A
la hora de escribir estas líneas todavía no se ha hecho público el
anuncio del gobierno sobre sus pautas para la rendición de cuentas.
Sin embargo, todos los rumores e, incluso, declaraciones de
representantes del partido de gobierno, indican que habrá un aumento
de la carga impositiva, fundamentalmente centrada en incrementos del
Impuesto a la Renta de las Personas Físicas.
No
hablaremos de sus contenidos sin tener en la mano la propuesta
concreta del gobierno. Sin embargo, se pueden decir unas cuantas
cosas sobre los hechos y las decisiones de los sucesivos gobiernos
del Frente Amplio que han llevado al país a esta situación.
En
efecto, en primer lugar debemos decir que durante la reciente campaña
electoral de 2014, el partido de gobierno afirmó, no una sino cien
veces, que no aumentaría la carga tributaria durante el próximo
gobierno. Es más, el propio presidente Vázquez anunció incluso que
habría reducción de la carga impositiva.
Nos
mintieron a todos “a cara de perro”. Sabían muy bien cuál era
la situación de las cuentas públicas y cómo venía evolucionando
la situación de los precios internacionales de nuestros productos,
así como la crisis de la región. Sabían muy bien que el déficit
fiscal alcanzaría en 2014 precisamente un máximo histórico
vergonzoso. Sabían que hubo un despilfarro de recursos públicos con
pocos antecedentes en el pasado reciente.
Sin
embargo, esta semana, apenas un año y medio después de haber jurado
y perjurado que no habría aumento tributario, todo indica que se
descolgarán con un nuevo ajuste fiscal. Esta vez sin disfraz alguno,
porque ajuste fiscal ya hubo a comienzos de este mismo año mediante
el aumento de las tarifas públicas.
No
hay cosa que desgaste más a la política y a los gobiernos que le
mientan descaradamente a los ciudadanos y, particularmente, que esas
mentiras tengan como resultado un impacto en los bolsillos de los
ciudadanos de este país.
Porque
el problema es lo que se hizo y lo que no se hizo en la época de las
“vacas gordas”. Cuando había que ahorrar para los tiempos
difíciles no se hizo otra cosa que gastar y gastar como pocas veces
en la historia de este país. Hoy no hay ahorros y el déficit fiscal
es insostenible por lo que se corre el riesgo de perder el grado
inversor. Podría haber sido distinto si el Frente Amplio hubiera
actuado de otra forma en estos últimos años.
Algunos
ejemplos rompen los ojos. Cuando comenzó el gobierno de Mujica (el
máximo responsable de todo el desastre, con el silencio cómplice de
los que dicen ser los cracks de la economía) se proyectó que al
finalizar el período, el déficit fiscal estaría en el 0.8% del
PBI. Pues bien, al finalizar el período el déficit fiscal se
multiplicó por cuatro veces y media con respecto a lo prometido,
alcanzando el 3.6% de un PBI mucho mayor del esperado. ¡Si se habrá
gastado y despilfarrado en estos años!
¿Para
qué? ¿Para hacer los cambios estructurales que el país necesitaba?
NO. Ni la educación, ni la seguridad, ni la infraestructura, ni la
red vial, ni los famosos “paquetitos” prometidos se concretaron.
Nada.
Lo
que sí se hizo fue fundir ANCAP, llevar adelante obras inútiles
como el ANTEL ARENA, multiplicar los ingresos de funcionarios
públicos al Estado, aumentar los gastos en consultorías, en horas
extra y no avanzar un centímetro en el control y evaluación de la
gestión pública.
Basta
mencionar que los U$ 500 millones que ahora el gobierno reclama como
una reducción del déficit imprescindible son menos que los U$ 622
millones que tuvo que aplicar para el salvataje de ANCAP apenas seis
meses atrás. Justamente para salvar a una empresa que insólitamente
estaba en situación de insolvencia patrimonial cuando debería dar
ganancias y aportar a las cuentas del Estado.
Estamos
en el horno. Hay una responsabilidad fantástica de un gobierno que
tuvo en sus manos la mejor época de la historia del país y la
malgastó de una manera poco creíble.
Es
más, ni siquiera reaccionó con seriedad el año pasado, cuando
presentó su propuesta presupuestal fundada en proyecciones de
crecimiento ridículas que el tiempo se encargó de confirmar. El
gobierno proyectó un presupuesto sobre la base de que nuestro país
crecería el 2.5% en 2015 y 2% en 2016; de nada valió que se le
advirtiera que no sería así y que los pronósticos eran muy
optimistas. La soberbia de todos estos años siguió predominando
sobre la sensatez y el realismo.
Los
“hechos son porfiados” solía decir el Gral. Seregni y esos
hechos confirmaron lo que se les advirtió. El PBI creció apenas el
1% en 2015 y todo indica que en 2016 estará por debajo del 1%.
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