Sí, Paco
180.com.uyPublicado el: 3 de abril de 2014 a las 16:50
La Asociación Uruguaya de Fútbol arde pero poco importa, el objetivo está cumplido. En medio del caos en el que Casal sumió a la AUF, no hay licitación posible por los derechos televisivos para las próximas Eliminatorias, su gran desvelo y motivo principal por el cual ejecutó un golpe desestabilizador contra Sebastián Bauzá.
El ex presidente tenía en sus planes licitar los derechos de televisación para las Eliminatorias del Mundial de Rusia antes de que se jugara el Mundial de Brasil. Eso aseguraba, según las cifras que manejaban los neutrales, un piso de 18 millones de dólares para la AUF. Además para dicha licitación, Tenfield no tenía posibilidad de igualar la mejor oferta y quedarse con los derechos porque el Ejecutivo de Bauzá había quitado esa cláusula del contrato, no sin antes ser amenazado por el empresario.
Por eso se produjo el golpe en la AUF a menos de 70 días para el Mundial. Porque Bauzá quería irse con la licitación cerrada. Casal no imaginaba entrar en igualdad de condiciones con la empresa Fox y tal vez alguna otra, como ESPN.
Con sus aciertos y sus errores, Bauzá y sus compañeros decidieron por sí mismos. Eso el dueño de la aldea no lo perdona. Movió cielo y tierra para desestabilizarlo. Comenzó con sus aduladores más repugnantes dentro de la Asociación, siguió con una Mutual entregada de pies y manos a sus designios y culminó la maniobra con una jugada que incluyó al presidente de la República, José Mujica.
Los favores de Mujica hacia Casal son evidentes. Quien quiera ver los ve. Un rápido repaso de hechos objetivos hablan por sí solos. En 2009 Mujica viajó junto a Casal para reunirse con el presidente del Real Madrid en la capital española por invitación del empresario; en 2011 se sentó en la mesa junto a uno de los dueños de Tenfield Nelson Gutiérrez y los presidentes de los grandes para avalar a la empresa; en 2012 cesó al ministro de Turismo y Deporte, Héctor Lescano, quien estaba enfrentado a Tenfield; en 2013 laudó a favor de Casal en el diferendo con la DGI y también le dio uno de los canales de la nueva televisión digital. El último aporte a la causa, tal vez involuntario pero aporte al fin, fue la decisión de no mandar policías al Estadio Centenario y al Parque Central. La medida tomada de manera irreflexiva e intempestiva derivó en una crisis gigante. ¿Qué hizo Mujica cuando se le fue el asunto de las manos? Dejar que Casal lo encauzara.
El conflicto entre Casal y Bauzá empezó en febrero de 2011. Por esos días la AUF contrató una empresa para que la asesorara sobre cuál era la mejor forma para licitar los derechos de las Eliminatorias para el Mundial de Brasil. Bauzá, adelantó que la AUF era “independiente económicamente” y que eso le permitía negociar “sin ataduras”.
Cuando Casal vio que no iba a poner ni la cifra ni las condiciones para televisar a la selección en el camino a Brasil, pasó a la acción. Literalmente. Irrumpió en el hotel Belmont y amenazó al presidente de la AUF en plena negociación con Gutiérrez por los derechos.
Tras el incidente dado a luz por contados medios y tapado por la mayoría del periodismo, Bauzá reconoció que en medio de la reunión ingresó Casal para “marcar una presión” que no toleró. “Tengo hijas chicas y no me gustan las demostraciones de poder porque nunca se sabe dónde pueden terminar”, dijo.
Casal explicó en ese momento en el diario El País que se “sacó” y se puso “como loco”. Algo similar dijo en una entrevista concedida a Canal 10.
A pesar de ese incidente, el negocio le salió redondo a la AUF que terminó con 10 millones y medio de dólares en su cuenta y quitó la cláusula de prioridad para Tenfield. Tras la firma, Lescano respaldó a Bauzá y dijo que no puede volver a darse una situación así. “Pasó momentos difíciles, pero que manejó con mucho decoro y tranquilidad”, expresó.
