De los varios
argumentos que leí en las redes sociales, justificando o explicando
el comportamiento del futbolista uruguayo Luis Suarez cuando este
mordió por la espalda el hombro de su rival italiano en el partido
del Mundial de Fútbol, hubo uno que me llamó la atención más que
los otros.
Una persona que dijo
haber sido maestra de Suarez en una escuela pública, justificó la
mordida diciendo que el futbolista había tenido una infancia de
carencias económicas que le acarrearon frustraciones que hoy día, a
pesar de tener varios millones en su cuenta, afloran en los partidos
que juega y provocan que muerda a sus adversarios.
Al parecer, siempre
según la maestra, eso era algo que yo, dado mi “obvio” status
social de clase alta, jamás podría entender por haber estado o
estar, muy lejos de esas realidades de las clases sociales bajas.
Y eso explicaba el por
qué yo cuestionaba el comportamiento de Suárez.
No me cierra mucho este
argumento, ya que muchos de mis parientes bienudos y amigos ídem,
también apoyaron o excusaron a Mordelón, aun cuando muchos de
ellos, a diferencia mía, siguen teniendo un nivel económico y
social que ya quisiera yo para un día de fiesta. Y no dudaron un
instante en hacer causa común con el susodicho y mirarme con cara
fea por atreverme a criticarlo.
El otro argumento que
tampoco me cierra demasiado es el de las broncas o frustraciones
acumuladas de Suarez por su infancia carenciada que justificarían
sus mordidas.
Conozco a muchas
personas que han tenido igual o peor infancia, y a diferencia de él,
la siguen peleando todos los días, laburando de sol a sol para poder
llegar a fin de mes. Ya que no cobran ni por asomo, lo que cobra
Suarez.
Y no los veo andar a
los mordiscones con sus vecinos o sus compañeros de profesión.
También conozco a
otras personas que han tenido igual o peor infancia que Suárez, que
se han deslomado laburando y han tenido la suerte, a través de su
tesón, de elevar su status económico.
Algunos a casi igual
nivel de millonarios, otros un poco menos, pero muchísimo mejor de
lo que tenían en sus infancias. Tienen sus casas, sus autos, mandan
a sus chicos a buenos colegios y todo lo que permite hacer una buena
cuenta bancaria.
Tampoco los veo
mordiendo a nadie, ante el menor o mayor contratiempo que se les
presente. Se enojan, putean, hasta llegan a pegar un puñetazo sobre
la mesa, pero morder, lo que se dice morder, no lo hacen.
Por último, en
referencia a que los que venimos de una clase social y económica
alta, jamás podríamos entender ni ayudar ni ponernos en el lugar de
otros no tan afortunados al nacer, me gustaría señalar que si bien
muchos no lo harán, ya sea porque no quieren o no pueden, hubo
muchos otros que sí lo han hecho.
Ernesto Guevara, más
conocido como el Che, provenía de una clase media acomodada. Fidel
Castro lo mismo. La familia de Vilma Espín, la mujer de Raúl
Castro, era dueña de la famosa destilería de ron Baccardi, conocido
actualmente como Havana ron.
Nelson Mandela tampoco
pasó privaciones económicas en su juventud. Y podría enumerar unos
cuantos más, pero creo que con estos es suficiente para demostrar
que el argumento esgrimido tampoco es demasiado válido que digamos.
Resumiendo: espero que
si la FIFA decide sancionar a Suárez por su accionar, eso no
implique que se lo expulse del Mundial. Más que nada, por lo que
significaría para la moral del resto del equipo.
Creo que sí merecería
una sanción, teniendo en cuenta que no es la primera vez que muerde
a un contrincante.
Y
antes de que me salten todos los uruguayos a la yugular, para hacer
lo que Suarez le hizo al italiano, creo que también se debería
sancionar a los jugadores que patean, dan codazos, agarran de los
pelos al contrario, o le meten los dedos en los ojos.L.M.V.
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