El edil departamental Herman Alsina, tiene entre sus archivos, el texto del discurso pronunciado por Marciano Duran, en momentos de asumir el Departamento de Cultura de la Intendencia de Maldonado. Considerando que se trata de un texto memorable que mantiene su vigencia, queremos ofrecerlo a nuestros lectores con la esperanza de que su presentación pueda ser útil en alguna oportunidad.
Hace algunos años que el escritor floridense Marciano Duran viene desarrollando una intensa actividad literaria, con una propuesta diversificada y una cuota de humor para llegar sus lectores. Autor de varios libros y un centenar de Crónicas Marcianas donde abundan los temas del acontecer nacional, fue designado hace algunos años como Director del Departamento de Cultura de la Intendencia de Maldonado. Al realizar su presentación oficial ante los funcionarios y público en general comenzó citando al Trío Los Panchos:
“Que importa saber quien soy ni de dónde vengo ni por donde voy”… cantaban Los Panchos cuando yo era chico. Seguramente lo escuché muchas veces.
Demasiadas. Tantas que consiguió el efecto contrario al esperado. Creo que en estas circunstancias es importante que ustedes sepan quién soy. Es decir “importa saber quién soy, desde donde vengo y hacia dónde voy”.
Yo vengo del humor…. por eso aprendí a reírme de mi mismo, a tener buen carácter, a saber que se comunica mejor desde la alegría, desde el humor. Por eso me encontrarán siempre de buen humor y siempre con las puertas abiertas.
Yo vengo del teatro… del Teatro Fernandino, allí aprendí a sentir los nervios del comienzo, a pelear contra el pánico escénico y aprendí a no marearme con los aplausos. A ser responsable a la hora de asistir a los ensayos. Por eso me verán dejar la vida en este lugar. Y por eso me verán ajustarme al libreto que escribiremos en los próximos días (solo alguna mecha murguera). Hace unos días una carta de los docentes nos ofrecían una frase absolutamente compartible: “que la improvisación esté presente solo en el momento de la creación”. Los invito a planificar juntos estos cinco años.
Yo vengo del deporte… vengo del futbol y aprendí que el jugador menos importante un día hace el gol que nos da el triunfo. Aprendí a jugar en equipo y a respetar las normas. Por eso me ajusto firmemente al reglamento y no me gusta que cambien las reglas después que empieza el partido. Me abrazo a los reglamentos y no comparto ningún trato diferente que no sea el que surge de las virtudes de cada compañero. Entro con la idea que todos los funcionarios y docentes son buenos hasta que me demuestren lo contrario. Y como vengo del futbol creo también en aquellos jugadores que puedan no haber sido tenidos en cuenta por otros directores técnicos. No me alimento de decepciones ajenas. Solamente las considero.
Yo vengo de la danza folklórica…, allí aprendí a compartir con mi compañera cada paso en común. Por eso valoro especialmente a las mujeres que tengo cerca. Eso sí, no esperen tratos preferenciales por cuestiones de género. Soy de los que creen que las mujeres se han ganado los lugares y nadie debe regalarles nada. Practico eso sí, concordancia entre el discurso y los hechos. Lo que digo en la tribuna lo practico en casa con mi esposa, con mi madre, con mis hijas y con mi nieta.
Yo vengo de la portería de un edificio…, vengo de ser portero durante 30 años y allí aprendí la palabra servicio. Y no le temo ni me da asco. Allí aprendí a servir desde la dignidad. A limpiar una grasera o a regar el jardín. Por eso no acepto los no fáciles, los no se puede, los siempre fue así.
Yo vengo de una gran familia y de una familia grande, (que puede no ser lo mismo) y a ella me remito diariamente. Allí me encuentro con mis padres, con mi esposa, con mis hermanos, con mis hijos, con mis nietos. A ellos acudo en busca de equilibrio, de reparo, de consejo, de contención. Y allí los doy. Allí aprendí que cada uno ocupa un espacio importante en mi vida. Desde distintos lugares. Por eso puedo trabajar y respetar a distintos funcionarios o docentes que puedan no entenderse entre sí. Porque soy capaz de querer a mi padre, a mi hijo o a mi nieto con la misma intensidad. Porque el amor como el saber no ocupa lugar.
Yo vengo de vivir en el esqueleto de un edificio en una época muy dura, cuando recién llegamos a Punta del Este. Viví con mi familia en una de las torres que quedaron sin terminar (como las que aún se pueden ver en la Roosevelt) Por eso aprendí a vivir con carencias económicas, con dificultades; mi mujer, mis hijos y yo, en pleno Gorlero, viendo pasar entre las tablas de la empalizada a los porteños camino al casino. Eran días en que comíamos a veces, sin más muebles que una cama que trajimos de Florida y una mesa y cuatro sillas que nos regalaron en otro edificio abandonado. Por eso valoro como pocos cada logro, cada conquista, cada escalón que he podido subir. Y por eso aspiro a que cada uno de ustedes se presenten ante este director con propuestas e inquietudes. Y estará la puerta abierta para escucharlos. Por ahí algún día no me encuentran disponible, porque esta semana he sido atropellado por un tren cada quince minutos.
Yo vengo de París, de Nueva York, de Egipto, de Roma, de Barcelona y de Toronto. De la mano de un libro. Por eso aprendí que la cultura puede llevarnos a lugares impensados. Por eso valoro especialmente la vida que ustedes eligieron. Porque abre puertas y abre cabezas. Este espacio en el que ustedes están desde hace un tiempo y que seguirán ocupando seguramente cuando yo me haya ido. Llego al baile empezado. Ustedes bailan desde hace un tiempo y cuando yo me vaya seguirán girando en la pista. Por eso planteo abiertamente, sin temor a la debilidad que surge de las confesiones públicas que sin ustedes es imposible encarar este proyecto. Y con toda la humildad que puedan imaginar llego como buen marciano… con seis orejas y una sola boca. Para escuchar, para aprender de ustedes, para nutrirme de sus saberes. Seré un vampiro, me alimentaré de cada uno de ustedes. A propósito… casi me olvido: soy tan besador como olvidadizo. En esta costumbre de besos cotidianos que también incluye besos a hombres, me mareo un poco. Llego a una reunión y no tomo muy en cuenta a quien besé y a quién no. Entonces beso dos o tres veces a la misma y me mira con cara de acoso sexual. Pero también beso dos o tres veces al mismo. Y dejo sin besar a otras compañeras. Y sé que estos gestos son observados especialmente por algunos funcionarios. Así que les pido: No interpreten en la falta de un beso o un saludo ninguna discriminación. Adjudíquenlo a mi despiste. Y por las dudas: dense todos por besados por los próximos cinco años. Lo intentaré pero no lo prometo.
Yo vengo de Florida, y traigo conmigo mis plazas, mis calles y mis maestras. Mis Campeonatos del Sur, mis boliches y mis bailes. Me los traje en la mochila para no olvidarlos. Por eso aprendí a querer tanto a Florida. Y por eso he trasladado a mis hijos y a mis nietos el amor a Maldonado. La defensa de la identidad es uno de los valores que ha marcado mi vida. Y estará presente seguramente en cada paso que demos dentro de esta Dirección.
Yo vengo de la escuela pública y del Liceo Público. Y por más que respeto cada opción de Instituto privado (mis hijos trabajan en ellos) y por mas que creo en la formación técnica para encarar tareas de responsabilidad, igualmente defiendo con uñas y dientes esos ámbitos de nuestro querido Uruguay que igualan con una túnica blanca a quienes pasamos por esas aulas. Eso sí, esa firme defensa no me distrae a la hora de exigir más formación para este Director y para el resto de los funcionarios.
Yo vengo del Frente Amplio, soy fundador de esa fuerza política. La integro desde 1971 y esa ha sido una de las razones para que el Sr Intendente resolviera que ocupara este cargo. Pero ya está. ¿Qué quiero decir? Que nuestra gestión no sabrá reconocer en el funcionariado a frenteamplistas o colorados, que la política cultural no beneficiará a blancos o independientes. La mayor y más absoluta tolerancia a la diversidad. No hemos venido a trabajar para el Frente, ni para los funcionarios, ni para los fernandinos. Hemos venido a trabajar para la gente. Sin mucha más definición que esa, parece ambigua, pero no lo es: la gente. Y seré celoso guardián de que ese criterio se traslade a todas las áreas.
Yo vengo de la gestión privada. Y créanme que hay diferencias entre una gestión y la otra. Sin calificar. Gestiones diferentes. Tiempos diferentes. Entendibles tiempos diferentes. Eso sí, siento que venía haciendo 50 metros crol en 25 segundos y ahora me he tirado a una piscina de dulce de leche. Y me cuesta entender los mecanismos que regulan la gestión. Aunque los sepa necesarios.
En mi tarea anterior (en la construcción de un edificio primero, y como portero y administrador después) he tenido la posibilidad de haber “tenido a mi cargo” más de 300 personas. Remítanse a ellos por favor a la hora de los antecedentes. He renunciado a aquella tarea porque siento un fuerte compromiso con el cargo. No me imagino un cargo part-time. Vengo de la actividad privada renunciando a mayores ingresos. Pero créanme que no es un sacrificio, hay momentos que hay que dar pasos trascendentes en nuestras vidas. Y este es uno de ellos. Los trenes no pasan todos los días y hay que estar atentos en el andén para saber cuándo hay que abandonar la estación. Por eso trataré de inyectar (con las limitaciones esperables) un poco de gestión privada a la gestión pública.
Yo vengo de Ituzaingó, de la Comisión de la escuela 5, de la comisión del Liceo, de los Residentes de Florida en Maldonado, de la comisión barrial, de la comisión de Padres de nadadores del Campus y aprendí de mis compañeros lo que es el trabajo desinteresado, no remunerado. Aprendí a dejar horas sacadas de la familia para destinarlas a la comunidad y aprendí que demoran poco en llegar los que descubren que ellos podrían haber hecho mejor nuestra tarea. Trabajar entre cinco, para que critiquen cincuenta y se beneficien quinientos. Por eso valoro cada hora adicional que se entrega a la comunidad. Aunque se cobre como extra, siempre seguirá siendo una hora sacada a la familia. Y por eso valoro especialmente cuando alguien se pone la camiseta del área en que trabaja sin mirar cada diez minutos el reloj.
Yo vengo de la murga escribiendo para la Clave o cantando en Murga Verde. Y aprendí que todo tiene una presentación (y es esta de ahora) un cuplé que comenzaremos a cantar juntos a partir de hoy y una retirada que ojalá sea con el aplauso de todos. Ojalá mantengamos el cuestionamiento (con alegría) permanente de las murgas como una impronta que nos haga caminar cada día.
Yo vengo del Ferrocarril el trabajo más solidario que he conocido. El que no conoce de peones ni jefes, porque en las estaciones, en el medio del campo la condición de jefe y peón solo se circunscribe al horario laboral. Antes y después (16 horas por día) hay que cocinar juntos, comer juntos, jugar a las cartas juntos, patear los pueblos juntos. Por eso aprendí que la gente no debe dormir con el traje de Jefe ni cenar con la ropa de Director.
Yo vengo del barrio Corralón del Tigre… barrio proletario, obrero, ferroviario. Todos, absolutamente todos los vecinos iguales. Los gurises de aquel barrio nos distinguíamos solamente por el carné de las notas o por pegarle mejor a la pelota. No teníamos nada material…pero no nos faltaba nada. Eran tiempos sin celulares ni plasmas, sin computadoras ni autos, sin televisores ni marcas. No existía lo que hoy le falta a la gente. Por eso aprendí a vivir sin esas cosas y a utilizarlas intensamente pero solo cuando es necesario. Me verán con un Blackberry, con un notebook y con un GPS, pero exclusivamente cuando eso mejore mi comunicación con ustedes.
Yo vengo del periodismo, de la radio, del diario, del semanario. Y aprendí que hay que chequear las fuentes. Por eso les pido especialmente que cuando escuchen que el Director o un compañero ha dicho tal o cual cosa, lo confirmen, no actúen al grito”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario