Buscar este blog

martes, 25 de febrero de 2025

Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay

 

Compartimos la entrevista realizada a Elena Katz por Ana Jerosolimski para el Semanario Hebreo

Rocha, un importante capítulo en la historia de los judíos uruguayos

Es un placer aprender y enriquecernos en conocimiento y vivencias comunitarias, a través de una persona querida, que uno conoce personalmente, que conecta maravillosamente el pasado de la colectividad judía uruguaya con su presente. Nos referimos a la Dra. Elena Katz, quien si bien nació en Montevideo, creció en Rocha y sigue allí también hoy.
Elena y sus cuatro hermanos -ella es la tercera- son hijos del Dr. Mario Katz y de Nelly Marcovich, hija mayor de Don Abraham Marcovich. Tiene dos hijos y dos nietos.
Hablar de la colectividad judía rochense pasa por la historia de su propia familia. Así que este es un encuentro que vale mucho la pena.
Adentrándose en la historia judía de Rocha
Elena, tuve el gusto de conocerlas a ti y a tu hermana Raquel cuando fuimos parte del grupo uruguayo Memoria y Dignidad de viaje a Polonia en mayo de 2023 y ustedes fueron siempre” las de Rocha”. ¿Qué significa para ti estar identificada de esa forma?
Es un orgullo. Nací en Montevideo y al mes de vida, mi familia se trasladó a Rocha. Tuve una infancia feliz en una familia muy unida, centrada en la casa de los abuelos maternos, que siempre fue cercana a mi casa. Los veranos pasaba en la casa de los abuelos en el balneario La Paloma, a 28 km de Rocha.
Mi orgullo es tal, que durante los años que viví en Montevideo para estudiar Medicina, me aseguré de no perder la forma de hablar rochense, que es única en el País.
Es bueno esforzarse para preservar las tradiciones y costumbres, en todo sentido. Uruguay es un país de inmigración. Como solemos decir, todos bajaron en algún momento de los barcos. Se conoce bastante de la comunidad judía de Paysandú. Creo no equivocarme si digo que mucho menos de la comunidad judía de Rocha. Tú estás inclusive abocada a la investigación de su historia y ello será plasmado eventualmente en un libro que evidentemente aún no sabes cuándo saldrá. ¿Cuáles son a tu criterio los hechos más notorios de esa historia que vale la pena destacar? ¿Dónde entra allí la historia de tu propia familia?
Comienzo contando que el escritor uruguayo Alejandro Goldstein en su libro “El Desentierro de Una Historia” habla en detalle de la comunidad judía que vivía en Rocha y su Sinagoga. Averiguando, supe que la señora que le describió la ciudad de la época fue la memoriosa Mamá de Jacobo Katz, un integrante de nuestro grupo rochense.
La investigación que mencionas surgió de una forma especial. Un bisnieto de esos inmigrantes, Mathías Pienika, quien conoció parte de la historia de la colectividad a través de su abuela, me preguntó ¿cómo es posible que no quede nada en la ciudad de Rocha que recuerde a la comunidad judía tan numerosa que hubo y que además tenía una sinagoga que funcionó durante 30 años? Sugirió que podría colocarse un pequeño memorial en la plaza pública que hay enfrente a la casa que fue el templo.
En esa plaza, Dr. Antonio Lladó, conocida coloquialmente como “Plaza de los Pinos” era el lugar de juego de los niños y esparcimiento de los jóvenes asistentes a la sinagoga. En esa época, estaba llena de pinos de daban una agradable sombra. Hoy en día ya no es así.
Tomé conciencia de lo que sus palabras significaban y sentí que era un deber moral para los descendientes de aquellas personas tan resilientes y luchadoras que llegaron a nuestra ciudad sin dinero, sin conocer el idioma ni las costumbres, se quedaron a trabajar y formaron sus familias, siendo un ejemplo para las siguientes generaciones. Una de esas familias fueron mis abuelos maternos, de bendita memoria.
Comencé a leer todos los libros que pude conseguir, a pesar de estar en pandemia, sobre la inmigración judía al Uruguay.
