Escritor y periodista Julio Dornel
Las denuncias formuladas en los últimos años por médicos y ambientalistas, sobre el alto grado de contaminación que soporta esta ciudad, no tuvieron el efecto esperado, aumentando el malestar y la preocupación de ambas poblaciones. A los temas generados por la mortandad de peces en el arroyo Chuy, la utilización de pesticidas en los establecimientos agrícolas, a la fumigación aérea y a la falta de saneamiento en sectores importantes de la población debemos agregar la situación del vertedero local que aumenta su contaminación aérea con la quema de cubiertas. Esta situación que perjudica los suelos y contamina el aire, llega con facilidad hasta la planta urbana de esta ciudad, dependiendo de la dirección de los vientos. Ante esta situación recogemos la parte fundamental del Manual de Preservación del Medio Ambiente que redactara hace algunos años el Coronel Próspero Germán Legelen, donde se analizan los aspectos negativos que presentan estos vertederos para la salud.
“La eliminación de los residuos sólidos urbanos deberá llevarse a cabo procurando evitar toda influencia perjudicial para el suelo, vegetación y fauna, la degradación del paisaje, las contaminaciones del aire y de las aguas y, en general, todo lo que pueda atentar contra el ser humano o el medio ambiente que lo rodea.
La composición de la basura es reflejo de la actual sociedad de consumo cuyos hábitos están dirigidos a la compra de productos descartables que producen una mayor generación de residuos. Estos productos, en la mayoría de los casos, tienen un exceso de embalaje, o son envasados con materiales no reutilizables ni reciclables, como los plásticos, y una vez finalizada su utilidad se "tira a la basura". Sin embargo, la basura no desaparece sino que es trasladada en general a vertederos.
El impacto al ambiente y sobre la salud pública que ocasionan los vertederos (enormes bolsas de basura) es cada vez más grave, pues el volumen de los residuos continúa creciendo sin que se tomen medidas para reducir su generación.
En los vertederos se producen reacciones químicas y biológicas entre los constituyentes de la materia orgánica e inorgánica. Los productos tóxicos resultantes son arrastrados por el agua de la lluvia (lixiviados) contaminando las aguas superficiales y subterráneas.
Los vertederos ocasionan contaminación ambiental (aire, tierra y agua), efectos perjudiciales sobre la salud pública (por la contaminación ambiental y por la posible trasmisión de enfermedades infecciosas por los roedores que lo habitan), degradación del medio e impacto paisajístico. Además suponen un derroche de recursos y de energía que podrían aprovecharse.
Contaminación del aire.
El gas metano, resultante de los procesos de fermentación anaeróbica (en ausencia de oxígeno) de la materia orgánica supone el 50 % de las emisiones de gases producidos en los vertederos. Es un gas explosivo y causante de la mayor parte de los incendios accidentales que se producen en los vertederos. Este gas y el anhídrido carbónico producido durante la quema de las basuras, son las responsables principales del calentamiento global o efecto invernadero.
Otros gases producidos en los vertederos son el cloruro de vinilo, benceno, tricloroetileno y cloruro de metilo, de efectos tóxicos o cancerígenos.
Durante los incendios accidentales o provocados se liberan a la atmósfera sustancias altamente tóxicas como las dioxinas, al arder productos clorados, en especial los plásticos de cloruro de polivinilo (PVC) de amplio uso (envases de alimentos y bebidas, embalajes, juguetes, tuberías, etc).
Como consecuencia de la combustión de los productos clorados, se emite también ácido clorhídrico, que ocasiona afecciones respiratorias e irritación de las mucosas.
Contaminación del suelo y aguas subterráneas.
Los lixiviados arrastran las sustancias tóxicas producidas en los vertederos. Se han analizado hasta 200 compuestos diferentes presentes en los lixiviados de los vertederos de residuos sólidos urbanos. Algunos como el cloruro de vinilo, cloruro de metilo, tetracloruro de carbono, cloro, bencenos y arsénico son sustancias cancerígenas.
Al igual que el resto de las sustancias organocloradas, son persistentes y bioacumulativas en todos los eslabones de la cadena trófica.
El plomo, el cadmio y el mercurio son metales pesados presentes en los lixiviados de los vertederos. El plomo procede principalmente de las baterías de los coches y de aparatos electrónicos, plásticos, vidrio, cerámica, pigmentos, etc. El plomo ocasiona lesiones cerebrales en los niños e hipertensión arterial en los adultos. El mercurio produce lesiones renales y neurológicas.
Las fuentes de cadmio y mercurio son fundamentalmente las pilas. El cadmio, además, se encuentra en los aparatos electrónicos, plásticos, y produce lesiones renales y hepáticas.
Asimismo, la contaminación del agua de los pozos y acuíferos tiene consecuencias perjudiciales directas en la salud humana”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario