Una de las leyes de la
dialéctica materialista establece que los aspectos básicos de la realidad están
formados por un par de contrarios indisolublemente unidos: la unidad y lucha de
los contrarios. Los movimientos políticos no escapan a la ley. En el seno del Frente
Amplio (FA) existen disidencias que se expresan de muy diferentes maneras. La
disidencia es el mecanismo básico del cambio, la ausencia de disidencia es la
inmovilidad, la paz de los sepulcros. Por eso debemos celebrar la disidencia
como una oportunidad de cambio.
La calidad de disidente
Si usted discrepa con el veto presidencial, especialmente si
la mayoría de los frentistas apoya lo vetado, usted es un disidente. Si usted
no apoya la ayuda militar de los Estados Unidos para resolver un conflicto del
Mercosur, usted es disidente. Si usted piensa que las empresas extranjeras
deben pagar, al menos, los mismos impuestos que las nacionales, usted es un
disidente.
Si usted está en contra de la amigocracia en la política o
rechaza la formación de dinastías o el reparto de los cargos según la fuerza
del sector en la interna del FA, usted es disidente. Si usted cree que la
militancia basta como antecedente y formación para ser embajador, ministro,
secretario, miembro del directorio de las empresas industriales del estado o
algún otro cargo similar, usted es un disidente. Si usted cree que las mujeres
están preparadas para los cargos importantes de la política, usted es un
disidente. Si a usted le preocupa la elección de 2019, usted es un disidente.
Si usted cree en la cultura “a secas” y no necesita
agregarle “popular” como apellido, usted es un disidente. Si usted piensa que
la formación terciaria es algo necesario y valioso, usted es un disidente. Si
usted cree que la educación pública está en crisis en todos los niveles, usted
es un disidente. Si usted cree que se deben tomar medidas para recuperar la educación
pública, aunque estas medidas no sean populares entre los gremios de los
educadores, usted es un disidente.
Si usted cree que los planes de asistencia y de inclusión
social realizados solamente mejoran las estadísticas pero no corrigen los males
de fondo de la brecha social, usted es un disidente.
Si usted no cree que sea posible rescatar a las empresas
fundidas y convertirlas en prósperas cooperativas, usted es un disidente. Si
usted cree que se han cometido una larga serie de errores con Pluna y que se
seguirán cometiendo, usted es un disidente.
Si usted cree que la concesión a Aratirí traerá problemas en
el medio ambiente, usted es un disidente. Si usted cree que traerá algunos
problemas, pero que es dudoso que deje ganancias para el país porque las
multinacionales tienen recursos para trasladar las ganancias de un lado a otro,
usted es un disidente. Si usted cree que exportar mineral de hierro no
conducirá nunca a una industria siderúrgica porque hay muchos pasos a dar que
no están previstos o no son posibles, usted es un disidente.
Si usted cree que la producción de alimentos, celulosa o
mineral de hierro es una nueva forma de economía colonial, está en camino a ser
disidente. Si usted cree que existe otra manera posible de orientar la
inversión, la economía y la distribución de la riqueza, usted es un disidente.
Si a usted le disgusta la disciplina partidaria aplicada en
forma indiscriminada, por encima de las convicciones personales, usted es un
disidente. Si usted cree en los debates y en los acuerdos, usted es un
disidente. Si usted cree que está mal perseguir a una persona por lo que piensa
o por lo que apoya o por lo que manifiesta, usted es un disidente. Si usted no
cree que la descalificación personal sea una forma de rebatir argumentos, usted
es un disidente.
Si usted cree que el Mercosur no funciona y que tiene cada
vez más trabas y menos futuro, usted es un disidente. Si usted cree que por ser
vecinos de Argentina y “no poder mudarnos del barrio” igual no hay que aceptar
sus arbitrariedades y prepotencias, usted es un disidente. Si usted cree que
hay que buscar otros acuerdos comerciales fuera del Mercosur, usted es un
disidente.
Si usted ni se encuentra bajo la línea de pobreza ni posee
el frenesí consumista, es candidato a ser disidente. Si usted considera que la
“filosofía de la pobreza” se convierte rápidamente en la “pobreza de la
filosofía”, como ya señalaran los clásicos, usted ya se ha convertido en
disidente.
Si usted considera que hay hoy nuevas formas de comunicación
y de consulta política, es candidato a ser disidente. Si usted cree que para
organizar una fuerza política formada por la mitad del país no alcanza con
militancia partidaria, asambleas y comités de base como en los sesenta, usted
es disidente. Si usted es uno de los cien mil que votó en blanco en 2010,
porque no lo gustaba la manera de elegir al candidato a la Intendencia de
Montevideo, usted es un disidente.
Además hay muchas otras maneras de ser disidente, pero creo
que la lista ya es bastante extensa.
El voto de los disidentes
¿Qué puede hacer
un disidente frente a las elecciones internas del FA? En 2010 no obtuvimos
nada. Las cúpulas declararon solemnemente que estudiarían el mensaje de los
votantes, pero no se movieron, no lo estudiaron, lo ignoraron lisa y
llanamente. Si 100.000 disidentes no bastan, hay que conseguir muchos más.
Si usted no es candidato a nada, no aspira a ningún cargo
público o de gobierno, si no desea tener un auto con chofer, asistir a las
recepciones de las embajadas, aparecer en las entrevistas de radio y televisión
y además se siente disidente, creo que tiene una posibilidad de enviar un
mensaje hacia las cúpulas del FA en la próximas elecciones internas. Constanza
Moreira podría ser la única posible voz disidente, no podemos desaprovechar la
oportunidad de manifestarnos.
No conozco personalmente a
Moreira. Alguna vez compartimos una mesa redonda y leí algunos trabajos suyos.
Estoy seguro de no coincidir en muchas cosas con ella, pero creo que puede
ayudar a la renovación del FA. Por eso, mi voto en las internas será para ella.
El resto es silencio.
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