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Hoy lunes después de la
Semana de Turismo un ridículo mito oriental establece que comienza el
año laboral y de estudios. Falso de toda falsedad. Desde las fiestas de
fin de año y con las interrupciones naturales por los periodos de
vacaciones para cada uno, el país funciona normalmente, en el campo, en
el turismo, en la industria, en la educación, en todas sus actividades.
Otro mito pavo es que para ser
uruguayo hay que esperar hasta último momento, como lo hicieron algunos
que esperaron hasta último momento para sacar la Partida de Nacimiento y
realizar el trámite de inscripción en la Junta Electoral. Parece que
todos tenemos derechos, pero no siempre respetamos las obligaciones. No
es anécdota, es una deformación que algunos alimentamos incluso con
bromas. Además ese concepto es un insulto para las decenas de miles de
jóvenes que hicieron el trámite en tiempo y forma. ¿Acaso son menos
uruguayos que los que llegaron a último momento? No seamos ridículos,
con ese tipo de mitos y otras pavadas.
Lo importante es que el Uruguay trabaja, produce, innova,
invierte, estudia, cura, enseña, exporta, importa, hace política y
gobierna a todos los niveles. Faltan 10 meses de este gobierno. Y más
allá de las opiniones políticas más diversas, lo que si podemos
coincidir es que 300 días son muchos en la vida de la gente, de las
familias, de las instituciones. Seguramente los tiempos no se miden de
la misma manera. Los políticos pueden pensar y planificar con plazos más
amplios, los comunes mortales tienen que pensar en cosas más urgentes,
como pagar las cuentas, enviar los muchachos a estudiar, ir todos los
días a trabajar, atender empresas, comercios, consultorios, aulas y
muchas otras actividades vitales para todos nosotros y para el país.
El tiempo es un valor inestimable, que no siempre los políticos valoramos correctamente. A mi me sucede frecuentemente.
Hace tiempo que tengo fuertes empujes de clarificar el panorama
político dentro del gobierno y dejar que los que tienen la mayoría en el
Frente Amplio se hagan cargo de todo. Lo digo por lo poco que vale mi
opinión. Reconozco que puede ser que, desde afuera de la difícil tarea
de gobernar, las cosas se vean diferentes. Las tensiones internas en el
gobierno nadie las puede negar, han explotado por diversos motivos. La
lista es larga e importante.
Algunas tensiones tienen que ver con el proyecto de algunos
compañeros de cambiar el rumbo, dar un giro hacia la izquierda porque se
"agotó el modelo" y eso tiene que ver específicamente con la política
económica y social. Otras tensiones tuvieron que ver con aspectos
institucionales, con una visión diferente sobre la inconstitucional de
algunas leyes propuestas desde el gobierno. Otras diferencias refieren a
temas como la entrega de las licencias para los canales digitales y a
las relaciones con determinado grupo, que para llamarlo de alguna
manera, lo definiremos como empresarial.
Ni una sola, reitero ni una sola de las dificultades tuvieron su
origen en propuestas, o iniciativas adoptadas a nivel del gobierno por
el Frente Liber Seregni, ni siquiera el polémico tema de PLUNA, que
pagamos por entero a nivel político y a nivel judicial los del FLS y no
lo descargamos sobre otros integrantes del gobierno y menos sobre el
conjunto del gobierno. Lo asumimos plenamente. Hablar de compañerismo y
de institucionalidad del gobierno tiene un valor cuando es gratis y otro
cuando hay que poner el cuero y los peligros judiciales. A la vista
está.
Y esta actitud de parte del FLS no es bondad, no es descuido, es una
manera de entender dos cosas, el funcionamiento de las instituciones y
la lealtad política entre compañeros. Lo tienen muchos otros compañeros
del FA, no todos.
Tampoco nos podrán acusar de haber generado tensiones a partir de un
boquete enorme que funciona en la información oficial, desde el Consejo
de Ministros, la Torre Ejecutiva que llega prolija y organizada a
algunos medios de prensa. Organizada de acuerdo a una visión, a
objetivos bien claros. Nada es casual ni por descuido.
¿En el FLS no tendríamos que haber sido más duros, más inflexibles y
haber bloqueado algunos proyectos? Es una pregunta que nos formulamos
muchos, creo que en algún momento se lo formularon muchos ciudadanos y
dirigentes políticos de la izquierda.
Las respuesta la dio Danilo Astori en el acto del Platense del pasado
miércoles 9 de abril, defendiendo el funcionamiento de los partidos
políticos como una clave de la solidez democrática de nuestro país, de
su historia y sus mejores tradiciones. También tiene mucho que ver con
la unidad en la acción y en el gobierno que son la base de la izquierda
uruguaya desde el nacimiento del Frente Amplio en 1971.
Lo he pensado mucho. Cuando el proceso judicial hizo que Fernando
Lorenzo renunciara a su cargo para presentarse ante el fiscal y la jueza
en igualdad de condiciones a su compañero Fernando Calloia, yo creí que
había llegado el momento de dejar el Ministerio de Economía y Finanzas.
De lo contrario no me convencieron mis compañeros sino un humilde
laburante que trabaja en mi edificio y me preguntó en medio de la crisis
y con ansia evidente, ustedes siguen ¿no? Yo le retroqué: ¿Por qué te
preocupa? Es que yo tengo que terminar de pagar la moto. La respuesta
tuvo la fuerza de las cosas más simples y arrolladoras.
La gente quiere tranquilidad, seguridad y continuidad en los cambios y
lo expresa en esas preguntas básicas o en las encuestas sobre a quien
prefieren como ministro de economía. Nadie es imprescindible, pero no
tengo la menor duda que lo que ha sucedido en estos 9 años con la
política económica y social del Uruguay tiene directa relación con las
ideas, el liderazgo y la responsabilidad de Danilo Astori y sus
compañeros de tarea.
Siempre me formulé una pregunta: ¿Qué hubiera sucedido para los dos
gobiernos de izquierda, pero sobre todo para el actual, si el MEF
hubiera tenido las tensiones y contradicciones, las lentitudes y
dificultades que hemos tenido en otros ministerios?
Les puedo asegurar que el Uruguay estaría muy lejos y mucho más atrás
de la posición que ocupa hoy a nivel nacional, regional e
internacional. Y eso en el fondo lo sabe la inmensa mayoría de los
uruguayos, frenteamplistas, blancos, colorados e independientes. Lo
saben los trabajadores, los profesionales, los docentes, los
empresarios, los productores rurales, lo saben los políticos. Aunque la
mayoría de los políticos no lo reconocerían ni bajo presión y muchos
otros nos hacemos los desentendidos.
Nos hemos acostumbrado a las buenas noticias, a los indicadores
económicos, sociales, productivos en crecimiento constante, en medio del
viento de cola, del vendaval de frente e incluso de las tensiones
regionales con nuestros vecinos. ¿Es solo mérito de la Economía? No, es
mérito en primer lugar de los presidentes Vázquez y Mujica, ellos
guiaron y guían el país y hay muchos ministros y compañeras y compañeros
que han hecho aportes muy importantes. Pero si la economía no hubiera
funcionado, si las previsiones de la derecha se hubieran cumplido en el
terreno económico, todo el resto se hubiera derrumbado. Así sucedió y
sucede en todo el mundo, incluso en algunos modelos que en algún momento
fueron paradigmas para ciertos compañeros de izquierda. Ahora callan.
Cuando se admiten y se promueven las filtraciones desde el Palacio y
variados pasillos del poder, de medidas gubernamentales, de nombres para
la fórmula del FA pero se critica el derecho de Astori de hablar claro,
de frente, con nombre y apellido, hay que tener una enorme paciencia y
sentido de responsabilidad.
Cuando sobre muchos de nosotros soplen los vientos de la impaciencia,
de la bronca, del hartazgo y de otras debilidades humanas y políticas
debemos gritar bien fuerte: aguante, Astori, aguante. Para que haya otro
gobierno, mejor, más ordenado, menos conversado y más profundo en sus
cambios y en su visión estratégica es imprescindible culminar de la
mejor manera posible este gobierno.
Aunque a veces supongo que hasta la impenetrable solidez
institucional y frenteamplista de Danilo Astori debe tener algunas
vacilaciones. Todo lo humano es limitado.
Astoristas y sus alrededores.
Es posible que por escribir estas cosas me definan como un astorista,
la política tiene una peligrosa tendencia a simplificación.
