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martes, 5 de noviembre de 2013

ESPACIO PARA LA NOSTALGIA. EL “GORDO PELUQUERO”. Por Julio Dornel

                                                     Escritor y periodista Julio Dornel







Pese al esfuerzo realizado por los escritores locales, algunas profesiones han desaparecido definitivamente de la frontera sin dejar huellas que permitan a las nuevas generaciones un acercamiento directo con su pasado histórico. El encuentro con profesiones de la aldea, ha resultado siempre gratificante para quienes intentan recoger el testimonio de viejos vecinos sobre profesiones ya desaparecidas. En esas charlas informales surgen los primeros peluqueros del siglo pasado con Sadi, Pepito González, Cosme Acosta y el “Polaco” Pla, que dentro de sus limitaciones desempeñaban su oficio con dedicación, sin tener los instrumentos que existen en la actualidad. Por aquellos años solamente se cortaba, mientras ahora se lava, se seca y se pinta en varios colores. En la actualidad resulta muy difícil encontrar peluqueros de la vieja usanza con navaja, tijeras, algunos peines, talco y agua perfumada para después de la afeitada. Ahora son “coiffeur”. No dudamos que aquellos peluqueros marcaron una época en la historia ciudadana por tratarse de una profesión de trato personal y lugar sagrado para las confidencias o las últimas noticias. Sin embargo, un buen día apareció la máquina eléctrica para asombro de la juventud que se agarraba fuerte de la silla giratoria. Un recuerdo especial para Hugo Martínez, “el Gordo Peluquero” que llegó a Chuy en el invierno del año 1959, cuando la orquesta de los hermanos Mello animaba las reuniones bailables y Orlandito con su equipo de amplificación instalado en la avenida Internacional nos anunciaba que el Bocha Serrón se consagraba como uno de los mejores exponentes del tango, junto a la orquesta de Donato Racciatti. El 18 de Julio de ese año el popular “Valija”, se instala con peluquería frente a la plaza General Artigas. De esta manera con dos tijeras, una navaja, varios peines y sin espejo, recibió a su primer cliente Gabino Balduvino cobrándole 0.70 centésimos por el completo (barba y pelo). En materia de apodos nadie podrá igualar el récord logrado por el “Gordo Peluquero”, siendo muy pocos los habitantes de Chuy por aquellos años que escaparon a la sutileza de sus observaciones. Cuando no los inventaba los recogía de la calle y los patentaba en la peluquería que por aquellos años como decía el “Rata” Armando Fossati, era el centro cultural de la frontera. Por allí desfilaban diariamente los vecinos que sin utilizar los servicios profesionales del “Valija” querían enterarse de las novedades que solían pasar por el último divorcio o los amores contrariados de alguna pareja. Era reiterada diariamente la presencia de “Tongonazo”, “Nanico”, el “Coruja”, el “Gallo de Lata”, “Mafú”, el “Chancho”, “Fariña”, el “Golo”, el “Oso” el “Pato”, Camondongo” , el “Tornillo” y “Piñón Fijo” entre muchos.

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