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Una adolescente lee un artículo de un diario mientras trabaja en un
restaurant en los primeros años de la post dictadura. No tiene más de
veinte años. Lee como han matado a una mujer, sus restos encontrados,
todo indica que fue torturada en pleno trabajo de parto cerca de
navidad, encuentran sus huesos cerca de la playa. La muchacha siente
dolor, es joven pero ya ha tenido hijos siente la madre que se agiganta
dentro de su vientre y tiene un parto de lágrimas, el niño queriendo
nacer invadido de oscuridad, muerte e injusticia. Escribe un poema de
vida putrífoda, apaga las hojas del diario y calla.
Se acerca el voto verde, se acerca la ley de impunidad, la
desmemoria, el espanto, la famosa historia de la guerra, los
justificativos del holocausto.
Poco después en el mismo lugar la muchacha observa como aplaude un
señor que ha ganado la impunidad y ríe “para esos reverendos hijos de
puta, bien ahí” grita el entrajado como si festejara el resultado de un
partido de fútbol o algo similar. La muchacha sale a la calle, grita.
En el cine que aún no han cerrado para convertirlo en iglesia dan “La
noche de los lápices”. Mientras está mirando la película una compañera
de estudios dice ante la escena de tortura con picana “eso no existe”..
Ella no está sola. Sentado a su lado está el hombre que luego será el
padre de dos de sus hijos, un ex preso político..”No va a existir,
cállate..” dice furioso. Él solía despertarse por las noches soñando que
lo torturaban. Eso sucede hasta el día de hoy. Han pasado más de
cuarenta años desde que cayó preso en Libertad por defender una
ideología apenas cumplidos sus veinte años
Esa muchacha que ahora escribe ha leído como han identificado los
restos de tres jóvenes “desaparecidas” en dictadura en la Argentina,
buscadas por las madres de Plaza de Mayo, y tres nietos que no pudieron
atrapar la vida
Ya no es una muchacha pero la impunidad está, duele, sigue doliendo
Mónica Edith de Olaso, Alicia Beatriz Tierra y Laura Gladys Romero
son nombres, son huesos mudos, son testimonios en la tierra que vuelve a
parirlas en un silencio que ensordecedoramente grita o muchísimo más?
¿Eran terribles peligrosos seres capaces de exterminar ciudades
enteras o muchachas con ideologías humanistas, solidarias, que una
cobarde actitud de hienas de holocausto con su maldito instrumental
pretendiera callar de modo inconcebible?
Un equipo argentino de Antropología Forense identifica tres mujeres
gigantescas, con sus vientres empapados de lágrimas, desaparecidas en la
última dictadura militar.
Las tres fueron asesinadas cursando embarazos, pretendiendo robarles
la identidad y quitándoles todos los sueños, aquellos que nosotros
tenemos que conservar invictos, ya que acostumbrarse a la barbarie y a
la injusticia no es síntoma sino diagnóstico de una severísima
enfermedad humana de la cual nos tenemos que “curar” de forma inmediata.
Esto fue estudiado y descubierto en los dos años que anteceden pero acaba de hacerse público
La imagen de los esqueletos mudos, de aquellas osamentas adiposas que aún palpitan deben ser un modo de despertarnos a todos
Alicia era una santafesina que estudiaba Humanidades, militante de la
JUP en Montoneros, tenía 23 años y seis meses de embarazo, fue detenida
en su casa un fatídico 31 de diciembre junto a su compañero y
trasladada al servicio de Información de la Jefatura de Policía de
Rosario. La mataron un ocho de Enero y fue encontrada en el cementerio
de La Piedad cursando el 2012, paradójicamente fue muerta con total
impiedad quizás como la cárcel uruguaya tan oscura y testigo de tantas
aberraciones que se llamaba Libertad
Laura era originaria de Jujuy y militaba en el PRT-ERP junto a su
compañero de vida y lucha Luis Guillermo Vega {corría el mes de abril de
1976 y cursaba su cuarto mes de embarazo.
Víctimas de los vuelos de la muerte, los cuerpos aparecieron en la costa uruguaya, y fueron enterrados como NN.
Serían identificados 36 años después
Las Abuelas de Plaza de Mayo, doloridas, expresan como mataron a sus
hijos, como dejaban con vida a mujeres embarazadas muy jóvenes hasta el
parto para luego robar a sus bebés, un acto de violencia sin límites sin
temor siquiera a una duda diminutísima y a otras las mataron de la peor
manera con sus niños aún en el vientre, inclusive durante el trabajo de
parto
Este caso tristemente resuelto es el número 113 de las abuelas de plaza de Mayo
Ya no están desaparecidas, están muertas, ya no hay nietos vivos para encontrar, también están muertos
Es tremendo sentir el vivo holocausto y los altísimos paredones de
nuestro pasado inmediato y un presente que aún no se compromete para que
estas cosas no solo no sucedan más sino que la justicia verdaderamente
prevalezca sobre decisiones políticas seriamente discutibles y hojas de
votaciones inexplicables ya que no se puede someter a los derechos
humanos a consulta popular sin admitir que se está siendo cómplice de
atrocidades
Leer esta noticia para quien ya no es una muchacha y ha sido madre
varias veces tiene el mismo efecto que la re victimización de los que en
cualquier situación terrible se enfrentan a los gritos de su memoria
El legado de Laura Carlotto, un manojo de papeles entregados a su
madre por los alumnos de la escuela Nacional Superior !”Mary O Graham”
de La Plata con un cuaderno que se repartía durante la dictadura en las
escuelas titulado “Subversión en el ámbito educativo, conozcamos a
nuestro enemigo” parece la extraña dádiva del dolor más oscuro. Si la
subversión era ser una muchacha que peleaba por ideales justos sin
lastimar a nadie apostando a la libertad, a la igualdad, me declaro
sinceramente subversiva
No son huesos mudos, gritan, sangran, nos muestran el camino de una
lucha que hay que seguir de modo incansable, sembrando la tierra de
justicia y esperanza que en los campos minados de la indiferencia y el
olvido nada puede bajo concepto alguno florecer.
Laura Inés Martínez Coronel
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