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sábado, 5 de octubre de 2013

Campaña electoral argentina como telón de fondo de crisis con Uruguay

Cómo se ve hoy el conflicto por UPM desde Argentina

El kirchnerismo siente que debe evitar proyectar una imagen “blanda” y el nuevo incidente le otorga visibilidad a Urribarri, uno de los delfines de Cristina para 2015

El Observador Crisis Argentina Uruguay por pastera


Vista desde Argentina, la situación de UPM y el reciclado conflicto con Uruguay resulta bastante confusa para la opinión pública, que creía que el tema estaba superado.
Tras la conferencia de prensa del canciller Héctor Timerman surgieron interrogantes que por estas horas son materia de debate: ¿por qué el gobierno argentino esperó hasta ahora para dar a conocer los datos de contaminación del río Uruguay? ¿Y cómo es posible que los dos países hagan una interpretación tan diferente sobre lo que se supone son datos científicos sin margen para la polémica?
Al final, a nadie le queda claro si el país está en serio riesgo ecológico o si, como dice el presidente José Mujica, el fósforo vertido por UPM es menos grave que el que hay en el tajamar de su chacra.
En todo caso, los primeros comentarios políticos apuntan a que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no tenía mucho margen para hacer algo diferente a lo que hizo. Es decir, intentar un equilibrio para no aparecer ante la opinión pública como asumiendo una postura “concesiva”, pero tratando, al mismo tiempo, de que no se vuelvan a producir los momentos de tensión vividos en la etapa de la construcción de la pastera de Botnia.
Una de las mayores preocupaciones del gobierno es el movimiento ambientalista de Gualeguaychú, que a partir de este nuevo incidente puede ver una oportunidad de recuperar convocatoria y realizar medidas de protesta más drásticas. Cristina Kirchner sabe que el gobierno de su esposo terminó pagando un costo político por haber, en su momento, dado un apoyo explícito a los ambientalistas y por haber, tácitamente, convalidado la medida del corte del puente internacional.
Lo cierto es que, tal vez con la excepción de la provincia de Entre Ríos, el resto de la opinión pública argentina había repudiado el corte. El kirchnerismo de hoy no es el de 2006, sino que se encuentra en una posición políticamente más débil, y es evidente su esfuerzo por congraciarse con una clase media que ve con poco agrado las posturas radicalizadas.
En ese marco, el anuncio hecho por el canciller Héctor Timerman debe entenderse como un mensaje dirigido más al público interno que al gobierno uruguayo. Al protestar formalmente, se busca mostrar una imagen lo suficientemente dura como para desactivar la posibilidad de que resurjan las medidas de fuerza en Gualeguaychú.
Y, por otro lado, la alusión a argumentos científicos y la decisión de recurrir a la Corte de La Haya comunican entrelíneas cuál será el límite que se autoimpone el gobierno argentino: no habrá sanciones hacia Uruguay ni medida alguna que no vaya por la vía estrictamente diplomática. Y, por otra parte, la alusión al acuerdo de La Haya implica una ratificación de que, finalmente, Argentina se apegará a lo que se decida en esa instancia de mediación internacional.
Es decir, si finalmente, como espera el gobierno de Mujica, ocurre un fallo favorable a la postura uruguaya, entonces Argentina no subirá la apuesta. Y el gobierno de Cristina normalizará la relación bilateral, pero sin que ello haya implicado el costo político de aparecer en una actitud “tibia”.
Una oportunidad para Urribarri
Por otra parte, no puede obviarse el momento de transición política que vive Argentina, con la perspectiva de una segura derrota del kircnerismo en las elecciones legislativas del 27 de octubre, y con un gobierno que analiza cómo reconvertirse para no perder protagonismo en el futuro.
Es ahí donde gana importancia la figura del gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, a quien muchos señalan como el “delfín” de Cristina Kirchner.
El nombre de Uribarri escaló varias posiciones en el ranking de los presidenciables oficialistas para 2015 luego de las elecciones primarias de agosto. En un contexto de malos resultados para el oficialismo, el gobernador entrerriano se destacó por haber ganado por amplio margen y sin pretender “diluir” su discurso para disimular su adhesión al proyecto kirchnerista.
Parado junto a Timerman, el gobernador Urribarri se dijo ofendido por la insinuación de Mujica de que el clima electoral argentino podía estar generando una sobreactuación respecto del tema de la pastera.
Pero es innegable que este nuevo incidente pone a Urribarri en un plano nacional, haciendo que trascienda el ámbito provincial para saltar a las tapas de los diarios en todo el país. Casi podría decirse que este conflicto resulta funcional a sus aspiraciones de jugar en las ligas mayores y de aventajar a otros gobernadores peronistas.
Para todo político entrerriano que pretenda un futuro político, el tema de la contaminación del río Uruguay está entre los primeros temas de la agenda, porque sabe que la opinión pública de la provincia ha quedado sensibilizada.
Por otra parte, agregar la cualidad de “defensor del medioambiente” a su currículum le permite a Urribarri ganar puntos con el ala izquierda del electorado, donde hasta ahora la figura del gobernador entrerriano no era muy registrada.
En definitiva, el kirchnerismo siente que, a su modo, la estrategia que adoptó cumple un doble objetivo: resta tensión por la vía de canalizar el conflicto en el ámbito diplomático, y además le permite dotar de mayor atractivo al discurso electoral de una de sus figuras ascendentes.

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