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jueves, 22 de agosto de 2013

NOSTALGIA: LA POSADA DE “JUAN SILVA”. Por Julio Dornel

                                                     Escritor y periodista Julio Dornel







Fue durante muchos años el centro “neurálgico” y hasta obligado de la frontera, donde llegaban con varios días de atraso las noticias más importantes del Uruguay y del mundo.

El arribo de las diligencias, dos veces por semana tenía un significado muy especial para los pocos vecinos que en la década del 30 comenzaban a formar el rancherío inicial de la incipiente aldea. Recostada a una línea imaginaria o divisoria y muy próxima a las barrancas del arroyo, esta población fue creciendo lentamente hasta transformarse en uno de los centros turísticos más importantes de nuestro país. Por un lado la naturaleza y por el otro el esfuerzo de varias generaciones se han complementado en forma armoniosa para luchar contra el centralismo y acrecentar una tradición turística que encontró en el comercio su mejor aliado. Valiéndonos de algunos relatos de viejos pobladores, desde la década del 60, detuvimos el tiempo en varias oportunidades para conocer de primera mano algunos acontecimientos que fueron cimentando el origen de este enclave fronterizo.

En un bajo de la calle principal, que demarca los límites entre ambos países, se levantaron lentamente las primeras casas de la aldea. Eran los tiempos heroicos de las diligencias y toda la actividad estaba centralizada en la Posada de Joan Silva, donde la luz de los candiles ambientaba los relatos fantasmales del trasnoche. Los viajeros o simples forasteros permanecían estáticos mientras escuchaban la narrativa serena de los “locatarios” relacionada con los espíritus que habitaban en el monte cercano, las ánimas junto al arroyo o las “luces malas” que danzaban sobre las sierras de San Miguel. El camino polvoriento se fue transformando en calle con el tránsito de los caballos, que eran por aquellos años el único medio de transporte. Ese camino sinuoso y de distinta nacionalidad representaba una burla a los tratados de límites que fijaban la frontera en los primeros años del siglo XIX. Su trazado, hecho camino al andar conducía inevitablemente a la Posada de Joan Silva; primer terminal turística. A pocos metros el apacible arroyo Chuy, continuaba la prolongación de los límites, hasta su desembocadura en el atlántico.

La poca actividad del núcleo poblado estaba centralizada en la Posada. Fue punto terminal e intermedio de las diligencias que cumplían la línea local o internacional entre las ciudades de Rocha y Santa Vitoria. Por ese motivo fue la posta obligada de los mayorales que como Fausto Plada, Felipe Pérez, “Tico-Tico”, Sosa y Mazúl, hacían un alto obligado antes de emprender la última jornada en territorio norteño. Las manos amigas de los primeros pobladores y el corazón hospitalario de Joan Silva fueron de alguna manera los elementos fundamentales que dieron base al surgimiento de esta población.

Los hechos importantes que se desarrollaban en otras latitudes tenían inevitable repercusión en esta encrucijada geográfica, donde la lucha por la emancipación había marcado con características propias al hombre de las generaciones anteriores.

El escritor Miguel Martínez que visitara la frontera en la década del 30 señalaba en uno de sus trabajos que “las casitas del Chuy se levantan en un bajo sobre la calle Internacional, que demarca el límite entre nuestro país y Brasil. Mitad brasileño y mitad uruguayo este pueblo carece de fisonomía propia y como se ha desarrollado en un solo sentido, a lo largo de la calle internacional, no tiene ni siquiera la gracia de esos caseríos, de calles entrecortadas y en declive. Es un pueblo largo y triste. Enclavado sobre la frontera desarrolla una actividad sorda, subrepticia e invisible. Por eso de noche en vez de oírse en el ambiente callado el rasgueo de las guitarras o el eco de algún aire del terruño, resuenan a veces el estampido seco de las carabinas.” Sin embargo el paso de los años fue marcando el comienzo de una nueva etapa en el desarrollo social, político y cultural de este enclave fronterizo.

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