8 en Lough Erne, Irlanda del Norte, que se celebra el 17 de junio. Una cumbre que se verá marcada por el escándalo de las escuchas que realizó el gobierno anfitrión, el británico, en una anterior cumbre, la del G-20 en Londres, en el año 2009. Los documentos filtrados por Snowden siguen dando frutos.
Pocos días después entra en juego Wikileaks. La plataforma de filtraciones del australiano Julian Assange se muestra dispuesta a ayudar a Snowden.
Para ello, decide enviar a Hong Kong a un valor seguro: Sarah Harrison, la persona que desde hace más de dos años está permanentemente al lado de Assange, su asistente y mano derecha, mujer que ha ejercido labores de organización, periodismo de investigación y comunicación en la plataforma.
Harrison es quien más cerca ha estado del editor australiano en los últimos dos años y medio. Le ha acompañado mientras andaba huido en los días del Cablegate, durante su arresto domiciliario en la campiña británica y en su reclusión en la Embajada de Ecuador en Londres. Ahí es donde ha podido trabajar codo con codo con el juez Baltasar Garzón, abogado de Assange.
Sarah Harrison, además, sabe lo que es estar junto a un hombre perseguido por distintos servicios secretos. Sabe lo que es una persona batallando legalmente para impedir un proceso de extradición. Sabe manejar información secreta.
El ángel de la guarda de Julian Assange se dispone a viajar a Hong Kong para convertirse en ángel de la guarda de Edward Joseph Snowden.
“Tiene una experiencia muy amplia en una gran diversidad de campos”, explica en conversación telefónica desde Nueva York, Kristinn Hrafnsson, portavoz de Wikileaks, en alusión a la cualificación de Harrison. “Maneja bien los ángulos legales, entre otros, las cuestiones relativas a una extradición”.

Más información

Hrafnsson, recién regresado de Ecuador, cuenta que él se ha encargado personalmente de las gestiones en Islandia para intentar que el gobierno acoja al analista norteamericano. Decidió hacerlo poco después de escuchar las palabras de Snowden, que en el video de The Guardian, expresaba su deseo de recalar en el país nórdico.
El curtido periodista de investigación islandés declara que Wikileaks ya tiene un abogado para Snowden en territorio norteamericano, del que pronto se conocerá el nombre. Asegura que Garzón no ha aceptado hacerse cargo de su defensa por una cuestión de ángulos legales, no porque no crea en la causa de Snowden. Y señala lo que considera una gran paradoja en todo este asunto: “El departamento de Justicia estadounidense persigue al filtrador, acusándole de espionaje, cuando son ellos los que están espiando masivamente”.
Hrafnsson no da detalles del día de llegada de la asistente de Assange a Hong Kong. No quiere revelar ninguna información sobre los movimientos de Edward J. Snowden.
Sarah Harrison asiste a la reunión que el exanalista de la NSA mantiene, aún en Hong Kong, con un equipo de abogados. Valoran la situación. Snowden pide a todos los asistentes que guarden sus móviles en la nevera para evitar escuchas, según relatará The New York Times.
El jueves 20 de junio, desde Islandia, un colaborador de Wikileaks, el empresario islandés Olafur Sigurvinsson, asegura que tiene un avión preparado para traer al analista norteamericano a Islandia: tan solo queda la obtención del permiso del gobierno.
El Departamento de Estado de EE UU solicita a Hong Kong la extradición de Snowden, que el viernes 21 de junio acaba de cumplir 30 años. Dos días más tarde, el domingo 23 llega a manos del presidente de Ecuador, Rafael Correa, una carta de Snowden. No es una misiva larga.
En algo más de cuatro párrafos, solicita asilo en Ecuador por el riesgo de persecución de Estados Unidos debido a su decisión de hacer públicas graves violaciones por parte del Gobierno estadounidense. “Como resultado de mis opiniones políticas y del ejercicio de mi derecho a la libertad de expresión (...), el Gobierno de los Estados Unidos ha anunciado una investigación criminal en mi contra”.
