El Padre Omar sintió el llamado al salir del casino de La Paloma
Omar Elespe, ex panadero, amigo de la
noche, de los juegos de azar y del Carnaval, fue ordenado sacerdote, a
los 53 años, en una ceremonia que reunió a centenares de amigos y
familiares, el pasado domingo en la pequeña parroquia de Vichadero.
Vichadero | Freddy Fernández
El País
"Timba, mujeres y tabaco" fueron la constante
de los primeros 28 años de vida de Omar Elespe. Un día, en plena crisis
existencial, fue hasta la Gruta de Lourdes, "donde lloré como loco,
pidiéndole a Dios que si existía, lo quería conocer. Desde el estiércol,
clamé y lo encontré, y el Señor me liberó. A partir de ahí comenzaron a
pasar cosas que fueron cambiando mi vida", asegura.
Su juventud, como él mismo admite, "fue muy
superficial: una vida marcada por el fútbol, los bailes, las mujeres, el
tabaco y la timba. Reconozco que destrocé la vida de muchas muchachas
buenas. Hoy daría la mía para pedir perdón por el daño que les hice".
Encuentro.
Fue una noche, en La Paloma, cuando salía del casino
tras haber perdido todo el dinero que llevaba, que se cruzó en su camino
el gordo Willy, "un músico evangélico, que me habló de Jesús. Creo que
falleció. No pude darle las gracias por todo lo que hizo por mí", dice.
Después de ese encuentro providencial, "unas semanas
después fui a la parroquia del Cordón, en Montevideo, donde encontré a
una comunidad que me mostró al Cristo vivo, al Señor que va haciendo
procesos en ti. Que nos lleva de la mano". De esa etapa, "en dos
personas pretendo resumir a todos los que me ayudaron. Ellos son los
sacerdotes Alfonso Vidal, y mi querido amigo Luis Nogara. Este último me
enseñó a vivir".
Habían transcurrido cuatro años de aquella noche en
La Paloma. Después de un año de reflexión personal le dijo al Padre
Nogara: "Me está pasando esto. Siento que se me está planteando el
camino del sacerdocio. Entonces, para mi sorpresa, me dijo: `Toda la
comunidad ya se dio cuenta, solo faltabas tú`".
De ahí en adelante, comenzó una nueva peripecia vital, no exenta de dificultades.
Fundido.
Llegar a la ordenación sacerdotal no fue tan fácil. En su camino se cruzaron el drama familiar, la crisis financiera y la murga.
Omar ingresó al seminario en 1994 (ese año murió su
madre Elida Clavijo; dos años después, falleció su padre). Desde ese
momento, pasaron cosas muy complicadas. Su hermana ingresó en una etapa
depresiva, y la panadería familiar en Montevideo, La Mendocina, comenzó a
fundirse.
Esa situación, y "algunos problemas puntuales que
tuve con algunos formadores que entendían que no tenía pasta para
sacerdote", lo llevaron a dejar transitoriamente su formación religiosa.
En el transcurso de ese proceso, Nicolás Cotugno fue
nombrado Arzobispo de Montevideo, en 1998. "Un día vino a mi casa,
llegó a la panadería en momentos que estaba amasando pizzas y me dijo:
`Volvé al seminario`.
Cuando se reincorporó al seminario, en 2004, habían
pasado ocho años en ese interregno. Fue ordenado diácono -un grado
inferior al sacerdocio- y el destino lo llevó a Tacuarembó, en donde se
radicó en la Capilla de Fátima, a pocos metros del club Central, sede
donde concentraban "Los Auténticos Pierrots".
La tentación fue demasiado fuerte. Lo invitaron a formar parte de la murga, y aceptó.
"Mi ingreso a la murga tiene que ver con mi
historia", contó. "Yo soy montevideano y siempre viví el Carnaval de una
forma muy intensa porque los vecinos de Piedras Blancas nos juntábamos
en el corso e íbamos mamando la fiesta".
Varios aficionados carnavaleros, que disfrutaron de
las actuaciones del Padre Omar en Tacuarembó, asistieron el domingo a su
ordenación sacerdotal, la primera en la parroquia de Vichadero.
Culminada la celebración, se compartió un asado de vaquillona en el
salón parroquial.
Asfalto y boliche
En la síntesis biográfica que comparte con 614
amigos en Facebook, el Padre Omar consigna que estudió "en la
Universidad del Asfalto y del Boliche". Aficionado a la red social, el
día después de su ordenación se levantó temprano, tomó mate y se conectó
a Facebook, "como hago siempre".
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