Inicié la búsqueda de contactos de amigas de la infancia, con quienes compartimos actividades en el Shil (la sinagoga) y hacía muchísimos años que no tenía noticias. Así, fui armando de a poco un grupo de WhatsApp.
Este grupo cumpliría la finalidad de reunirnos para presentar una sólida propuesta ante la Junta Departamental de Rocha, a los efectos de solicitar el permiso para la instalación de ese monumento. Creía firmemente que cuanto mayor fuera el número de personas involucradas, mayor sería el impacto positivo al destacar la relevancia de la Comunidad Judía que vivió en Rocha a mediados del siglo XX.
Me imagino que eso fue de la mano todo el tiempo de profundas emociones.
Sin duda ninguna. A medida que se iban incorporando nuevos integrantes, significaban reencuentros emocionantes y los recuerdos compartidos se multiplicaban. El intercambio de saludos y relatos se enriqueció con fotos que nos trasladaron hacia atrás en el tiempo. El grupo está integrado por cincuenta y tres personas residentes en diferentes lugares: Rocha, La Aguada, La Paloma, Punta del Este, Montevideo e Israel. Incluye hijos, nietos y bisnietos de aquellos valientes inmigrantes.
Experimentar la emoción de hablar con amigas de las que no tenía noticias desde hacía tantos años, y conocer a otras personas cuya única conexión conmigo fue asistir a la misma sinagoga, nacer y vivir su infancia en Rocha, resultó ser enormemente gratificante.
Y todo se fue tomando forma de una gran investigación que podía realmente ser plasmada en un libro…
Emergieron tantos testimonios sobre la vida judía en Rocha e historias sobre los familiares inmigrantes, que consideré la posibilidad de recopilarlos en un libro para perpetuarlos en la memoria colectiva. A medida que progresaba en la investigación, me cautivaba descubrir la riqueza y diversidad de las historias, algunas totalmente nuevas para mí.
Un momento muy significativo para el grupo fue, cuando nuestro querido y memorioso amigo Saúl Brener, (Z´L) quien partió hace muy breve tiempo, compartió sus recuerdos sobre la sinagoga, describiéndola por fuera y por dentro, enumerando tantos detalles y haciéndonos revivir la experiencia de estar ahí, que nos conmovió tremendamente a los que vivimos esa época.
Fueron surgiendo excelentes colaboradores, como el Mgtr. Shai Abend y el investigador de la historia rochense, el Sr. Néstor Sabatino. Desde el inicio, esta investigación, mereció palabras de aliento de innumerables personas judías y no judías que conocieron nuestra colectividad.
Continuar con este proyecto y dialogar sobre el tema con cada miembro del grupo sigue siendo una experiencia sumamente enriquecedora. En el año 2023 tuve el privilegio de viajar a Israel y cumplir el sueño de conocer personalmente a los rochenses con los que había mantenido contacto virtual. Aunque era nuestro primer encuentro presencial, la familiaridad fue instantánea, compartiendo experiencias de nuestras infancias en Rocha a pesar de haberla vivido en tiempos diferentes y descubriendo historias sobre la inmigración de nuestros antepasados, tema que nos une de manera muy especial.
Sería lindo que compartas con los lectores algunas vivencias singulares en todo este proceso.
En la elaboración de este libro, he tenido experiencias maravillosas, especialmente, con los miembros de nuestro grupo Memoria y Dignidad, a quienes conocí en el viaje a Polonia. Me han puesto en contacto con familiares de judíos que vivieron en la ciudad de Castillos, a 50 km. de Rocha. Han colaborado con la edición de los escritos, en la toma de decisiones y me han aportado ideas valiosísimas para mí, que nunca soñé con escribir un libro.
Esta semana me sorprendió que me escribiera una señora de la ciudad de Artigas, Blima Safir, cuya madre vivió en Castillos cuando recién se vino a Uruguay. Gracias a ella, obtuve información sobre dos familias que vivieron allí. Este es solo el ejemplo más reciente de cómo han ido surgiendo los datos que están enriqueciendo las historias de las familias.
Es realmente conmovedor cómo, este proyecto, nacido de la idea de hacer un memorial, se transformó en un proceso tan significativo que ha logrado reunir a personas de distintas generaciones, todos vinculados por la historia compartida de la Comunidad Judía de Rocha.
