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Entrevista de Emiliano Cotelo/En Perspectiva
A 40 años del golpe de Estado, y
a 25 de la muerte de Wilson Ferreira Aldunate, se acaba de editar el
libro "Wilson, las cartas desde el exilio", del profesor Carlos Julio Pereyra.
Allí se deja entrever su personalidad, su particular sentido del humor y
la forma como vivió y sufrió el exilio. En Perspectiva dialogó con el
autor del libro y quien fuera su compañero de fórmula en las elecciones
del 71. Pereyra contó que el historiador Gerardo Caetano lo incentivó
para que llevara a cabo este emprendimiento, lo cual le pareció
"oportuno" para "discutir sobre la historia reciente". También lo
considera una "contribución a la lucha contra los regímenes
totalitarios". El libro incluye la transcripción de un casete y de
varias cartas en las que se resalta la buena relación que ambos
mantenían. "Wilson fue mi amigo de toda la vida", aseguró el profesor.
(emitido a las 8.46 Hs.)
EMILIANO COTELO:
Wilson Ferreira Aldunate fue, tal vez, el último caudillo del sistema político uruguayo. Y su papel en la historia reciente pasa por arriba de las fronteras partidarias.
Un libro que acaba de editarse permite entender mejor su personalidad, su particular sentido del humor y la forma como vivió y sufrió el exilio. Pero sobre todo, aporta nuevos detalles sobre la actividad que Wilson desarrolló en el exterior durante los años de la dictadura, sus gestiones en contra del régimen que encabezan las Fuerzas Armadas, la forma como conducía a su partido a la distancia y los principios que guiaban su actuación en política.
Se trata de “Wilson, cartas desde el exilio”, una recopilación de cartas que le envió a Carlos Julio Pereyra, quien fuera su compañero de fórmula en las elecciones de 1971 y el principal referente de aquel movimiento dentro del país en los años oscuros.
A los 90 años de edad, el líder del Movimiento Nacional de Rocha (MNR) ha decidido revelar aquellos documentos, en un trabajo que incluye además sus comentarios sobre esa correspondencia y el contexto político de cada uno de aquellos escritos.
Con el profesor Carlos Julio Pereyra vamos a conversar en los próximos minutos.
Hace tiempo que no nos veíamos.
CARLOS JULIO PEREYRA:
Hace bastante tiempo, sí; en la reserva.
EC - ¿En la reserva? ¿Así se considera? Pero no por eso quieto, ¿no?
CJP - No, la vida política es muy difícil de dejar de lado, los cargos se dejan, pero la actividad política en sí es muy difícil, así que sigo ayudando a mis amigos del partido en lo que me es posible a esta edad, el poco resto que me queda lo ponemos por ahí.
EC - Estas cartas vienen a conocerse cuando estamos a 40 años del golpe de Estado y a 25 años de la muerte de Wilson. ¿Ya había pensando antes en publicarlas?
CJP - Había pensado en publicarlas, pero tenía mis temores; algunas de las cartas revelan actitudes de personas que no me parecía muy elegante dar a conocer en aquel momento. Por otro lado, yo no soy escritor, he sido en todo caso mal político, pero escritor no he sido, y no me animaba a la empresa. Quiso la casualidad que realizándose un homenaje a Michelini y a Wilson en el Paraninfo de la Universidad por la Fundación Michelini, me invitaron a hacer uso de la palabra entre otros, y me pareció que debía dar a conocer algunos párrafos de esas cartas, que se referían precisamente a la gran amistad que Wilson tenía con las dos víctimas de la dictadura que fueron asesinadas en Buenos Aires. Cuando el historiador Caetano oyó la lectura de esos documentos le pareció que no podían perderse, y tenía razón, porque a la edad mía sería fácil que pronto se perdieran.
EC - Él lo cuenta en el prólogo, se acercó a usted y le planteó su idea: “Hay que hacer un libro con estas cartas”.
