The New Republic ; "Mujica se enfrentó con la verdad al poder, entonces, ¿por qué están los progresistas de Uruguay tan desilusionados?"
La revista The New Republic investiga la percepción de Mujica en Uruguay
El presidente viral
"Mujica se enfrentó con la verdad al
poder, legalizó la marihuana y el aborto. Eentonces, ¿por qué están los
progresistas de Uruguay tan desilusionados?", se pregunta en tapa la
legendaria revista estadounidense The New Republic.
La revista The New Republic es una
publicación liberal de Estados Unidos (liberal en el sentido
progresista que le dan los estadounidenses) que lleva más de un siglo
indagando en asuntos humanitarios y sociales.
Su última edición cuenta con un extenso artículo
dedicado a José Mujica, bajo el título: "José Mujica era el presidente
soñado de todo liberal. Era demasiado bueno para ser cierto. Se enfrentó
con la verdad al poder y legalizó la marihuana y el aborto. Entonces,
¿por qué están los progresistas de Uruguay tan desilusionados?"
La nota de la periodista Eve Fairbanks comienza con la narración del
discurso de Mujica frente a la ONU y una descripción del aspecto del
presidente, poco común entre líderes de Estado.
"En Uruguay, la austeridad personal de Mujica lo hizo objeto de
fascinación. Su discurso en la ONU, sin embargo, comenzó un culto global
a su figura. Es tan raro que los políticos digan algo que se sienta tan
real", explica.
"En los meses siguientes, reportes del New York Times, Al Jazeera e
incluso un equipo de TV de Corea del Sur se dirigieron a Uruguay para
conocer más de este inusual profeta, que los recibió en la cocina que él
mismo limpia. Aquí había un presidente que no sólo era un antídoto vivo
a la cultura del materialismo sino que abogaba por los mismos
principios con una extraordinaria elocuencia, un rey de la filosofía sin
paralelo moderno", continuó.
"Gawker publicó un artículo titulado ‘Uruguay tiene el presidente de
tus sueños'. Amigos míos usualmente cínicos, periodistas de
investigación y abogados publican artículos de Mujica en Facebook con
las palabras ‘mi héroe'. En Youtube, el discurso de la ONU superó el
millón de visitas. ‘Estoy llorando. Si una persona así es presidente,
entonces hay esperanzas para la humanidad', escribió un comentarista",
dice el artículo.
Mito y realidad
"¿Mujica era capaz de crear el profundo cambio al que llama en sus
discursos? El año pasado fui a Uruguay a descubrirlo. Pasé dos semanas
ahí y agendé unas 25 entrevistas, pero el mito sólo demoró uno o dos
días en empezar a caerse. ‘Es una persona maravillosa, pero no es un
buen presidente. A veces confundimos a los dos', me confió un miembro de
la propia fuerza política de Mujica", cuenta Fairbanks, para quien
Uruguay "es un lugar der extraños contrastes".
La periodista
destaca que Uruguay es el país con menos desigualdad de América Latina y
el más cohesivo, pero nota sin embargo el cambio del "nuevo uruguayo",
con un gusto creciente por el lujo, el consumo y las marcas caras.
Entre las personas con las que habló Fairbanks está Mauricio
Rabufetti, el autor del libro "José Mujica: la revolución tranquila",
que afirma estar totalmente de acuerdo con todo lo que dice Mujica sobre
el materialismo, pero luego agrega: "Era fascinante para mí que este
hombre se convirtiera en nuestro presidente. ¡Pero no ha hecho nada!"
Rabufetti considera además que la sociedad uruguaya se está
comportando de una forma completamente opuesta a lo que predica Mujica,
que ha visto impotente la paradoja de una sociedad cada vez más
consumista justamente bajo su mandato.
Empresarios consultados por la periodista concordaban en que "nadie
en Uruguay ha sido inspirado por Mujica para vivir una vida más simple".
En su paseo por Montevideo, la periodista fue llevada a conocer los
asentamientos marginales, mientras Rabufetti le demostraba su enojo por
la incapacidad de Mujica para revertir la desigualdad en formas
concretas.
Para Fairbanks, las pistas sobre la fascinación y las desilusiones
que despierta el liderazgo de Mujica están en su propia biografía: su
infancia pobre, la fractura del Uruguay batllista, su vinculación con
los tupamaros, sus problemas de salud mental durante su aprisionamiento,
su popularidad a la salida de la dictadura y su llegada a la
presidencia, que sólo se explica por su "carisma irresistible", teniendo
en cuenta sus antecedentes como tupamaro.
