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lunes, 4 de noviembre de 2013

LOS TIEMPOS por MARIO CORBO DE LEÓN.


                                       Escritor y periodista Mario Corbo De León


Podríamos referirnos lisa y llanamente al tiempo, pero hemos optado por los tiempos en alusión de la vida humana. El de la niñez, es hermoso. Tiempo de juegos, de escuela y aprendizaje, que de pronto desaparece como un suspiro arrastrado por el viento. Entramos a la adolescencia y a la juventud , llenos de entusiasmo, con deseos de hacer cosas positivas, soñando un mundo de ilusiones y vivimos los primeros romances amorosos. Muchas veces nos sentimos incomprendidos y hasta llegamos a renegar de nuestra propia existencia. Miramos a los mayores con cierta desconfianza y por hacernos más hombres, empinamos el codo, o seguimos la estúpida moda de consumir porquerías que ningún bien nos proporciona. Ya cuando hemos culminado los estudios de enseñanza media, nos queda salir a trabajar para enfrentar la vida, o continuar estudiando en la enseñanza superior. Se entra a la Universidad y nos parece todo maravilloso. Incluso aquel ambiente sano y amigable de la vida del interior, nos parece algo fuera de lugar. Porque aquí, ya estamos en camino de ser alguien, seguramente un profesional , o un técnico , a quien los demás tengan la imperiosa necesidad de consultar. Cuando se ha obtenido el título, pensamos en que pronto se nos abrirán todas las puertas y comenzamos a estudiar nuevas posibilidades que nos encumbren más en la vida social del lugar donde nos desempeñemos. Los ingresos se incrementaran y luego de una ardua labor bien remunerada, pensamos en unas felices vacaciones en alguna playa del este, o quizá en alguna paradisíaca isla del Caribe como ser la Isla Margarita. Cuando hemos envejecido , nos encontramos que de pronto se nos cierran las puertas de las instituciones privadas y con un contundente usted ha cumplido la edad y ya no necesitamos sus servicios, nos acogemos a una merecida y abultada pasividad.- Es en tales circunstancias que comenzamos a entender la verdad de la vida. Llegamos a descubrir , que mientras estuvimos activos en el ejercicio de tal institución, nunca nos faltó el halago y el saludo protocolar que corresponde a una distinguida personalidad. Pero ahora ya no tenemos mucho que ofrecer y entonces aquellos mismos que nos rodeaban y nos felicitaban por nuestras cualidades y virtudes, hoy pasan indiferentes y nos dan vuelta la cara. Disculpen que yo haya asumido el papel de profesional que no lo soy, para llegar a estas conclusiones. Pero la experiencia vivida, me hace saber que no vivimos tan rodeados de afectos y cariños. Que todo es relativo y que las personas olvidan muy pronto el bien que recibieron.. Por eso elegí como título de este artículo los tiempos.
MARIO CORBO DE LEÓN.

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