CJP - “Hay que hacer un libro con estas cartas”, y nos resolvimos; la editorial se hizo cargo de la publicación, yo simplemente hice algunos comentarios previos. Había que ubicar al lector en los hechos de entonces. Por ejemplo, en la carta más antigua, que es de 1977, Wilson comenta la entrevista de la delegación del Partido Nacional (PN) con Todman, el viceministro de Carter. Para hablarles a los muchachos de hoy de Todman y de los episodios de aquel momento había que ubicar el hecho. Ese como otros que fui comentando. Pero después aparecen los textos completos en la segunda parte del libro. Me pareció que era oportuno que no se perdieran, en este discutir sobre la historia reciente, donde aparecen tantas cosas que a uno lo sorprenden, me pareció que era una contribución también. Y en definitiva, es una contribución a la lucha contra los regímenes totalitarios en la pequeña medida en que uno puede hacerlo.
EC - Ubiquemos quiénes eran las dos partes de esta correspondencia. Por un lado, Wilson, que se encontraba exiliado en Londres, después de haberse salvado en Buenos Aires de los asesinos que sí lograron matar a Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini. No podía regresar al país, la dictadura había librado orden de captura en su contra. Desde el exterior conducía a su partido y desarrollaba gestiones en contra de la dictadura. Del otro lado usted, que vivía en Uruguay y hacía política pese a las limitaciones que implicaba la represión militar. Integraba el triunvirato que dirigía al PN dentro de Uruguay, y era el principal referente de aquella alianza entre Por la Patria (PLP) y el MNR que en las elecciones de 1971 había llevado la fórmula Wilson-Carlos Julio. Wilson dice en más de una de las cartas de la estrecha relación que había entre ustedes dos, la confirma y la ensalza.
CJP - Una relación de toda la vida.
EC - Una frase que me impresionó: “Por donde tú andes en el Uruguay, solo o acompañado, considera que andas conmigo” (página 117). Estos son los dos, el autor y el receptor de las cartas.
CJP - Para mí fue emocionante, un gran honor acompañar a Wilson. Wilson fue mi amigo de toda la vida, la familia de Wilson tenía bienes en Rocha, y en las vacaciones solía escaparse para Rocha. Y de muchachos nos conocimos, aprendimos a discutir entre nosotros, si no aparecía la discusión Wilson la generaba, le gustaba la polémica. Militamos en el mismo partido y nos fuimos encontrando cada vez más hasta que nos encontramos en aquel Senado del 71, del 68 al 73. Ahí estrechamos la relación, trabajamos juntos en algunos temas, y cuando llegó el momento de la fórmula me ofreció que lo acompañara.
En realidad fue una actitud bastante sorpresiva para mí en un primer momento, porque todo el mundo pensaba que viniendo los dos del viejo nacionalismo independiente la fórmula tenía que completarse con alguien que hubiera militado en el sector herrerista. Sin embargo Wilson prefirió hacer la fórmula conmigo, y para mí fue un gran honor, quizás el momento más importante de mi vida política.
EC - Repasando las cartas, aparece una bastante más reciente que otras, de octubre del 84. Estamos hablando de Wilson preso en el cuartel de Trinidad, de las últimas semanas de la campaña electoral en plena dictadura todavía, en la salida de la dictadura, de PLP y el MNR llevando una fórmula alternativa, Zumarán-Aguirre. En esa carta Wilson le dice: “Si algún día el partido me honrara nuevamente con una candidatura, tú sabes y todos saben que no la aceptaría si mi nombre no tuviera el tuyo a su lado”.
CJP - Eso lo dijo Wilson en la visita que le hicimos y después lo reitera en la carta. Él creía que había que conservar la fórmula. Wilson partió de la base de que la fórmula de salida en ese momento no duraría una legislatura, y entendía que había que conservar esa cierta mística, ese entusiasmo que había rodeado a la fórmula. Por otra parte, yo antes de la entrevista que tuvimos en el cuartel de Trinidad había publicitado que no aceptaría la candidatura sin Wilson. Pero además había renunciado ante la Convención del partido en dos oportunidades –la convención realizada en Trouville y en la última realizada para proclamar la fórmula sustitutiva– a la posibilidad de ser candidato en la fórmula presidencial. Me pareció además que no era ético para mí, vista la larga relación con Wilson, aceptar una candidatura que podría haber terminado en un éxito –nadie podía preverlo– en un momento en que el líder estaba preso.
