Y la vicepresidencia?
No hay recetas, ni lo que
establece la Constitución alcanza para definir el perfil de un
vicepresidente. En la historia nacional, los hubo de todo tipo. Hoy yo
me refiero al vicepresidente en el periodo 2015-2020 en caso de ganar
las elecciones nuevamente el Frente Amplio. Es un tema espinoso de esos
que la prudencia convoca a escapar velozmente. Por eso mismo lo voy a
abordar.
En la prensa, los pasillos del poder
y de los partidos y en especial en el Frente Amplio es un tema que
ocupa un amplio espacio y cada tanto emerge nuevamente como una
erupción. La danza de nombres es amplia y variada aunque se concentra.
Los principales dirigentes del FA, entre ellos Tabaré Vázquez y Danilo
Astori reiteraron que es un tema para definir luego de las elecciones
internas. No todos tienen la misma paciencia.
Partamos del principio que no en todas las circunstancias los
vicepresidentes juegan el mismo papel. Es notorio que durante este
periodo de gobierno y en la campaña electoral del 2009 se perfiló una
fórmula presidencial que atendía a diferentes sensibilidades dentro de
la sociedad y dentro de la izquierda, Mujica y Astori. Y esto funcionó a
lo largo de estos 4 años de gobierno, no tanto por las funciones
tradicionales del vicepresidente sino por la simple y abrumadora razón
del funcionamiento de la economía, un tema que tuvo diversos grados de
tensión y de negociación.
Cuando Mujica se ausenta por viajes al exterior, ni nos damos cuenta
de que Astori ocupa el cargo de Presidente de la República, tal es el
cuidado y la sensibilidad institucional de Astori para ejercer ese cargo
en ausencia de su titular. Ha pasado tan desapercibido que muchas veces
ni siquiera nos enteramos. Sin embargo estando ambos en Uruguay, Mujica
y Astori, las fricciones y diferencias han sido varias e importantes y
siempre se han resuelto en el marco político e institucional del pleno
funcionamiento de esas mismas instituciones y una alta dosis de lealtad.
Pero los debates y las diferencias han existido, nadie puede negarlo y
no solo por temas relacionados con la conducción de la economía. No voy a
realizar un prolijo detalle, lo que importa en este caso es una visión
más general.
La elección de Astori como compañero de fórmula fue una combinación
de circunstancias, pero está claro que la última palabra, como no podía
ser de otra manera fue la del propio Mujica, aunque haya intervenido
como un elemento de segundo nivel la estructura del FA. Y así debe ser.
La estructura del Frente Amplio en ese momento no tuvo nada que ver con
la decisión.
Ahora nos encaminamos hacia las elecciones internas del 1 de junio de
este año y todos afirman que la decisión se adoptará luego de esa
instancia electoral, mientras muchos tejen. ¿Cómo y quien decidirá la
candidatura a la vicepresidencia?
Primero, es innegable que las urnas tendrán su peso, no son
determinantes pero, contribuyen a formar un cuadro general de la
situación. Cualquiera comprende que si la retadora, Constanza Moreira
obtuviera - como en el caso de Astori en el 2009 - el 40% de los votos,
ese sería un importante dato político a considerar. No parece un
escenario posible.
El que tendrá la última palabra para conformar la
fórmula será el propio Tabaré Vázquez, ya lo hizo saber de todas las
maneras posibles y es absolutamente correcto y lógico. Estará eligiendo,
con el cuadro político completo ante sus ojos y elegirá, primero, con
quien hará campaña para obtener la victoria en octubre e incluso tratará
de alcanzar la mayoría parlamentaria y además estará definiendo cinco
años de convivencia obligada y llena de complejidades. El Frente Amplio
que surge luego de dos gobiernos nacionales seguidos es mucho más
complejo que el que por primera vez llevó a Vázquez al poder el 1 de
marzo del 2005. El poder nos cambió a todos en muchos sentidos.
De
acuerdo a la experiencia de estos 9 años es claro que el vicepresidente
además de sus tradicionales responsabilidades institucionales como
presidente de la Asamblea General y del Senado, tiene un amplio espectro
de posibles tareas.
Deberá ser el primer articulador entre el gobierno nacional y el
Parlamento y como parte de esto se coloca la relación con la propia
fuerza política, el Frente Amplio. Esto exige capacidad política,
experiencia parlamentaria y una clara visión institucional. No podemos
ni debemos analizar esto desde el ángulo menor de la tarea de alinear
las propias filas, eso empequeñece política y sobre todo
institucionalmente la función y la importancia del vicepresidente.
En
la campaña electoral debe jugar un papel positivo, de ampliar o
potenciar la capacidad de recoger votos, de llegarle a sectores más
amplios y de completar el discurso hacia la ciudadanía. Con todas las
complejidades que este aspecto tiene.