En la carta busca un paralelismo con la filtración del Cablegate. “Mi caso es muy similar al del soldado Bradley Manning, que publicó información gubernamental a través de Wikileaks, revelando crímenes de guerra. Él fue arrestado y recibió tratos crueles”. Para terminar la comunicación, señala: “Es improbable que reciba un juicio justo, corriendo el riesgo de cadena perpetua y muerte”. Por eso, dice, pide asilo.
Ese mismo día, el vuelo nº 213 de la compañía rusa Aeroflot aterriza en la Terminal E del aeropuerto de Sheremiétevo, Moscú. Se supone que en él ha viajado el analista estadounidense acompañado por Sarah Harrison. La prensa espera en el aeropuerto. Se ven autos con placas diplomáticas. Pero Snowden no aparece. No hay rastro de él.
Julian Assange declara desde Londres que Snowden está bien y en “lugar seguro”. Algunas informaciones apuntan a que tiene reserva para viajar, rumbo a La Habana, al día siguiente, en el vuelo nº 150 de Aeroflot.
Falsa alarma. El lunes, el asiento 17A del vuelo nº150, en el que supuestamente iba a viajar, va vacío. En Sheremiétevo, no hay constancia de que el filtrador se encuentre realmente allí.
El martes 25, Vladímir Putin asegura que Snowden se encuentra en la zona de tránsito del aeropuerto, pero se niega a conceder su extradición. El presidente ruso confiesa que preferiría no ocuparse de casos como el de Snowden: “Es lo mismo que trasquilar a un cerdo: mucho chillido y poca lana”, declara.
Snowden se beneficia de los milagros del mundo moderno. Estando en Moscú, no está técnicamente en Rusia porque no cruza formalmente la frontera y no le sellan el pasaporte —que, por lo demás, Washington ya ha anulado—, lo que significa que la policía local no puede detenerle.
En la zona internacional de Sheremiétvo unos dicen que se aloja en el hotel Vozdushny Express (Expreso Aéreo) mientras otros aseguran que, al ver los precios (60 euros las 4 horas por una minihabitación con baño y ducha individual), se dio media vuelta y se fue. El presidente venezolano Nicolás Maduro se muestra dispuesto a recibirle.
“Esto es todo un juego de intereses; ni chinos, ni rusos le habrán dado cobertura gratis”, se aventura a pronosticar Daniel Sansó-Rubert, experto en inteligencia y seguridad que trabaja en un seminario organizado por la Universidad de Santiago y el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Cesedén). “Lógicamente, habrán intentado extraer de él toda la información posible. Estas cosas funcionan así, lo que pasa es que normalmente las cartas se intercambian debajo de la mesa”.
El viernes 28, Snowden parece atrapado en un callejón sin salida. Su pasaporte invalidado le impide entrar en territorio ruso. Ecuador dice que su país no puede otorgarle asilo si no se encuentra físicamente en territorio ecuatoriano —en la embajada, por ejemplo—. Barack Obama ha declarado el día anterior que no va a a movilizar aviones para detener a un hacker de 29 años, en un intento de que la crisis no afecte a sus relaciones con China y Rusia.
Mientras medio mundo se pregunta dónde está Snowden, su padre Lonnie concede una entrevista a la cadena NBC en la que asegura que su hijo estaría dispuesto a regresar a EE UU si le garantizan que permanecerá en libertad antes de que comience su juicio. No ha hablado con él, dice.
Edward J. Snowden está acusado de robo y apropiación de documentos propiedad del Gobierno de EEUU. “Ya se ha hecho un hueco en la historia junto a Daniel Ellsberg y Bradley Manning”, sintetiza Kritinn Hrafnsson desde Nueva York. “Hombres que lo arriesgaron todo y que actuaron con valor, siguiendo su conciencia”.
Son muchas las voces que en Estados Unidos se levantan contra lo que consideran una traición. Pero lo que parece claro es que, en el momento de realizar la filtración, Snowden es un tipo con una larga experiencia en el campo de la inteligencia militar que sabe lo que hace y a qué se expone. Tiene muy presente el ejemplo de Bradley Manning, el soldado que supuestamente filtró información secreta a Wikileaks. Le admira. Es algo que dirá a los periodistas de The Guardian. “Manning es el clásico filtrador. Lo que le inspiró fue el bien común”.