EC - Me parecía importante reseñar estos párrafos, para que sobre todo el oyente más joven tenga claro quiénes estaban intercambiando estas cartas de las que vamos hablar enseguida. Estas cartas que circulaban en plena dictadura, porque ahora vamos a ir hacia atrás en el tiempo, a los años 76, 77, por ejemplo. Ahí conviene ubicar qué pasaba en materia de comunicaciones, eran tiempos diferentes de los actuales.
CJP - Es muy difícil.
EC - No existía internet, no había correo electrónico, no había teléfonos celulares. Las llamadas de teléfono de larga distancia existían, pero eran caras y estaban controladas por la dictadura. ¿Cómo eran las formas para comunicarse con Wilson Ferreira Aldunate?
CJP - Las llamadas telefónicas eran lo más sencillo: cruzaba la frontera; yo vivía en Rocha la mayor parte del tiempo, pasaba al Chui de Brasil y de allí podía hacer las llamadas.
EC - Esa era una forma de comunicarse con Wilson, por teléfono pero saliendo del Uruguay, haciéndolas desde Brasil.
CJP - Estaba intervenido absolutamente todo. Se perdieron muchísimas cartas, había que encontrar la persona que fuera de paseo a Europa o por otro motivo, o un piloto de aviación o una azafata, en fin, había que encontrar a alguien que pudiera llevar la carta sin sospecharse, sin que fuera detectada.
EC - Ninguna se mandaba por correo desde acá.
CJP - No, era suicida. Fíjese que alguna que salió para Wilson… ni siquiera para Wilson, Gonzalo Aguirre había realizado una campaña antes de la elección para la reforma de la Constitución, las firmas recogidas se distribuyeron por Correo, y el Correo las depositaba en nuestra sede partidaria, todas, cualquiera fuera la dirección, así fueran para Bella Unión las dejaban en la calle Uruguay. De manera que no había ninguna posibilidad.
Muchas cartas se perdieron, Wilson lo dice en sus cartas, hasta que encontramos una fórmula: me las mandaba a Brasil, y de Brasil alguien las traía, por ejemplo un marino mercante, un ciudadano que no fuera de nuestro partido que estaba retirado y hacía marina mercante.
EC - Usted dice quién es.
CJP - Con mucho lo gusto lo voy a decir, porque le debo un gran agradecimiento. Hoy es el contralmirante Lebel, entonces era capitán, muy conocido en aquella época por su actitud el día del golpe de Estado: embanderó su casa, se uniformó, se armó y puso un letrero “Abajo la dictadura”.
EC - Esa fue la razón por la que fue perseguido, por la que terminó pasando a retiro y por la que terminó dedicándose a la marina mercante.
CJP - Efectivamente. Se ofreció y para mí era un amigo, tuvo una actitud muy generosa con nosotros, le estoy eternamente agradecido.
EC - Así que el capitán Lebel fue correo.
CJP - El capitán Lebel fue correo en algunas oportunidades, hubo muchos otros, y hubo algunos que no se animaron a entregar la carta, pero eso se olvidó.
***
EC - El libro incluye la transcripción de un casete y de varias cartas. Los casetes de Wilson eran legendarios durante la dictadura, los dirigentes, los militantes se los pasaban de mano en mano para enterarse de los lineamientos que de afuera venía marcando el líder. Los casetes eran quizás lo más “disfrutable”, porque además estaba Wilson con su propia voz, que siempre fue su gran medio de comunicación. Según dice en estos documentos el propio Wilson, él prefería esa forma de ponerse en contacto con la gente, la forma verbal en lugar de las cartas. De todos modos, por lo visto escribió muchas cartas, y algunas de ellas muy largas, como queda claro en el libro.
CJP - Hay una que tiene más de 30 páginas.
EC - ¿Todas venían escritas a máquina?
CJP - Todas venían escritas a máquina. No sé si porque yo escribía siempre a máquina, porque mi letra es muy oscura, o si Wilson optó por ese camino a los efectos precisamente de que pudieran ser leídas por mucha gente, porque nosotros pasábamos las cartas a los dirigentes, naturalmente, todos los dirigentes las conocían desde mucho tiempo atrás. Las distribuíamos o las leíamos en grupo.
