El Viernes Santo es de luto
universal. Fue cuando subieron a Cristo a la cruz y muere por la
salvación espiritual del mundo. Por la justicia, por los
necesitados, los humildes y los explotados. Nunca representó a los
poderosos, los arbitrarios, depredadores o asesinos. Fue y es la
representación más auténtica de los sentimientos de paz, piedad y
amor que haya existido en todos los tiempos en la humanidad. Cuando
inclinó su cabeza sangrante, con la corona de espinas, clavado en la
cruz, lacerado por un lanzazo, después de un brutal calvario Caifás
con los sacerdotes del templo y el pueblo que eligió y prefirió a
Barrabás, rieron con satisfacción y alivio. Había ganado
aparentemente el "mal sobre el bien". Se hizo la noche más
siniestra y oscura de la historia presente y futura del mundo. Claro,
el crucificado era nada menos que el Hijo del Patrón de arriba. Tres
días después, sobrevino el Domingo de Gloria. Resucitó. Les había
durado muy poco el alivio y gozo a los perversos. Ganó el bien sobre
el mal. La historia del mundo ha sido la repetición de esta
maravillosa, deslumbrante y desprendida generosidad y amor en la
entrega por sus semejantes. La arbitrariedad de la fuerza, los
imperios y el mal, por la obtención del poder, siempre empiezan
ganando. Es el argumento de las bestias, con el absolutismo como
razón de sus dichos. Aplastan circunstancialmente cualquier verdad
por justa que sea. Por citar algunos, Hitler, Stalin, Iván el
Terrible, Mussolini, Pol Pot, Franco y Aznar, Bush, Blair y Cameron,
Zilscosky o Netanyahu, Sharon y demás "halcones" socios en
depredaciones múltiples ajenas: petróleo, territorios, minerales y
demás riquezas de países y naciones más débiles, antiguas y
actuales. Los mal llamados "azotes de Dios". A Dios, es
obvio que no se le puede azotar. Pero sí al mundo que
respectivamente los ha sufrido y aún los sufre. Terminaron como el
siniestro Caifás y los sacerdotes del Jueves Santo, incluyendo a
Pilatos, que ayudaron, callaron o con su silencio cómplice y cobarde
otorgaron y aceptaron la enormidad de los crímenes. Todos terminaron
trágicamente y maldecidos por los justos de la humanidad. Hoy
también hay millones de seres humanos palestinos, afganos,
iraquíes, libios, coreanos, kosovares, presos de Guantánamo, latino
indoamericanos, etc. que yacen sepultados a lo largo y ancho del
mundo, en distintos continentes, aplastados por la máquina infernal
de los poderes militar y político más brutales y sofisticados de
todos los tiempos. Pero ese poder no es eterno. Eterno es sólo Dios.
Es Jesús que murió en la cruz reivindicando a los sufrientes y
explotados, resucitando tres días después. Es probable que nosotros
no veamos, pobres limitados mortales, la caída definitiva de los
imperios actuales. El yanqui y sus tan siniestros "socios".
La bestia es muy poderosa y llevará tiempo vencerla. Reza una famosa
frase que la "justicia tarda pero llega". Cientos de años
después se respeta y admira la imagen de otro crucificado:
Espartaco. Murió por la libertad de los esclavos. Pasaron siglos y
ese tipo de esclavos (aunque aún hay muchos tipos de esclavitud) se
ha terminado. No murió asesinado inútilmente. Tanto Jesús, hijo de
Dios, como Espartaco, humilde esclavo sin imágenes por obvias
razones y métodos diferentes, murieron en defensa de las
reivindicaciones de los humildes y explotados. Jesús, cuyas armas
fueron el amor, la piedad y el perdón, terminó aplastando la
inequidad y perversidad. Espartaco luchó con las armas
convencionales por el principio libertario contra las explotaciones
imperialistas. A los dos los crucificaron. Si bien hay que marcar las
diferencias sustanciales para los que somos creyentes, de la esencia
divina de uno, que eligió por amor, como cualquier humano, el
sufrimiento de la tortura y su muerte, y la simple esencia mortal del
otro, aunque supo sacrificarse también en defensa de los explotados,
los esclavos, que eran los más. Bush y Obama, los Cheney y Kerry,
con socios continuadores; Cameron, Hollande, son los imperios que no
cambian sus intereses. Es muy probable que mueran en mullidas camas
con los honores mundados de "jefes de Estado". Los millones
de víctimas, en cambio, caídas en distintos tiempos, ciudades y
países, los espartacos, arrasados por máquinas de guerra con sus
ejércitos y represiones, nadie sabe ni cómo se llamaron. Son los
NN. Vulgares restos humanos muy dignos, regados por el mundo. Pero
estamos seguros de que aquellos, algún día, la historia los
maldecirá, y estos otros, aunque se ignoran sus nombres, por las
multitudes que son y reconocidos sacrificios, serán respetuosamente
venerados. Ante el tribunal de Dios, la víctima, al igual que el
"buen ladrón", tendrá su sitial preferencial. A los
imperiales, con sus ambiciones depredatorias -petrolera, territorial
y demás- con sus siniestros "asociados" defensores del
"mal sobre el bien", sólo el Patrón de arriba sabe dónde
los mandará. Los imperios, en la historia de la humanidad, siempre
cayeron. ¡Que siempre haya "pascuales esperanzas"!
¡Felices Pascuas! ¡Zorionak!
Leopoldo
Amondarain
C.I.
950.556-0
Cel: 099 626 573
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