Lo
dijo un filósofo griego:” Los hombres mueren pero no perecen.
Abandonan la cáscara deteriorada por el tiempo y pasan a transitar
en otras dimensiones”. Sin embargo para los habitantes del norte
rochense, de poco sirven las palabras del filósofo griego, cuando la
realidad les demuestra que ha perdido a uno de sus hijos más
valiosos: el Dr. Artigas Elizondo. Serio, inteligente, generoso y
por sobre todas las cosas un ejemplo profesional, consustanciado con
los problemas de quienes procuraban sus servicios. En esas
circunstancias asomaba siempre la dimensión humana del profesional
fraterno que estaba haciendo de la medicina un verdadero apostolado.
Por ese motivo justificamos la consternación popular que ha generado
su fallecimiento. Sabiendo que nos faltarán palabras para la
despedida recogemos sus propias palabras, cuando finalizando la
década del 80 le realizamos con Carlos Castillos el primer reportaje
para NUESTRA GENTE en el Hogar Estudiantil de Rocha en la capital de
país. “Por el momento nos va muy bien, no hemos tenido mayores
tropiezos y pensamos que pronto podremos recibirnos. Sin embargo por
otro lado debemos enfrentar las dificultades propias que genera la
situación económica de quienes debemos padecerlas por distintas
circunstancias. Hasta el momento hemos podido sobrellevarlas con el
invalorable aporte que significa el Hogar Estudiantil, las becas y el
trabajo que realizamos durante la temporada veraniega. Acá
disponemos de alojamiento y comida por parte del Hogar y el comedor,
pero es justo reconocer el sacrificio que significa dormir en un
lado, estudiar en otro y trabajar en otro. Cuando me reciba-dijo el
estudiante Elizondo- me gustaría radicarme en mis pagos, pero todo
depende de las condiciones que se nos presenten para ejercer la
profesión, teniendo en cuenta que nos gustaría además continuar
con alguna especialización”.
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