EC - Las cartas venían, por ejemplo, para usted, pero después terminaban circulando.
CJP - Terminaban circulando entre los dirigentes, porque Wilson nos mandaba información de su actividad, pero nos reclamaba insistentemente que le mandáramos información de lo que estaba pasando en el Uruguay, porque le preguntaban y muchas veces no estaba totalmente enterado de las cosas, pedía que se le comunicara de inmediato. Recurrir al teléfono, como usted señaló recién era difícil, todos los días no se podía hacer, se recurría al teléfono cuando había algo urgente, alguien viajaba, salía del país y hablaba por teléfono de alguno de los países vecinos.
EC - En un momento veo que dice: “Querido Carlos Julio: Se me están cansando los dedos y esta maldita máquina tiene un tipo de letra muy pequeño y no rinde nada, uno escribe horas y no avanza. Si pagaran por página, estaría aviado” (página 117).
CJP - Wilson era reacio a escribir, sin embargo cuando se ponía a escribir, seguía y seguía, páginas y páginas.
EC - ¿Nunca hubo cartas manuscritas?
CJP - Hay cartas manuscritas de Susana, la esposa.
EC - Usted incluye dos cartas de Susana en el libro; ¿esas son manuscritas?
CJP - Son manuscritas, sí.
EC - Pero las de Wilson son todas escritas a máquina.
CJP - Sí.
EC - ¿Tiene alguna para mostrarnos?
CJP - Sí, puedo mostrar la firma de Wilson y alguna parte que él corrigió con su letra. Por ejemplo, esta es letra de Wilson.
EC - Vamos a publicar la reproducción de estas hojas, de estas cartas de Wilson, en nuestro muro de En Perspectiva en Facebook y también en Espectador.com.
***
EC - Lo primero que me llama la atención de estas cartas es que tienen pocas correcciones, pocas tachaduras. Por lo visto escribía de manera muy fluida, prácticamente como lo planteaba así quedaba. Son cartas que además tienen un lenguaje muy oral, muy coloquial.
CJP - Efectivamente, es así, era su manera de hablar. Además una ventaja tienen las cartas: Wilson en la conversación era muy disperso, y en las cartas tenía que concretarse a los temas.
***
EC - Con el profesor Carlos Julio Pereyra estamos conversando esta mañana en En Perspectiva a propósito del libro “Wilson, las cartas desde el exilio”, que publicó Ediciones de la Banda Oriental hace pocos días.
***
EC - El propio Wilson decía que no le gustaba escribir, pero por suerte lo hizo, porque estos textos son documentos muy valiosos hoy, porque revelan su personalidad, incluyendo su humor tan particular y su estilo de liderazgo, por la información que incluyen sobre las actividades que desarrollaba en el exterior en contra de la dictadura, por todo lo que recogen de los razonamientos políticos del caudillo, de sus ideas y de las directivas que les pasaba a ustedes que dirigían el partido dentro de Uruguay.
CJP - Sobre las directivas conviene señalar que muchas veces decía: “Hasta donde puedan, no quiero comprometerlos; yo no tengo problema, pero la represión va a caer sobre ustedes”. De cualquier manera los dirigentes creíamos que teníamos que comunicárselo todos.
EC - Usted dice en el libro que cuando releía estas cartas preparando este trabajo lo invadía “la emoción de tantos recuerdos y profundas emociones”. El libro lo conmovió.
CJP - Tengo una larga vida política, pero quizás la que más me impactó fue la que hice junto con Wilson, que si bien fue de toda nuestra vida política, la época de la fórmula significó estudiar juntos, pensar juntos, andar juntos, hablar juntos, intercambiar constantemente opinión. De manera que para mí trae recuerdos muy gratos sobre todo lo que se refiere a aquella época, a aquellos momentos y a la figura y la generosidad y la amistad que Wilson me brindó.
EC - Wilson necesitaba estar informado sobre lo que ocurría en Uruguay, usted ya lo mencionó, esa era una obsesión para él.