Narra también los intentos de Mujica por realizar algunos cambios, en
especial con la educación y la UTU, y la oposición presentada por los
sindicatos y muchas veces por integrantes de su propio partido.
"La historia fue la misma en otros frente políticos", dice The New
Republic, citando el caso del ferrocarril o el impuesto a los
productores rurales. Para Conrado Ramos, que integrara el gobierno y
trabajara en la reforma del Estado antes de pasar al Partido
Independiente, Mujica "no sabe cómo planificar". La periodista encontró
además que en Uruguay muchos no le daban el crédito a Mujica ni del
proyecto de marihuana ni de la ley de interrupción voluntaria del
embarazo.
De transformaciones
"Para que Mujica pudiera llevar a cabo algo como su visión radical de
una sociedad alejada de la avaricia, respetuosa de la naturaleza y
liberada del tedio de las oficinas con aire acondicionado no sólo
debería haber arreglado las escuelas públicas sino transformarlas en
incubadoras de una nueva clase de ciudadanía que favorezca
dramáticamente al colectivo sobre lo individual. Que ni siquiera se haya
acercado a eso es parte su culpa, pero también se debe a las
restricciones que Batlle y Ordóñez no tuvo durante su gestación del
Uruguay batllista", continúa The New Republic. Por ejemplo, "el sistema
financiero global -que demanda que los presidentes atraigan la inversión
corporativa para que lo países permanezcan económicamente estables- las
legislaturas obstruccionistas, las presiones de grupos económicos".
Compara luego a Mujica con Tabaré Vázquez, que logró cambios
importantes "gracias a una persona política tan autoritaria y
desprovista de encanto como es Mujica de seductor y anárquico". "Con su
pelo cano, ojos de sabueso y una sonrisa al borde del lado incorrecto de
lo lascivo, Vázquez exuda la inquietante aura de un imitador de Fred
Rogers que actúa en pornografía", es la curiosa descripción del
presidente electo.
Asegura que Vázquez raramente consulta a otros políticos y proyecta
arrogancia en su certeza, lo que quizá explique que haya logrado hacer
más cosas que Mujica. Fairbanks narra cómo los uruguayos admiran la
eficiencia de Vázquez, pero no su llegada con la gente. "Dos personas
que trabajaron con Vázquez y a las que entrevisté lo describieron de la
misma forma: imbécil" (la versión original usa la palabra inglesa
"asshole"), narra.
Sin embargo, en sus entrevistas se encontró con mucha gente
beneficiada por el Plan Juntos de Mujica y personas que consideraban
que el objetivo de Mujica había sido que hubiera dignidad incluso para
los más carenciados.
"Los legisladores y formadores de opinión con los que hablé
estuvieron convencidos de que la presidencia de Mujica le falló a los
pobres. Los pobres (y cuatro maestros y asistentes sociales que trabajan
con ellos) creen lo contrario. Pasé un par de días en barrios y
escuelas de menores ingresos y la visión que encontré de Mujica era tan
distinta como la vista de una ciudad desde el nivel de la calle
comparada con la que se tiene desde un rascacielos. Todos, sin
excepción, creían que Mujica había mejorado sus vidas. Ver a alguien
como ellos, que vive como ellos y luce como ellos, ocupando el cargo más
alto los había hecho sentir humanos nuevamente", cuenta Fairbanks
"El legado de Mujica, si existe, es simplemente la empatía", dijo el historiador Gerardo Caetano en la nota.
"Siempre hay algo incorrecto en la forma en que respondemos a figuras
como Mujica, Depositamos nuestra fe en ellas, nos enamoramos de ellas
por lo que dicen y el impacto incorpóreo que tienen en nuestra
percepción nacional, pero luego no sólo juzgamos su performance con una
métrica totalmente distinta: también dejamos de escucharlas. Los líderes
inspiradores hacen una llamada, no una promesa para nosotros. Nos
invitan a vernos en forma distinta, a abrirnos a una nueva forma de ser.
Si luego de haber votado, no compramos libros en vez del último
celular, no usamos menos gasolina, no hacemos más por recomponer el
tejido social con nuestros vecinos -si, en lugar de responder esa
llamada nos retiramos a la seguridad de nuestro viejo cinismo- ¿de quién
es entonces la culpa?", concluye The New Republic.
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