Los mismos derechos por los que Tenfield había pagado dos millones de dólares por las Eliminatorias de Corea y Japón valieron para las de Brasil más de 10 millones. Así finalizó esa historia. Pero comenzó otra.
En mayo de 2011 Casal invitó a su manada a una comida. Entre chorizos y etiqueta negra los convenció de que había que ir contra el Ejecutivo y les prometió a cambio mejorar el dinero que Tenfield pagaba mensualmente por el fútbol local. Le llevó unas dos horas escuchar el “Sí Paco”.
“Estos contactos informales entre gente de Tenfield y presidentes afines a espaldas del Ejecutivo se dieron durante años. Casal juntó a todos para presionar. Lo increíble es que prometía plata para los clubes, que tenía que poner sí o sí para comprar los derechos de la selección. Es decir que con la misma plata que compra los derechos de los partidos de Uruguay, quiere comprar los derechos del fútbol local. O sea que la extensión del contrato del fútbol local le salía gratis”, dijo hace algunos días un ex neutral a 180.
La estrategia de Casal, fue lograr que los clubes le doblaran el brazo a los neutrales, que no estaban de acuerdo en prolongar el vínculo con Tenfield, basados en las recomendaciones de la consultora BDO y de la FIFA que sugieren que no se vendan a largo plazo los derechos televisivos y menos que se extiendan los ya vendidos.
Sin embargo, los presidentes de los clubes cumplieron con su parte y al Ejecutivo no le quedó otro camino que extender el contrato.
Fue durante ese período de negociación cuando Mujica se sentó a la mesa junto a Gutiérrez, Juan Pedro Damiani, Ricardo Alarcón y algunas otras personas cercanas a la empresa. Uno de los presentes dijo a 180 que los integrantes de Tenfield explicaron a Damiani y a Alarcón por qué los derechos debían continuar en poder de Casal y el presidente de la República avaló los dichos. “Fue una muestra de poder por parte de Tenfield. Una demostración de que tiene al gobierno de su lado”, indicó.
Uno de los que criticó la movida de Tenfield para extender el contrato fue Lescano, quien volvió a defender a Bauzá y la legitimidad e independencia de la Asociación. Al ministro no le fue bien. Gutiérrez lo calificó en una nota (sin preguntas) que publicó el diario El País de haber “despilfarrado, sin ton ni son, los cuantiosos fondos públicos”.
Mujica no dijo una palabra sobre el ataque a un integrante de su gabinete. Tiempo después, Liliam Kechichián asumió la cartera en reemplazo de Lescano. El presidente de la República dijo que el cambio era para “renovar”.
La embestida final comenzó en diciembre de 2013. Casal exigió a un conjunto de clubes que hicieran una denuncia penal contra las autoridades de la Conmebol porque no le dejaban meterse en el negocio de la televisación de los partidos de la Libertadores y la Sudamericana. Los dirigentes, por supuesto, dijeron “Sí Paco”.
Cuando Peñarol, que tiró la piedra y escondió la mano, se bajó de la denuncia quedaron siete clubes que participaron, con suerte, en un torneo organizado por la Conmebol en los últimos 50 años. Sus presidentes exigían más plata de la Confederación al mismo tiempo que eran incapaces de discutirle el mísero ingreso, que sí les afecta, que tienen por el fútbol local. Clubes como Cerro Largo, una institución sin personería jurídica y cuyo presidente jamás presentó balances al intendente del departamento, Sergio Botana, por el dinero que éste le daba para competir.
Firmaron una denuncia sin saber ni qué decía y se expusieron a graves sanciones en su contra y en contra de las instituciones que dicen representar. Esto metió en un callejón sin salida a Bauzá, que como integrante del Ejecutivo de la Conmebol quedó sin margen de maniobra.
