En estos comicios generales, la
verdad es que las motivaciones son por cierto mediocres. Es obvio que
no tienen el calor de otras épocas donde había un entusiasmo desde
cuatro o cinco meses antes. Particularmente la propia izquierda,
recordamos aquellos pasajes, esas huestes en bicicletas y con
banderas al hombro como si fueran fusiles al grito de “no nos
moverán” que por cierto no se les podía negar eficacia. Y hoy son
inexistentes. Mismo en los partidos tradicionales se armaban grandes
asambleas como en la época de Wilson para citar el más notorio y
reciente. Hoy sin embargo, desde cosas puntuales, escasa cartelería,
pocos jingles y asambleas pequeñas, particularmente las del Frente
donde llama la atención la poca concurrencia en las giras de sus
candidatos, muestran en fotos de grupos de 200 o 300 personas
escasas. Pero además hay otro problema que es lo magro de las
argumentaciones. Aquellos discursos confrontativos, con insultos,
agravios, calumnias y otras yerbas, desde otro punto de vista
felizmente han menguado. Creemos y eso sí un argumento partidario
blanco que es cierto, que nuestro Partido es el que ha tomado el
perfil más pacífico. O sea no se ha agraviado a nadie. Se exponen
opiniones como la baja de la imputabilidad, las inversiones
internacionales, el enfrentamiento con Argentina y el kirchnerismo,
temas que dan para una controversia de confrontación racional. Los
demás no son así ni el Partido Colorado, que basta escuchar a don
Pedro que es el que más se compromete, opinar agresivamente contra
el Frente, o la muchachada del Frente que no puede con su genio, y
exponen argumentos ofensivos haciendo comparaciones absurdas con el
pasado. Que dicho sea al pasar, es estar descansando en la historia
argumentos que están perimidos en los hechos. Da la impresión que
el seguir recurriendo a presuntos errores, según ellos, que pudieron
tener los tradicionales hace 40 años que son cosas y hechos del
pasado es difícil cotejarlas por inventos actuales. Nadie deja de
percatarse de la crisis económica, falta de circulante,
administraciones caóticas, grandes descalabros económicos, ejemplo
PLUNA, los casinos, los contratos de servicios en Salud Pública,
ejemplo el Maciel, el caos de ASSE, y demás etcéteras. Esto sí
daría para dedicar varios “Tratados” sobre caos administrativos
y afines. Sin embargo el Partido Nacional sigue exponiendo conceptos
y no señalando demasiados defectos. O sea, el operativo electoral no
tiene ni sombra de comparación con el pasado. No es lo que más me
gusta pero admito que el éxito que está teniendo la candidatura de
Lacalle y del Partido marca un cansancio en la ciudadanía donde
insultos, ofensas, e improperios no están rindiendo los tributos de
otra hora. Se está acercando el “emparde” de las principales
candidaturas. A este tren los dos meses que faltan si se llegara a
cualquier crisis por somera que sea pinta para un “cabeza a
cabeza”. Hay en el Partido Nacional el acierto de todos sus grupos
ya sea de Alianza como del Herrerismo de una renovación de la
dirigencia, dicho esto objetivamente. No así en el Frente donde los
gerontos abundan. Son los mismos de siempre y, por supuesto, de ellos
no se puede esperar nada distinto. En cambio en los blancos hay un
recambio que es de señalar tanto en la cámara baja como en la alta.
Son todas las perspectivas que hacen que desde otro punto de vista
más deportivo si se quiere, sea un “match” cuya definición se
complica al punto que los encuestadores no terminan de definirse. Una
cosa vale la vocinglería o el escándalo se eclipsó y se puede
decir que hay más respeto que a lo que estamos acostumbrados. Y eso,
que no es poca cosa, es otro logro que podemos anotarlo en la cuenta
del Partido Nacional, no le faltamos el respeto a ninguno.
Leopoldo Amondarain
C.I.
950.556-0
Tel:
099 626 573
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