CJP - Era una obsesión, lo pide permanentemente. Como andaba recorriendo cuanto foro democrático podía recorrer para informar cuál era la situación de Uruguay, a veces se volvía no fácil frente a alguna gente, que decía: “¿Uruguay en dictadura con un presidente elegido por el pueblo?”.
EC - Dice Wilson: “Muchas veces debo responder a informativos, agencias periodísticas o representantes de partidos, organizaciones o gobiernos que me piden información y opinión. A veces debo recurrir a difíciles acrobacias, no siempre exitosas, sobre los hechos que se me consultan. Y corro el riesgo, que desearía evitar a toda costa, de emitir juicios que no coincidan con las actitudes o las expresiones de ustedes”.
CJP - Requería permanentemente información lo más detallada posible. Y no le digo nada cuando vino a Buenos Aires o a Brasil, que era posible conversar directamente. O esos 15 días que tuve la suerte de poder compartir con él en Londres. Las preguntas eran constantes y sobre las actitudes de las personas también, naturalmente.
EC - En algunos momentos Wilson se pone casi furioso con la parquedad de algunos de ustedes cuando le escribían cartas a él. Hay pasajes que son hasta divertidos. Por ejemplo, Wilson reseña una carta que le había mandado pocos días antes Fernando Oliú, que le escribía apenas titulares de hechos que habían ocurrido en las semanas anteriores y luego agrega: “Transcribo estos párrafos porque eso de ‘los conocés, imagino’ traduce una convicción tan generalizada como errónea. Cada uno cree que es innecesario perder tiempo detallando lo que yo ya conozco sobradamente y la consecuencia es que termino por no tener la más mínima noción de las cosas importantes”.
CJP - Vivía desesperado por tener noticias de Uruguay, vivía desesperado por conocer al máximo detalle los problemas. No siempre se le podía contar, porque las cartas se extraviaban también, no siempre se podía escribir, entonces en la conversación telefónica era más fácil porque se preguntaba concretamente algún tema, y lo demás siempre algún amigo iba y conversaba directamente. No era fácil, yo mismo salí gracias a una invitación que me hizo el Gobierno inglés, si no, no habría podido salir. En una conversación que tuve con el embajador británico me señalaron la necesidad de encontrar una salida, y yo le digo: “Sin Ferreira no hay salida”, “Hable con Ferreira”, y yo no podía salir. Entonces consiguió una invitación oficial que me permitió salir. Los militares decían “salió bajo el paraguas de los ingleses”, me protegieron hasta el avión; igual delante de ellos me revisaron absolutamente todo el equipaje, tanto a la ida como al regreso. Pero yo había tomado otro tipo de precauciones, los papeles importantes los recogí en Buenos Aires.
EC - En la introducción del libro cuenta lo que palpó durante aquella visita. Por ejemplo, cómo era la vida de Wilson en Londres.
CJP - Era muy sencilla, Wilson tenía una vida muy sencilla, Susana jugó un papel muy importante en esa soledad que tenían lejos del país. A Wilson le gustaba leer y tenía el hobby de la carpintería, en un pequeño apartamento como el que tenía, tenía un rinconcito con las herramientas y allí hacía sus trabajos de carpintería que lo entretenían. Alguna vez que se amargaba, se encerraba en la cocina a cocinar.
EC - Esas eran sus dos descargas, la carpintería y la cocina.
CJP - Sí, y conversar. Conversar y eludir las partes emotivas, cuando llegaba a alguna parte muy emotiva cortaba la conversación.
EC - Usted agrega otra pincelada allí: Wilson dominaba el inglés, sin embargo en Londres prefería no hablarlo.
CJP - No hablaba inglés.
EC - Quien hacía de intérprete era Susana.
CJP - Susana era la que hablaba inglés. Él hablaba inglés, pero no quería hablar. Yo lo digo en el libro, creo que extrañaba tanto el país, extrañaba tanto a los amigos, extrañaba tanto sus charlas que no quería hablar otro idioma que no fuera el español.