Ya sin ningún tapujo, el empleado de Tenfield Osvaldo Giménez redactó una carta para quitarle la confianza al Ejecutivo y los firmantes debieron pasar por la sede de la empresa a sostener la lapicera. Lo hicieron los presidentes de El Tanque, Miramar, Cerro, Juventud, Sud América, Cerro Largo, Rentistas, Rampla, Progreso, Canadian, Villa Teresa, Huracán del Paso de la Arena, Rocha, Central Español, Plaza Colonia, Tacuarembó, Boston River y Cerrito. De los 21 puntos que le criticaban a los neutrales, 15 hacían referencia a temas de la Conmebol.
Al respecto Bauzá dijo en 180 que algunos de esos presidentes lo llamaron para decirle que “lamentablemente tuvieron que firmar porque era la manera de recibir adelantos de dinero para jugar el campeonato”.
Entonces llegó el golpe final. Los problemas en la tribuna de Nacional tras el partido ante Newell´s llevaron a Mujica a tomar la medida de no mandar policías para los partidos en el Estadio y el Parque. Se lo comunicó a Bauzá y a los presidentes de los grandes el viernes por la tarde y allí mismo negociaron un parche que lo rompió la Mutual. Su presidente, Enrique Saravia, se enteró el viernes de boca del propio Mujica de la solución pero recién el sábado a medianoche, luego de que se había jugado Nacional – Liverpool en el Franzini, le mandó un mensaje a Bauzá para decirle que sus asociados no irían al Estadio el domingo. Esto desacomodó a Bauzá que se había comprometido con el presidente de Nacional, Eduardo Ache, a que se jugaría toda la fecha.
El ex presidente tenía en sus planes licitar los derechos de televisación para las Eliminatorias del Mundial de Rusia antes de que se jugara el Mundial de Brasil. Eso aseguraba, según las cifras que manejaban los neutrales, un piso de 18 millones de dólares para la AUF. Además para dicha licitación, Tenfield no tenía posibilidad de igualar la mejor oferta y quedarse con los derechos porque el Ejecutivo de Bauzá había quitado esa cláusula del contrato, no sin antes ser amenazado por el empresario.
Por eso se produjo el golpe en la AUF a menos de 70 días para el Mundial. Porque Bauzá quería irse con la licitación cerrada. Casal no imaginaba entrar en igualdad de condiciones con la empresa Fox y tal vez alguna otra, como ESPN.
Con sus aciertos y sus errores, Bauzá y sus compañeros decidieron por sí mismos. Eso el dueño de la aldea no lo perdona. Movió cielo y tierra para desestabilizarlo. Comenzó con sus aduladores más repugnantes dentro de la Asociación, siguió con una Mutual entregada de pies y manos a sus designios y culminó la maniobra con una jugada que incluyó al presidente de la República, José Mujica.
Los favores de Mujica hacia Casal son evidentes. Quien quiera ver los ve. Un rápido repaso de hechos objetivos hablan por sí solos. En 2009 Mujica viajó junto a Casal para reunirse con el presidente del Real Madrid en la capital española por invitación del empresario; en 2011 se sentó en la mesa junto a uno de los dueños de Tenfield Nelson Gutiérrez y los presidentes de los grandes para avalar a la empresa; en 2012 cesó al ministro de Turismo y Deporte, Héctor Lescano, quien estaba enfrentado a Tenfield; en 2013 laudó a favor de Casal en el diferendo con la DGI y también le dio uno de los canales de la nueva televisión digital. El último aporte a la causa, tal vez involuntario pero aporte al fin, fue la decisión de no mandar policías al Estadio Centenario y al Parque Central. La medida tomada de manera irreflexiva e intempestiva derivó en una crisis gigante. ¿Qué hizo Mujica cuando se le fue el asunto de las manos? Dejar que Casal lo encauzara.
El conflicto entre Casal y Bauzá empezó en febrero de 2011. Por esos días la AUF contrató una empresa para que la asesorara sobre cuál era la mejor forma para licitar los derechos de las Eliminatorias para el Mundial de Brasil. Bauzá, adelantó que la AUF era “independiente económicamente” y que eso le permitía negociar “sin ataduras”.
