Escritor y periodista Oscar Bruno Cedrés
Popularmente
conocida por “La Capilla” del Dr. Pereira
Como presentación
o preámbulo de lo que fuera el lugar donde por muchos años
estuvieran las instalaciones de la recordada y popular panadería “El
Cañón” relatamos de los orígenes del referido lugar muy
histórico para nuestra ciudad.
A la entrada a
nuestra ciudad por el camino Real, enseguida de pasar el puente “Del
Paso Real” sobre el arroyo de Rocha, hoy Avenida Agraciada, por la
vereda de la izquierda están las instalaciones de la que fuera
primero la casa del Dr. Antonio Pereira, médico portugués nacido
en Lisboa, que fuera uno de los tantos sitios atrayentes de la urbe
rochense por sus estupendas bellezas naturales por la década de
1860.
Éste médico
solícito en la atención de los enfermos, caritativo al extremo,
algo raro y pleitista, había residido anteriormente en la ciudad de
Río Grande, en el estado del mismo nombre, había actuado en el
Ejército de Oribe, llegando a Rocha a mediados del año 1855.
El Dr. Pereyra
había construido en el referido lugar una capilla particular, que
según relatos de la época, a primera vista se parecía a un
cementerio, que dedico a su numerosa familia en el pueblo de Rocha,
que constaría de seis o siete nichos alrededor de una rotonda, lleno
de inscripciones y pinturas dignas de orates, y rodeados de una pared
de extraño estilo, la que ostentaba a la entrada una inscripción en
letras negras que decía: “Mirais lo que eramos ayer y lo que somos
oy.1866”, y que completaban dos esqueletos negros con sus guadañas,
pintados de negro.
Próximo a la
expresada capilla el Dr. Pereira había establecido un sanatorio,
compuesto de dos piezas, que mostraba en el frente el Escudo Nacional
sostenido por los grandes y mofletudos angelitos, que fuer circulado
con el siguiente letrero” “Casa de Sanidad del médico Dr. D.
Antonio Pereyra, Rocha 18 de Julio de 1874.”
En la referida
capilla el Dr. Pereyra festejaba el día de su patrono San Isidro,
celebrándolo con grandes fiestas y el día de San Antonio de Padua,
patrono de Portugal, ésta “tirando la casa por la ventana” con
extraordinaria esplendidez.
Radicado en sus
últimos años en la ciudad de Mercedes, falleció ciego o casi
ciego, lo que fuera tan fastuosa residencia y capilla, el tiempo se
encargó de que desapareciera todo eso, convirtiéndose en escombros
e invadida por los pastizales.
Toda ésta
valiosa información años atrás nos fue proporcionada por el
periodista Silvio Ricardo Cardoso sacada de un Libro de la Biografía
de Rocha.
La Intendencia
Departamental de Rocha en el año 2013, colocó en la vereda de
enfrente un cartel referido al citado lugar y que dice textualmente:
“Camino de la
Historia-2013- I.D.R.
1866-Funda
Antonio Pereyra de Lisboa Capilla/Sanador y Campo Santo
Casa de Sanidad y
Refugio de Oración-R.A. Pereyra
Molino y
Panadería de la Capilla o El Cañón
El Horno-El
molino de viento/Parte de las instalaciones originales.”
En el mismo hay
una foto de Jesús Lema Calvo en la jardinera de reparto.
El portón
original de entrada a la casa o capilla se encuentra hoy en una
propiedad particular en la calle Lavalleja de nuestra ciudad,
teniendo dibujados en hierro el año 1862 y las letras AP.
Para conocer
datos e información de lo que fuera la Panadería “El Cañón”
visitamos hace unos días al amigo Nelson Lema Cuadra, hijo de don
Jesús Lema, últimos propietarios de la misma, y que reside aún
hoy en la referida casa con su familia y con su mamá, doña Aída
Cuadra, con resplandecientes 97 años.
Según los
relatos de Nelson, el primer propietario-panadero lo fue el “Catalán”
López, antiguo propietario del molino de agua que estaba donde luego
fuera lo que popularmente se conoció como la fábrica de algas, al
lado del Arroyo de Rocha sobre la zona de La Estiva.
López sería
quien le puso el nombre de “El Cañón”, luego siguieron un
español de apellido González, Morales, después Mautone y
finalmente Jesús Lema Calvo, que se hizo propietario de la misma el
primero de enero del año 1953, que venía desde Montevideo con su
señora y su hijo.
Lema conocido
popularmente como “Chucho” luego de trabajar un tiempo y cuando
la misma se remató, la adquirió por la suma de $ 15.500.oo pesos de
esa época, pasando a propietario.
Cuando Lema viene
de la capital y comienza su labor como propietario en las pocas
panadería que había en nuestra ciudad había cierta variedad de
productos que no se elaboraban, como ser entre ellos los popularmente
“Corazanes”.
Tuvo tres
jardineras de reparto, seis empleados en la cuadra, luego un despacho
en el centro de la ciudad, en la calle 18 de Julio entre 25 de Agosto
y la callejuela Ribot, local que sigue siendo propiedad de la familia
Lema.
Se vendían los
bizcochos a un centésimo y si comprabas dos el precio era un vintén,
la grasa venía en bocoy de lata.
El nombre de “La
Capilla” proviene de un tipo de bizcocho que hacía un señor
Medina, lo que derivó en lo que hasta hoy se conoce como los
biscochos de la capilla.
Hoy las
instalaciones de la panadería, la cuadra y despacho, mantienen
elementos que se usaban en aquellos dorados tiempos de esplendor,
como ser los hornos, la balanza, el mostrador, la registradora, que
solo podía registrar hasta la suma de 39,99, archivo de las boletas
de las compras a los distintos proveedores, la última tapa del horno
que se la compraran a la Panadería La Victoria cuando el dueño de
la misma era Ramos.
Como anécdotas
que dan hace unos años la visita de dos periodistas del diario
capitalino “El Observador” buscando información sobre “La
Capilla” del Dr. Pereyra, queriendo revivir y recordar un momento
de la historia de Rocha y el país.
Allí en esa
histórica casa de inmensas proporciones del siglo pasado viven doña
Aída, Nelson y su familia, entre los recuerdos de tiempos ya idos,
de un Rocha que también se nos fue.
A ellos, que
fueran vecinos, de los tiempos del viejo Rocha Athletic de de la
calle Treinta y Tres y luego clientes cuando mi padre tuviera la
distribución de la levadura Fleischmann, mi agradecimiento por la
atención de recibirnos, mostrarnos las viejas instalaciones y
recordar la historia de la popular Panadería “El Cañon”.
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