Peleas irreconciliables entre comerciantes y vecinos por Aratirí
Las desiertas calles de Valentines y Cerro
Chato esconden peleas irreconciliables. Vecinos que no se hablan.
Comerciantes que miran con mala cara a los periodistas. Aratirí, pese a
lo aparente, acabó con la tranquilidad en estos dos pueblos.
Cerro Chato y Valentines | Carlos Tapia
"No hago declaraciones". En un almacén detenido
en el tiempo de Valentines, este pueblo a 250 kilómetros de Montevideo
que es administrado por los departamentos de Treinta y Tres y Florida
por estar en la frontera de ambos, una mujer dice esta frase varias
veces, con fastidio y con una mirada fija que invita a retirarse. Esta
escena se repite en varios de los pocos comercios del lugar. Algunos,
más educados, se excusan: "hablé una vez con la prensa y terminé
perdiendo clientes". Es comprensible, pues esto puede ser fatal en un
pueblo con menos de 200 habitantes.
Las aguas están divididas y el aire se corta con
cuchillo después de que Diputados aprobó la semana pasada la ley de
Minería de Gran Porte que habilitaría a Aratirí a trabajar.
"A mí hay gente que ya no me saluda, pero no me
importa", dice Daisy. Ella tiene 28 años y es empleada de Aratirí.
Ahora, igual que poco más de 200 trabajadores (de allí y de Cerro
Chato), está a la espera de la reapertura de la minera que, a principios
de 2012, empezó a mandar a sus empleados a seguro de paro por no tener
las habilitaciones para avanzar en lo que se propone.
Daisy cobra 6.000 pesos por mes, lo que corresponde a
un 50% de su sueldo. "Antes nos daban el 80%, pero después nos fueron
bajando", señala. "A mí no me importa que la gente se enoje. Yo vivo con
mi hijo y mi esposo y necesito trabajar. Acá nunca hubo trabajo. Eso
cambió con Aratirí", continúa la joven que vio en la minera la primera
oportunidad de su vida de tener un empleo.
Cerca de allí, Washington, de 58 años, ata un caballo
al portón oxidado de su humilde casa. Él también trabaja en Aratirí y
cobra el 50% del sueldo, pero en su caso esto equivale a 15.000 pesos.
"No quiero estar más en el seguro, quiero trabajar.
Por suerte ya se votó la ley. Va a haber trabajo, más plata y otro
movimiento de gente. Si hoy o mañana va a haber contaminación... eso no
lo sé", dice Washington con sus ropas de paisano y siempre sonriente.
Él es empleado de la sección laboratorio de Aratirí. "Es donde se
procesan las piedritas, las muestras que luego se van a analizar",
explica. Su hija también trabaja en la empresa.
Y después qué.
A 25 kilómetros de Valentines está Cerro Chato, cuya
administración, en tanto, es compartida por Durazno, Florida y Treinta y
Tres. Según por cuál cuadra de este pueblo se esté caminando uno puede
estar en uno u otro de estos departamentos. Aquí viven 4.000 personas,
pero en horas de la tarde la siesta obligada ha dejado las calles casi
vacías.
Graciela (48), sin embargo, mantiene abierta las
puertas de la Panadería Cerro Chato de par en par. Ella tiene una
opinión dividida. Por un lado sabe que su negocio va a crecer cuando
Aratirí vuelva a operar. Y tiene pruebas de esto, porque cuando la
minera estaba abierta su recaudación se duplicaba. Pero por otro lado,
su hermana tiene tierras. "Están justo sobre donde quieren perforar, le
van a expropiar todo", asegura.
"Pienso que lo único que podemos hacer es
aprovechar. Vender todo lo que podamos mientras Aratirí esté acá y
después, dentro de 15 o 20 años, dejar las casas tipo tapera e irnos. Y
eso duele, porque por ejemplo esta panadería la tenemos abierta hace 50
años, pasó de generación en generación... Porque a mí que no me vengan
con cuentos, esos pozos que nos van a dejar no nos los va a tapar
nadie", sospecha Graciela, que se excusa de no hacer más declaraciones
por temor a que algún cliente se lo tome a mal.
