Después de leer, analizar, digerir y escupir las palabras del sindicalista-político-empresario argentino Pablo Moyano y las de su padre, el también sindicalista-político-empresario Hugo Moyano, he llegado a la conclusión que mi perro Alfredo tiene razón. Me he equivocado. No entendí bien la sabiduría detrás de esas frases.
Es que salvo a la hora de elegir pareja para andar de amores, Alfredo es un can extremadamente criterioso y poseedor de un admirable y envidiable sentido común, virtudes ambas que lo han elevado al puesto de líder de la manada. Liderazgo que ejerce con mano firme pero gentil, haciendo que todos los integrantes de mi casa se sientan seguros y protegidos la mayoría de los 365 días del año. Salvo en esos en que se enamora y todo su criterio y sentido común, ruedan barranca abajo y se hunden en el barro de la cañada. Se ha enamorado de una vaca perteneciente a un vecino, de la zorrina Dulcinea, de mi yegua Anaclara y de la gallina Rosita. De cada uno de estos amoríos ha vuelto con el corazón destrozado. Y en el caso particular de su romance con Dulcinea, oliendo además, muy mal.
Pero como está pasando por una etapa de querer andar solo, cuando me dijo que analizara a fondo las declaraciones de la encantadora familia Moyano, decidí hacerle caso. Y me di cuenta que teniendo en cuenta la historia, el currículum vital y acciones anteriores de los sindicalistas (etc.etc.) en cuestión, estos están buscando lo mejor para el país.
Porque para que a un país le vaya mejor, lo primero que tiene que pasar, es que tenga menos gente. Obvio. De ahí que Pablo Moyano dijese que si estatizaban el servicio de recolección de basura de la municipalidad de Quilmes, habría no uno, sino dos o tres muertos. Y al día siguiente redobló la apuesta y recordó que hace un tiempo, un trabajador asesinó a un intendente.
Debo aclarar que cuando hablo de Quilmes, me refiero a la localidad de la provincia de Buenos Aires, no a la famosa cervecería. Digo, por si a alguien le entró la duda de que Moyano chico hubiese dicho lo que dijo luego de bajarse un barril de 50 litros de birra.
Coincidiendo con su hijo y obviamente orgulloso de él, Hugo Moyano anunció un paro general para el 14 de Mayo, cuyo leiv motiv será entre otras cosas, “Por la inseguridad”. (¡Se los juro por la Biblia, el Corán y el libro gordo de Petete! No es un invento mío).
Y coherente con la línea familiar, agregó: -“Si Cristina quiere guerra, le daremos guerra.” Gracias a León Gieco, todos sabemos que la guerra es un monstruo grande y pisa fuerte, sobre la pobre inocencia de la gente. Yo le agregaría que también pisa fuerte sobre la cabeza y resto del cuerpo de la gente. Y de ahí lo genial del plan de los Moyano. Ya no hablamos de tan solo 3 muertos. Hablamos de un montón de gente muerta. Menos gente, mejor le va a ir al país. Los chinos se dieron cuenta hace rato. ¡Y miren adónde han llegado!
La cuestión es que he decidido unirme a la campaña de los Moyano.
Y les voy a mejorar sus frases anteriores y agregar algunas para que ellos las digan delante de cuanto micrófono abierto encuentren. Para que más gente los apoye.
1) Habrá uno, dos o tres muertos. Y 30 mil desaparecidos.
2) Un trabajador asesinó a un intendente. Trataremos que esto se repita hasta que no quede ni uno solo. Y así tendremos más cargos vacantes para cubrir.
3) Si Cristina quiere guerra, tendrá guerra. Y si hace falta, le pediremos ayuda a Tabaré Vázquez para que nos apoye con sus tropas.
3) Primero mataremos a los kristinistas, luego a sus familiares, a sus amigos, y después a los tímidos. (Admito que esta es medio copiada de la que dijo el general Albano Harguindeguy, durante la dictadura militar argentina.)
4) Después de ganar la guerra, los colgaremos a todos de los faroles de la Plaza de Mayo.
5) Y última por hoy, que se me acaba el papel: Ni vencedores ni vencidos, ya que todos terminaremos hechos bosta.
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