Cuando Casal vio que no iba a poner ni la cifra ni las condiciones para televisar a la selección en el camino a Brasil, pasó a la acción. Literalmente. Irrumpió en el hotel Belmont y amenazó al presidente de la AUF en plena negociación con Gutiérrez por los derechos.
Tras el incidente dado a luz por contados medios y tapado por la mayoría del periodismo, Bauzá reconoció que en medio de la reunión ingresó Casal para “marcar una presión” que no toleró. “Tengo hijas chicas y no me gustan las demostraciones de poder porque nunca se sabe dónde pueden terminar”, dijo.
Casal explicó en ese momento en el diario El País que se “sacó” y se puso “como loco”. Algo similar dijo en una entrevista concedida a Canal 10.
A pesar de ese incidente, el negocio le salió redondo a la AUF que terminó con 10 millones y medio de dólares en su cuenta y quitó la cláusula de prioridad para Tenfield. Tras la firma, Lescano respaldó a Bauzá y dijo que no puede volver a darse una situación así. “Pasó momentos difíciles, pero que manejó con mucho decoro y tranquilidad”, expresó.
Los mismos derechos por los que Tenfield había pagado dos millones de dólares por las Eliminatorias de Corea y Japón valieron para las de Brasil más de 10 millones. Así finalizó esa historia. Pero comenzó otra.
En mayo de 2011 Casal invitó a su manada a una comida. Entre chorizos y etiqueta negra los convenció de que había que ir contra el Ejecutivo y les prometió a cambio mejorar el dinero que Tenfield pagaba mensualmente por el fútbol local. Le llevó unas dos horas escuchar el “Sí Paco”.
“Estos contactos informales entre gente de Tenfield y presidentes afines a espaldas del Ejecutivo se dieron durante años. Casal juntó a todos para presionar. Lo increíble es que prometía plata para los clubes, que tenía que poner sí o sí para comprar los derechos de la selección. Es decir que con la misma plata que compra los derechos de los partidos de Uruguay, quiere comprar los derechos del fútbol local. O sea que la extensión del contrato del fútbol local le salía gratis”, dijo hace algunos días un ex neutral a 180.
La estrategia de Casal, fue lograr que los clubes le doblaran el brazo a los neutrales, que no estaban de acuerdo en prolongar el vínculo con Tenfield, basados en las recomendaciones de la consultora BDO y de la FIFA que sugieren que no se vendan a largo plazo los derechos televisivos y menos que se extiendan los ya vendidos.
Sin embargo, los presidentes de los clubes cumplieron con su parte y al Ejecutivo no le quedó otro camino que extender el contrato.
Fue durante ese período de negociación cuando Mujica se sentó a la mesa junto a Gutiérrez, Juan Pedro Damiani, Ricardo Alarcón y algunas otras personas cercanas a la empresa. Uno de los presentes dijo a 180 que los integrantes de Tenfield explicaron a Damiani y a Alarcón por qué los derechos debían continuar en poder de Casal y el presidente de la República avaló los dichos. “Fue una muestra de poder por parte de Tenfield. Una demostración de que tiene al gobierno de su lado”, indicó.
Uno de los que criticó la movida de Tenfield para extender el contrato fue Lescano, quien volvió a defender a Bauzá y la legitimidad e independencia de la Asociación. Al ministro no le fue bien. Gutiérrez lo calificó en una nota (sin preguntas) que publicó el diario El País de haber “despilfarrado, sin ton ni son, los cuantiosos fondos públicos”.
Mujica no dijo una palabra sobre el ataque a un integrante de su gabinete. Tiempo después, Liliam Kechichián asumió la cartera en reemplazo de Lescano. El presidente de la República dijo que el cambio era para “renovar”.
La embestida final comenzó en diciembre de 2013. Casal exigió a un conjunto de clubes que hicieran una denuncia penal contra las autoridades de la Conmebol porque no le dejaban meterse en el negocio de la televisación de los partidos de la Libertadores y la Sudamericana. Los dirigentes, por supuesto, dijeron “Sí Paco”.