Hay algo que debería ser prioritario: las situaciones internas en el
FA no deberían leerse de manera equivocada. El o la candidata a
vicepresidente no deben estrechar, no deben alejar potenciales votantes,
deben darle más fuerza a la fórmula y expresar de la mejor manera
posible el bloque social y político de una nueva etapa de cambios. Esa
fue con variantes la fórmula que siempre utilizó el FA. No mirar hacia
adentro sino hacia la sociedad.
Pero, este factor se debe integrar con otros aspectos, no debe haber
lecturas lineales y simplificadoras. Es duro de decir pero hay que
hacerlo, la principal función del vicepresidente es sustituir al
presidente en caso de ausencia, temporal o permanente. Esto se susurra,
pero hay que considerarlo. La biología funciona siempre, antes, durante y
después. ¿Recuerdan aquel presidente que estaba en la estación
Carnelli, lo que le daba una gran libertad de acción? Pues la vida nos
mostró - y todos estamos contentos - que en realidad la estación
Carnelli estaba en Tacuarembó...pero también funciona en el sentido
contrario.
Y un vicepresidente debe ser la garantía de la continuidad de un
proyecto, de un estilo, de un mensaje político y estratégico. Es posible
que yo sea un cínico y que estos temas hay que mantenerlos en la
oscuridad, pero a mi me preocupan, me preocupan mucho. No quiero
sorpresas de ningún tipo, o al menos prever con tiempo y a tiempo. Y
desearnos a los uruguayos y a los frenteamplistas que todo funcione
perfectamente.
Pero cuando hablo de estas cosas, me estoy refiriendo a la vida de
nuestros compañeros, pero también a la nuestra, a la capacidad y
obligación de darle continuidad a los gobiernos de izquierda y a la
marcha del país.
Debe haber otros elementos que se deberán considerar, algunos hablan
de renovación generacional, yo no creo que es a nivel del cargo de
vicepresidente que debemos ensayar los cambios generacionales como
elemento central si no existen figuras a la altura de esta
responsabilidad. La renovación generacional en todo caso debería
comenzar antes y la propia situación de los potenciales candidatos a la
vicepresidencia marcan carencias que existen hoy en ese sentido en la
izquierda uruguaya.
El género es un elemento importante porque no tengo dudas que existen
mujeres, dirigentes del Frente Amplio que han demostrado con su
trayectoria que están a la altura de las circunstancias. Tenemos una
presidenta del Frente Amplio que en poco más de un año demostró que
podía encabezar un proceso de cambios imprescindibles y urgentes en el
FA. Mónica Xavier.
Otros compañeros hablan y hasta tejen alianzas y apoyos para obtener
esa nominación. Peligroso, porque si ya transmitimos el mensaje a la
sociedad de que nuestro candidato a presidente estará tan condicionado y
aprisionado por las estructuras que ni siquiera podrá elegir a su
compañero de fórmula, menudo favor le hacemos a la campaña y al futuro
gobierno. No me preocupo mucho por esta eventualidad porque los
"aparatistas" en sus diversas variantes tendrán enfrente alguien que
demostró claramente que sabe asumir las responsabilidades y establecer
los límites. Y lo que se necesita en el futuro gobierno de izquierda es
más y mejores capacidades de manejo político institucional para avanzar
mejor con los cambios. Las desprolijidades y las marchas y contramarchas
las pagamos caras.
Pero no hay que dejar a Vázquez solo en ese tema, hay que decirlo
claro y fuerte, la última palabra deberá tenerla el candidato, no se
pueden imponer las fórmulas presidenciales, como hecho político y como
mensaje.
Todo eso no quiere decir que los demás no tengamos todo el derecho a
opinar, a discrepar y a proponer nuestros nombres y los criterios, es
más, deben ser criterios explícitos, claros, no sumidos en la oscuridad
de las confabulaciones de palacio.
El nuevo y supremo argumento manejado en los últimos tiempos es el
del equilibrio, no resiste mucho análisis, porque en ese caso habría que
considerar que los que ya ejercieron la más alta responsabilidad tanto a
nivel nacional como departamental, ya inclinaron bastante el brazo de
la balanza y deben dejar espacio para otros "equilibrios". Es un ejemplo
que tiene que ver con la tradición del Frente Amplio. Y me refiero
expresamente a los que gobernaron Montevideo y el país.
Pero hay una cosa que me parece clara, lo que no debemos promover,
considerando la experiencia de estos últimos cuatro años de gobierno son
nuevas tensiones permanentes dentro del gobierno y al más alto nivel.
Eso no es equilibrio, eso es desorden, así que en los cargos claves y
respetando las diferencias que existen y seguirán existiendo en el
Frente Amplio hay que buscar coherencia y rumbos claros, no todo se
termina en los cinco años de un gobierno. A no desesperar pero seamos
coherentes y serios. La vicepresidencia no podemos atarla con alambre.
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