Emprender este trabajo ha sido un viaje profundamente emotivo e inspirador. El hecho de reconectar a las familias judías que vivieron en Rocha y dejar escritos los relatos que les hicieron sus ancestros, se convierte en un puente entre el pasado y el presente. Es el homenaje que rendimos a aquellos inmigrantes resilientes y perseverantes que trasmitieron con su ejemplo, valores tan importantes como mantener la identidad, el valor de la familia y la unión de la comunidad. Nos mostraron, a pesar de las circunstancias más adversas, su espíritu indomable y su inquebrantable fe en un futuro mejor. Así, mantenemos viva la memoria de los inmigrantes judíos que forman parte integral de la historia del Departamento de Rocha.
Años de oro
¿Se puede hablar de una época de oro de la comunidad judía rochense en términos de tamaño y actividad comunitaria?
Sí. Entre los años 1930 y 1955 aproximadamente, la mayoría de las tiendas de la ciudad de Rocha, eran de judíos. La mayoría, estaban ubicadas estratégicamente, en los puntos de entrada de la capital departamental.
Las familias fueron llegando, invitadas por otro familiar o paisano. Provenientes de Chorzelle, Polonia, había varias, también de otras ciudades de Polonia y de Lituania. Algunas familias se formaron en Rocha. Después de la guerra llegaron dos familias más.
Todos empezaron como Cuenteniks (vendedores ambulantes) y luego establecieron su comercio en su propia casa, continuando con su actividad y las esposas atendían la tienda. La mayoría vendía a crédito, lo que era muy valorado por las familias rochenses, y permitió mejorar la calidad de vida de mucha gente. Tenían clientela que vivía en el campo, a la que habían visitado anteriormente, concurrían una o dos veces al año a hacer sus compras para toda la familia y luego pagaban sus deudas en la época de zafra.
En Castillos también predominaron las tiendas de judíos. En el Balneario La Paloma, hubo por años una única tienda de Elías Artesztein, una sucursal de su tienda de Rocha.
¿Qué me puedes decir sobre el tamaño de la comunidad, para tener una idea?
En la ciudad de Rocha hubo alrededor de cincuenta familias, en Castillos, ocho familias, en Lascano, dos y en el Chuy, tres, por mencionar las poblaciones más importantes del departamento de Rocha.
Hoy en día, quedan dos comercios judíos en Rocha.
Alejandro Goldstein sitúa una parte de su libro en Rocha y nombra un comercio “La Cracovia”, que era de Meier Kochen, cuyos hijos fundaron un comercio llamado “Tienda América” y un nieto continúa con el comercio en Rocha y La Paloma.
El otro comercio “Casa Simger” permanece en funcionamiento con gran éxito, en el mismo lugar que la inauguraron el matrimonio inmigrante, y es dirigida ahora por el nieto de sus fundadores.
¿Cuál es la situación actual?
El Shil fue quedando sin uso al disminuir la comunidad, porque las familias que tenían hijos adolescentes se fueron trasladando a vivir a Montevideo y a Israel.
En la actualidad, quedamos muy pocos y la mayoría, bastante asimilados por casamientos mixtos.
Y en primera persona
¿Consideraste en algún momento irte a la capital?
Viví en Montevideo solo en los años de estudio de la carrera de Medicina. El Postgrado lo hice viajando semanalmente, ya establecida y trabajando en Rocha.
Nunca consideré quedarme a vivir o trasladarme a la capital del país, aunque dos hermanas, después de estudiar, se quedaron viviendo allí.
Amo a Rocha, donde transcurrió mi vida. Trabajé como Dermatóloga durante más de treinta años en esta ciudad y también ejercí en Chuy, Castillos y la Paloma, lo que me permitió conocer muchísima gente.
¿Cómo es hoy en día tu vida en Rocha? Yo conozco tu actividad cultural de difusión… pero hay mucho más.
Difundir conocimientos y fomentar la prevención de enfermedades, es parte de mi vocación de ayudar al prójimo.