"Los boquetes van a quedar ahí. El día de mañana
extraen el hierro, se llevan todo y a nosotros qué nos queda", se
pregunta Cristina Ramírez (54), que forma parte de la organización de
productores rurales de la zona que luchan contra Aratirí.
Los Productores Rurales de la Ruta 7 advierten que
Valentines desaparecerá en caso de que la minera empiece a trabajar,
puesto que realizará exploraciones a unos 500 metros del pueblo, y que
unas 300 familias quedarán en la calle.
"Y después habrá que ver si Cerro Chato sigue en pie
con las 234 toneladas que ellos tienen proyectado detonar cada dos
días", señala con preocupación Cristina.
Ella ya recibió varios cedulones que la intiman a
dejar que la empresa entre a sus tierras a hacer exploraciones. En
respuesta, al igual que los otros inconformes productores, presentó
recursos ante la Justicia.
"Vamos a seguir luchando. La ley que se votó es
anticonstitucional. No pueden expropiarnos nuestras tierras. No queremos
que nos corran para otro lugar, porque no hay abundancia de campos con
buenos índices de producción como los que tenemos acá. Llegaron a decir
que acá no crece ni un perejil y eso es mentira", señala esta
productora que tiene un campo de 200 hectáreas donde cría terneros.
Sobre las divisiones en el pueblo, Cristina señala
que no las comprende. "Los mineros son gurises de la zona, de 24 o 25
años. Fueron compañeros de liceo de mi hijo, ¿cómo no los voy a
saludar?", se pregunta.
LAS CLAVES DEL PLAN ARATIRÍ
-Aratirí se propone explotar, con profundidades que
van desde 200 a 380 metros, cinco minas ubicadas en los cerros de las
zonas de Valentines y Cerro Chato, estas son Las Palmas, Maidana, Uría,
Morochos y Mulero.
-El gobierno sostiene que el Estado podrá obtener
unos 500 millones de dólares anuales los primeros cinco años y 1.000
millones de dólares a partir del sexto gracias a Aratirí. Además, la
firma, que ya ha contratado a unas 200 personas de Valentines y Cerro
Chato, promete crear unos 3.000 puestos de trabajo.
-Los productores rurales de la zona sostienen que el
proyecto que fue votado la semana pasada en Diputados es
inconstitucional por permitir la expropiación de sus tierras y por no
obligar a la empresa a que tape los pozos luego de que terminen sus
trabajos en la zona. Además, aseguran que Valentines desaparecerá y que
los campos explorados quedarán inutilizados por 80 años. Comerciantes
del lugar defienden el proyecto, creen que revitalizará la zona.
"Después de Aratirí vendrán turistas"
Federico Ifrán (hermano de Diego, el delantero del
Real Sociedad) tiene un restaurante y el único hotel de Cerro Chato.
Además, guarda los planos de un nuevo hotel cuatro estrellas cuyo costo
será de unos 2 millones de dólares. Pero por ahora no hay certezas de
que lleve adelante su proyecto, todo depende de Aratirí.
"Cuando la minera estaba haciendo exploraciones
teníamos el hotel lleno todo el mes, ahora lo tenemos por la mitad. Hubo
que duplicar la producción y después tirar todo para atrás", dice
decepcionado Ifrán. El hotel Laín, el que ya está en pie, cuenta con 30
camas, a las que se podrían sumar 50 más del otro ambicioso proyecto.
Ifrán sabe que hay quienes están en desacuerdo con
la instalación de Aratirí, pero señala que la oportunidad es única y que
incluso después de que la minera se vaya el pueblo se verá
revitalizado.
"Todo va a cambiar, atrás de la minería va a venir
el turismo. Y después que se vayan quedará un parque y si no los
pozos y la gente vendrá a ver los pozos", asegura.
Para profundizar el debate sobre la minería: http://con-ciencia-solidaria.blogspot.com.ar/
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