EC - Yo decía que estas cartas muestran distintas facetas de Wilson. Una de ellas, obviamente muy importante, la de sus ideas, la de las directivas que les pasaba a ustedes. Por ejemplo, para citar algún pasaje, lo que puntualiza a propósito de la actividad de resistencia a la dictadura que desarrollaba en el exterior, que, enfatiza, no implicaba reclamar ningún tipo de intervención extranjera.
CJP - Frente a los congresales americanos lo dice concretamente.
EC - Sí, dice en un momento: “Ustedes saben que no he pedido a nadie ninguna intervención directa o indirecta en los asuntos internos de mi país, sino que, por el contrario, he pedido la terminación de una intervención muy directa que instauró o ayudó a instaurar la dictadura primero y luego permitió su afianzamiento. Toda la tradición del Partido Nacional obliga a defender el derecho del país a decidir por sí mismo sobre su destino, pero es precisamente lo que se le está negando”.
CJP - Y lo rubrica diciendo: “No vengo a pedir la intervención para terminar con la dictadura uruguaya; esa es tarea de los uruguayos y solo de los uruguayos”.
EC - Ese era todo un tema en aquel momento, a partir de las acusaciones que sobre Wilson pesaban realizadas por la dictadura.
CJP - Sí, acusado de vender la patria todos los días, era el verso de todos los días.
EC - Por ejemplo, en otro pasaje en el que habla a propósito del PN, dice: “Yo no desearía pertenecer a un partido donde cupiera cualquiera, pero tampoco desearía pertenecer a un partido donde solo cupieran quienes coinciden en todo con mi pensamiento” (página 149). ¿Esto a cuento de qué venía?
CJP - Creo que Wilson fue muy criticado por aparecer en muchos foros donde intervenía gente de la izquierda, socialistas, incluso en algún caso comunistas, gente de la izquierda del mundo, en algún foro donde lo invitaban. Y él señaló –lo dice por ahí en el libro–: “Hay dos formas de enfrentar la dictadura, o solo o acompañado, pero en el exilio no se puede elegir la compañía, todos los que estén contra el régimen sirven, hay que trabajar con todos”. Creo que obedece a eso lo que usted me preguntaba.
EC - Para terminar y citar otro ejemplo, a propósito de un documento que estaba preparando el triunvirato a principios del año 1978 hay un planteo muy firme, dice: “La segunda cosa se refiere a tu consulta acerca de la posibilidad de que un núcleo de nacionalistas, de ser posible numeroso, expida y difunda un documento reclamando la plena vigencia de las libertades públicas como modo de conmover a la opinión pública y obligar al Gobierno a elegir entre tolerar el efectivo ejercicio de una forma de estas libertades o reprimirlo, mostrando su verdadera esencia totalitaria. Conociéndote, no resulta necesario decirte que en ningún caso un documento así sería admisible si le pide al Gobierno que otorgue libertades, estas no se imploran, ni siquiera se reclaman; simplemente se afirma que existen”.
CJP - Nosotros emitimos en el triunvirato 11 documentos, todos ellos los conoció Wilson y les hizo la crítica correspondiente. Porque Wilson era muy crítico, no olvide que empezó como crítico de cine, después escribió en Marcha y en El País notas críticas, y tenía la costumbre de analizar los documentos profundamente. De manera que así como vienen elogios, viene también algún golpecito.
EC - El libro es clarísimo en ese sentido. Y acá lo que estaba haciendo era plantear una crítica por anticipado; mejor dicho, estaba previniendo.
CJP - Emitimos esos 11 documentos, algunos firmados y otros no. No era fácil hacer firmar a la gente en aquel momento, porque esos documentos se repartían mano a mano en aquella época, teníamos compañeros que los distribuían en la mano, no había otra forma. Esos documentos muchas veces se extraviaban, de manera que había que tener mucho cuidado con ellos.
EC - A propósito de uno de ellos, el que elaboró el triunvirato dirigido al Gobierno y a la población después del plebiscito del 80, cuando ya había triunfado el “no” a la reforma que promovía la dictadura, Wilson empieza elogiándolo, pero enseguida enumera sus críticas y sus diferencias.
