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sábado, 10 de mayo de 2014

El valor de la independencia política Pablo Mieres


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¡Cómo cuesta hacerse entender! En un país acostumbrado al bipartidismo desde el comienzo de su vida independiente, en un país al que le costó décadas adoptar un formato de funcionamiento con varios partidos, resulta muy difícil que se entienda y se analice la realidad política sin las anteojeras de dividir la vida política en dos campos.


Sobre todo porque, después de que se terminó el bipartidismo con el crecimiento del Frente Amplio y la aparición de un cuarto partido, los pronunciamientos electorales más recientes otorgaron durante la última década una mayoría absoluta al partido de gobierno y, por otro lado, los dos viejos adversarios históricos han avanzado sustancialmente en su configuración como un único polo político.
Por lo tanto, en los últimos años la recreación de un mundo político bipolar se ha instalado en la cabeza de buena parte de los analistas y consultores. Proliferan entonces los enfoques que simplifican la realidad analizando la vida política en base a una mirada dicotómica. De un lado el gobierno y del otro lado la oposición, como si la oposición fuera un conglomerado homogéneo.
Es más, a la hora de los análisis electorales la simplificación adquiere dimensión de distorsión al suponer alineamientos político-electorales que no existen. De hecho, en los últimos días esta circunstancia se ha puesto vigorosamente de manifiesto, debido a ciertos resultados de encuestas de opinión pública que estarían modificando la correlación de fuerzas existente entre las supuestas dos mitades.
Entonces, la simplificación se expresa en forma particularmente equívoca. Se suma de un lado al Frente Amplio y del otro lado a toda la oposición, como si el Partido Independiente integrara el bloque de los blancos y colorados. Como además, las encuestas dan cuenta de una tendencia que indica un itinerario de crecimiento del Partido Independiente, su ubicación en el análisis adquiere mayor relieve.
En efecto, en la campaña electoral de 2009 el Partido Independiente marcaba a esta altura de los acontecimientos el 1% de los votos, mientras que hoy oscila entre el 2.5 y el 4%. Por lo tanto, la importancia de identificar dónde está parado el Partido Independiente ha aumentado en la medida que sus apoyos electorales también han aumentado, al tiempo que la distribución de apoyos entre el Frente Amplio y los partidos tradicionales se ha vuelto cada vez más pareja.
Pero la opción por sumar al Partido Independiente a cualquiera de los dos bloques es un grave error político y de análisis. El Partido Independiente no es sumable al bloque de blancos y colorados. La prueba definitiva de esta realidad es el rechazo que expresamos cuando se propuso que nuestro partido integrara el Partido de la Concertación en Montevideo; sin perjuicio de tener una visión extremadamente crítica de la gestión del Frente Amplio en la Intendencia Departamental, no aceptamos subsumirnos en una alianza integrada por los dos partidos tradicionales, porque simplemente la crítica a unos no implica validar automáticamente a los otros.
Nunca fuimos parte del bloque de blancos y colorados, nos separan definiciones claras en diferentes aspectos tanto ideológicos como programáticos.
Al igual que en el Frente Amplio, dentro de los partidos tradicionales existen sectores o grupos con los que tenemos mayor afinidad, pero estos conviven con otros sectores o grupos de los que nos separan enormes diferencias políticas e ideológicas.
Los tres partidos mayoritarios aceptan la convivencia, dentro de un mismo partido, de sectores y dirigentes con diferencias políticas muy relevantes. Allá ellos con sus tolerancias, nosotros creemos que dentro de un partido no existe espacio para tales distancias ideológicas.
El Partido Independiente es un partido de cambio identificado como una opción preocupada por la equidad y la justicia social, al tiempo que respetuoso de las libertades y radicalmente democrático y republicano.
Los analistas que insisten en meternos en la misma bolsa con blancos y colorados saben que se están equivocando y generan confusión en la opinión pública. Es la misma idea que intentó, sin éxito, establecer el candidato del partido de gobierno cuando nos calificó como parte de “la derecha” junto a blancos y colorados.
Es muy nítido que el Partido Independiente es un partido de izquierda democrática y, al mismo tiempo, también es nítido que no integra tampoco el Frente Amplio por las notorias diferencias que nos separan. Como hemos dicho reiteradamente, somos la otra izquierda en este país.
Reivindicamos nuestro derecho a la independencia política real y efectiva que es, además, un derecho que también tienen todos los uruguayos a contar con un mapa político plural y abierto que resiste la empobrecedora reducción a dos alternativas.
Seguiremos defendiendo nuestro derecho a ser independientes que es también el derecho de muchos ciudadanos, afortunadamente cada vez más, a sentirse tales.

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