Escritor y periodista Julio Dornel
La historia de este balneario pasa inevitablemente por la Casa del Águila que continúa despertando la curiosidad de los turistas que llegan diariamente a este apacible balneario de la costa canaria.
Entre muchas leyendas que pretenden quitarle su misteriosa existencia, la Casa del Águila ha pasado por efugio de contrabandistas, centro de espionaje nazi o simplemente de energía cósmica. Sin embargo la Intendencia de Canelones explota convenientemente estas historias y ha convertido la casa en un centro turístico de gran promoción para el balneario. Silvana Romero (Guía Dirección de Turismo) señaló a EL ESTE hace algunos años que “esta construcción fue realizada por un napolitano (Natalio Michelizzi) que vivió muchos años en Atlántida a partir de 1937. Su primer construcción fue el edificio Planeta con forma de barco y que se encuentra en la rambla del balneario. Luego se recluye de la actividad pública al ser incluido en la lista negra de los británicos por haber construido El Águila que supuestamente era un centro de espionaje nazi. En sus primeros años estaba dedicado a la importación de máquinas de escribir desde Alemania. Le sigue luego un quebranto económico al hundirse en el atlántico un cargamento importante de estas máquinas que se pagaban por adelantado. Lo acompañaba en esta oportunidad una napolitana (Marcela) que era su socia lo que motivó el rechazo de la sociedad tradicionalista de Atlántida por aquellos años.
Su proyecto inicial era hacer un balneario moderno como lo es Punta del Este en la actualidad, para lo cual compró tierras desde el Casino de Atlántida hasta el Fortín de Santa Rosa, construyendo el edificio Planeta, el edificio del Casino, el primer cine de Atlántida, una pista de patinaje y la cancha de golf más importante de Latinoamérica con 18 hoyos donde se jugaban campeonatos internacionales. Sin embargo estas conquistas y otros proyectos que finalmente no se concretaron, no fueron bien vistas por los fundadores del balneario un grupo de médicos (1910) quienes querían que fuera un balneario privado. Ante esta situación se recluye con su socia en una casa que se encuentra junto al Águila y le pide al constructor Juan Torres que le haga un pequeño nicho para traer una virgen desde Buenos Aires. Sin embargo Torres no atiende su demanda y le hace una habitación cuatro por cuatro con una pieza más chica que funcionaba como dormitorio, una cocina y un baño, por lo cual decide quedarse y le indica la construcción de un águila en la parte superior. Como Torres era constructor y no arquitecto le hace una armazón de madera que rellena luego con piedras y otros materiales. Cuando Michelizzi regresa de Buenos Aires donde residía con su familia se queda enloquecido con la obra de Torres y le pide en una segunda etapa que le haga la proa de un barco destinándolo finalmente para pintar, escribir, leer y mantener reuniones con sus amigos. Cuando don Natalio muere en 1957 el Águila queda abandonada durante 20 años puesto que su socia se desentiende de la construcción aunque la misma estaba a su nombre puesto que Michelizzi no podía tener nada a su nombre. Años más tarde Marcela fracciona los terrenos y los vende para trasladarse a Carrasco.
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