Escritor y periodista Julio Dornel
Cuando las nuevas generaciones comenzaron a preguntar "¿qué es Maracaná?" comenzamos a perder el protagonismo. Ni dentro ni fuera de fronteras importa ya mucho porque, hoy por hoy, el que lidera a nivel del fútbol mundial son ellos y no hay mucho entusiasmo por vernos jugar a nosotros. Sin embargo somos los Campeones de América, cuartos en el mundo y cabeza de serie.
La periodista uruguaya Graciela Vera, radicada en España, señalaba en vísperas de otro mundial que estaba convencida de que los únicos que recuerdan 'la hazaña' somos unos pocos nostálgicos y los propios brasileños. Ellos sí que no lo olvidarán nunca. Maracaná les hizo tanto daño que fueron ellos (los geniales jugadores brasileños de hoy) los que me lo hicieron recordar el año pasado, aquí, en España.
Fue antes de un partido que se daba por ganado pero… siempre hasta que el juez pita el final está latente la posibilidad de que lo fácil se haga imposible. Durante un reportaje y por más de una vez un astro brasileño que jugó en el Barcelona y ahora anda por tierras italianas se refirió a que no quisiera que se diera otro 'maracanaso', obligando con ello a que el periodista explicara a los oyentes -en forma muy rápida a que se refería con eso de "el maracanaso".
Y pregunto: ¿han escuchado a algún jugador uruguayo referirse en el extranjero a la posibilidad de que se dé otro maracanaso?
No hay duda de que vamos perdiendo espacios.
Perdemos protagonismo por callarnos. Nos duelen tanto las derrotas actuales que tememos que se rían si tratamos de recordar a las nuevas generaciones, de aquí, de allá y de más allá, que el primer campeonato mundial se jugó en un país chiquito de la América del Sur, homenaje que le hacían los grandes por arrastrar tras sí dos títulos olímpicos (1924 y 1928) cuando éstos tenían valor de mundiales.
Deberíamos seguir mostrando, muy orgullosos, el primer título, el que ningún equipo se había adjudicado antes: Campeón del mundo en 1930 en nuestro estadio Centenario que, muy pocos saben de los de fuera del país, y muchos lo ignoran siendo uruguayos, que es el único estadio declarado por la FIFA: 'Monumento del Fútbol Mundial'.
¿Será por falsa modestia que nos callamos y seguimos perdiendo protagonismo?
Para nadie es un secreto la rivalidad futbolística con nuestros hermanos del otro lado del Plata pero ¿cuántos la asocian a aquel marcador 4 a 2 que permitió a los celestes dar la vuelta olímpica que, para más honra había sido 'inventada' por los uruguayos.
Lo cierto es que ganamos el primer campeonato del mundo y volvimos a ganar cuando después de doce años sin fútbol como consecuencia de la II Guerra Mundial se jugó el Mundial del 50. En esta ocasión Brasil reunía una escuadra que se decía invencible y Uruguay llegaba modestamente, en silencio.
Ya nos habían apabullado con su estadio, para entonces gigantesco. Nuestro Centenario había dado cabida en la final del 30 a 80.000 personas sentadas hasta en las escalinatas, los brasileños inauguraban Maracaná con 200.000 cómodas plazas.
Y acá es donde debemos desempolvar la memoria para contarles a nuestros chicos lo que a nosotros, hace tiempo, nos contaron nuestros padres. Bueno, mi madre, sobre esa final, me contó lo que interesa a una madre: que, con mis poquitos años, en la locura de la celebración me arrastraron a la vorágine de cantos y saltos… y por poco me pierden en la plaza de Carmelo.
Pero la historia que importa es la de una multitud segura de ser los nuevos campeones, más cuando Brasil anotó en el minuto 47 provocando una reacción muy similar a la locura colectiva que se fue acallando cuando en el 65 Uruguay empató y se convirtió en silencio sepulcral a los 79 minutos de juego.
Y a esta altura los chicos nos miran y nos vuelven a preguntar: '¿Y?… ahora no le ganamos ni a las bolitas', y se dan vuelta y se van a escuchar a Ross o al Negro porque eso sí, los ritmos afro uruguayos son de las pocas cosas que seguimos defendiendo a ultranza.
Pero tengamos cuidado porque en cualquier momento, a alguien se le ocurre apoderarse de su magia y también nos quedamos sin el candombe. Debemos estar vigilantes, sobre todo después que hasta nuestra queridísima Cumparsita fue obsequiada en la ceremonia inaugural de una olimpiada. ¿Y qué hicimos?... pues callarnos y perder protagonismo, y dejar que el mundo crea que el tango solo se baila en Buenos Aires…. y que el himno de los tangos es porteño.
Y protagonismo hemos ido perdiendo a nivel de fronteras y no solo durante la historia reciente pero ¿qué le vamos a hacer si preferimos callarnos?
Somos tan modestos que silenciamos hasta los avances científicos que se han conseguido en la Antártida, en la Base Artigas… ¿sabían que tenemos una base en la Antártida?... el trabajo del doctor Grillo con los pingüinos y por Montevideo un puñado de gente peleándola en el Clemente Estable, nuestra gente se mueve… y después se va en silencio a contribuir con su cerebro a la historia de otro país.
Y no es malo que lo hagan. Bueno, no es que no lo sea, es malísimo, pero no tienen otra salida. Pero ¿por qué callar sus triunfos?... ¿sabían que el famoso monumento al Ejército de los Andes ubicado en el cerro de la Gloria en Mendoza es obra del escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari?. ¿Cuántas fotos habrá en hogares uruguayos de un viajecito hasta Chile (porque generalmente no se va a Mendoza sin cruzar la cordillera), donde fue obligado tomarse la foto delante de esa magnífica obra que… ¡mire usted!, también tiene corazón uruguayo.
Podemos seguir por horas poniendo ejemplos pero… ¡somos tan modestos que preferimos callarnos!.... y así perdemos protagonismo. Tiene razón Graciela, vamos a prepararnos, saquen los pañuelos, las banderas y arranque para la línea divisoria. Claro si está flechada mejor, el festejo será más fluido…….
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