Como Dermatóloga, me he dedicado a la difusión de temas de mi especialidad, comenzando desde la aparición del SIDA en Uruguay. Esta enfermedad se caracteriza por notorias manifestaciones cutáneas, lo que necesitó de nuestra atención. Había muchísima ignorancia sobre el tema, lo que generaba un enorme temor en la población, por lo que los Dermatólogos de todo el país nos ocupamos de divulgar las formas de prevención y evitar la discriminación, ya que se consideraba una enfermedad estigmatizante.
Regularmente, previo al verano, realizaba campañas de información sobre los cuidados de la piel frente a la exposición solar y la prevención del Cáncer cutáneo. Continúo haciéndolo, incluso después de mi retiro profesional.
Tuve grandes enseñanzas con las actitudes de mi padre, quien siempre materializaba sus múltiples proyectos en beneficio de la Sociedad Rochense, especialmente en lo referido a la atención médica.
Elena, tú has desarrollado una gran actividad de difusión cultural a raíz del viaje a Polonia, organizando numerosas conferencias en Rocha, con el total apoyo, así lo entiendo, de la intendencia y el Museo de Rocha que apreciaron el valor de tus iniciativas.
De esto derivan dos preguntas. Primero… ¿qué repercusión tuvieron esas actividades en la población rochense en general, despertaron interés?
Y, además, ¿cómo es tu relación con las autoridades municipales y con la sociedad civil en general?
Me pasó, creo que como a toda persona que va a un viaje de estudios a Polonia, te cambia la perspectiva de la vida. Me sentí en la obligación de aportar mi granito de arena en la difusión de la Shoá.
Fue fundamental el aval del Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay para todas las actividades, principalmente Sandra Veinstein en la coordinación y difusión y la Prof. Rita Vinocur, su presidenta. Tuve el apoyo del director de cultura de la Intendencia Municipal, el Sr. Fabricio Nuñez y especialmente del director departamental de museos, Sr. Alfredo Coirolo, quien conoció y colaboró con Ana Benkel de Vinocur, de bendita memoria, en la edición de un libro. Así que conocía el tema en forma muy directa relatado por una sobreviviente. Apenas volví del viaje, me invitó a contar mi experiencia en la Casa de la Cultura de Rocha, que él también dirige.
La Intendencia nos respaldó en todo lo concerniente en traer los conferencistas y a la difusión de las actividades.
Aclaro que el Sr. Intendente que estaba en ese momento, Dr. Alejo Umpiérrez, es escritor y editor de “La revista Histórica Rochense”, publicada durante 10 años. Cuando le presenté el proyecto para mantener viva la memoria de la Comunidad judía que vivió en Rocha, lo declaró de Interés Cultural.
Importantísimo y me imagino que muy emocionante para ti.
Sin duda ninguna. Te cuento que en el marco de esa actividad cultural se dictaron conferencias en el ámbito de la exposición ambulante del Centro Recordatorio del Holocausto de Uruguay en el Museo de La Paloma y en el Museo Regional de Rocha, “Milton De los Santos”. En ambos lugares las charlas despertaron gran interés y los asistentes se quedaban a realizar preguntas al disertante.
En cuanto a mi relación con la sociedad rochense, me siento plenamente integrada e identificada con la misma.
Imagino que todos saben que Elena Katz es la médica judía de Rocha. ¿Así te identifican?
Somos varios los médicos judíos que vivimos acá, algunos ya no están y son recordados sobre todo por su profesión y bonhomía.
El primer médico judío, que hubo en Rocha, fue mi padre, Dr. Mario Katz (Z´L) pero luego vinimos otros médicos rochenses. Tengo la percepción de que las nuevas generaciones que no conocieron la colectividad judía de Rocha no saben quiénes somos judíos o no le dan importancia.
Eso también tiene un aspecto positivo, la normalidad de la convivencia de distintas comunidades.
Así es. He tenido el orgullo de escuchar relatos de mis pacientes y amistades que se acordaban de haberle comprado todo para su casa en la tienda de mis abuelos y también de pacientes de Papá que lo recuerdan con mucho cariño.
Qué hermoso todo eso Elena, qué orgullo para ti y tu familia. Pues sin ser yo rochense, como judía uruguaya, te agradezco por esta investigación. Y cuando salga el libro, ya seguiremos aprendiendo.
