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viernes, 24 de octubre de 2014

De amigos y enemigos… Lilly Morgan Vilaró


“¡Atención-exclamó el general de cinco estrellas sobre sus hombros- el enemigo se está acercando!”
Y mandó a los artilleros a colocar el lanza misiles apuntando en dirección al sur.
“¡Cuidado- gritó otro general con siete estrellas sobre sus hombros- el enemigo se está acercando!”
Y ordenó a sus artilleros colocar el lanza misiles apuntando en dirección al norte.
“¡Guarda que nuestros enemigos se están acercando!”- avisó el vigía sin estrella alguna sobre sus hombros y mucho menos jerarquía militar, ya que era el hijo del almacenero del pueblo que estaba de turno sobre la colina desde donde se podía ver tanto el sur como el norte.
Y todos corrieron hacia los refugios caseros, para tratar de resguardarse de los misiles que caerían, como siempre, sobre sus casas, escuelas, plazas y única salita de auxilios existente, maldiciendo el haber quedado como jamón de sándwich en el medio de un conflicto totalmente ajeno a ellos.
Mientras tanto o casi al mismo tiempo, aviones de la Fuerza Aérea Norteamericana, fiel a su consigna de ayudar a los rebeldes que peleaban contra otros rebeldes de un país ajeno a ellos, tiraban desde el aire cargamentos con refuerzos de armas , medicinas, botellas de agua y algunos chocolates.
Chocolate que como todo el mundo sabe, es el alimento ideal para reponer energías en el medio de una batalla, porque tiene un alto contenido calórico y al mismo tiempo es fácil de llevar en el bolsillo de la dama o el caballero combatiente.
Lo que al parecer no todo el mundo sabe, es que si se tiran chocolates en el medio de un desierto en donde la temperatura promedio en un día fresco y a la sombra, es de 55 grados, estos llegarán listos para ser tomados en taza y por lo tanto dejan de ser prácticos para la dama o el caballero combatiente, que deberán empezar a correr de un lado al otro tratando de embocar en sus cantimploras el delicioso y derretido manjar.
Descuidando así su tarea fundamental, que es tratar de hacer bosta al enemigo, en nombre de la patria de cada uno de los dos lados en pugna.
Como iba diciendo, los pilotos tiraban el cargamento del lado de las filas de los rebeldes amigos, al menos por el momento, y veían como estos pegaban saltitos de alegría al abrir los regalos y encontrarse con granadas, balas de mortero, lanza misiles, curitas, agua oxigenada, aspirinas y lexotanil.
Alegría que no mermaba a pesar del hecho de que todo venía pegoteado con el chocolate derretido.
“Águila Piadosa a base- dijo un piloto norteamericano con un tono ligeramente preocupado- creo que le erré a las coordenadas y largué un cargamento de lado de las filas de los combatientes de ISIS.”-
Y antes que el sargento Collins pudiese empezar a recontra putearlo por nabo, Águila Piadosa, haciendo honor a su nombre, mintió:-“ No hay problema, ya pegué la vuelta y destruí dicho cargamento!”
Saltitos de alegría pegaban los de ISIS al abrir los paquetes que contenían granadas, balas de mortero, lanza misiles, curitas, agua oxigenada, aspirina y lexotanil.
A pesar de que estuviesen todos pegoteados por un menjunje marrón que parecía ser chocolate derretido.
-“Cosa de gringos infieles”- murmuró Mohamed Al Asud Marjabá Habibi, mientras lamía una granada de mano antes de meterla en su mochila, junto a otras armas, también norteamericanas, que le habían regalado las fuerzas armadas iraquíes cuando ellos recién invadieron Iraq.
Ehhh…me refiero a la invasión de los de ISIS, no la de los norteamericanos que también invadieron a Irak para derrocar a su amigo del alma y aliado contra Irán, el bueno de Saddam Hussein, convertido, un ratito antes de la invasión, en un malvado dictador que masacraba a shiitas, kurdos y hasta a los propios sunitas iraquíes, si no le caían simpáticos.
Por suerte y gracias a la invasión y posterior pacificación llevadas a cabo por el glorioso ejército del gran hermano, Iraq se convirtió en un paraíso, que digo, un oasis democrático, en donde todo era paz y armonía.
Hasta que aparecieron los guachos de ISIS, hijos de otro invento norteamericano, Al Qaeda, que también era amigo y aliado de USA en su guerra contra Afganistán, hasta que no lo fue más. Y no tuvieron más remedio que liquidarlos.
Pero no pudieron evitar que antes de ser semi aniquilados, Al Qaeda pariese a su hijito adorado. ¡Y otra vez sopa!
Bueno, esos, los de ISIS, pegaban saltitos de alegría por el inesperado regalo caído del cielo y tras una reunión convocada de urgencia, decidieron que no se lo iban a devolver nada.
Que si el piloto se había fumado todo y le había errado fiero a las coordenadas, no era problema de ellos.
E inmediatamente grabaron todo con sus celulares y lo subieron a You Tube.
Los isistas serán muy anti diluvianos en sus creencias religiosas, costumbres ancestrales y en su machismo recalcitrante, pero a la hora de hacer sus campañas de publicidad y reclutamiento no dudan un segundo en utilizar las herramientas de comunicación del siglo veintiuno.
Gracias a ese video, el que no da saltitos de alegría, sino más bien saltos de ranas y carreras march, es el piloto Águila Piadosa, que se ligó además 3 meses de arresto en una carpa en el medio del desierto, por más que adujo que probablemente el video mostraba otro cargamento mal caído, ya que él estaba seguro que había pegado la vuelta y lo había destruido. Juro que lo hice polvo, lloriqueó mientras se lo llevaban en penitencia.
Hecha polvo quedó la casa del hijo del almacenero del pueblo, que había tenido la mala idea de apilar un montón de cajas en su patio, en vez de quemarlas como le había dicho su padre.
L.M.V.



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