CJP - Wilson matizaba siempre las conversaciones conmigo con alguna broma, era muy frecuente. Por ejemplo las bromas sobre los congresos tan repetidos del MNR, decía “andá a hacer el congreso”.
EC - Mencionaba esto de las críticas a aquel documento, porque en ellas, de vuelta, aparecen muy claramente sus ideas y sus convicciones más firmes. Estaban hablando de cómo sería la restauración de la democracia, qué debería pasar en el Uruguay que viniera después de la dictadura, y dice: “Ese régimen constitucional democrático deberá prever los mecanismos necesarios para combatir con eficacia, pero dentro del orden jurídico, a los extremismos de diverso signo, de derecha y de izquierda, así como las expresiones terroristas”. Y plantea: “Claro que deben existir mecanismos jurídicos eficaces para combatir todo terrorismo, de izquierda o de derecha. Sin ello no hay democracia ni Estado de derecho, y no veo claro por qué esto tendría que ser materia constitucional, cuando se trata simplemente de defender el orden público y asegurar el imperio de la ley, que son las funciones más esenciales del Estado. Pero lo que sí me preocupa es que se entienda que el ordenamiento constitucional debe establecer mecanismos para combatir los extremismos. El terrorismo sí, pero las ideas, por extremistas que sean, por favor, no; a los extremismos los combaten los partidos políticos, las ideas se combaten con ideas y no con un sistema represivo”.
CJP - Sí, ese es un documento que no emanó concretamente del triunvirato. Fue un borrador que acercó un compañero y alguien mezcló los dos documentos, porque de ninguna manera creo que hubiéramos dicho eso, especialmente en aquel momento, cuando incluso decíamos que no era necesario reformar la Constitución, que Constitución democrática tenía el país.
***
EC - Entre las críticas de Wilson a lo que se enteraba se estaba haciendo aquí había momentos en que los comentarios tenían que ver con cuestiones de forma. Volviendo a aquella reunión que usted mencionaba al principio, que una delegación del PN tuvo con un enviado del presidente James Carter en la Embajada de Estados Unidos aquí en Montevideo, con Terence Todman, en la que se le entregó un documento, Wilson dice: “El documento que se presentó es muy bueno, aunque quizás –perdón por decirlo, porque es apenas una minucia– es demasiado largo para gente habituada a leer solamente extractos de extractos. La importancia de esto es que en principio hay que evitar que la síntesis la haga quien lea, habitualmente un pinche, que casi seguramente hará mal esa síntesis. Resulta preferible hacerla uno directamente”. Era un consejo sobre cómo manejarse con representantes del Gobierno de Estados Unidos.
CJP - Sí. Cuando fuimos invitados a la entrevista con Todman, Fernando Oliú entendió que había que informar a Todman qué era el PN, de manera que se hace un resumen y se le entrega, sin que eso impidiera después una larga conversación en la que respondimos a sus preguntas y trasmitimos aquello que no habíamos establecido en el documento. Fue una entrevista muy interesante, yo cuento ahí un episodio muy bueno para mostrar cómo eran las cosas entonces. Cuando llegamos a la puerta de la embajada había un piquete policial que nos cerró el paso, nos dijeron: “¿Qué están haciendo acá? ¿Qué quieren? ¿Qué vienen a hacer?”. Ante la sorpresa, el profesor Pivel tomó la palabra: “Somos hombres libres y no tenemos que dar cuenta a nadie”, y entró a la embajada. La sorpresa de los policías fue tal que pudimos entrar todos detrás de Pivel. De cualquier manera muestra que hasta la puerta de la embajada americana en aquel momento se nos quería cerrar el paso. Fue muy criticada esa entrevista de Todman con la oposición. Incluso cuando las embajadas invitaban por ejemplo para un acto, una ceremonia, una fecha para ellos patriótica, los militares exigían no ir al mismo tiempo que nosotros, exigían ir cuando no estuviéramos nosotros. Generalmente algunas embajadas, como la francesa, la americana, hacían dos reuniones, una para recibir al Gobierno y otra para recibir a la oposición.