Muchas gracias, Ana. Que así sea.
¿Antisemitismo en Rocha?
¿Dirías que se ha sufrido de antisemitismo en algún momento? Creo que con mucha razón los judíos uruguayos siempre dijimos que Uruguay no es un país antisemita pero que por supuesto hay antisemitas a nivel individual. ¿Cómo vives este tema en Rocha? Recordemos que el fenómeno se ha intensificado en El País en general a raíz de la propaganda de demonización contra Israel.
Sólo ha habido casos muy puntuales y discretos, como el hecho de llamarnos “turcos”, algunas veces con acento despectivo. Me di cuenta, cuando inicié este proyecto, que existían prejuicios con respecto a lo que sucedía dentro de la Sinagoga o ante las actitudes reservadas de algunos judíos. Debo confesar, que me caía mal el tono despectivo y no la palabra “turca”. Nunca escuché que a los adultos les molestara este epíteto. Percibí muchas veces, comentarios, incluso de colegas médicos, que podrían catalogarse de antisemitas, que evidentemente estaban impregnados de prejuicios e ignorancia, así que ni siquiera ameritaban una respuesta.
En la actualidad, no he tenido conocimiento de manifestaciones antisemitas en el departamento de Rocha.
La historia del Shil, la sinagoga
Dentro de esa historia general que estás investigando, seguramente hay capítulos puntuales que merecen ser abordados por separado o mejor dicho tratados en especial.
Así es. El shil, por ejemplo, tiene su propia historia. Antes de su construcción, el lugar de rezos era en la casa de mis abuelos.
Nuestro abuelo, Don Abraham Marcovich (Z´L), adquirió el terreno para la sinagoga el 27 de enero de 1940. La comunidad entera reunió dinero, incluso tenemos una foto en la que aparecen en una radio de Montevideo para recaudar fondos. Compraron materiales de segundo uso y con sus propias manos construyeron el Shill.
Los hombres asistían regularmente y las familias enteras lo hacíamos en las festividades más importantes. Eran los momentos de encuentro entre las familias judías que vivían en Rocha y también venían familias de Castillos y Maldonado. Previamente un Shoijet (encargado de faenar de acuerdo con el rito judío) venía de Montevideo a sacrificar las aves y lo hacía en el patio de la sinagoga o en las casas de cada familia.
El Shill también funcionaba como casa de estudios, ya que los adultos se ocupaban permanentemente, de que viniera un Lerer (maestro) a enseñar a los niños y adolescentes la cultura y las tradiciones judías, hebreo e yiddish. En algunos períodos, venían líderes juveniles de distintas tnuot, los movimientos juveniles, de la capital del país, Hanoar Hatzioni y Bney Akiva, a realizar actividades con los jóvenes.
Cómo la mayoría de los judíos que vivían en esta comunidad eran sionistas, las mujeres participaba en WIZO, y había otras actividades de apoyo a Israel, actividades siempre lideradas por mis abuelos. Las reuniones también se realizaban en el Shil.
Cuando mi querida abuela materna partió, fue necesario realizar la sucesión, y en ella figuraba la propiedad de la sinagoga. Ante la posibilidad que, a quien le tocara de herencia, no pudiera continuar dándole el uso para el que fue construida, el Abuelo y sus hijas la donaron a la Kehilá en el año 1971. A pesar de esto, la familia Marcovich continuó manteniéndola hasta que la Institución decidió venderla, luego de estar un tiempo sin uso.
En el año 1982, unos meses después de partir el abuelo se entregó la Sefer Torá, los Rollos de la Torá, al Rabino Nejemía Berman y Al Sr. Abraham Cyjon, según figura en el documento. Había otra Sefer Torá, que se envió a Maldonado. En 1983 fue vendido el edificio y se entregaron sus llaves.
La persona que la compró, la alquiló como bar y restaurante, causando enorme tristeza a la comunidad que quedaba en la ciudad. Con la investigación, recibí documentación que nos permitió saber el verdadero destino del templo que guardó tantas vivencias.-
Type to search

No hay comentarios:

Publicar un comentario