Cuando Peñarol, que tiró la piedra y escondió la mano, se bajó de la denuncia quedaron siete clubes que participaron, con suerte, en un torneo organizado por la Conmebol en los últimos 50 años. Sus presidentes exigían más plata de la Confederación al mismo tiempo que eran incapaces de discutirle el mísero ingreso, que sí les afecta, que tienen por el fútbol local. Clubes como Cerro Largo, una institución sin personería jurídica y cuyo presidente jamás presentó balances al intendente del departamento, Sergio Botana, por el dinero que éste le daba para competir.
Firmaron una denuncia sin saber ni qué decía y se expusieron a graves sanciones en su contra y en contra de las instituciones que dicen representar. Esto metió en un callejón sin salida a Bauzá, que como integrante del Ejecutivo de la Conmebol quedó sin margen de maniobra.
Ya sin ningún tapujo, el empleado de Tenfield Osvaldo Giménez redactó una carta para quitarle la confianza al Ejecutivo y los firmantes debieron pasar por la sede de la empresa a sostener la lapicera. Lo hicieron los presidentes de El Tanque, Miramar, Cerro, Juventud, Sud América, Cerro Largo, Rentistas, Rampla, Progreso, Canadian, Villa Teresa, Huracán del Paso de la Arena, Rocha, Central Español, Plaza Colonia, Tacuarembó, Boston River y Cerrito. De los 21 puntos que le criticaban a los neutrales, 15 hacían referencia a temas de la Conmebol.
Al respecto Bauzá dijo en 180 que algunos de esos presidentes lo llamaron para decirle que “lamentablemente tuvieron que firmar porque era la manera de recibir adelantos de dinero para jugar el campeonato”.
Entonces llegó el golpe final. Los problemas en la tribuna de Nacional tras el partido ante Newell´s llevaron a Mujica a tomar la medida de no mandar policías para los partidos en el Estadio y el Parque. Se lo comunicó a Bauzá y a los presidentes de los grandes el viernes por la tarde y allí mismo negociaron un parche que lo rompió la Mutual. Su presidente, Enrique Saravia, se enteró el viernes de boca del propio Mujica de la solución pero recién el sábado a medianoche, luego de que se había jugado Nacional – Liverpool en el Franzini, le mandó un mensaje a Bauzá para decirle que sus asociados no irían al Estadio el domingo. Esto desacomodó a Bauzá que se había comprometido con el presidente de Nacional, Eduardo Ache, a que se jugaría toda la fecha.
Ya sin apoyo de Nacional, el lunes por la mañana Bauzá y sus compañeros se fueron de la AUF. Un rato más tarde Gutiérrez entró a la Torre Ejecutiva.
Por la noche, mientras en la sede de
Daecpu se trabajaba en la lista a Diputados que Saravia encabezará por
el Espacio 609, los presidentes de los clubes se reunían en un salón del
Náutico. Los gastos corrieron por cuenta de Osvaldo Giménez.
Sin Bauzá, todo se solucionó en un abrir y
cerrar de ojos. Apareció la voluntad de los clubes, los acuerdos, las
cámaras de seguridad, el Código de Disciplina y la Policía. La medida de
Mujica de sacar la Policía del Parque y del Estadio solo sacó a Bauzá.
Ni siquiera llegó a concretarse una vez.
El caos queda instalado en la AUF.
También queda un proceso de selecciones de los más exitosos de la
historia, más de 10 millones de dólares repartidos entre los clubes
gracias a la selección, los partidos de Uruguay y la palabra “Celeste”
de lo que se había apoderado Tenfield.
Bauzá y sus compañeros duermen
tranquilos. Le devolvieron la dignidad a la AUF y la selección a la
gente. Tal vez vuelvan los tiempos para los “vivos”, para los que
“tienen boliche”. Así lo quiso Paco. Y cuando Paco dice algo ya se sabe
qué se le contesta. Desde el dirigente más ruin hasta el señor
presidente.
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