EC - Podríamos pasar toda la mañana deteniéndonos en alguna página, alguna carta en particular, alguna frase, algunos párrafos, pero agrego que resulta particularmente disfrutable –fíjense el término que utilizo– la última carta, la más larga de todas, en la que en determinado momento responde una por una a 27 acusaciones que en el Consejo de Estado en setiembre del 81 se habían formulado contra él para fundamentar la orden de captura por delitos de traición a la patria. Es divertido cómo se toma cada una de esas acusaciones –varias con errores de información fenomenales de por medio–, la ironía, la agudeza, y en determinados momentos la contundencia con la que directamente se responde a algo que sí, efectivamente era cierto, pero para él tenía un valor especial, por ejemplo el haber participado en actividades en el exterior por la libertad del general Seregni.
CJP - Claro, sí, lo manifiesta: “Es mi adversario, tenía el deber de defender esa situación, esa privación de libertad”. Sobre la forma en que lo trataron, tengo un episodio también risueño. En una entrevista con los militares cuando se conversaba la salida, nosotros les dijimos: “Es inútil, hay que levantar la proscripción de Wilson Ferreira, permitir que venga al Uruguay y acordar con el respaldo de él”, entonces dicen: “No, eso no puede ser ahora”, me dice uno de ellos, “imagínese todo lo que hemos dicho de Ferreira, ahora tenemos que dar la vuelta”.
***
EC - ¿Usted ha publicado todas las cartas que tiene, o todavía se guardó algunas?
CJP - Tengo algunas otras que no están completas, porque en ese circular entre los dirigentes algo se perdió, como se perdió parte de la grabación también. De manera que aquellas que estaban más completas son las que publicamos. Nos pareció que publicar fragmentos no era lo mejor, no permitía tener una visión general del asunto.
EC - ¿Tiene algún otro libro en preparación? ¿Tiene otros recovecos de su memoria, de su propia trayectoria que vaya a volcar por escrito?
CJP - Sí, yo traté en el Parlamento muchas veces el tema de la extranjerización de la tierra uruguaya. Hoy por ejemplo se señala que más de un tercio de la superficie del Uruguay está en poder de extranjeros. Hay que señalar sin embargo que esto ha traído el incremento de la materia prima exportable en un momento en que los precios son muy ventajosos y le ha provocado al Uruguay seguramente un crecimiento económico importante. Pero sin ninguna limitación, sin ningún contrapeso, vemos que la extranjerización de la tierra no solo nos llega de sorpresa sino que adquiere extensiones muy grandes, nadie viene a comprar 100 hectáreas ni 200, vienen a comprar 10.000 o 50.000 o 100.000 en algunos casos. ¿Hasta dónde eso puede significar en algún momento un contrapeso, algo que erosione la soberanía nacional? Como pasó por ejemplo con los frigoríficos extranjeros, los frigoríficos del Cerro, que tenían en algún momento tanto poder económico como el Gobierno, o más.
EC - ¿Sobre ese tema está escribiendo?
CJP - He hecho borradores, no tengo nada concreto, pero es un tema que me preocupa. Sé que hoy el capital extranjero tiene que mover la actividad en Uruguay, este país por sí solo con sus capitales no podría haber tenido el desarrollo fundamentalmente agrícola que está teniendo, por primera vez las exportaciones derivadas de la agricultura han superado a la ganadería en el país. De manera que hay un crecimiento muy grande en ese sentido, no se puede atacar todo, como lo hacíamos hace 20 años. Hace 20 años eran propietarios individuales, hoy son grandes empresas multinacionales que realizan un trabajo con un capital y una maquinaria que no tienen los uruguayos, que no está al alcance de los uruguayos. Pero hay que cuidar el otro aspecto. Creo que económicamente ha sido favorable, pero socialmente va dejando por el camino al pequeño propietario, al típico campesino nuestro, al hombre del campo nuestro, al mediano y pequeño propietario que tenía su manera de vivir, su manera de convivir con la familia. Todo eso ha ido desapareciendo para crear un gran latifundio en alguna oportunidad. Combatimos mucho el latifundio antes, y ahora tenemos otro tipo de latifundio, no siempre se da el latifundio en este caso, pero en muchos casos sí.
***
Transcripción: María Lila Ltaif
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