Yo hace tiempo que intento ser profundamente laico en materia
política y de las otras cosas de la vida y por lo tanto no me gustan las
casillas. Pero no me gustan tampoco en el otro sentido, los que se
definen por la negativa.
Luego de 9 años y algunos días de gobiernos de izquierda tengo el más
profundo y fundado convencimiento de que Danilo Astori hubiera sido el
mejor presidente, sobre todo en estos últimos 4 años. Cada día tengo
menos dudas. Entre otras cosas porque es el dirigente con la visión más
integralmente de izquierda, más profundamente de izquierda en la
globalidad de su visión política, institucional, económica, ética,
social, cultural del Uruguay. Y estoy dispuesto a discutirlo, en base a
las ideas y en base a los hechos.
No es el mejor candidato, también de eso estoy convencido. No maneja
adecuadamente los equilibrios entre el sentido de responsabilidad
institucional, frenteamplista y sus propios intereses políticos. Ofició
siempre como Ministro de Economía y Finanzas en el gobierno Vázquez y
nunca privilegió sus propios intereses políticos sectoriales y eso le
sucede muy a menudo y le cuesta caro. En política eso puede ser una
debilidad importante, mientras otros desde otro ministerio construían su
propia candidatura con gran inteligencia y habilidad.
Ahora se repite la misma situación y Astori tuvo la actitud de
jugarse por la candidatura de Tabaré Vázquez de inmediato y de apoyarla
con todas sus fuerzas, entre otras cosas aportando su esfuerzo para que
este gobierno termine de la mejor manera posible.
Se sabe que yo no apoyé a Astori e incluso tuve duros choques cuando
el documento de los "24", donde él, como no podía ser de otra manera
defendió la estructura del FA, esa misma que le hizo tantas porcadas,
como en la selección de los precandidatos en el Congreso del FA del
2008, donde lo dejaron en tercer lugar, permitiendo el absurdo de que un
mismo delegado votara por más de una candidato.
Le expresé mi apoyo recién a partir del 2008, ante las alternativas
que se planteaban en ese momento, pero en realidad el "clic" lo viví en
el acto convocado en la Plaza Libertad donde habó Tabaré haciendo un
resumen de su gobierno y era tan abrumadores los resultados obtenidos en
materia de la política económica y social, que no me quedaron dudas.
Todos los principales resultados de ese gobierno habían sido posibles
porque la economía había funcionado mucho, pero mucho mejor de lo
esperado por todos. Por nosotros, por la derecha y en todo el país, en
Montevideo y sobre todo en el Interior.
Repito, fue una obra colectiva guiada por un excelente presidente,
pero sin el soporte de la economía nada hubiera sido posible. Por ello
en el Uruguay se da la paradoja que el ministro de economía real o in
pectore es una de las tres figuras políticas con más apoyo popular,
cuando en el mundo y en el Uruguay, siempre fueron los que recogen las
broncas sociales y populares.
Nadie lo dirá, porque en la izquierda somos bastante parcos, para ser
generosos, pero vivimos de la reforma fiscal y en su momento lo dejaron
más solo que el "uno", incluso algunos en los pasillos refunfuñaban y
barrían para sus tiendas. ¿O es una ilusión personal?
Pero la derecha y sus intelectuales orgánicos lo comprenden
perfectamente, es así que Adolfo Garcé no pierde oportunidad de apuntar
contra Astori vaticinando las peores desgracias políticas. Sabe
perfectamente lo que hace, le apunta a Astori para pegarle a todo el
Frente Amplio. Es bien orgánico y carnívoro aunque se vista de seda.
En el FLS, el principal capital político que disponemos es Danilo
Astori, no solo por su nivel intelectual, por sus discursos, sino por
algo mucho más concreto, tangible y morfable, por la economía y su
impacto en la sociedad. La política económica y social basada en el
trabajo como el elemento clave y por lo tanto el eje sobre el que
rotaron todas las demás variables, las inversiones, el comercio con el
exterior, la política monetaria, el manejo de las relaciones con los
organismos de crédito internacional, el impecable manejo de la deuda
externa, de las reservas internacionales y la inflación como una
variable más y sobre todo la profunda reforma fiscal, son un enorme
capital para la izquierda y para el Uruguay. Y esa es la base
fundamental del capital político de Astori y del FLS. Y un capital de
todo el Frente Amplio.
Hay otros compañeros, otros aportes importantes desde otros
ministerios, intendencia, parlamento y posiciones de gobierno al capital
político del FLS, no tengo la menor duda, incluso la propia
construcción de un pensamiento diverso pero coincidente en aspectos
fundamentales y estratégicos que van más allá de lo electoral, son un
elemento de identidad del FLS. Pero además del olfato, en esta materia
yo me oriento por las muy prosaicas encuestas de opinión pública y de
intención de voto, y por lejos, muy lejos el principal capital político y
electoral del FLS se llama Danilo Astori. Y permitan que lo diga con
claridad entre otras cosas porque yo en esa carrera no corro ni correré
nunca. No fui, no soy y no seré candidato a nada, así que puedo hablar
con más tranquilidad.
Otro elemento que quiero considerar es la generosidad. A la hora de
hablar somos todos super generosos, es una virtud exhibida en la
izquierda hasta el cansancio, el problema es cuando la generosidad
cuesta. Y Astori ha demostrado en el FLS, generosidad. El que quiera
entenderlo y como quiera entenderlo que lo haga. Los proyectos políticos
importantes siempre se construyen con generosidad, así funcionó en el
Frente Amplio, recordemos el año 1989...y la lista a senadores de la
1001. Todos dispuestos a llevar a un candidato común encabezando la
lista al senado, pero a pagarlo, una sola y además tuvo el gesto de que
todos los suplentes de Astori, en ese momento candidato a la vice junto a
Liber Seregni, fueran también independientes.
La generosidad es multidireccional, hay que saber ser generosos,
recibir con generosidad y aceptar que otros reciban la generosidad,
porque de lo contrario es todo fingido. Haber propuesto a Mónica Xavier
como presidenta del FA fue además de generoso un gran acierto político,
los resultados electorales y de la marcha del FA están a la vista.
Proponer que la presidenta del FA sea la compañera de fórmula de Tabaré
como todas las cosas humanas y sobre todo políticas es plenamente
discutible, pero es un gesto de amplitud, de visión frenteamplista, de
generosidad. Otros compañeros consideran que lo mejor es filtrar los
nombres de su propio sector. Cada uno elige y propone. La unidad no es
una consigna, fue desde el nacimiento mismo del FA un gesto colectivo de
generosidad política.
No digo ninguna novedad si afirmo que voy a votar y trabajar para que
el FLS y Astori obtengan la mayor cantidad de votos, no solo ni
principalmente por lo que aportó a los dos gobiernos de izquierda, sino
por lo que tiene que hacer en un futuro gobierno del Frente Amplio. Lo
voto y haré campaña porque quiero estar tranquilo de que seguiremos
creciendo, aumentando el bienestar de la gente, sus sueldos y sus
ingresos familiares, porque habrá recursos suficientes para políticas
sociales, educativas, de la salud y en otros cinco años podremos
alcanzar niveles de desarrollo y de equidad social muy superiores. Si se
pudo en estos 9 años, podremos hacerlo en los próximos cinco años. Y lo
voto para que aporte con nuevas ideas de izquierda, en los diferentes
frentes y en particular en el funcionamiento de las instituciones y de
la democracia. Y como la política, esa noble actividad por la disputa
del poder es siempre opción, no es una elección absoluta, un "ismo", es
comparar y luego elegir racionalmente entre las varias opciones. Y eso
no tiene porque encasillar.
Tengo claro que en esas opciones racionales, por el camino se pierde
una buena dosis de épica y de ilusión. Ese es uno de los precios que se
paga por ocupar el poder y ejercerlo.
Si todas las fuerzas importantes que
integramos el FA no votamos bien, medianamente bien o muy bien, estamos
jodidos. En las elecciones nacionales, con o sin balotaje, con o sin
mayoría parlamentaria, así que mis deseos de buenos resultados generales
son bien egoístas. Pero una cosa la tengo clara, si Astori no obtiene
una muy buena votación eso influirá de manera determinante en dos cosas,
en los resultados generales del FA y en la marcha del futuro gobierno
del Frente. Por eso, lo reitero: Aguante, Danilo, Aguante.
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